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La muerte cruzada relegitimaría al presidente Correa

Fuentes: Rebelión

1. Pérdida de iniciativa política El gobierno ecuatoriano ha perdido la iniciativa política y solo se dedica a responder los hechos políticos que genera la oposición. Hay un desgaste evidente en todos los ámbitos que, de a poco, también fue afectando al presidente Rafael Correa. Cierta arrogancia provocada por la seguridad de que el gobierno […]

1. Pérdida de iniciativa política

El gobierno ecuatoriano ha perdido la iniciativa política y solo se dedica a responder los hechos políticos que genera la oposición. Hay un desgaste evidente en todos los ámbitos que, de a poco, también fue afectando al presidente Rafael Correa.

Cierta arrogancia provocada por la seguridad de que el gobierno es invencible, en algunos casos; desinterés en el proyecto político en otros y la burocratización y cuidado del puesto en muchos, hizo perder la perspectiva política. Aunque todo eso no es de ahora, se fue agudizando a partir de las elecciones de alcaldes y prefectos de marzo de 2014.

El gobierno no supo ver los errores que llevaron a derrotas electorales locales en esa fecha, a veces pequeños y a veces importantes, y se fueron acumulando, generando malestar en la Sierra, en particular en Quito y en la clase media. Eso, de alguna forma, se evidenció en marzo, pero sobre todo se fue consolidando luego, hasta que hace tres meses se empezó a visibilizar en las encuestas. Ese malestar fue aprovechado políticamente por sectores de oposición, algunos claramente desestabilizadores.

La falta de credibilidad fue en aumento y se fue evidenciando también, cada vez más, una falta de representatividad en la Asamblea y en los ministros, llegando a veces a la incapacidad de movilizar su propia burocracia. Así, el presidente se ha ido desgastando defendiendo cada acción política, respondiendo a las acciones de la oposición y repitiéndose en el discurso.

Alianza País, por su parte, desde el comienzo no logró crear una organización sólida. A veces por incapacidad de conducción otras por desinterés, y el gobierno no supo, o no quiso, sumar aliados que aportaran con iniciativa política. Hasta marzo de 2014 la propia acción del gobierno, ocultaba la inexistencia de Alianza País.

El arrastre de errores del pasado hace muy dificultoso lograr ahora un movimiento fuerte. En ese sentido, si bien la idea del Frente Unidos es destacable, a pesar de su poca representatividad, no tiene posibilidad de crecer porque no tiene iniciativa política propia, y termina siendo una suma de grupos políticos que van atrás de Alianza País. La creación de la CUT y la Alianza Indígena, no fue una iniciativa política trascendente, más allá de la buena intención. La representatividad social no se puede inventar.

2. Incomunicación política

A los errores de acción política y de pérdida de perspectiva, hay que sumarle los de comunicación. En lugar de comunicación política, el gobierno practica la incomunicación política. En todo esto, ayudó la falta de análisis para ver el momento político, los posibles escenarios que se presentan y se podrían presentar y se siguió pensando que con publicidad se convencía fácilmente al electorado. Pero, como decía en un artículo al comienzo del gobierno, tarde o temprano la publicidad se agota en sí misma, porque lo que se publicita es un producto marcado por sentimientos y reacciones subjetivas que van cambiando de acuerdo a múltiples hechos. Para percibir esos cambios es necesario el análisis con una mirada que pueda tomar distancia de los hechos coyunturales.

Ante la incapacidad de generar hechos políticos que lo fortalezcan y la pérdida de iniciativa política, el presente y el futuro siguen en manos del marketing, que si bien en el pasado reciente fue efectivo, ya no lo es y se está volviendo en contra.

3. El Papa y la oportunidad perdida

La visita del Papa es una muestra de la incapacidad política manifiesta. En principio se pensó que con su llegada a Ecuador se obtendría un rédito político, sin analizar el momento que vive el país y los escenarios posibles. Hubo un interés por llevar a Francisco a Guayaquil, tal vez creyendo que eso serviría para congraciarse con cierta jerarquía de la Iglesia ecuatoriana y además ganar adhesiones, sin entender que en la coyuntura actual del país, la visita no significará nuevos apoyos masivos al gobierno, ni una distensión en quienes protestan. Es más, tal vez en el imaginario de la gente quede solamente la homilía en el Parque Bicentenario, que para algunos opositores fue casi un tirón de orejas al presidente, pero que también tarde o temprano se olvidará.

