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La mentira como argumento «constitucional»

Fuentes: Rebelión - Imagen: "Nueva Asamblea Constituyente" de la artista gráfica Vilmatraca

“Una mentira mil veces dicha,
se transforma en una gran verdad”
Joseph Göbbels (Ministro de Propaganda de Hitler)

Vaya que hay practicantes de las enseñanzas del maestro de la mentira del régimen nazi. No se cansan de repetir una serie de infundios, medias verdades o falsedades completas en relación a la Constitución de Montecristi y al proceso democrático que permitió su cristalización. Estos personajes definitivamente están convencidos de que una mentira repetida con insistencia se convertirá en una verdad. Y en ese empeño no dudan en calificar a la Constitución del año 2008 de la forma más burda posible, sea como una payasada, fraudulenta, caduca… y así por el estilo.

De esta manera, cobijada con este tipo de epítetos, la mentira, en la actualidad, se ha convertido en una suerte de “argumento constitucional” destinado a forzar el cambio de la Constitución vigente; mentira que, gracias al eco de la gran prensa mercantil, posee una significativa eficacia. Este empeño no es nuevo, arrancó desde que el pueblo aprobó en las urnas dicha carta magna en septiembre del 2008. Por lo tanto, a juzgar por la manera en que es tratada y maltratada la verdad, conviene desmenuzar algunos de las narrativas más repetidas.

Ahora, aún cuando el presidente Daniel Noboa ha reculado en su intento de avanzar hacia una Asamblea Constituyente, esperando que su mayoría en la Asamblea Nacional pueda introducir los cambios buscados, es preciso desmontar tanta falacia. Concentremos la atención en tres puntos: la de Montecristi fue una Constitución aprobada sin debate alguno, configuró un traje a la medida para Correa, abrió la puerta al narco-tráfico.

«LA CONSTITUCIÓN DE MONTECRISTI, APROBADA POR UN GRUPO DE ALZAMANOS…»

De los infundios más repetidos es aquel que quiere convencernos de que la Constitución manabita fue un acto impuesto desde arriba, en el que, sin debate alguno, un grupo de alzamanos aprobó el texto constitucional. Esta mentira se complementa con otra igualmente reiterada, que afirma que el texto fue elaborado por un grupo de españoles. Falsedades fácilmente desmontables.

Bastaría con revisar la prensa de esa época para constatar cómo se fue construyendo la Constitución de Montecristi, artículo por artículo. Con debates largos e intensos. El texto fue el resultado de una verdadera minga democrática, logrado con una gran participación ciudadana.

A diferencia de la anterior Constitución, la del año 1998, que fue una Asamblea acuartelada -en la Academia del Ejército en Sangolqui-, la de Montecristi fue una Asamblea ciudadanizada. En ese pequeño pueblo manabita, de gente generosa y valiente, se dieron cita más de 300 mil personas. Llegaron a título individual o en grupo representantes de los sectores laborales, empresariales, cooperativistas, artesanales, religiosos, bancarios, campesinos, indígenas, feministas, estudiantiles, juveniles, artísticos, periodísticos, incluso de la niñez. Se receptaron unas 6 mil propuestas de artículos e inclusive de constituciones completas, que sirvieron para enriquecer los debates.

A modo de botón de muestra se podría revisar los artículos relacionados al agua, que fueron escritos con la participación de muchas organizaciones indígenas, campesinas y de pobladores urbanos. A similar conclusión se puede llegar en otros temas cruciales como los relacionados a la cuestión de la migración y de las relaciones internacionales, así como a la descentralización y las autonomías, los derechos ambientales y los Derechos de la Naturaleza, los derechos colectivos y la plurinacionalidad. Inclusive los temas económicos fueron el resultado de una lectura realizada desde la realidad, plural en esencia.

