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Emigración masiva a la medicina privada

La salud pública se queda sin médicos

Fuentes: Punto Final

La Unidad de Cuidados Intensivos (UCI Pediátrica) del Hospital Experimental Padre Hurtado cerró por falta de médicos, obligando al traslado de los niños a otros centros asistenciales. Angélica Verdugo, subsecretaria de Redes Asistenciales, prometió a los padres que «contarán con atención» en los hospitales Sótero del Río y La Florida. Verdugo aseguró que «a pesar […]

La Unidad de Cuidados Intensivos (UCI Pediátrica) del Hospital Experimental Padre Hurtado cerró por falta de médicos, obligando al traslado de los niños a otros centros asistenciales. Angélica Verdugo, subsecretaria de Redes Asistenciales, prometió a los padres que «contarán con atención» en los hospitales Sótero del Río y La Florida. Verdugo aseguró que «a pesar del cierre, la atención está garantizada. En el caso de que no se pueda generar atención en el sistema público -agregó-, se hará en instituciones privadas». Durante una reunión con los afectados, se comprometió a que la UCI se reabrirá en enero. Según la ministra de Salud, Helia Molina, «las camas críticas serán abiertas lo antes posible. Se están haciendo todos los trámites para eso, en el intertanto queremos tranquilizar a la población. Ningún niño que requiera una cama crítica tendrá que esperar», dijo.

El Hospital Padre Hurtado atiende a pobladores de San Ramón, La Granja y La Pintana. Su unidad de gestión clínica del niño cuenta con 13 camas UCI (cuidados intensivos e intermedios) y 60 cupos de cuidados básicos para niños de hasta 15 años. En 2013, la UCI atendió 707 hospitalizaciones. A octubre de 2014 eran 612. El año pasado, el servicio de urgencia infantil atendió a 80 mil 319 niños. «Unos 150 pacientes pediátricos con enfermedades crónicas -hoy denominadas ‘con necesidades especiales de atención’- accedían a controles ambulatorios, con distintos especialistas. Dependiendo de sus enfermedades, había periodos en los cuales eran hospitalizados. La UCI Pediátrica atendía niños con problemas de salud agudos y enfermedades crónicas. Funcionaba con cuatro médicos (debían ser seis). Hacían turnos de refuerzo y daban continuidad a la atención. Esto ya no fue posible a partir del 1º de diciembre, por renuncia de uno de los médicos que a la vez era el jefe», dice Sandra Pizarro, encargada de Relaciones Públicas del hospital.

Los médicos del hospital habían anunciado renuncias masivas. Unos setenta iban a presentar sus renuncias el 1º de diciembre: «Como médicos vemos con desesperación cómo existe una migración continua de nuestros colegas a otros hospitales de la red pública. La principal causa se debe a que existe un mecanismo de contrato diferente a la Ley Médica, que lejos de mejorar la situación del médico hospitalario, ha terminado por ofrecer condiciones peores que las que existen en el resto del servicio público. No podemos ser cómplices del perjuicio a los pacientes por la permanente migración de médicos calificados a otros hospitales», señalaban en una declaración. «Ibamos a renunciar si no se nos homologaba a los derechos que tienen los otros médicos públicos. Tuvimos buena respuesta del Minsal y hubo suficiente gestión para que se nos otorgaran esos beneficios a la espere de pasar a la Ley Médica, que es lo que queremos: ser contratados por las mismas leyes; ser iguales, no parecidos. Lo conseguimos y nos dimos por satisfechos, retirando nuestras renuncias», dice la doctora Irene Valenzuela, presidenta del capítulo médico del Hospital Padre Hurtado.

Según Izkia Siches, presidenta del Regional Santiago del Colegio Médico, «el gobierno ha dejado a la salud en deuda. Necesitamos reformas profundas para volver a tener médicos en el servicio público y más recursos para dar mejor salud a los chilenos. El cierre de esa UCI Pediátrica y las dificultades para cubrir turnos en los servicios de urgencia y unidades de pacientes críticos en los hospitales públicos, no son hechos aislados, sino un nuevo síntoma del debilitamiento del servicio público», agrega. El déficit de médicos y especialistas se acrecienta por la continua migración al sistema privado. El nuevo hospital de Puerto Montt, por ejemplo, se encuentra al borde del colapso: faltan pabellones y los pacientes superan las doce horas de espera. No se han aprobado los decretos de contrataciones y solo se han habilitado cinco de los nueve pabellones. Según Izkia Siches, lo propio ocurre en otros centros como «la ex Posta Central, donde uno esperaría mayor contingente de especialistas. Es una preocupación que el Centro de Derivación Nacional de Quemados quizá ya no tenga profesionales para responder a emergencias. El déficit de profesionales se profundiza. Tenemos problemas agudos en los servicios de urgencia, cada vez disponen de menos cirujanos», dice.