Faltó análisis para asumir la necesidad de dotar de elementos de reivindicación ecuatoriana al discurso del Papa. No se supo «politizar» en el buen sentido, esa visita. Era un gran momento para politizar el discurso desde lo indígena, desde la reivindicación de Monseñor Leonidas Proaño, como se hizo en El Salvador con la figura de Monseñor Arnulfo Romero. Además utilizarla de puente para un diálogo real con el movimiento indígena, para tejer nuevas alianzas.

4. El camino de la derecha

También la falta de visión política llevó a no entender el camino electoral que se está construyendo desde la derecha. Mientras el gobierno centró su confrontación con sectores y organizaciones de centro e izquierda, tardó meses en darse cuenta del escenario que se va creando con la alianza Nebot-Rodas-Carrasco. Tampoco se planteó la necesidad de evidenciar políticamente a Rodas desde la mala gestión en la alcaldía, con movilización visibilizando sus errores.

En esta coyuntura de debilidad, disminución de la credibilidad y sin posibilidad de respuesta se presentan las leyes de herencia y plusvalía, dos de las más progresistas, que deberían haberse elaborado y aprobado hace dos años. Esa acción ha hecho pensar a algunos que hay gente dentro del gobierno que quiere que el presidente pierda la elección de 2017 o que finalmente no vaya a la reelección. Se nota una soledad política del mandatario como nunca antes. Sus asesores políticos, si los tiene, demuestran no entender nada de política ni de comunicación. Pero un error se busca solucionar con otro, retirando las leyes «temporalmente», y demostrando más debilidad.

Para el gobierno este es un momento político complicado que no lo podrá superar con marketing, con la incomunicación política que practica, con muletillas sobre la paz o el diálogo, con conversaciones con empresarios, con firmar el TLC con la Unión Europea para contentar a algunos sectores de poder económico.

Bucaram, Mahuad y Gutiérrez en medio de la desesperación política rogaron apoyo a las cámaras empresariales. Los representantes de éstas, que se favorecieron con sus políticas, luego hicieron todo para que finalmente esos gobiernos se caigan. Los presidentes que finalmente tuvieron que dejar sus cargos se corrieron más a la derecha y la derecha los hundió. Lo mismo están intentando y lo seguirán haciendo con el presidente Correa, así firme diez TLC y retire definitivamente las leyes de Herencia y Plusvalía. Para muestra, valdría leer el análisis semanal de Walter Spurrier del 18 de junio.

5. Acciones políticas a destiempo

Además del acumulado negativo, en las últimas semanas el gobierno ha demostrado debilidad desde el ejecutivo, desde el legislativo y desde la organización política. Llegando a acciones risueñas: luego de construir una imagen de gobierno fuerte, se termina pidiendo disculpas a Nebot por una foto trucada. Eso más allá del error en sí, demuestra debilidad y aporta a la falta de credibilidad que evidencian las encuestas. Otra acción risueña fue el anunciado desalojo de la casa de la Conaie, al que se sumaron vocerías mediáticas intentando desprestigiar a la organización. Eso fue rechazado por buena parte de la población de Quito en su momento, e incluso por funcionarios gubernamentales, y el desalojo finalmente no se produjo. Sin embargo, en medio de las protestas, el 30 de junio, el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) comunicó a la Conaie que mediante resolución se suspendía ese desalojo. Una acción política a destiempo que en lugar de mostrar la apertura que buscaba, dio una imagen de desesperación.

Las acciones políticas del gobierno en las últimas semanas dan una imagen de desesperación política y falta de análisis previo. Es una situación similar a la que ocurrió en los últimos días de campaña para la alcaldía de Quito.

