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La OTAN nació el 12 de octubre de 1492

Fuentes: Rebelión

La génesis de la Alianza Atlántica tenemos que buscarla en ese fatídico día 12 de octubre de 1492 cuando Cristóbal Colón y sus secuaces a bordo de tres carabelas desembarcaron en la isla Guananí. En el preciso instante en que el «santo bucanero» hundió en sus arenas virginales el pendón de Castilla de Aragón, empezó […]

La génesis de la Alianza Atlántica tenemos que buscarla en ese fatídico día 12 de octubre de 1492 cuando Cristóbal Colón y sus secuaces a bordo de tres carabelas desembarcaron en la isla Guananí. En el preciso instante en que el «santo bucanero» hundió en sus arenas virginales el pendón de Castilla de Aragón, empezó uno de los episodios más funestos en la historia de la humanidad.

Aquellos navegantes que desafiaron los peligros del mar de los Sargazos fueron elevados a la categoría de héroes mitológicos. Hasta el presente son sublimados como los protagonistas de una gesta que llevó al «superhombre occidental» a alcanzar las estrellas.

Cristóbal Colón y los Reyes Católicos firmaron el día 17 de abril de 1492 las Capitulaciones de Santafé. Un contrato mediante el cual sus majestades nombraban a Colón almirante mayor de la mar oceana, virrey y gobernador general de las tierras descubiertas. Además de otorgarle el privilegio de llevarse el 10 % del botín capturado. Bien valía la pena satisfacer los delirios megalomaníacos del insigne aventurero si a cambio la corona aumentaba su patrimonio con nuevos reinos, vasallos e incalculables tesoros.

Este vil acto de piratería fue bendecido por la máxima autoridad de la época el papa de Roma Alejandro VI con la promulgación de la bula Inter Caetera en la que autorizaba a los reinos de Castilla y Portugal repartirse el mundo a su antojo.

Una raza superior elegida por dios debía cumplir su noble misión civilizadora y colmar su avaricia de conquistar tierras, fama, títulos, oro, piedras preciosas y esclavos.

A lo largo de varios siglos las potencias europeas se disputaron hasta el último resquicio del nuevo mundo. En un proceso de colonización marcado por el expolio y la barbarie el resultado no podía ser otro que el alumbramiento de los Estados Unidos América, el imperio más grande jamás conocido. En ese marco geográfico privilegiado se estableció el centro neurálgico del desarrollo capitalista donde gracias a las materias primas, medios de producción y la mano de obra esclava pudo hacer realidad su gloriosa epopeya.

Pero un hecho inesperado vino a trastocar el orden geopolítico mundial. En el año 1917 triunfa la revolución rusa que pretende igualmente exportar su modelo ideológico por todo el globo terráqueo. El comunismo soviético representaba el máximo peligro para la hegemonía de los EE.UU y sus aliados. Para hacer frente a esta terrible amenaza se firma en el año 1949 el Tratado del Atlántico Norte. Un pacto militar cuyo fin es la defensa del mundo libre, la paz y la democracia.

Las carabelas del Colón se echan de nuevo a navegar convertidas en portaviones, destructores, fragatas o submarinos. La armada invencible del imperialismo con su inmenso poderío bélico: misiles y bombas atómicas y millones de soldados en sus filas listos a intervenir ante el más mínimo movimiento desestabilizador. La OTAN con sus 28 estados miembros y 22 países observadores se han convertido en el gendarme universal. -Representa el 75% del gasto militar mundial- Su misión es la de controlar las rutas marítimas, aéreas o terrestres de los cinco continentes imprescindibles para que funcione a la perfección la compleja maquinaria del sistema capitalista.

El 12 de octubre de 1492 se diseñó la hoja de ruta del imperialismo cuyo objetivo fundamental no es únicamente la conquista del planeta tierra, sino también la del espacio interestelar. Si Colón demostró que la tierra era redonda la globalización económica, cultural y militar no ha hecho más que darle la razón.

La OTAN adaptándose a los nuevos tiempos se ha declarado «una fuerza humanitaria que lucha por preservar la paz y la libertad del mundo». El lobo disfrazado de oveja quiere hacernos creer sus benévolas intenciones cuando se sabe de antemano que posee arsenales armamentísticos con una capacidad de destrucción inconmensurable.

Colón no ha muerto, su pensamiento sigue intacto y más vivo que nunca. El almirante de la mar océana ha sido santificado como el pionero de una de las más grandes hazañas llevada a cabo por el «superhombre» occidental». Con toda la arrogancia intentan ocultar el holocausto cometido contra las culturas nativas y el expolio de las riquezas naturales del continente americano. Sin remordimiento alguno se celebra la muerte y la destrucción igual que un día lo hiciera el nazismo en su loca carrera por dominar el mundo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.