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Sumisión o acciones preventivas para un mundo justo y solidario

La ONU y la gobernanza mundial

Fuentes: Mondialisation.ca,

La celebración en septiembre de 2005 del 60 aniversario de la fundación de la Organización de Naciones Unidas y el traspaso de poderes entre Kofi Annan y Ban Ki-Moon en 2006 son la ocasión de hacer un balance de las realizaciones de la ONU y, especialmente, las de la última década. Diez años decisivos entre […]

La celebración en septiembre de 2005 del 60 aniversario de la fundación de la Organización de Naciones Unidas y el traspaso de poderes entre Kofi Annan y Ban Ki-Moon en 2006 son la ocasión de hacer un balance de las realizaciones de la ONU y, especialmente, las de la última década. Diez años decisivos entre dos siglos que permiten observar las tendencias dominantes que pesan en la trayectoria del desarrollo mundial y el papel de la organización para describirla, comprenderla y actuar sobre ella.

Amenazas globales que exigen para detenerlas un esfuerzo de cooperación mundial

En este principio del siglo XXI el mundo está marcado por cierto número de amenazas globales, incluso de incertidumbres, que dejan entrever unos días muy difíciles para la humanidad: la globalización del capitalismo y sus consecuencias medioambientales, económicas, sociales y políticas; el proceso de degradación del medioambiente y de los biomas acelerado por el calentamiento climático; la creciente brecha entre el norte y el sur, una tasa de empobrecimiento de las masas populares que aumenta en todas las latitudes, la amenaza de pandemias, el mantenimiento, incluso endurecimiento, de los conceptos de seguridad basados en el recurso a la violencia armada y la erosión de los derechos y la pérdida de las libertades fundamentales por el sesgo de la guerra contra el terrorismo.

Estos hechos están corroborados dentro de las conclusiones del Resumen de Síntesis sobre la Evaluación de los Ecosistemas para el Milenio (MA) que resulta del estudio llevado a cabo por 1300 expertos procedentes de 95 países y hecho publico en 2005 «Ninguno de los progresos realizados para erradicar la pobreza y el hambre en el mundo, mejorar la salud de las poblaciones o proteger el medioambiente es susceptible de durar si continúan degradándose la mayoría de los servicios proporcionados por los ecosistemas y de los que depende la humanidad» (http://www.millenniumassessment.org ). Van también en el sentido del Informe del Grupo de Investigación de Oxford publicado en 2006. Según este informe titulado «El fracaso de la guerra contra el terrorismo y las políticas que distraen de las verdaderas amenazas a la seguridad global», las amenazas son el cambio climático, la competición por los recursos, la marginación de la mayoría del mundo y la militarización mundial (http://www.commondreams.org/news2006/0613-07.htm ).

¿Cómo puede ser que el mundo se encuentre en semejante situación cuando la ONU vela desde hace 60 años por los males que le asaltan? ¿Por qué más de la mitad de la población mundial sufre y muere prematuramente estando privada de los recursos vitales para sobrevivir y, en particular, del agua potable y de los servicios esenciales como la educación y la salud? ¿Por qué un número cada vez mayor de personas está afectada por el SIDA sin que se puedan encontrar los medios para actuar eficazmente sobre el proceso de transmisión y de propagación de este virus mortal? ¿Por qué razón los biomas más productivos se han puesto en peligro en su renovación? La respuesta a estas preguntas se ha formulado en centenares de conferencias internacionales : «el proceso de concentración de riqueza colectiva en unas pocas manos fomentado por el capitalismo trans-nacionalizado e incontrolado sólo puede llevarnos a todos nosotros a la ruina y a la extinción»… Las reglas injustas del comercio internacional engendran una situación insostenible para la mayoría empobreciéndola hasta un estado de miseria crónica que se ha vuelto prácticamente imposible de aliviar.

En teoría y en los hechos, responder a las necesidades esenciales de todos es responsabilidad de los Estados miembro de la Organización de Naciones Unidas, responsabilidad engarzada en la Carta de Organización y reafirmada desde Estocolmo en las cumbres mundiales sobre medioambiente y desarrollo.