Aquello de que la Constitución fue escrita por un grupo de asesores extranjeros es otra de aquellas leyendas urbanas más repetidas desde el fin del debate constituyente. Aquellas élites contrarias a la Constitución -contrarias porque saben bien que sus privilegios están en grave riesgo, si se aplica a cabalidad lo que el pueblo aprobó-, incapaces de enfrentar la fuerza del mandato constituyente, trataron de desviar la atención con este embuste. El aporte de los tres asesores españoles -había más de 300 asesores nacionales- tuvo relevancia por su experiencia constitucional en otros procesos, pero es falso, totalmente falso que ellos escribieron la Constitución. Muchos puntos ni los entendían, por ejemplo, los Derechos de la Naturaleza o el Buen Vivir, y a otros se oponían, por ejemplo, a las autonomías y la descentralización.

«LA CONSTITUCIÓN DE MONTECRISTI, UN TRAJE A LA MEDIDA DE CORREA…»

Aquello de que la Constitución de Montecristi fue un traje a la medida del presidente Rafael Correa no se sostiene ante la realidad. Claro, en la actualidad, cuando se ha exacerbado la obtusa dicotomía: correismo – anticorreismo, esta entrada atrae a algunos incautos. Es cierto que Correa alentó la aprobación de la esta Constitución, afirmando que duraría 300 años y diciendo que es la mejor Constitución del mundo, pero no es menos cierto también que él fue el primer violador de dicha Constitución cuando toleró la metamorfosis del Tribunal Constitucional en Corte Constitucional de Transición, sin que exista ninguna disposición en las transitorias aprobadas; con eso lo que si consiguió Correa es la sumisión de dicha Corte para avanzar en la senda de irrespetar y desmontar la Constitución.

Recordemos las regresivas reformas logradas por la consulta popular del año 2011: con ellas se restringieron los derechos de las personas procesadas penalmente y se cambió la Función Judicial para que el Gobierno integre el órgano rector y disciplinario, es decir para que el presidente “meta la mano en la justicia”, tal como sucedía antes y sucede en la actualidad. A la postre se multiplicó la población carcelaria sin ninguna posibilidad de rehabilitación, mientras a los jueces se les prohibía resolver en contra de los intereses del gobierno, so pena de sufrir sanciones administrativas. A fin de cuentas, la justicia sigue atrapada en un ambiente donde la corrupción y las influencias de los grupos de poder campean.

Luego vendrían las “enmieRdas” constitucionales del 2015 [2], que posteriormente fueron derogadas por la Corte Constitucional. Correa quería que se permita la reelección indefinida. El pretendía introducir restricciones a la consulta popular, para debilitar el derecho a la participación ciudadana y a la democracia directa, afectando incluso el derecho de los gobiernos autónomos descentralizados. A la comunicación establecida constitucionalmente como un derecho se la quiso convertir en servicio público, para completar el control de la comunicación por parte del gobierno nacional. Los obreros del sector público perdían derechos a la sindicalización, la huelga y la negociación colectiva: una norma regresiva que evidenciaba el miedo del gobierno a la organización social y sus luchas. Correa contradijo lo que estableció la Constitución del 2008, que decidió terminar definitivamente con el tutelaje de la democracia por parte de las Fuerzas Armadas, a las que se les quiso entregar tareas de seguridad interna. Se pretendió incluso echar por los suelos el plazo de ocho años para conformar las regiones autónomas, entre otros puntos que incomodaban a Correa, quien finalizó su gestión despotricando en contra de la Constitución de Montecristi, la que, según él, está llena de novelerías. [3]

«LA CONSTITUCIÓN DE MONTECRISTI, UN PACTO CON EL NARCO-TRÁFICO…»

En el colmo de su paranoia los detractores de la Constitución de Montecristi han llegado a afirmar que la presencia del narco tráfico en Ecuador es producto de la carta magna, por eso, sin pudor alguno y sin argumentos, hablan de una Narco-Constitución [4]. Bien sabemos que la calentura nunca está en las sábanas, pero eso poco les importa. Para necios y malintencionados vale cualquier argumento, con el fin de ocultar los orígenes de los problemas que atraviesa el país.

