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La revuelta húngara de 1956 no fue sofocada por el Comunismo

Fuentes: Espai Marx/Rebelión

La resolución aprobaba por el Parlamento europeo, el 24 de octubre de 2006, referente al cincuenta aniversario de la revolución húngara de 1956 y a su significado histórico para Europa, en el Párrafo 3, » subraya que la comunidad democrática debe rechazar inequívocamente la ideología comunista represiva y antidemocrática y defender los principios de libertad, […]

La resolución aprobaba por el Parlamento europeo, el 24 de octubre de 2006, referente al cincuenta aniversario de la revolución húngara de 1956 y a su significado histórico para Europa, en el Párrafo 3, » subraya que la comunidad democrática debe rechazar inequívocamente la ideología comunista represiva y antidemocrática y defender los principios de libertad, democracia, derechos humanos y estado de derecho y tomar una clara posición cada vez que ellos sean violados». Sin embargo, ha sido rechazada una enmienda que condena tudas las iniquidades cometidas en nombre del comunismo, pero en realidad incompatibles con aquel movimiento en cuanto aspiración a la justicia y a la libertad. Los redactores de este documento se asocian a la condena de cualquier acción represiva dirigida a imponer un orden autoritario de tipo imperialista que ahogue la expresión de necesidades, aspiraciones, concepciones en continuo desarrollo en la sociedad civil. Sabemos que la distorsión estalinista del comunismo ha dato lugar, a vasta escala, a acciones repressivas que han comprometido, en la consciencia de millones y millones de mujeres y de hombres, el valor de una idea: la construcción de un sentido común o comunista a partir del cual edificar nuevas formas de vida asociada y de participación civil. Por esto consideramos que los parlamentarios europeos, que han expresado un juicio sumario sobre el comunismo, si exponen a la sospecha o bien de una formación cultural insuficiente o bien de una larvada aquiescencia oportunista.

Es preocupante carencia cultural ignorar un largo itinerario que es historia porque es pensamiento alto, cuyas raíces se llama (por decir solo algunos nombres) el Platón assertore de un mundo inmaterial y de valores ideales que culminan en el Bien y en la Justicia, el Tomás Moro santificado por la iglesia católica también en razón de su utopía igualitaria, un Karl Marx che invocaba la libertad di cada uno como condición de la libertad de todos, y che anche la opinión común de nuestro tiempo reconoce como un grande maestro de la humanidad, un Antonio Gramsci, cuyo pensamiento puede resumirse en el concepto de la historia como anhelo de libertad, y que es el pensador italiano, después de Dante Alighieri, más estudiado y más traducido en todos los continentes. La civilización europea querrá pues, cortar una de sus raíces históricas? Y aquellos cue, desde sus cátedras, imparten a los jóvenes estudiosos o estudiantes la lección de aquellas obras clásicas deberán dejarlas de lado olvidando aquella otra raíz que es la Ilustración? En la historia del siglo XX, mientras la lucha contra el fascismo (en el cual ideología totalitaria y represión política policial coincidían plenamente y bajo cualquier perfil) ha sido la necesaria premisa para reconquistar la democracia, al contrario el anticomunismo virulento ha abierto camino en todos sitios, in Europa como en las Américas, a la subida del fascismo. ¿A quién beneficia entonces rebautizar bajo el signo del anticomunismo la revuelta húngara si la moción misma del parlamenti europeo, en el punto F de las premisas e incurriendo en una contradicción, rinde «homenaje al coraje humano y político de Imre Nagy, el primer ministro comunista-reformador de Hungría» y si ese movimiento fue activamente apoyado por el gran pensador comunista Gyorgy Lukacs? ¿Si incluso la Primavera de Praga fue saludada y guiada por el no menos generoso dirigente comunista Alexander Dubcek? Y tantos y tantos comunistas perseguidos o fusilados por Stalin, ¿tendremos que considerarlos también nosotros (en tanto que habrían sido perseguidos y fusilados por la «ideología comunista») enemigos del comunismo, como los consideraba Stalin?

Pero -decíamos- otros denegadores del comunismo no podrían en ningún caso exponerse a la sospecha, diría Gramsci, de transformismo, ni siquiera inconsciente, si su secundar a los ignorantes o a los intolerantes fuese dictado por la mala conciencia o por la necesidad de hacer perder el rastro de su propio pasado: si fuese así, habría que avergonzarse no de ese su pasado sino de su miseria presente. El juicio sobre las acciones liberticidas, como la represión de Hungría de 1956, no puede y no debe ser contextualmente mitigado ni siquiera aduciendo otras culpas de otros sujetos o de otros tiempos.

Confesamos sin embargo que nos consolaría saber que, en otras circunstancias o en otras sedes, autorizados representantes de los pueblos y de las tradiciones europeas serían más propensas a reconocer los límites, pasados y presentes, de las políticas practicadas y predicadas desde el llamado mundo opulento. Voces malignas podrían insinuar que el muro de Berlín ha creado escuela: en la línea fronteriza que separa México de su más poderoso vecino o en la tierra palestina en la que las tres grandes religiones monoteistas deberían encontrarse y no enfrentarse. Pero más inquietante todavía es quizás el muro ideológico (ciertamente incompatible con los principios clásicos de libertad y con las máximas cristianas de la caridad, también ellas una raíz profunda de la civilización europea), ese muro que homogeneiza en una multitud interminable de cuasiparias, a escala mundial y en el seno de las propias naciones occidentales, a aquéllos que están estructuralmente excluidos del mercado, del trabajo e incluso del alimento cotidiano.

Etienne Balibar, philosophe, Université La Sorbonne, Paris

Giorgio Baratta, Presidente della International Gramsci Society-Italia, Università di Napoli «L’Orientale»

Jacques Bidet, philosophe, Directeur de la revue «Actuel Marx», Paris

Derek Boothman, Professore di Traduzione, Università di Bologna

Giuseppe Cacciatore, Direttore del Dipartimento di Filosofia, Napoli

Carlos Nelson Coutinho, Profess. Univers. Federal Rio de Janeiro

Patrizio Esposito, fotografo e artista grafico

Dario Fo, Premio Nobel per la Letteratura

Rada Ivekovic, Professeur università, Paris

Guido Liguori, Università di Calabria e dirigente International Gramsci Society-Italia

Marina Paladini Musitelli, Professoressa di Letteratura Italiana, Università di Trieste

Alessandro Portelli, Professore nell’Università di Roma La Sapienza

Giuseppe Prestipino, Università di Siena, Presidente onorario del Centro per la Filosofia Italiana

Franca Rame, attrice, eletta nel Senato della Repubblica Italiana

Annamaria Rivera, Professore di Etnologia, Università di Bari

Rossana Rossanda, scrittrice e giornalista

Edoardo Sanguineti, poeta, critico, Professore nell’Università di Genova

Silvano Tagliagambe, Professore nell’Università di Sassari

André Tosel, Professeur de Philosophie, Université de Nice

Mario Tronti, Università di Siena, Presidente del Centro per la Riforma dello Stato

Pasquale Voza, Università di Bari, Presidente del Centro Interuniversitario per gli Studi Gramsciani