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La secta

Fuentes: Gara

Hoy hace una semana, cerquita nuestro, a pocos kilómetros de Zuberoa, miembros de la comisión parlamentaria francesa que investiga la presencia de sectas en el seno de la República descubrieron dieciocho infantes «desconectados del mundo». Los hallaron durante una «visita sorpresa» a una comunidad bíblica. Niños y niñas de entre seis y dieciséis años que […]

Hoy hace una semana, cerquita nuestro, a pocos kilómetros de Zuberoa, miembros de la comisión parlamentaria francesa que investiga la presencia de sectas en el seno de la República descubrieron dieciocho infantes «desconectados del mundo». Los hallaron durante una «visita sorpresa» a una comunidad bíblica. Niños y niñas de entre seis y dieciséis años que «no van a la escuela», que «no juegan», que «no salen» y, lo que es más grave, que «ni siquiera conocen a Zidane».

Los parlamentarios, de derecha y de izquierda, pasaron la mañana inspeccionando la comunidad conocida como Tabitha’s Place para acabar constatando que estos impúberes saben leer, pero que no llegan a interpretar «convenientemente» el sentido de lo que han leído. No están vacunados. No tienen contacto con niños y niñas del exterior de la comunidad. Ignoran la existencia de Internet, aunque sus mayores cuenten con su propia página web. Desconocen qué es el cine. Lo mismo sucede con la tele y con la radio. Y sólo salen de su entorno ocasionalmente acompañando a sus padres cuando estos van al mercado a vender sus lechugas.

Los integrantes de esta comunidad se dicen, según los parlamentarios, «temerosos del mundo exterior», y es por eso que se niegan, entre otras razones, a escolarizar a su prole en las reglas de la laica República francesa. Opinión ésta que seguro que algunos de los diputados tolerantes con el laicismo comprenden, pero que no entienden porque existen alternativas muy bien vistas como la escolarización privada católica, que formatea igualmente las mentes inocentes en las leyes de Dios.

Es un lugar donde «se cometen locuras», donde las niñas deben llevar largos vestidos mientras que los niños deben lucir coleta, donde la «última lección de Historia, la de Papa Noel». La conclusión tras la visita es que esta chavalería «no está preparada para adentrarse en la vida ordinaria, y es esto lo peligroso».

Ahora que se van a alumbrar las luces de Navidad para iluminar el consumismo, podremos aprovechar para observar mejor nuestra secta, la que rinde culto al dios dinero, al hijo mercado libre y al espíritu santo Capital, una secta temerosa del mundo exterior, una secta que comete enormes locuras, que desconoce qué es la vida y que no prepara en absoluto a su prole para vivirla, sino para gastarla, malgastarla. Feliz campaña de Navidad.