Creer que llenar la Plaza Grande ante una marcha opositora es un triunfo, significa no conocer la historia reciente. No hay que olvidar que Lucio Gutiérrez llenaba la Plaza Grande con sus contramarchas. Hay una incoherencia e inconsistencia política cuando se confronta y después se pide paz y amor, algo que ya no pega en la gente de la Sierra y sobre todo en Quito, solo hace aumentar la falta de credibilidad.

6. Crisis discursiva y necesidad de diálogo

El discurso del gobierno ha entrado en crisis. Además de la hegemonía simbólica, el gobierno está perdiendo la hegemonía discursiva. Uno de los tantos ejemplos, es que la respuesta ante el «fuera Correa fuera» de algunos sectores de oposición, es «fuera Golpistas fuera» asumiendo el propio discurso opositor. A eso podríamos sumarle la falta de consignas y la repetición de consignas de otros países como el «Uh Ah Correa no se va» sin entender las diferencias del momento histórico y el país en que se gestó esa frase. Pero además muestra incapacidad de proponer algo nuevo y creativo. El gobierno perdió la creatividad.

Ahora es un momento para replantear el diálogo desde abajo y con las organizaciones. Pero si no se muestra voluntad clara de acuerdos, las organizaciones con las que se puede construir alianzas y hoy están críticas no van a creer en el diálogo. Mucho han dialogado con distintos gobiernos. Por otra parte, algo a tener en cuenta es que, debido a la situación política, el único interlocutor considerado válido dentro del gobierno es el propio Presidente.

La Ley de Tierras sería un buen tema para incluir a todos los sectores indígenas y campesinos que no participan y hacer una normativa que impulse una verdadera revolución agraria que favorezca a los campesinos, pequeños y medianos productores, y no sea una mera ley para los grandes agroexportadores.

7. ¿Por qué la muerte cruzada?

Si el presidente quiere modificar el curso de los hechos, este es el momento de dar un giro real y simbólico para retomar la iniciativa. Primero debería hacer un gran cambio en el gabinete sacando a quienes le dicen que cediendo ante las cámaras conseguirá una distención, a los que tengan peor imagen y a quienes lo dejan solo. Es necesario un vuelco simbólico hacia la izquierda. Pero no solo por una razón ideológica sino de fortalecimiento político. La derecha y los empresarios socaban la estabilidad y seguirán tendiéndole trampas al presidente para debilitarlo al máximo hacia el 2017, lo que parece contar con aliados dentro del gobierno. Una recomposición desde la izquierda y desde una alianza social representativa le repotenciaría políticamente. Así volvería a mostrar un horizonte político.

Pero, sobre todo, es necesario un golpe de efecto, y eso solo se puede lograr con un hecho político fuerte que haga retomar la iniciativa, como ocurrió con el referendo en Grecia. Más allá de lo negativo enunciado, hay un hecho positivo fundamental que el presidente debería potenciar y aprovechar políticamente: su credibilidad y reconocimiento en los sectores populares y su capacidad electoral actual.

Si se analiza la coyuntura actual y las perspectivas de futuro, el único hecho contundente, que le haría retomar la iniciativa al presidente, es la muerte cruzada. La derecha no quiere esa opción porque sabe que no podrá ir unida ante una elección inmediata, porque todavía no tiene un candidato de unidad y alguno de los que se preparan para 2017, como Rodas, no les serviría renunciar a su puesto actual. Tampoco podrían construir una fuerza unitaria a la Asamblea. En la actualidad, nadie le ganaría la elección al presidente Correa, quien además arrastraría votos a los asambleístas.

Además, la elección para la Asamblea le permitiría reorganizar una amplia alianza legislativa sobre algunos puntos comunes a cumplir hasta el final del mandato. Podría ser una alianza desde la diversidad, desde el diálogo. Claro que muchos asambleístas de Alianza País deberían dejar la Asamblea. Actualmente, una alianza con esas características y el arrastre del presidente tendría mayoría legislativa, así no sea mayoría absoluta.

La muerte cruzada sería una acción política osada que repotenciaría y relegitimaría al gobierno, al propio presidente y al «proyecto político». Si el gobierno no da ese golpe de efecto, continuará la estrategia del desgaste permanente, del debilitamiento paulatino. Así, en el 2017, la derecha tendrá el camino allanado.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.