Se acentuaría la guerra sucia en la que se percibió la mano oculta de Durán Barba, en favor de su amigo Guillermo Lasso
Con el resultado confirmado, la campaña por la segunda vuelta ya comenzó en Ecuador, y será una campaña dura y encarnizada, en la que el gobierno pondrá todo su énfasis, con Rafael Correa a la cabeza. El país gobernado hasta mayo por el economista que finalizará su segundo mandato se enfrenta a la decisión de continuar en dos sendas muy diferenciadas: la que marcó el rumbo de la Alianza País, un gobierno de orientación progresista y nacionalista, con profundas transformaciones sobre todo en las bases sociales y con una presencia estatal determinante, contra el modelo neoliberal de derecha encabezado por empresarios, a tono con los cambios producidos en otros países de la región.
El escenario parece similar al de la Argentina de 2015. Un oficialismo que saca la mayor cantidad de votos, muy cerca del número necesario para ganar en primera vuelta, pero sin lograrlo. En tanto, el candidato opositor parece en condiciones de colectar todo voto que se manifieste contra el gobierno, sea del sector que fuere.
Lenin Moreno, candidato correísta y vicepresidente entre 2007 y 2013, obtuvo el 39,35% de los votos, mientras que el empresario Guillermo Lasso (CREO) consiguió el 28,10 por ciento. Aún no estaba realizado el 100% del escrutinio, pero las autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE) dieron por oficializada la cifra el martes y calculaban completar las actas finales para antes de que terminara el fin de semana.
La nueva campaña comenzó antes de lo esperado, cuando Lasso y sus partidarios se movilizaron hasta las puertas del CNE para reclamar velocidad en la divulgación de los datos escrutados, con el objeto de crear un clima de supuesto fraude. El banquero que prueba por segunda vez convertirse en presidente tuvo un fugaz paso por la gestión durante el bochornoso gobierno del destituido y prófugo Jamil Mahuad, que en 1999 provocó el «feriado bancario» que congeló millones de dólares en ahorros de los ecuatorianos, paso previo a la dolarización que aún se mantiene. Moreno criticó esas movilizaciones y llamó a tranquilizar a la población. «Pudimos enviar una multitud a tomarse el CNE, pero no somos de ese tipo», aclaró.
El oficialismo también cree que la oposición basará su discurso de las próximas semanas en lo que el propio Correa llamó «campaña sucia», que para el asambleísta de Alianza País, José Eduardo Torres Lara, consistirá en «acentuar la campaña sucia que ya vimos en la primera vuelta y que a través de ella se pretenderá, sobre todo, vincular a autoridades del actual gobierno a hechos de corrupción cuyos responsables aún deben ser señalados por los organismos competentes», dijo a Tiempo.
Días previos a la primera vuelta, un exdirectivo de Petroecuador acusado de corrupción vinculó al presidente con los sobornos de la constructora brasileña Obedrecht, y a haber recibido dinero para su campaña de 2006, en sintonía con denuncias en varios países de la región. En la acusación está involucrado un hermano de Correa, Fabricio.
«Lamentablemente un familiar muy cercano, de esos que existen en todas las familias, dice que Odebrecht a mí me financió la campaña en 2006. Bueno, presenten las pruebas, eso no es verdad. Usted sabe a quién me refiero, mi hermano Fabricio Correa, que era muy cercano a Obedretch», asumió el presidente.
El oficialismo reconoce que esas denuncias impactaron en la intención de voto y posiblemente sean responsables de las escasas centésimas que faltaron para llegar al 40 por ciento. No obstante, «la diferencia de votos a favor de Lenin Moreno es superior al 11%, lo que significa más de millón de votos», advirtió Torres Lara.
Por esa razón es que Correa decidió volcarse de lleno a la campaña, y a pesar de haberse corrido de la contienda electoral y de su anuncio anticipado de que se retiraría circunstancialmente de la política una vez finalizado el mandato, días atrás sorprendió a propios y ajenos con una definición tajante. «Los vamos a volver a derrotar en abril, pero si gana Lasso sería una catástrofe para el país y con lo poco que pueda hacer de su plan de gobierno quiebra el país en pocos meses. Verán que en un año estarán pidiendo elecciones anticipadas, que la Constitución lo permite, y tendré que volverme a presentar en elecciones y vencerlos nuevamente», aseguró.
