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El Katrina en la ficción

La música de Treme

Fuentes: Rebelión

Treme es la nueva serie televisiva de la HBO. [1] Ideada por David Simon (el creador de The Wire), su acción se desarrolla en New Orleans tres meses después del paso del huracán Katrina en 2005. La multitud de personajes, voces y perspectivas (que ya vimos en el Baltimore recreado por The Wire), encarados con […]

Treme es la nueva serie televisiva de la HBO. [1] Ideada por David Simon (el creador de The Wire), su acción se desarrolla en New Orleans tres meses después del paso del huracán Katrina en 2005. La multitud de personajes, voces y perspectivas (que ya vimos en el Baltimore recreado por The Wire), encarados con un marcado enfoque periodístico, forman una imagen compleja de los residentes de New Orleans en su intento por enderezar de nuevo sus vidas y hacer revivir a la ciudad, amenazada tras el huracán por el desinterés del gobierno federal en la reconstrucción, o por los procesos de gentrificación que ponen en riesgo la original tradición cultural de barrios como el Faubourg Tremé que da título a la serie .

De momento, Treme se centra en las historias de los músicos y de los pequeños propietarios que se han llevado la peor parte del desastre. Se plantean los conflictos de los músicos de la ciudad que tienen que tocar en la calle o en cualquier local para seguir tirando, de la dueña de un bar que no consigue que le arreglen el tejado, o la del restaurante que trata de salir a flote a pesar de las deudas y a pesar de que ni siquiera suele funcionar correctamente algo tan básico como la instalación del gas.

La música, como ritual popular (desde las brass bands al Mardi Gras), es la seña de identidad que cohesiona en una comunidad a la población local afroamericana, incluyendo a los blancos apartados del sistema. La música se convierte en cuestión política, cuando entra en conflicto con la autoridad (el músico negro que choca con su trompeta contra el coche patrulla y es golpeado y detenido) o con los yuppies que se mudan a la zona baja y llaman a la policía quejándose del estruendo de la fiesta por las noches.

Treme hace de la música el hilo conductor de su relato. La convierte en el emblema de la reconstrucción económica, social y cultural de New Orleans. En este sentido, se entrecruza con lo que podríamos denominar la «ideología melómana anti-sistema» que ya hemos visto en los movimientos críticos con la gestión de la propiedad intelectual (oposición a la política de las sociedades de autores, o a las leyes contra el P2P), y que reaparece en algunas movilizaciones sociales reivindicativas de los espacios urbanos (los conciertos son continuos en los centros sociales: Patio Maravillas, Casa Invisible…).

La música se convierte en bandera de una rebelión precaria, y de una negación sin proyecto que roza la celebración descerebrada. Es la voz de los zombies. No en vano, hay una conexión profunda entre la cultura negra de New Orleans y la tradición vudú haitiana (en uno de los episodios de Treme, el joven blanco es despedido de la emisora de radio en la que trabajaba porque su invitado sacrifica un gallo en pleno estudio). Es oscuro pero irónico que Treme, con estas alusiones, aparezca en las pantallas poco después de la tragedia de Haití. El zombie secularizado de Treme, sin embargo, no es el haitiano: es el objeto social real que subyace tanto al mito haitiano como a la película hollywoodiense (en definitiva, el esclavo o el sub-proletariado negro), con muchos elementos en común, como masa desgobernada, con las concepciones centrípetas del pretendido nuevo «sujeto revolucionario» en el capitalismo avanzado. [2]

Hacer una serie enfocada directamente sobre la cultura afroamericana en medio de un desastre de proporciones épicas como el que produjo el Katrina, supone secularizar la (a día de hoy recuperada en películas o libros) figura del zombi, el esclavo desordenado, descerebrado e imprevisible que pone en peligro a los buenos ciudadanos y que se convierte en una foto en negativo de la sociedad, insoportable para el Estado, su policía y la Guardia Nacional. En este sentido, Treme es desmistificadora: deja de lado las entidades mágicas o monstruosas, los robots, la delincuencia o el crimen organizado, y saca a la luz un problema real: la ambivalencia del ciudadano medio hacia formas de vida estimulantes y culturalmente valiosas, pero que rozan lo excesivo en su falta de «civilización» (es decir, de comercialización).

Lo negativo positivado y reivindicado se convierte en negación. Esta negación amorfa, condensada en la música como alternancia rítmica de significantes desprovistos de significado, es un leitmotif habitual de la protesta antisistema actual. En ese sentido Treme es mucho más política que The Wire, la cual, en su polimorfo objetivismo estético, en su ausencia de una posición partidista (consecuencia de una noción clásica del periodismo, defendida en la quinta temporada que dedica a los medios de comunicación), fue incapaz de decantarse por un final conclusivo en vez de un deprimente eterno retorno de lo mismo.

Sin embargo, el postulado de un sujeto sin centro, articulado por el débil lazo de una referencia cultural como puede ser la música en Treme, no carece de riesgos (el primero, su rápida absorción por los mecanismos de normalización institucional o económica, mucho más potentes en situaciones de crisis o catástrofe donde la sociedad está desorganizada y desmovilizada). La cuestión en estos casos es si los individuos se dejan vencer o si, como sucede raras veces, cuando todo está en contra la lucha por defender un rasgo particular en apariencia insignificante puede determinar la aparición de una firme posición ética.

 

 

Fuente: Web: http://enuntrenenmarcha.googlepages.com

 



[1] http://www.hbo.com/treme/index.html.

[2] Sobre la mistificación del zombi y su identificación con el sujeto «posthumano» que debería significar el fin del capitalismo, véase el muy discutible: Sarah Juliet Lauro, Karen Embry » A Zombie Manifesto: The Nonhuman Condition in the Era of Advanced Capitalism «, en Boundary 2, 35:1 (2008), en http://boundary2.dukejournals.org/cgi/reprint/35/1/85.pdf .

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