 

MUERTE ANUNCIADA

Edgardo Martínez, jefe de la UCI de Adultos del Hospital Padre Hurtado, explica que la UCI Pediátrica se cerró porque el hospital no puede sustraerse a la realidad de la salud pública: «Los recursos humanos, sobre todo en unidades críticas, son muy escasos. Es una realidad nacional. Muchos hospitales están en riesgo que les ocurra lo mismo», dice. Agrega que que no hay una política de formación de recursos humanos. «Y si se los genera, no existen los incentivos para que los médicos permanezcan en el sistema público, no sólo económicos sino profesionales, de capacitación, reconocimiento, retiro digno». Es más atractivo emigrar a clínicas privadas. «La UCI atendía niños con fallas respiratorias, post operados complejos, pacientes crónicos que se complican con frecuencia y requieren atención especializada. Se necesita una política clara de formación de recursos, no solo infraestructura. No se saca nada con seguir inaugurando hospitales que no tendrán personal», dice.

Gladys Manríquez, presidenta de la Fenats del Hospital Padre Hurtado, agrega: «En marzo se sabía que iba a cerrar la UCI. Los gremios de la salud instalamos una mesa en conjunto con la comunidad, los padres de niños enfermos crónicos y los usuarios. Tuvimos reuniones periódicas con el Ministerio. En diciembre se resolvió el asunto de la Ley de Urgencias y la Ley Médica, que influyen en porqué los médicos emigran. Pero de todas maneras fue insuficiente. Las condiciones económicas son más favorables en el sistema privado. Lo mismo sucede en Antofagasta, Chiloé, Coyhaique, Huasco… Hay renuncias masivas. En la UCI Pediátrica faltan unos ocho médicos. Unos doce niños permanecían ingresados permanentemente. Viven prácticamente en el hospital. Atendemos las comunas más pobres del área metropolitana sur-oriente. Nos preocupa que la UCI se reabra en enero y tengamos el mismo problema. Si todo sigue igual, seguirá la crisis afectando a pacientes muy desprotegidos económica y socialmente, los cuales no tienen recursos para atenderse en otros lugares y dependen de la salud pública». Gladys Manríquez explica el déficit de especialistas: «Faltan más de veinte: neurólogos, siquiatras, traumatólogos, ginecobstetras y suma y sigue».

Irene Valenzuela, agrega: «Atendemos población de bajos recursos, principalmente Fonasa A y B. No tienen acceso a otro tipo de atención en salud. Desde ese punto de vista, la UCI y la atención del hospital son muy importantes. Se podrá discutir si se justifica tener dos servicios de pediatría o dos unidades en un sector determinado. En el servicio sur-oriente habrá tres unidades de cuidados intensivos si logramos volver a echar a andar ésta. Para la población es importante, pues no tienen libertad de movilizarse. A los padres lo que más les angustia es tener que desplazarse con sus hijos enfermos, pues les significa taxis o micros. Para nuestra población, la UCI Pediátrica es muy necesaria». Según la doctora Valenzuela fue «la crónica de una muerte anunciada». «Estaba funcionando a media máquina hace tiempo. No se contrató a médicos porque no los hay disponibles. Los que hay se fueron por mejoras económicas, proyectos personales, insatisfacciones, etcétera… Inicialmente, nuestro hospital estaba bien equipado. Por alguna suerte de abandono, cuyas razones desconozco, fuimos cada vez deteriorando nuestro equipo. Pero no hubo reposición y terminamos siendo uno de los hospitales peor equipados», dice. «Yo trabajo en neonatología -agrega- y los ventiladores que tenemos son viejísimos. Evidentemente, no se destinan recursos. Este hospital no está en red, es una isla. No estamos incorporados cuando los demás son beneficiados con recursos. La UCI es muy necesaria. No estoy hablando solo de pacientes crónicos. Acá ocurren desgracias todos los días. Se atienden niños que requieren manejo de cuidados intensivos, crónicos que se descompensan, accidentados, patologías graves e infecciosas. Si hay una balacera en el sector, llegan niños heridos… Se necesita un equipo que sea capaz de manejar casos graves. Eso hoy no existe».