La gobernanza mundial asegurada por la ONU define los principios que hay que respetar y las normas que hay que seguir en el interior de los acuerdos de cooperación. Formula objetivos que hay que alcanzar para llegar a la instauración de un mundo más justo para todos. Según las propias palabras del Secretario General, K. Annan, durante la ceremonia de entrega del Premio Nóbel de la Paz a la ONU y al Secretario General en 2001 «Se creó una instancia – la Organización de Naciones Unidas – en el seno de la cual las naciones podía actuar juntas para afirmar la dignidad y el valor de cada ser humano, y asegurar la paz y desarrollar a todos los pueblos de la tierra. En la ONU, los Estados podían unirse para reforzar el estado de derecho, sacar a la luz las necesidades de los pobres y tratar de responder a ellas, poner freno a la brutalidad y a la envidia del hombre, proteger los recursos naturales y la bondad de la naturaleza, garantizar derechos iguales a hombres y mujeres, y asegurar la seguridad de las generaciones futuras». (http://www.un.org/french/Nobel/sg_oslo1210.htm ).


Los grandes dominios de intervención de la ONU

La página web de la ONU destaca los grandes dominios de intervención de la Organización : paz y seguridad, desarrollo económico y social, derechos humanos, cuestiones humanitarias y derecho internacional (http://www.un.org). En el fondo, todos estos dominios son interdependientes y deben abordarse con una visión global del estado del planeta y del futuro de la humanidad.

Un estado crónico de sumisión del sistema de la ONU

En el plano del desarrollo económico y social, la ONU es fuertemente tributaria de las orientaciones y decisiones tomadas por los países del G8, el FMI y el Banco Mundial. En cierto modo, está sometida a estas instancias que dictan el orden económico mundial que, en primer lugar, se debe adecuar a las exigencias de los intereses de los miembros del G8. Si estos intereses son amenazados, estos miembros se arrogan el derecho, bajo la férula de la ONU, de intervenir unilateralmente, como atestiguan de forma elocuente las invasiones y ocupaciones armadas de Afganistán e Iraq. Por lo tanto, estas organizaciones ejercen un poder que sólo podría detentar una instancia mundial que representara a todas las naciones o a todos los pueblos. En estas circunstancias, el derecho internacional que fue definido en el curso de los últimos 60 años en los marcos de la ONU funciona debilitado o, simplemente, se ignora. Se trata, pues, del mantenimiento a escala planetaria de un orden dictado por algunas entidades políticas y económicas omnipotentes en detrimento de la mayoría de las naciones miembro de la Organización.

En este contexto, ¿qué papel puede desempeñar la ONU? ¿Puede verdaderamente cumplir su misión primordial esbozada en su Carta, que es «preservar a las futuras generaciones del azote de la guerra?». ¿Está en condiciones de integrar el concepto de la seguridad cooperativa y de la durabilidad en el interior de los procesos de decisión que son determinantes para el futuro de la humanidad? En otras palabras, ¿es verdaderamente capaz de iniciar la obra del desarme general y completo que se revela como una condición previa necesaria para la instauración de un orden basado en la comprensión, la justicia y la cooperación entre todas las naciones? ¿Puede actuar eficazmente para prevenir los conflictos y construir una economía equitativa y una sociedad en paz, y en el espíritu del artículo 55 de su Carta? La realidad de la última década nos demuestra que ha tenido muchas dificultades para hacer que su voz sea escuchada.

Numerosos conflictos armados y gastos militares en alza, el símbolo de la impotencia de la ONU

En efecto, en el curso de la última década, el mundo se ha enfrentado a amenazas cada vez mayores con la multiplicación de los conflictos armados y el crecimiento de los gastos militares. Según el «Project Ploughshares» los conflictos armados han hecho estragos en 50 países entre 1995 y 2004 (mapa 1). [Han causado] Millones de muertos y decenas de miles de víctimas, de desplazados y de refugiados. Conflictos que han golpeado muy particularmente al continente africano (http://www.ploughshares.ca/libraries/ACRText/ACR-TitlePageRev.htm ).