Aunque bastaría leer el texto constitucional para no comer tales cuentos, vale la pena preguntarnos de dónde emerge con tanta fuerza el crimen organizado en los últimos años, en particular desde el año 2020, doce años después de la entrada en vigencia de la Constitución de Montecristi.

Ecuador se transformó en poco tiempo en un polvorín en llamas. De ser uno de los países más seguros en la región, el año 2023 concluyó a la cabeza de la lista de las naciones más violentas, con 47 homicidios por cada cien mil habitantes.

Aquí cabe preguntarnos cómo llegamos a esta dolorosa realidad. Sin pretender fijar un punto indiscutible y menos caer en aquellas lecturas obtusas que quieren endilgar el problema a uno o a otro grupo político, bien podemos decir que la pandemia y su manejo, así como la política económica de los últimos años -que busca reducir el tamaño del Estado-, incluyendo los cambios en el negocio transnacional de la droga, aceleraron el deterioro.

Así este pequeño país andino, en relativamente poco tiempo, se transformó en una suerte de centro logístico y plataforma del crimen organizado, gracias también a su economía dolarizada. Este país ubicado entre Colombia y Perú dejó de cumplir un papel relativamente secundario en la narco-economía internacional. Ecuador, incluso, pasó a ser otro productor y suministrador de droga, al tiempo que adquirió relevancia internacional por la presencia de grupos mafiosos transnacionales, especialmente de México y Europa. Particularmente, el puerto de Guayaquil se convirtió en el punto de partida de la mayor cantidad de cargamentos de droga a Europa, sobre todo mezclados con el banano (conocido como narco-banano), el principal producto de agro-exportación ecuatoriano a ese continente.

En este proceso jugó un papel determinante, no el único, el desmantelamiento del Estado. Por ejemplo, para mencionar apenas un punto, al desaparecer el Ministerio de Justicia se perdió en gran medida el control de las cárceles. Incluso el intento de poner “la casa en orden” en lo relativo a las cuentas fiscales pasa factura: por el afán de reducir a como de lugar el déficit fiscal no se ejecutaron los presupuestos destinados a enfrentar la desbocada inseguridad. Y esta austeridad fiscal a ultranza, transformada en un austericidio, es la responsable del acelerado deterioro de las condiciones sociales en Ecuador.

Como se puede comprobar, la calentura no está en la Constitución de Montecristi.

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En conclusión, lo primero que hay que hacer es leer la Constitución [5] para no comer cuento. Y estar conscientes de que si bien Noboa, por lo pronto, no intentará avanzar hacia una Asamblea Constituyente, tendrá que hacerlo vía enmiendas y/o reformas parciales. Es decir que a la postre tendrán que resolverse directamente en las urnas, en donde tendremos la oportunidad de defender unitariamente los elementos fundamentales de la Constitución de Montecristi, la única que en nuestra larga y compleja historia constitucional, luego de un proceso constituyente, fue aprobada en un reférendum por el pueblo ecuatoriano.-

Notas:

[1] Alberto Acosta. Economista. Presidente de la Asamblea Constituyente de Montecristi (2007-2008).
[2] Montecristi Vive, “Las ‘enmieRdas’ a la Constitución propuestas por el correismo, 2.02.2015.  https://lalineadefuego.info/las-enmiendas-a-la-constitucion-propuestas-por-el-correismo-por-montecristi-vive/
[3] Julián Quito; “Puras novelerías” llama Correa a los derechos y garantías establecidos en la Constitución de la República elaborada en Montecristi…”   https://revistarupturas.com/puras-novelerias.html
[4] Simón Espinosa Cordero; “Señor Noboa: Deshágase, por favor, de la Narco-Constitución”, 16.05.2025. https://primicias.ec/opinion/simon-espinosa-cordero/daniel-noboa-gobierno-eliminacion-narcoestado-constitucion-96305/?utm_source=twitter&utm_medium=social
[5] Constitución de la República del Ecuador: https://lexis.com.ec/biblioteca/constitucion-republica-ecuador

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