Para la doctora Valenzuela, las políticas de salud tienen que cambiar. Si no, no habrá médicos que cubran a más del 80% de la población que se atiende por Fonasa. Cada vez son menos los médicos que atienden a la gran masa de la población: «Si esto no cambia, se viene una situación crítica. Ya estamos con dificultades para cubrir turnos, y puede que otros servicios se cierren. ¿Qué vamos a hacer si no tenemos quién nos reemplace? El Estado debe satisfacer requerimientos mínimos, por ejemplo de infraestructura, salarios, especialización… ¿Cómo podemos trabajar si tenemos a un recién nacido que necesita una gastrectomía, pero resulta que el único endoscopio se echó a perder? ¿Qué gastroenterólogo puede trabajar en un hospital que no tiene un endoscopio? Hay una situación de abandono de la salud pública desde hace muchos años y es responsabilidad compartida de los últimos gobiernos. ¿Queremos brindar salud adecuada a nuestra población? Si la respuesta es sí, hay que hacer cambios. Un hospital podrá funcionar sin electrocardiógrafo durante mucho tiempo, pero no puede funcionar sin cardiólogos. De los 18 pediatras que teníamos quedan cuatro o cinco, el resto son médicos generales o becados cubriendo parte de los turnos. Teníamos cuatro cardiólogos infantiles hace tres años, hoy queda uno: atiende el lunes en la tarde y algunas horas el viernes… ¿Por qué tenemos pabellones que no funcionan en la tarde? Porque no hay cirujanos a esa hora. Todas las unidades y servicios están trabajando al límite», dice.

 

ANGUSTIA DE LOS PADRES

Cynthia Flores, de la Agrupación de Usuarios, dice con angustia que «en la espera de la ambulancia y de que les consigan una cama, nuestros hijos pueden morir. El hospital tiene cuatro ambulancias pero una sola funciona. Hace dos años nos dimos cuenta de lo que sucedía. Se veía venir una renuncia de médicos. En marzo detonó y se fue el equipo de la UCI. El intensivista renunció y de ahí han estado parchando. Llegó otro e hizo turnos de 72 horas, dos meses. Somos unos 300 pacientes crónicos. Hay casos de niños que si no llegan al hospital en cinco minutos, pueden morir. A mi hijo lo operaron al segundo día de nacer, pero si yo no reacciono a tiempo me hubieran mandado con él a la casa, sin darse cuenta que tenía un vólvulo intestinal… El problema de la falta de especialistas no es solo de la UCI Pediátrica. Hay un problema de gestión. El director del hospital, Ernesto Behnke, vio venir esta bola de nieve y se sentó a esperarla. Tenemos claro que a nivel nacional hay una crisis y enorme déficit de médicos. Pero si gastan tanta plata en pagar a ambulancias externas, nos queda la duda de cuál es el interés real de solucionar los problemas».

Según Izkia Siches en un 50% podrían disminuir los especialistas en verano. «Ya hay dificultades para cubrir los turnos, y se acerca el periodo estival y las fiestas de fin de año», dice. El déficit es de 3.795 médicos según el Minsal. «Hay que asumir que tenemos una crisis de la salud pública», agrega. Cynthia Flores, advierte que la situación de sus hijos es complicada: «Faltan cupos en otros recintos. El más cercano, en La Florida, a pesar de tener un año de funcionamiento también sufre la falta de médicos».

«La administración pública se ve enfrentada a la peor crisis de salud y existen claros responsables: los creadores del sistema neoliberal inmoral en que todo es un negocio», señala Leonardo Gutiérrez, secretario de la Fenats. «El déficit de profesionales en el sistema público alcanza a alrededor de 2.500 en hospitales y 2.000 en consultorios. Con la privatización proliferaron las clínicas privadas con fondos que correspondían a la salud de los más pobres», agrega Marisol Daneri, directora de Fenats.

Lidia Riquelme, de la Agrupación de Usuarios, exige que el gobierno contrate médicos a la brevedad: «Nuestras comunas son pobres y de alta vulnerabilidad. Cuando antes hubo carencias, a un niño baleado lo tuvieron que llevar a otro hospital, corriendo un alto riesgo. Queremos que haya una atención justa. Las autoridades de Salud nos habían dicho que la UCI no cerraría por falta de especialistas, pero sus promesas no se cumplieron». Según Christian Valdés, de la agrupación de padres de los menores pacientes crónicos, «la UCI atiende a pacientes pediátricos de alta complejidad, que pueden sufrir descompensaciones severas… No podemos llegar a que uno de nuestros niños fallezca por la falta de médicos. Este problema se pudo haber evitado. El Ministerio estaba al tanto de la crisis. Demandamos una solución definitiva».

Publicado en «Punto Final», edición Nº 820, 26 de diciembre, 2014

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