Según el SIPRI [en sus siglas en inglés, Instituto Internacional de Investigación para la ]Paz), los gastos militares mundiales han conocido un crecimiento constante que corresponde a un aumento del 34% entre 1996 y 2005, el cual alcanza la astronómica cifra de 1. 118 miles de millones de dólares en 2005. Según el mismo organismo, «Estados Unidos es responsable de aproximadamente el 80% del incremento en 2005, es el principal determinante de la actual tendencia mundial y su gasto militar explica casi la mitad del gasto total» (http://www.sipri.org/contents/milap/milex/mex_trends.html ) (figura 1). Según la Oficina de Coordinación de la Década para Superar la Violencia del Consejo Mundial de Iglesias, la participación de los países en vías de desarrollo en el balance de gastos militares mundiales se duplicó entre 1989 y 1999, y los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad fueron sus principales suministradores de armamento clásico entre 1996 y 2003, y ello en función de acuerdos bilaterales con estos países (http://overcomingviolence.org/en/news-and-events/feature-articles/dov-features-english/article/1323/world-military-expenditur.html ).

Figura 1. Gastos militares mundiales, 1988-2005

Fuebte : Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (International Peace Research Institute, SIPRI) :
http://www.sipri.org/contents/milap/milex/mex_world_graph.html

Durante este periodo han terminado numerosos conflictos armados (en 35 países entre 1988 y 2002, según «Project Ploughshares», 2003) y, en numerosos casos, la ONU ha sido llamada a intervenir para mantener un estad de paz relativa. Ha dirigido 45 misiones y operado en 2005 en 17 países en conflicto (http://www.un.org/french/peace/peace/index.asp ). Estas operaciones realizadas durante décadas han sido saludadas al más alto nivel y han permitido a las fuerzas de mantenimiento de paz o cascos azules recibir el Premio Nóbel de la Paz en 1988. Estas misiones fueron concebidas en el marco del reestablecimiento de un cierto orden que pudiera preparar el terreno para el desarrollo, una buena intención que ha quedado como letra muerta en la mayoría de los casos, un hecho reconocido por el propio Secretario General: «Durante la mayor parte del último medio siglo, de manera general se ha tratado de garantizar la seguridad colectiva más proporcionando remedio que previniendo; la prevención no ha sido considerada todavía más que en términos casi exclusivamente militares» (Annan, K., 2002). Las operaciones de mantenimiento de la de la paz se han llevado a cabo según este enfoque y no han creado realmente «la estabilidad y el bienestar necesarios para asegurar relaciones pacificas y amistosas entre las naciones «. Según K. Annan, «podemos, pues, basarnos en la Carta para preconizar un enfoque global y a largo plazo de la prevención de los conflictos basado en un concepto amplio de la paz y de la seguridad» (Annan, K., 2002).

El concepto de la diplomacia y de la intervención preventivas aún por inventar y por poner en funcionamiento

«Desde finales de los años 80, la Asamblea General y el Consejo de Seguridad han tratado de reforzar el mandato conferido a Naciones Unidas por la Carta en materia de prevención de los conflictos. La resolución 47/120 A titulada : «Agenda para la paz : diplomacia preventiva y cuestiones relacionadas reafirman con una particular claridad el importante papel atribuido al Secretario General en la diplomacia preventiva y le ha invitado a reforzar la capacidad del Secretariado para recopilar información y analizarla, así como a instalar un mecanismo de alerta rápida» (Annan, K., 2002).

En 1999 y 2000 el Consejo de Seguridad celebró debates públicos sobre las cuestiones de diplomacia preventiva. Muchos Estados subrayaron que había que consagrarse sobre todo a las causas socioeconómicas de los conflictos y preconizaron un crecimiento de la ayuda al desarrollo como medio de prevenir los antagonismos. Según otros [países], los dominios más importantes donde se podía manifestar la acción preventiva eran la defensa de los derechos humanos, la buena gestión de los asuntos públicos, el Estado de derecho y la democratización.

«Las Declaraciones adoptadas durante estos debates subrayaron que la alerta rápida, así como la diplomacia, el despliegue y el desarme a titulo preventivo, y la consolidación de la paz tras los conflictos eran elementos interdependientes y complementarios de una estrategia global de prevención de los conflictos» (K. Annan, 2002).

