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Toni Negri, politólogo

«La multitud debería disponer de las armas»

Fuentes: La Vanguardia

Tengo 71 años. Nací en Padua y vivo entre París y Venecia. Soy un profesor universitario jubilado: he impartido clases sobre doctrina del Estado en París y Padua. He pasado varios años en la cárcel, y desde hace un año y medio soy plenamente libre. Tengo tres hijos, entre 40 y 20 años. Soy ateo y comunista. Un acto político es un acto de amor

El padre de Negri fue uno de los fundadores del Partido Comunista italiano. Durante la Segunda Guerra Mundial, sus padres refugiaban a partisanos en casa. Asustado por las bombas, Negri vio morir a nazis y a resistentes: «Y vi la inmensa piedad de mi madre ante los muertos…». Todo eso le marcó. Quiso estudiar Filosofía, pero su madre le quería matemático: «¡Si estudias Filosofía, acabarás en política!», temblaba ella. Pacto: estudió Agronomía…, pero en la universidad se implicó en grupos críticos con el PC desde la izquierda. Su feraz actividad como pensador le llevó a la cárcel y al exilio… Su utópico pensamiento político actual se resume en Imperio (Paidós) y Multitud (Debate) -junto con Michael Hardt-, sus últimas obras, que Fundació La Caixa le ha invitado ahora a comentar

-Ha sido usted terrorista?

-No. Sólo un intelectual.

-Le condenaron por terrorismo en Italia.

-Fábulas de magistrados, invenciones, acusaciones infundadas…

-Le acusaron del asesinato de Aldo Moro.

-Algunos en la judicatura decidieron que yo coordinaba la estrategia social de las Brigadas Rojas y su lucha armada, y que fui el cerebro del secuestro y asesinato de Moro.

-¿Y qué relación tenía usted con las Brigadas Rojas por aquel entonces?

-¡Ninguna! Yo era profesor, publicaba ensayos sociopolíticos… Y había creado Autonomía Obrera, movimiento ajeno del todo a las Brigadas Rojas. Pero fui condenado…

-¿Y quién mató realmente a Aldo Moro?

-¡Las Brigadas Rojas! Está todo dilucidado, sabido y publicado, pero aún siguen fabulándose hipotéticas tramas extrañas…

-¿Alguien hoy en Italia le llama terrorista?

-En el pasado sí, hoy ya no. Pero sí me llaman «cattivo maestro» (pérfido maestro).

-¿Le gusta?

-No. Etiquetas así bloquean el diálogo, ¡te convierten en sospechoso…! Ya se tildó de diabólicos a Maquiavelo, Spinoza, Marx…

-¿Cuántos años ha pasado en la cárcel?

-En una celda, casi seis años. Otros cuatro años en tercer grado, más otros tres años de arresto domiciliario vigilado…

-Menuda gracia…

-¡Pero la cárcel no es tan terrible! Puedes hablar contigo mismo, y si tienes mundo interior y resistencias, te estimula energías nuevas. ¡Yo he escrito dos libros en la cárcel!

-Porque es usted un intelectual, pero…

-Si eres un pobre delincuente, la cárcel es el mejor estímulo para degradarte, cierto.

-¿Cuál es hoy su situación penal?

-Libertad plena, desde hace un año y medio: ya no queda nada pendiente.

-Pues dígame ahora si legitima usted el terrorismo en algún caso.

-El uso de la violencia es legítimo en ciertos casos: resistir a las invasiones, a las vulneraciones de derechos humanos… Es una salida extrema cuando no se tiene ya otra. Acabo de escribir una pieza teatral sobre eso…

-¿Qué explica en ella?

-Un hombre, indignado ante la desgracia ajena, se viste de kamikaze, pero luego descubre otra forma de actuar… y se desviste.

-¿Qué otra forma de actuar?

-El amor.

-Acabáramos…

-La pulsión humana más fuerte es el amor materialista: el amor por la comunidad, que es un amor previo al amor sentimental.

-¿Seguro?

-¡Sí, porque sólo la comunidad posibilita la supervivencia del individuo! En toda institución política subyace un sustrato amoroso… ¡Y la creación de una nueva humanidad es el acto de amor definitivo!

-¿En qué nueva humanidad piensa?

-En una sociedad global absolutamente democrática, lo que necesariamente requiere a las multitudes inteligentes.

-Y yo que creía que multitud e inteligente eran dos términos incompatibles…

-Eso nos han hecho creer: que la multitud es estúpida, es vulgo, plebe, peligrosa… Y sobre eso se han cimentado los regímenes modernos, de la monarquía a la democracia, que son siempre el gobierno de uno (o unos) contra la multitud (que infunde miedo).

-Y usted apuesta por las multitudes…

-Por la multitud como multiplicidad de singularidades con capacidad de reconocerse en lo común, de expresar autónomamente sus razones. Y eso es inteligente. Esa potencia existe y hemos de desarrollarla hoy.

-Y si no, ¿qué?

-Si no, el imperio: es decir, el gobierno global que el mercado global precisa. Y, así, ¡siempre alguien decidirá sobre nosotros! Alguien decidirá las guerras, por ejemplo.

-No sé si eso podrá tener nunca remedio…

-Sí: la multitud debería disponer de las armas. Que todos podamos tener armas libremente, como sucede en Estados Unidos…

-¿Habla en serio?

-Sí. Ya sé que eso puede tener sus efectos negativos, como el caso de Columbine…, ¡pero está claro que la única defensa democrática es la resistencia desde la comunidad! Es la garantía de la paz, de evitar guerras hechas hoy por ejércitos que, integrados por mercenarios, actúan como policía mundial.

-Proponga otras medidas para alcanzar la sociedad global plenamente democrática…

-Permitir la movilidad de todos sobre el orbe terrestre. Estimular la productividad del Tercer Mundo. Garantizar a todos un rédito de supervivencia…

-¿Qué dice Berlusconi de sus ideas?

-Berlusconi no me preocupa (no ha hecho más que exportar su lógica mercantil a la política), ¡pero sí la incapacidad de la izquierda italiana para articular alternativas a Berlusconi!

-¿Qué opina usted del capitalismo?

-Que ha impulsado grandes reformas técnicas, que ha acelerado la civilización de las masas, apartándolas de las inclemencias de la naturaleza… Pero el capital no lo es todo: están los sujetos, las luchas, la creatividad, el talento, los aportes individuales de la inteligencia…, ¡y eso sí es fundamental!

-¿Qué sistema político es el menos malo de todos los conocidos hasta hoy?

-La democracia liberal, que inventó el salario indirecto, es decir, la asistencia pública. Pero está viviendo ahora su crisis de soberanía y de representatividad: la gente vemos que la maquinaria del orden global imperial es tan colosal que las grandes decisiones nos pasan por encima… ¿La alternativa? Se lo he dicho: ¡la multitud, la multitud inteligente!