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La necesidad de una reforma laboral progresista

Fuentes: Rebelión

En el Washington Post del 25 de Febrero a página completa apareció un pronunciamiento firmado por 40 destacados economistas y académicos de EE.UU. Entre los firmantes se encuentran tres famosos Premios Nobel de Economía – Kenneth Arrow, Robert Solow y Joseph Stiglitz, además de los conocidos académicos Judish Bhagwati, Richard Freeman, Dani Rodrik, Lester Thurow, […]

En el Washington Post del 25 de Febrero a página completa apareció un pronunciamiento firmado por 40 destacados economistas y académicos de EE.UU. Entre los firmantes se encuentran tres famosos Premios Nobel de Economía – Kenneth Arrow, Robert Solow y Joseph Stiglitz, además de los conocidos académicos Judish Bhagwati, Richard Freeman, Dani Rodrik, Lester Thurow, James Galbraith y Jeffrey Sachs (este último, después de haber sido asesor de reformas neoliberales en Bolivia, Polonia, Rusia y otros países, renunció abiertamente a sus antiguas doctrinas). Entre los suscriptores de la declaración hay cinco profesores de Harvard, cuatro del MIT, tres de Columbia y catedráticos de variadas y destacadas universidades del país.

La Declaración de los 40 afirma que los ingresos de los trabajadores permanecieron estancados durante muchos años, a pesar de la mejora notable en la productividad de su trabajo, por lo que todo el crecimiento económico desde el 2000 hasta el 2007 fue virtualmente a beneficiar a un pequeño número de ricos estadounidenses. Esta creciente desigualdad se debe a las leyes del trabajo que han fracasado en permitir la mejora de los ingresos laborales. La institucionalidad vigente ha dificultado enormemente la creación y sostenimiento de los sindicatos y negociaciones colectivas equilibradas. Las encuestas concluyen que más de la mitad de los trabajadores del sector privado desean tener sus sindicatos y negociar con sus empleadores a través de ellos. Sin embargo, apenas un escaso 7,5% de los trabajadores privados permanecen afiliados a sindicatos. Los economistas firmantes aseguran que esto se debe a que los empleadores hacen campañas para destruir la sindicalización, a veces, violando la propia legislación vigente. Los activistas y partidarios de la sindicalización son amenazados y despedidos y no pueden defenderse.

Los catedráticos aseguran que en las últimas décadas el verdadero poder en las negociaciones laborales ha estado concentrado en los patrones. Advierten que la actual recesión debilitará aún más a los asalariados si es que tratan de negociar individualmente sus contratos. Por eso más que nunca ahora necesitan una reforma laboral a fin de reestablecer un equilibrio en los mercados del trabajo. Como economistas, dicen, pensamos que esta reforma es un paso importante para reconstruir nuestra economía y vigorizar la democracia, fortaleciendo la voz de los trabajadores en el sitio de trabajo. Por todo lo anterior, los firmantes llaman a aprobar el proyecto de reforma laboral denominada The Employee Free Choice Act, destinado a simplificar la adhesión a los sindicatos , triplicar las multas a los empleadores que la violen y establecer el arbitraje obligatorio, si los empleadores se rehusan a los nuevos convenios.

Salta a la vista, la sorprendente similitud entre los problemas que enfrentan los trabajadores de EE.UU que los renombrados economistas norteamericanos denuncian y la situación de los asalariados en nuestro país. En verdad no hay que extrañarse. En EE.UU como en Chile y en numerosos otros casos la situación desmedrada del sindicalismo es la consecuencia de la misma política neoliberal implantada en las últimas décadas. No es casual que en varios países de nuestro continente esta política está siendo barrida por la lucha política de los trabajadores. En este año, el Congreso Nacional y los partidos que monopolizan su control – con dos presidentes de ultra derecha en ambas cámaras – las reformas laborales estarán en la tabla de sesiones. La Presidente Bachelet y la Concertación se han comprometido a llevarlas adelante. La CUT y todas las fuerzas progresistas deberán jugarse para lograr su legalización.