«En el marco de la Cumbre del Milenio, el Secretario General lanzó un llamamiento para que la comunidad internacional ya no se limitara únicamente a reaccionar, sino que hiciera suya la cultura de la prevención. Hubo un amplio acuerdo en que el método más prometedor consistía en elaborar estrategias integradas y a largo plazo, que combinaran un amplio abanico de medidas políticas, económicas, sociales y otras cuyo objetivo fuera reducir o suprimir las causas que estaban en el origen de los conflictos. En la Declaración del Milenio se reconoció el papel vital que el sistema de Naciones Unidas en su conjunto podía desempeñar en la prevención de los conflictos y se adoptó el compromiso de hacer a las Naciones Unidas más eficaces en este terreno» (K. Annan, 2002).

¿Y qué ha ocurrido desde la expresión de estos deseos y de sus compromisos por parte de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad? El desencadenamiento de las guerras de ocupación en Afganistán e Iraq sin que el sistema de la ONU y sus manifestaciones populares pudiera hacer ni lo más mínimo para impedirlo. El desencadenamiento o continuación de 32 conflictos armados regionales que actualmente hacen estragos en 27 países, la mayoría de los cuales en países que están en la escala media o inferior del Índice de Desarrollo Humano, lo que pone en evidencia en el origen de estos conflictos el factor de gran pobreza que les afecta («Project Ploughshares», 2006 y mapa 2).

En suma, la diplomacia preventiva se sigue revelando como un enfoque que hay que concebir y poner en marcha. En el contexto geopolítico actual los factores neutralizantes son todavía demasiado numerosos y generalizados como para permitir que triunfe. Es importante mencionar algunos : la incesantemente afirmada voluntad de potencia y de hegemonía de Estados Unidos en el conjunto del espacio terrestre, aéreo y marítimo a partir de más de 750 bases militares repartidas en 50 países en todos los continentes; el mantenimiento de la capacidad de los arsenales de armas nacionales, e incluso su continua modernización con la continua ayuda de Washington, que en 2005 se acercó a la suma de 10.000 millones de dólares (http://nationalpriorities.org/index.php?option=com_content&task=view&id=114&Itemid=132 ); las presiones del muy poderoso lobby industrial militarista que se manifiestan en gran cantidad de ferias, de exposiciones o de salones internacionales de lo aeroespacial, de armamentos y de otros equipamientos militares (http://www.armyrecognition.com/Military_Defence_exhibition_2006.htm ) ; la ayuda directa aportada por los gobiernos de muchos Estados a la realización de los proyectos de fabricación de nuevos equipamientos militares más sofisticados y el apoyo a la I+D en este terreno; el floreciente comercio internacional de armas ligeras; los crecientes procesos de militarización, de control y de vigilancia de las actividades económicas y sociales, y la gran vulnerabilidad de muchos regímenes políticos que buscan mantenerse en el poder por la fuerza.

El desarme y el Tratado de Ottawa

Ante estos factores, nos parece que la empresa del desarme es un elemento de pura retórica y que el proyecto de eliminación de las armas de destrucción masiva y de las armas clásicas así como del control de la fabricación y del comercio ilícito de armas ligeras continuarán todavía durante mucho tiempo en la agenda de los trabajos de la ONU.

Sin embargo, en diciembre de 1997 122 Estados firmaron en Otawa un acuerdo, la primera verdadera convención de desarme. Se trata del Tratado de Ottawa cuya concepción y negociaciones fueron principalmente iniciativa y obra de varias organizaciones mundiales de la sociedad civil que a lo largo de todo el proceso recibieron un importante apoyo por parte del gobierno canadiense. Esta convención mundial sobre la prohibición de las minas anti-personas tiene el objetivo de la eliminación definitiva de estos artefactos crueles y destructores de las comunidades rurales en decenas de países del mundo. Este Tratado entró en vigor en 1998 y fue ratificado en 1 de julio de 2006 por 151 países (Land mine Monitor ). Cuarenta países no han firmado todavía el Tratado. Tres de estos países son miembros permanentes del Consejo de Seguridad (handicap-international.org ) (Mapa 3). En concierto con el CICR y Handicap International, la ONU desempeña un papel importante en animar a todas las naciones a adherirse a esta convención y a otros tratados que prohíben las destructivas armas de guerra.