El oficialismo apostará en esta campaña a destacar los aspectos positivos de estos diez años de gobierno y a desvirtuar acusaciones de la oposición. «Pienso que Lenin Moreno pondrá mayor énfasis en la autonomía con la que conducirá su futuro gobierno, respetando lo logrado por Rafael Correa, y en el carácter subalterno que, dentro del futuro modelo de gestión gubernamental, tendrá el vicepresidente Jorge Glas», agregó Torres Lara. Además, se buscará señalar el rumbo al que pretende llevar al país la plataforma de la derecha. Algo que el actual gobierno de Argentina llamó entonces «campaña del miedo», de la mano casualmente de un ecuatoriano, el gurú de Mauricio Macri, Jaime Durán Barba, y cuyos puntos negativos señalados en aquellos mensajes fueron efectivamente confirmados en la gestión macrista.
Duran Barba no asesoró a su amigo Lasso, no al menos oficialmente. Sin embargo, el eje discursivo para captar al electorado es similar al aplicado en la Argentina. El banquero tuitea por estos días con el hashtag #VamosPorElCambio y el concepto de «alternancia» domina su discurso. Lasso desafía a su rival a debatir, lo acusa de ser de «más de lo mismo» y ser parte de una «dictadura» y, supuestamente avalado por su experiencia al frente del banco de Guayaquil, promete un millón de empleos en cuatro años, algo similar a uno de los ejes propuestos por el oficialismo (Moreno dice que creará 250 mil empleos nuevos por año, en cuatro años). Lo que Lasso no aclara en su proclama libertaria y de cambio es que su programa prevé entre otros temas: derogar la ley de Comunicación, eliminar 14 impuestos con los que se financian programas sociales, y reducir al máximo el gasto público y la inversión estatal, según su propia plataforma. Por eso contará con el apoyo del conservador partido Social Cristiano, cuya candidata Cynthia Viteri resultó tercera con el 16%. Al oficialismo le tocará captar el voto del cuarto, Paco Moncayo (6,72%), y de los otros cuatro candidatos, así como del voto en blanco.
Con la presidencia o sin ella, manejará el Parlamento
La diferencia del 11% en las presidenciales y legislativas del domingo pasado a favor del oficialista Lenin Moreno le otorgó al partido gobernante, Alianza País, una mayoría parlamentaria que se impondrá más allá de quién resulte electo en la segunda vuelta del 2 de abril. Este resultado, que fue tomado como un gran triunfo por el oficialismo, representa sin embargo una pérdida de escaños con respecto a lo que se había obtenido en los comicios pasados de 2013, en los que Correa arrasó logrando incorporar 100 diputados a la Asamblea Nacional.
«Vamos a tener presidente con mayoría de asambleístas y mayoría de parlamentarios andinos», aseguró el candidato presidencial de Alianza País tras conocerse el escrutinio que le otorgó al correísta el 39,35 % de los votos, mientras que el empresario Guillermo Lasso (CREO) consiguió el segundo lugar con el 28,10 por ciento.
Con estos datos, Alianza País obtendría 74 o 75 bancas en la Legislatura nacional que cuenta con 137 asambleístas, lo que significa la mayoría absoluta, aunque no alcanza para una mayoría calificada, la cual requiere dos tercios de los votos (92), y que es necesaria para aprobar enmiendas constitucionales. Con esta ventaja, el presidente Rafael Correa logró en 2008 la aprobación de una nueva Constitución que incluyó entre sus basamentos el «buen vivir», un concepto tomado de los pueblos originarios.
La oposición, que tendrá 63 escaños, repartidos mayoritariamente entre la fuerza de Lasso, CREO, y en menor medida el PSC, que obtuvo el tercer lugar. Algunos partidos que participaron de la elección quedaron sin representación.
El oficialismo también obtuvo la victoria en el caso de los parlamentarios andinos, con casi el 37%. Se trata de quienes representan al país en el órgano deliberante y de control de la Comunidad Andina, integrada además de Ecuador, por Bolivia, Colombia, Perú y Chile como asociado.
El Parlamento Andino está integrado por cinco representantes de cada país miembro. Su función es brindar consejos y dar opinión sobre algún tema que afecte a algún miembro de la Comunidad. Fue creado en 1979.