Ecuador se encuentra ingresando a un nuevo momento político, difícil y complejo, como resultado de las elecciones seccionales, y la consulta, o plebiscito del 5 de febrero propuesto por el gobierno de Lasso.
Llega este nuevo momento, cuando el presidente Lasso ha perdido su capacidad conductora gubernamental. Carece de fuerza política y destreza, en medio de escándalos y denuncias sobre corrupción de su cúpula cercana. Situación que muestra los sinsabores de su hegemonía política, aunque pragmáticamente, ha usado el poder y su institucionalidad en forma arbitraria, para desplegar – con limitación- iniciativas y proyectos neoliberales .Así es como ha consolidado una línea extractivista minera y el vínculo “lumpesco” con el capital financiero planetario, principalmente.
Los resultados electorales del domingo 5 de febrero le dejaron a Lasso sin salida. La política tiene su propia dinámica. Y su mantenimiento en la presidencia dependerá de las circunstancias en juego en la coyuntura.
Se da en momentos que el triunfo del NO en la Consulta se ha convertido en los hechos en una coincidencia de sectores populistas y el movimiento social-indígena que se alinearon con esta posición. En este aspecto es necesario destacar la importante intervención que tuvo el colectivo Montecristi Vive, que se pronunció en forma clara y argumentada por el NO a las ocho preguntas de referéndum diferenciándose de posiciones demagógicas, que impulsaron el NO.
La limitada capacidad gubernamental de Lasso y la fuerza de la oposición social y política dieron como resultado la derrota, posiblemente definitiva del Presidente Lasso. A este respecto, días después en el CNE del Guayas se denunció la existencia de papeletas para la consulta de carácter fraudulento, hecho que merece ser investigado y constatado en su verdadera dimensión a nivel del CNE, responsable del proceso electoral. Se preguntaran los ecuatorianos ¿en realidad hubo fraude para favorecer el NO de la Consulta y a los candidatos correístas de Guayaquil y Guayas?; brutal situación que podría mostrar la arbitrariedad gubernamental, llevada al extremo.
En todo caso, hasta la confirmación plena y transparente de los resultados del 5 de febrero, si se puede afirmar en este análisis, que este nuevo momento se da también en una coyuntura de cambio y modificación de fuerzas dominantes y sus representaciones, en el contexto, por caso, de la perdida de la alcaldía de Guayaquil del Partido Social Cristiano y la prefectura del Guayas, luego de 30 años de hegemonía socialcristiana. Y por otra parte el ascenso del correísmo en Quito, en la alcaldía, y en la prefectura de Pichincha. Ambos resultados ponen de manifiesto en esta nueva y compleja situación tensiones y aperturas, como también el requerimiento de cambios en la representación de las fuerzas oligárquicas, y populistas, principalmente, del puerto principal.
Es entonces un momento en que se manifiestan sectores y matices dominantes, que cuestionan la hegemonía financiera representada por Lasso y su grupo de banqueros y financistas. Al parecer hay otros sectores del contexto financiero que se mueven en otra dirección y buscan formas de representación y organización política distintas a las tradicionales, en tanto pugnan por la hegemonía del bloque dominante.
Por otro lado, la manifiesta contrahegemonía expresada en dos momentos contemporáneos importantes, en octubre de 2019 y junio de 2022, se expresa en los resultados electorales mencionados. La fuerte tendencia del Movimiento indígena- principalmente la Conaie y el Ecuarunari,- expresada y organizada por el Movimiento político electoral de Pachacutik, el mismo que se ha consolidado políticamente, y puede determinar las características del rumbo hacia el 2025, y en la coyuntura constituir la fuerza social e institucional movilizada para influir en el cambio de Lasso antes de terminar el periodo.
Estamos entonces en un tiempo clave de la lucha política en que encontramos estas fortalezas mencionadas, al mismo tiempo que la debilidad, al extremo de la desestructuración, de la derecha ecuatoriana en la versión de los agrupamientos de Lasso y su grupo, y del Partido Social Cristiano.
Se expresa también en este momento síntomas del cuestionamiento y cambio, -de lo que Gramsci llamaba la hegemonía ideológica cultural, como ya dijimos en un artículo anterior del 6 de febrero- donde valores e ideologías del sentido común, las conservadoras de derecha y neoliberales, tienden a perder significación y posibilidad. Vacío relativo que abre otras perspectivas: las provenientes de la ideología populista y las del movimiento social principalmente indígena.; y cuya tensión ideológica tendrá distintas expresiones en pos de continuar en la afirmación del sentido común ecuatoriano.
Es por tanto un nueva situación de radical oposición a Lasso, demandando su salida, y que en la tensión de la lucha intenta ser hegemonizado por el movimiento correísta, que ha consolidado su fuerza electoral, en medio de la amplia dispersión de electores que votaron nulo, desde el NO de la Consulta, y pretende atar y subordinar en los hechos al movimiento social, a su estrategia coyuntural.
Por otro lado, la fuerza social indígena, que se alineó con el NO en la Consulta y ahora con la demanda de salida de Lasso, no puede deslegitimarse en la maniobra de su articulación al correísmo. Se requiere independencia de posición y de específicas demandas sociales y económicas, en la línea anti neoliberal, que cuestione la voracidad financiera y el extractivismo minero, y muestre la diferencia con la propuesta correísta. Cabe aquí recordar aquella máxima de la lucha política, “golpear juntos pero marchar separados”. Una posición política que se desdice hacia la defensa de Lasso y su neoliberalismo es peligroso para el desarrollo político del movimiento social, y en cambio una posición que se deslice hacia la subordinación al correísmo, cae en los mismo, desarticula la necesaria independencia social y política y debilita la importante unidad social, de todos los sectores indígenas y populares, que se requiere en este momento.
Independencia sustancial entonces, que en la lucha política debe perfilar y llamar a la construcción de una vía diferente, donde si bien- como ya ha sucedido en la compleja coyuntura -se coincide con el NO, y la necesidad de la salida de Lasso; pero se manifiesta y consolida de manera independiente, creando y consolidando su propia fuerza, diferenciada y antagónica, al dominio político, en la perspectiva de abrir en el Ecuador una tercera vía, que represente la diferencia con la debilitada derecha, por un lado y el correísmo por otro, y pueda manifestarse, en el proceso político hacia el 2025
En esta perspectiva señalada los movimientos que se encuentran enmarcados en la necesidad de independencia, es decir, de la construcción de la contrahegemonía deben definir un plan y conducta política inmediata que ponga como centro principal, el triunfo de la propuesta del NO y una línea programática, que dé oxígeno a esta corriente, democrática y social, en la perspectiva inmediatamente futura.
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