Mapa 3. Estados signatarios y no signatarios del Tratado de Ottawa en 2005

Fuente : handicap-international.org : le traité d’Ottawa [En rojo los países no signatarios, en verde los signatarios y en amarillo aquellos que han firmado pero no ratificado en Tratado]

Las realizaciones de la ONU para la salvaguardia del Patrimonio natural u cultural de la humanidad

Una de las grandes obras de la ONU es su contribución en los trabajos en torno a la preservación del patrimonio natural y cultural que tienen un gran valor para la humanidad y la conservación in situ de los recursos vivos.

El patrimonio mundial único y excepcional de la humanidad

En 1972 la Conferencia General de la UNESCO, bajo la égida de la Organización, adoptó la Convención del Patrimonio Mundial y en 1975entró en vigor. Desde entonces se han inscrito en la lista de patrimonio mundial 830 lugares, de los cuales 162 son naturales, 644 culturales y 24 mixtos, y ello en 138 Estados miembro (http://whc.unesco.org/fr/list ) (Figura 3 y fotos 1, 2).

En 2006, se inscribieron 18 nuevos lugares en la lista, dos de ellos naturales (http://whc.unesco.org/fr/nouveauxbiens/ ).

«La ventaja predominante de la adhesión a la Convención del Patrimonio Mundial es la pertenencia a una comunidad internacional que aprecia y salvaguarda los bienes de importancia universal que encarna un mundo de ejemplos excepcionales de la diversidad de la cultura y de la riqueza de la naturaleza» (http://whc.unesco.org/fr/164/ ).

Figura 3. Imagen satélite del archipiélago de las Galápagos, Ecuador, situado en el océano Pacífico 1000 km al oeste del continente sudamericano. Primer lugar inscrito en la lista del patrimonio mundial en 1978.

Fuente : (http://veimages.gsfc.nasa.gov/2538/Galapagos.A2002071.1625.500m.jpg ).

Foto 1.

Ciudad prehispánica de Teotihuacan, Míxico. Lugar cultural inscrito en 1987. Fuente: http://members.lycos.nl/tomjutte/Mexico/Teotihu1.php

Foto 2.

La isla de Pascua o Rapa Nui, Chile, situada en el océano Pacífico a 4000 km al oeste del continente sudamericano. El Parque Nacional de Rapa Nui fue inscrito en 1995. Un lugar arqueológico excepcional con la presencia de 830 estatuas gigantes o Moai, muchas de las cuales se encuentran en las laderas del volcán Rano Raraku, donde se elaboraron. Fuente: http://www.culturadechile.be/Paaseilanden.htm

La conservación de los recursos vivos in situ

En el curso de los años ochenta la ONU creó la Comisión Mundial sobre el Medioambiente y el Desarrollo o Comisión Brundtland, que en octubre de 1987 sometió a la atención de los miembros de la Organización su informe «El futuro de todos nosotros». Este informe definió, y permitió su gran difusión, del concepto del «desarrollo sostenible» cuya buena comprensión e integración real en el interior de las reglas de la gobernancia política, económica y social permitiría, sin lugar a dudas, extirpar más eficazmente las raíces del mal desarrollo.

A partir de 1980, la ONU participó, principalmente a través del PNUE y de la UNESCO, en la elaboración de varias estrategias mundiales para la conservación de los ecosistemas: la estrategia mundial de la conservación en 1980, la estrategia de la educación y de la formación relativas al medioambiente en 1987, la estrategia para el Futuro de la Vida en 1991 y la estrategia global de la biodiversidad en 1992.

