Quisieron controlar una plaza y perdieron la ciudad, decía un compañero mientras miles de personas hacíamos rebosar la Cibeles. Sobre las 10:30 p.m. los miles de manifestantes que llegamos por las distintas entradas a la plaza del Sol sitiada nos felicitábamos entusiasmados: es increíble -decíamos-. En menos de dos horas habíamos inundado como un tsunami […]
Quisieron controlar una plaza y perdieron la ciudad, decía un compañero mientras miles de personas hacíamos rebosar la Cibeles.
Sobre las 10:30 p.m. los miles de manifestantes que llegamos por las distintas entradas a la plaza del Sol sitiada nos felicitábamos entusiasmados: es increíble -decíamos-. En menos de dos horas habíamos inundado como un tsunami incontenible la Gran Vía, la plaza de Cibeles hervía con los grupos que se iban sumando, el río desbordó la Castellana (Paseo de Recoletos) hasta Atocha, arriba de la calle no se veía el final. «El sueño se hace a mano y sin permiso», había escrito una chica en un cartón.
Nunca estuvieron tan llenas las calles aledañas a Sol. Anoche, el sol iluminaba todo el centro de Madrid y el 15 M inventaba la manifestación centrípeta: se sale del punto de llegada, se avanza por desborde y se vuelve al centro de salida desde cualquiera de los puntos conquistados.
El gobierno declaró el estado de sitio en el centro de Madrid a las 6:30 p.m. Interrumpió la circulación, «por orden gubernamental los trenes y el metro no pararán en Sol» -decía la megafonía-. Nadie podía entrar en la plaza repleta de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, los periodistas tenían vetada la entrada, las televisiones mostraban imágenes de la plaza desierta, tomada por la policía. Bastaron dos horas para que el sitiador fuera sitiado. El movimiento activó sus comunicaciones, las redes sociales encendieron motores, las personas apagaron la tele y salieron a la calle.
El movimiento no ha perdido Sol. Hace tiempo que «salió de sol para entrar en nuestras conciencias». Parece que el gobierno no ha tomado nota, o sí, por eso el bombardeo mediático se hace constante.
Anoche la RTVE en sus informativos 24h. en su página Web anunciaba una conexión en directo con la plaza tomada por la policía. Las imágenes, como las de otros medios privados, mostraban una plaza desierta. Cuando el sistema se ve amenazado reina la más límpida unanimidad. Cuando a las 11 los miles de manifestantes llegamos a las calles que desembocan en la plaza, los periodistas, efectivamente conectaron: «les pedimos disculpas, no tenemos señal con audio, lo sentimos». La tecnología siempre falla en los momentos más oportunos. Pero la conexión estaba en las calles. El movimiento se apuntaba otro tanto. «Este punto también nos lo anotamos ¿verdad?»– me dice un compañero improvisado antes de llegar a la calle Carretas-. -Claro, es un tanto nuestro, los fueron el 20 y 21 de mayo, el 19 de junio, el 23 y 24 de julio y lo es el 2 de agosto. «Estas son mis vacaciones» «me sobra mes al final del sueldo» «alerta, alerta, Botín está en tu puerta»… cada cual recuperó sus pancartas artesanales para acudir a la llamada, «La plaza se limpia con lejía y no con policía».
Los servicios de limpieza que desalojaron el punto de información de Sol en la madrugada del martes molieron con escavadoras las infraestructuras, los paneles informativos, las mesas y sillas, los soportes de las exposiciones y expresiones artísticas del movimiento. Los informativos dijeron por la mañana que se habían desalojado «según el balance municipal 26.940 kilogramos de residuos, 17.900 de Sol y 9.040 del Prado», el rotativo ABC era más explícito: «27 toneladas de basura indignada». Los servicios de limpieza cumplían instrucciones de sus jefes, los mismos que dan instrucciones a la policía, arrancaron la placa que el movimiento colocó en la plaza: «Dormíamos, despertamos. Firmado: plazatomada». La memoria es considerada por los poderes públicos basura. El término basura está emparentado con barrer, en catalán antiguo se emparenta con barrejar «saquear» y en el portugues «asaltar». Los poderes públicos han actuado como en el medievo asaltando y saqueando lo que consideran el símbolo del movimiento: la plaza de Sol. Pero el movimiento ocupó las calles e hizo su asamblea en otra plaza, la Plaza Mayor. Para desgracia de los poderes públicos este país está lleno de plazas, es decir, está lleno de memoria. Han querido medir el movimiento y ha sido el movimiento quien les ha medido a ellos.
El 2 de agosto en Madrid la Puerta del Sol no era un símbolo sino una metáfora. Por la mañana la bolsa española se desplomaba, la calificación de nuestra deuda alcanzaba los mínimos históricos, el presidente del gobierno suspendía de nuevo sus vacaciones, España estaba a punto del rescate, los recortes sociales con la nueva calificación de la deuda se quedaban en nada… y ante tamaño desastre: el gobierno da la orden de tomar Sol. ¿Dónde está la amenaza? ¿Quién está apunto de hacer quebrar el país?
Por la mañana los medios informaban del triunfo de la policía: no ha habido violencia, la policía ha conseguido desalojar el parqué, perdón, la plaza. Se ha restablecido el orden. Parece que la calificación de la deuda deja de caer en picado. Hemos ganado. Rubalcaba, que ya no es ministro del Interior ni vicepresidente, y que ya no teme ser salpicado por «la basura», afirma en una rueda de prensa que no hay que temer que se produzca un rescate. Rajoy afirma que apoyará al gobierno en cualquier medida que tome, por el bien de España. Los del movimiento han inventado un nuevo personaje: Rubaljoy
Son las 6 de la tarde del día 3 de agosto y una amiga me manda un mensaje «hoy también celebramos el día de la marmota. La megafonía dice que por orden gubernamental los trenes no paran en Sol».
No cabe duda de que el capitalismo da muestras de sistema agotado. En economía, las mismas recetas que llevaron al desastre; en política, propaganda y represión. En biología un organismo perece cuando sigue dando las mismas respuestas a problemas nuevos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR