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Entrevista a Heinz Dieterich, intelectual y politólogo de los procesos sociales latinoamericanos

«La reelección indefinida es una forma democrática»

Fuentes: La Nación (Chile)

El ideólogo del proceso bolivariano en Venezuela acusa a ciertos medios de fraguar el golpe de 2002 y justifica su cierre como un acto legal. También niega que el ex coronel esté interviniendo políticamente en la región y acusa a la inteligencia militar chilena de reunirse con sectores separatistas y fascistas en Bolivia.Este sociólogo alemán […]

El ideólogo del proceso bolivariano en Venezuela acusa a ciertos medios de fraguar el golpe de 2002 y justifica su cierre como un acto legal. También niega que el ex coronel esté interviniendo políticamente en la región y acusa a la inteligencia militar chilena de reunirse con sectores separatistas y fascistas en Bolivia.
Este sociólogo alemán mestizado desde hace más de tres décadas en América Latina tiene un aire que recuerda a Eduardo Galeano, aunque él dice que le falta mucho para tener la pluma y el ego del escritor uruguayo.
Lo que no le falta son pergaminos. Doctor en Economía, ha escrito libros con Noam Chomsky y es uno de los pocos intelectuales que aún sostiene las categorías de análisis del pensamiento marxista, particularmente al mirar los procesos sociales latinoamericanos. Dieterich es una de las firmas más visitadas del sitio
rebelion.org, referente obligado de la izquierda más crítica de la globalización y amante de la contracultura.
Pero lo que lo instala en el centro de la taquilla es su cercanía con Chávez. De hecho, estuvo en Chile la semana pasada lanzando su libro «Hugo Chávez y el socialismo del siglo XXI», que sirve de muleta conceptual e ideológica al líder de la revolución bolivariana.

¿Qué implicancias prácticas tiene ser asesor de Chávez?

No soy asesor, soy amigo de él.

¿Chávez no le paga?

No, alguna vez estuvimos a punto de concretar una relación más institucional, pero no quise comprometer mi libertad de pensamiento con una asesoría pagada.

¿El socialismo del siglo XXI es el traje con el que se viste Chávez para reelegirse indefinidamente, como lo han hecho los dictadores latinoamericanos siempre?

La reelección indefinida es en el fondo una forma democrática, por eso la tenemos en las democracias burguesas más antiguas, como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia. En Estados Unidos, los presidentes no se pueden reelegir más que una vez. Bueno, en Gran Bretaña y Francia sí. Y eso es lógico porque si el soberano es el pueblo, éste debe decidir si quiere renovar a un Presidente o no.

En ese afán de Chávez de reelegirse se asoma su aura autoritaria, ese talante militar. La izquierda odia a los militares cuando son de derecha, pero los aplaude cuando levantan el puño.

La gente no juzga por los criterios de derecha e izquierda, que son conceptos más de los analistas, sino por lo que hace un Gobierno. Y cuando un Gobierno hace una política que beneficia a la clase media y popular, la gente lo va a retribuir. Si Rafael Correa tiene un apoyo de más del 80%, y Chávez tiene más del 50%, se debe a la política práctica que han hecho.

¿De qué cosas del socialismo del siglo XX abjura el socialismo del siglo XXI?

La idea del partido único no es congénita al socialismo del siglo XXI. Otra diferencia es que debe haber cierto pluralismo interno. Aunque todos los gobiernos quieren que la población escuche sólo su discurso, debe haber una institucionalidad en los medios que permita garantizar las libertades.

¿Cómo se asume este deber del pluralismo con la sensación de que el Gobierno de Chávez se irrita muy fácil con la crítica que se le hace desde los medios?

Los medios en Venezuela asumieron desde el inicio una política muy agresiva, diciendo que Chávez era el nuevo Mussolini, que era la dictadura. Participaron activamente en el golpe militar, generando el clima sicopolítico para que los militares actuaran. Cuando los partidos tradicionales, socialdemócratas y democratacristianos, fracasaron porque la población dejó de apoyarlos, los medios asumieron ese papel, se convirtieron en el partido de la elite.

Los medios pueden desear golpes, pero no los dan; los militares, sí.

Por ejemplo, el dueño de «El Mercurio»: nada más Allende ganó las elecciones, fue con Nixon y Kissinger instigándoles a organizar un golpe militar. En Venezuela, parte de la preparación del golpe se hizo en el canal de Marcel Granier. Los medios no son tan inocentes como les gusta presentarse.

¿Los medios generan ese clima o son parte de una polarización de la que es responsable un Gobierno?

Eso varía en cada caso. En el caso de Allende, él no polarizó las cosas. La operación del dueño de «El Mercurio» para instigar un golpe con Nixon y Kissinger fue un acto de alta traición a la patria, y hasta el día de hoy él no está en la cárcel. Eso es sedición, y si hubiera democracia en Chile este tipo estaría en la cárcel.

¿No le parece que criticar al Gobierno en Venezuela es parte del ejercicio libre del derecho de opinión?

Criticar al Gobierno es una cosa e ir a Washington a organizar un golpe es otra. Una tercera es cuando los medios asumen el papel de partido para tumbar un Gobierno, que es algo a lo que no tienen derecho.

¿No hay un doble estándar al terminar con la concesión de RCTV y permitir al canal de Cisneros sólo porque éste no lo critica?

Cuando venció la concesión de Granier, él intentó decir que tenía el derecho de quedarse con la licencia, lo que es un intento de apropiarse de una propiedad del Estado. Granier confunde la propiedad sobre un bien con el usufructo. Eso es una flagrante violación del derecho y lo hizo porque estaba seguro que con sus amigos de la Casa Blanca y de la prensa internacional iba a tener el poder para bloquear la reacción del Gobierno. Se equivocó y perdió la partida.

El Ejército chileno en Bolivia

Los cientistas políticos ven un enfrentamiento entre el modelo de izquierda de Chávez y Morales, versus el de Lula y Bachelet. ¿Cuáles son las ventajas del primero sobre el segundo?

No hay que personalizar las diferencias que observamos entre los diferentes presidentes y sus políticas. James Petras dice que Lula es un traidor y Evo se ha vendido al sistema electoral, pero la personalidad es secundaria, lo decisivo es la correlación de fuerzas. Lo que puede hacer Lula es mucho más limitado que lo que puede hacer Chávez, porque el poder de la gran burguesía en Brasil es mucho más fuerte que en Venezuela.

¿Cómo se lee en el círculo de Chávez el Gobierno de Bachelet y el proceso chileno?

La política del Gobierno chileno es diferente a Venezuela. Yo diría que en Chile, Michelle Bachelet no gobierna, sino que ejecuta la correlación de fuerzas que hay entre los grandes empresarios, los medios y las Fuerzas Armadas. Esos son los factores que la determinan y ella no tiene, a mi juicio, la fuerza para direccionar esa política. Es un Gobierno débil no en el sentido de que pueda caer, sino frente a las grandes facciones de la elite.

Lagos decía que lo único que hacía viable el fenómeno Chávez es el precio del petróleo.

Yo podría decir que lo único que hizo viable a Lagos fueron los excedentes económicos que Pinochet generó con la muerte de las organizaciones sindicales. Venezuela está en la feliz situación de tener esos excedentes y cualquier Gobierno que no usara su capacidad económica para consolidarse sería muy raro. Pero hay cosas que no son suerte: Chávez es un factor interviniente en el aumento del precio del petróleo a través de la revitalización de la OPEP, no todo le cayó del cielo. En Estados Unidos hablan del «hard power», cuántos tanques tienes, y del «soft power», petróleo. Y creo que Venezuela tiene los dos.

Chávez critica a Bush de manera muy folclórica, pero no tiene problemas en seguir vendiéndole petróleo. ¿No hay un poco de show ahí?

Los gobiernos deben ser realistas, y lo real es que Venezuela depende de los mercados establecidos del petróleo, cambiar eso es inestabilidad.

Estos maletines llenos de dólares, como los que iban a la campaña de Cristina Kirchner, ¿son parte del «soft power» de exportación de la revolución bolivariana?

Lo extraño del hecho es que un empresario de nacionalidad venezolana y estadounidense, en un avión privado rentado por una empresa petrolera estatal de Argentina, cometa esa torpeza.

El tipo era muy cercano al presidente de Petróleos de Venezuela, una empresa estatal.

Efectivamente, y por eso el responsable de esa conexión renunció, debidamente me parece.

¿No reconoce que Chávez financia campañas políticas en la región?

De ninguna manera. No he visto evidencia empírica, pese al gigantesco aparato de espionaje que tiene Estados Unidos y que no ha podido producir esa evidencia.

¿Cuáles son las posibilidades de exportar la revolución bolivariana a Chile?

Creo que cero, cualquier intento de exportar revoluciones no va a funcionar. No veo posibilidades de que Chávez trate de hacerlo, es lo suficientemente realista.

Hay personajes muy cercanos a Chávez, como el senador Navarro. ¿Se ve con buenos ojos una candidatura suya en el círculo chavista?

El pueblo chileno va a decidir sobre los méritos de Navarro, pero si hablas de interferencia, ¿por qué no investiga la Presidenta Bachelet las actividades de la inteligencia militar chilena en Bolivia, con los separatistas en Santa Cruz?

Según usted, los militares chilenos tratan de intervenir en Bolivia, pero Chávez no interviene en Argentina.

Hasta que tú no demuestres que Venezuela interviene en asuntos internos no se puede afirmar.

Entonces, ¿usted tiene evidencia de la intervención militar chilena en Bolivia?

Efectivamente, el año pasado hubo un seminario en La Paz en el cual participaron dos generales chilenos que después fueron a Santa Cruz de la Sierra, que es el centro del separatismo, y se reunieron con gente metida en eso.

¿Informarse directamente de la realidad de un país vecino es intervenir? En eso consiste la inteligencia, al fin y al cabo.

Creo que la inteligencia militar chilena debe actuar dentro de su país; si no, viola la legalidad.

Reunirse con alguna gente no es lo mismo que llevar una maleta con dólares.

Yo no sé si llevaron dólares. Lo único que sé es que dos generales chilenos en servicio activo, que fueron a un seminario en La Paz, hablaron con miembros del centro separatista. Un Gobierno democrático como el chileno debería preocuparse de ver qué trato tiene el Ejército con esos grupos fascistas y paramilitares en Santa Cruz. Al menos que investiguen, que quede claro que su inteligencia militar no está metida con elementos subversivos en Bolivia.