Sobre la base de estas estrategias, organizó y celebró una serie de cumbres mundiales sobre medioambiente y desarrollo: Estocolmo en 1972, Nairobi en 1982, Moscú en 1987, Río de Janeiro en 1992, Nueva York en 2000 y Monterrey y Johannesburgo en 2002. En cada ocasión se firmaron acuerdos mundiales sobre la restauración y protección del medioambiente. En 1992 la Cumbre de la Tierra propuso tres acuerdos fundamentales de alcance mundial, la Convención-marco sorbe el cambio climático, la Convención sobre la diversidad biológica (CDB) y la Convención de lucha contra la desertización, que pavimentaron el camino hacia un cambio profundo de la conciencia respecto a las amenazas que pesan sobre el medioambiente y las zonas de renovación de la vida. Hoy se aplican estas tres convenciones a escala mundial. La lucha contra el calentamiento planetario está lejos de ganarse y la aplicación de los compromisos del Protocolo de Kyoto se revela como un proceso que todavía no ha obtenido la adhesión real de los mayores contaminadores, más proclives a proteger sus propios intereses que a conceder a este desafío colectivo una importancia crucial para las especies vivas y la supervivencia de la humanidad (Mantell, K. 2004). Los esfuerzos de conservación de las organizaciones internacionales como la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), en el marco de la aplicación de la CDB a partir de 1993, permitieron establecer más de 100.000 zonas o lugares protegidos (parques terrestres o zonas marinas protegidas y otras zonas de conservación) que corresponden a una superficie de 20 millones de kilómetros cuadrados. El papel de los Estados miembro es primordial dentro de este proceso para asegurar la buena gestión de estas zonas y educar al público respecto a la conservación del medioambiente y la utilización duradera de los recursos al tiempo que se asegura el bienestar de las comunidades que habitan estas zonas o viven en sus alrededores.


La Cumbre Mundial de la ONU y el futuro de la Organización

A pesar de su estado crónico de impotencia ante las amenazas que comprometen el futuro de la mayor parte de la población mundial, la ONU ha sido y sigue siendo el portaestandarte de los valores universales de justicia y paz. Ha recordado sin cesar a sus miembros que el derecho debe primar sobre la fuerza y la violencia armada y que, de este modo, deben cumplir con sus obligaciones, deberes y responsabilidades, y respetar así las reglas de la gobernancia democrática que permite asumirlos.

Pero en el curso de la última década, la Organización ha insistido en la necesidad de actuar en todas las esferas de desarrollo y de encontrar los medios operacionales para alcanzar los objetivos fijados. La Agenda 21, los objetivos de desarrollo del Milenio, el programa de acción para el desarrollo duradero de Johannesburgo (Naciones Unidas, 2003), sin olvidar el Plan de Acción de una extrema importancia que constituye el NPDA (UNEP, 2002) son otros tantos elementos que trazan la vía que ha que tomar para salvar al planeta y aliviar la miseria de la humanidad.

Durante la Cumbre Mundial de la ONU en 2005 dos proyectos que tiene por objetivo hacer más eficaz a la Organización fueron objeto de un acuerdo de principio entre los Estados miembro: La creación de una Comisión de consolidación de la paz destinada a evitar que países que salen de un conflicto vuelvan a caer en la violencia por falta de una ayuda internacional adecuada, y la creación de un Consejo de Derechos Humanos que reemplace a la Comisión de Derechos Humanos . Además, hay que recordar que se reafirmaron los compromisos adquiridos durante cumbres precedentes y, en particular, los objetivos de desarrollo del Milenio (ODM).


