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''De la Brigada Secundaria al Cordón Cerrillos'" de Guillermo Rodríguez

La otra historia de la izquierda revolucionaria

Fuentes: El Mostrador

Autor de »Hacia el Final de la Partida» incursiona con un nuevo texto que busca ceñirse a los procesos históricos tal como los vivió mientras militaba en el MIR. Un relato que busca »desmitificar» ciertas versiones que, por ejemplo, señalan que la violencia política de la UP correspondió sólo a la izquierda. O que tienden […]

Autor de »Hacia el Final de la Partida» incursiona con un nuevo texto que busca ceñirse a los procesos históricos tal como los vivió mientras militaba en el MIR. Un relato que busca »desmitificar» ciertas versiones que, por ejemplo, señalan que la violencia política de la UP correspondió sólo a la izquierda. O que tienden a victimizar a los ex miristas.

Una voz rasposa, como de resfrío mal tratado o de fumador empedernido, es una de las consecuencias que el ex mirista Guillermo Rodríguez sufrió luego del envenenamiento con toxina botulínica que sufrió en diciembre de 1981 en la ex Cárcel Pública, donde estaba recluido como preso político.

El «Ronco», como lo llaman ahora, fue uno de los cuatro sobrevivientes a este episodio, vinculado, entre otros casos, con los asesinatos del químico de la DINA Eugenio Berríos, y del diplomático español Carmelo Soria y, posiblemente, a la muerte del ex Presidente Eduardo Frei Montalva.

El año y medio que pasó en los hospitales, la soledad carcelaria y la melancolía que lo rodeaba, sumado a varios procesos por los que era probable lo condenaran a pena de muerte, influyeron enormemente en su ánimo. Y también en su pluma, que empezó ejercitar con mucha frecuencia y que lo llevó a escribir poesía «casi coloquial», como la define él mismo, dedicada a sus compañeros muertos, amigos y familiares.

De la poesía pasaría a los cuentos y finalmente a las novelas, siendo la más conocida «Hacia el Final de la Partida», texto inspirado en sus propias vivencias y publicado en 2006 por la editorial LOM.

Pero su último libro, que lanzará en marzo de este año, es distinto a sus anteriores publicaciones, ya que a pesar de que considera que las novelas «están bien» como creación literaria, «también hay la necesidad de disfrutar los espacios de la historia». Y bajo este prisma, nació »De la Brigada Secundaria al Cordón Cerrillos», que define como un testimonio real directo y que relata su militancia desde la Brigada Secundaria en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), su desempeño y retiro del grupo de amigos personales (GAP) del ex presidente Salvador Allende y el ingreso al Cordón Cerrillos, que considera una de las experiencias más importantes de su vida.

¿Por qué decidiste escribir sobre este tema quitándole el carácter novelado y ciñéndote sólo a los hechos?
– Lo escribo porque hay una disputa respecto a la historia y por lo menos tengo que decir algo sobre una serie de sucesos que muchas veces se han olvidado, ocultado, tergiversado. Y lo que estoy tratando de introducir, es la lectura que tenía la izquierda revolucionaria de la época, pero como quedamos hecho pebre obviamente esa lectura fue barrida.

¿Qué lectura es esa?
– Por ejemplo se viene instalando en la sociedad el hecho de que la violencia política en la Unidad Popular correspondió exclusivamente a la izquierda. ¡Mentira! A mí me tocó participar de la estructura de información del MIR donde hacíamos trabajo de inteligencia y veíamos cómo la derecha junto a la DC y el Partido Nacional actuaban para impedir el triunfo de Allende y todos los hechos de violencia que eso generaba: atentados, descarrilamiento de trenes, bombas.

Además, está el mito instalado por la izquierda de que los del MIR somos víctimas, el mito de los pobrecitos. Eso no es cierto. Nosotros nos preparábamos y la mayoría de las organizaciones tenía un desarrollo de una línea militar específica y no éramos pobrecitos. Estábamos conscientes de lo que estábamos viviendo.

¿Y hay otro tipo de mitos?
– Sí. Hay mitos que también conllevan al fetichismo. Por ejemplo, está el fetichismo de que los responsables de toda la violencia y lo que ocurrió son las Fuerzas Armadas de Pinochet. Claro, son los que hicieron la tarea, pero los que estaban detrás eran la clase dominante, los verdaderos dueños de este país. De esta forma, se construye una lectura de la historia unilateral fácil para digerirla rapidito donde hay buenos y malos. Y se acabó. Además, se habla del golpe de Estado como un proceso de quiebre del modelo de la UP y, por lo menos yo, afirmo que desde junio ya estaba dado, con un retroceso de masas, con una ley de control armas, con allanamiento en los cuarteles, en las industrias.

¿Y te diriges a algún sector específico para haga eco de este libro?
– A los constructores de hoy. Cuando relato la historia voy narrando las fases de desarrollo que tuvo el MIR. Explico cómo es posible que haya crecido de 20 pelagatos a 10 mil o 15 mil integrantes en un par de años. Qué problemas de conducción existieron, qué problema con la línea estratégica, con la conducción orgánica.

Por ejemplo, a través de la historia el relato se torna de repente casi kafkiano, como cuando no podíamos permitir que hubiera una disputa violenta entre una facción de la UP reformista que acusaba al MIR de contrarrevolucionario… O hechos que son casi desconocidos, como cuando el MIR se retiró del GAP y nos llevamos todo el armamento con un grupo de compañeros, entonces por algunos días el Chicho (Allende) estuvo sin ninguna seguridad.

Otro punto es cómo enfrentó el poder militar el MIR, disputa que puede parecer medio en abstracto, pero que en ese momento tenía que ver con la realidad. La discusión era ¿cómo se responde un golpe militar? ¿Con insurrección de masas, con repliegue, a qué apuestas tú? Disputas que tienen que ver con la praxis política, y finalmente el relato de por qué no pasó nada cuando llegó el golpe. Porque si has hecho tanta cosa para prepararte y cuando finalmente viene no se produce un enfrentamiento, hay que tener una explicación.

¿Y cuál sería la explicación
-Había dos o tres cosas que ya estaban instaladas en la sociedad, como el retroceso de masas, que era profundo y venía de dos o tres meses antes del golpe. Segundo, que la noción de defensa de la UP era una noción de respuesta mediante la insurrección, cuando desde el punto de vista teórico en ninguna parte del mundo la insurrección ha sido una estrategia defensiva, sino que ofensiva.

Y en tercer lugar hay un tema que tiene que ver con la información: Allende ya había acordado abdicar, ya que había decidido convocar un plebiscito y por lo tanto la apuesta que hace el MIR en ese momento es que «ya sonó este período prerevolucionario, vamos a entrar en una nueva fase, recojamos todo».

Así, se asumió que entraríamos a un período nuevo dado por esta nueva realidad. Aunque ese no era el pensamiento de la totalidad del MIR, nosotros decíamos que el golpe era irreversible pero donde manda capitán no manda marinero. Y la decisión política erró. De hecho, ya no estábamos acuartelados ni esperando nada.