Los escenarios de desarrollo o los posibles futuros

El PNUE, en GEO-3 «En futuro del medioambiente mundial» (PNUE, 2002) esboza los diversos escenarios o futuros posibles que se podrían materializar en el curso de las próximas décadas siguiendo las opciones y prioridades privilegiadas por los miembros de la Organización : 1) La adopción de un modelo de sociedad liberalizada, fundada en primer lugar en el mercado; con este escenario, son muchos » los que consideran que los disfuncionamientos ya observados en los sistemas sociales, medioambientales y ecológicos anuncian para el futuro desmoronamientos más graves y generalizados»; 2) La segunda alternativa es la aplicación de un modelo de gobernanza responsable de los Estados dotados de instituciones imputables y apropiadas para tener en cuenta, a largo plazo, los costes medioambientales y sociales en la definición de las políticas de desarrollo económico; 3) la tercera vía, la de la concepción del munde que privilegia los principios del mercado y de la seguridad, parece ser la que actualmente gobierna el conjunto de las actividades humanas. Como el primer escenario, este camino es el de un orden autoritario establecido a escala mundial por la fuerza y la violencia con el fin de proteger los mercados de los más poderosos y de los más pudientes al tiempo que se mantiene el apartheid norte-sur; 4) el cuarto es el de la durabilidad en primer lugar. Este paradigma esbozado en la estrategia mundial de la conservación, después en el Informe Brundtland y a continuación durante las Cumbres Mundiales de los últimos veinte años «es apoyado por valores e instituciones nuevas y más equitativas. Se impone una concepción más visionaria del futuro, en la que los cambios radicales en la manera como las personas se comunican unas con otras y con el mundo que les rodea (mayor distensión y mayor solidaridad) fomenten la adopción de políticas de desarrollo sostenible y comportamientos responsables de las empresas. Existe una colaboración mucho más rica entre los gobiernos, los ciudadanos y las demás partes interesadas, en las decisiones que se toman sobre cuestiones de interés común. Se desprende un consenso sobre lo que conviene hacer para satisfacer las necesidades fundamentales y realizar los objetivos individuales sin comprometer la suerte del otro ni las perspectivas de la posteridad» (PNUE, 2002, pp. 328-349).

¿Sabrá persuadir la Organización a los Estados miembro y, en particular, a los más poderosos, de que adopten el escenario de la durabilidad que permitiría instalar un sistema económico mundial más justo para todas las naciones? ¿Será capaz de frenar, e incluso de detener, la loca carrera de los gastos militares mundiales (Dufour, J., 2004) instaurando la cultura de la diplomacia preventiva o la resolución pacífica de los conflictos al tiempo que favorece la transferencia de los recursos consagrados a la guerra o a su preparación hacia los demás sectores de la economía y de la sociedad, hacia la educación, la salud, la restauración del medioambiente y hacia la salvaguarda de la diversidad biológica, de hecho, hacia una verdadera reconversión de la economía de guerra?

En su discurso de despedida ante los miembros de la Asamblea general el pasado mes de septiembre Kofi Annan se mostró orgulloso de recordar los grandes logros de la ONU y reafirmó su confianza en el sistema de la ONU para resolver los problemas del planeta: «Sí, sigo convencido de que la única respuesta a este mundo dividido debe ser una auténtica Naciones Unidas. El cambio climático, el SIDA, el comercio justo, la migración, los derechos humanos, todas estas cuestiones, y muchas más, nos devuelven a ese punto. Ocuparse de cada uno de ellos es indispensable para cada uno de nosotros en nuestro pueblo, en nuestro barrio y en nuestro país. Sin embargo, cada una de ellas ha adquirido una dimensión global que sólo puede ser tratada por medio de la acción global, consensuada y coordinada a través de las instituciones más universales» (http://www.un.org/News/ossg/sg/stories/statments_full.asp?statID=4 ). Su sucesor tendrá la obligación de proseguir sin cesar la obra inacabada de la Organización que deberá revelarse como el mayor desafío del siglo XXI, el de vencer «la pobreza humana » y actuar de manera que los pueblos de la tierra recuperen en sus manos el poder de vivir y de prosperar (PNUD, 2003). Para hacerlo, ¿será Ban Ki-moon el servidor de la humanidad o el criado de las grandes potencias ?

En resumen, la Organización tendrá que hacer triunfar «el concepto de la seguridad común, cooperativa y solidaria promoviéndolo en todas las instancias. No es fácil porque la actual situación geopolítica mundial se presenta como ‘un atolladero’ que seguirá exigiendo, y exigirá todavía más, a la ONU intervenciones de reestablecimiento de la paz así como operaciones humanitarias y de socorro de urgencia.


Jules Dufour es Presidente de la Asociación canadiense para las Naciones Unidas (ACNU) /Section Saguenay-Lac-Saint-Jean, miembro del Círculo universal de los Embajadores de la Paz, miembro del Consejo Nacional de Desarrollo y Paz.

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Noticia original:
http://www.mondialisation.ca/index.php?context=viewArticle&code=DUF20070102&articleId=4297