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La significación histórica del movimiento estudiantil

Fuentes: Rebelión

» Nessuna azione di massa è possibile se la massa stessa non è convinta dei fini che vuole raggiungere e dei metodi da applicare «, (Antonio Gramsci, 1926) 2 » Quando oggi parliamo del Cile e di quanto vi accade credo che dobbiamo considerare una immensa fortuna… che il fascimo ci abbia risparmiato «, (Umberto […]

» Nessuna azione di massa è possibile se la massa stessa non è convinta dei fini che vuole raggiungere e dei metodi da applicare «, (Antonio Gramsci, 1926) 2 » Quando oggi parliamo del Cile e di quanto vi accade credo che dobbiamo considerare una immensa fortuna… che il fascimo ci abbia risparmiato «, (Umberto Terracini, 1973-74) 3

I

En las líneas que siguen nos proponemos examinar el lugar que ocupa el movimiento estudiantil en las luchas sociales que se han venido desplegando en Chile durante los meses de mayo a agosto del presente año recurriendo para ello a algunas de las nociones que forman parte del acervo cultural del pensamiento de Antonio Gramsci, incluida su percepción sobre la necesidad de una Asamblea Constituyente ( Assemblea Costituente )   como un paso necesario en la reconstitución de la democracia a la caída del fascismo, Asamblea que se constituirá en junio de 1946, nueve años después de la muerte de Gramsci, cerrando en Italia el ciclo de la noche fascista. 4 Conviene señalar inmediatamente aquí que un propósito de tal naturaleza supone afrontar el riesgo de forzar la significación de la experiencia llevada a cabo por el movimiento estudiantil al abordarlo desde categorías y apreciaciones políticas que provienen del análisis de un pensador que, como Gramsci, las elaboró desde circunstancias que preceden largamente las que aquí examinamos. 5 Para superar este riesgo y mostrar la coherencia metodológica del ejercicio nos apoyaremos entonces en algunas consideraciones cuyo entramado queremos ir haciendo explícito.

La primera de ellas se refiere a la analogía que existe entre las circunstancias en que se construye el pensamiento gramsciano y las que se desarrollan en el período dentro del cual se inserta la coyuntura que analizamos. Como enfatiza Valentino Gerratana en Gramsci. Problemi di método , un texto al que volveremos más tarde, «Gramsci partía de un hecho: la acontecida derrota de la clase obrera», 6 afirmación que, casi inevitablemente, nos empuja a preguntarnos: ¿al instaurarse la dictadura militar en Chile no sufrieron los trabajadores también una derrota, mutatis mutandi, análoga a aquella que sufrió el movimiento obrero italiano bajo el fascismo? 7 ¿No debíamos situarnos entonces también nosotros en un punto de partida semejante y examinar nuestra propia derrota? 8 Y en este examen, ¿no constatamos también que dicha derrota permaneció entre nosotros silenciosa, encubierta, aciaga, furtiva, mórbida, acerba, aplastante, durante los treinta y ocho años que nos separan del golpe de Estado? ¿No constatamos que los niveles de degradación de la vida de los trabajadores y su sentimiento de derrota y de desazón junto al de gran parte de la sociedad chilena fueron aún más fuertes en la medida que comenzaron a comprobar que «la alegría no vino»?

Estamos convencidos que es en el horizonte que nos plantean estas preguntas desde donde es necesario establecer la periodización correcta de la historia reciente de nuestra sociedad y, por ende, desde donde debemos dar cuenta de la naturaleza y la significación de las movilizaciones estudiantiles que nos ocupan. Es desde este horizonte donde la analogía propuesta deviene metodológicamente fecunda, permitiendo entonces que emanen fluidamente los diversos aspectos que muestran la pertinencia del ejercicio que proponemos. El nudo esencial de los conceptos que surgen en la lucha contra el fascismo buscando construir una hegemonía de los trabajadores puede de esta manera iluminar nuestro trabajo, suministrándonos los elementos necesarios para el análisis del «movimiento orgánico» –ergo, «relativamente permanente»-, 9 que se genera con el golpe de Estado de 1973, «traducidos» al terreno que nos ofrece localmente la praxis en lucha contra el capital. 10

Así, si examinamos someramente las condiciones en que ha vivido Chile durante estos últimos treinta y ocho años, durante la evolución de este movimiento orgánico, podemos constatar que la derrota del mundo popular asumió formas extremas durante los primeros ocho o diez años de dictadura. La liquidación de los avances de los trabajadores, el asesinato, la encarcelación y el exilio de sus dirigentes, la ilegalización de sus estructuras políticas y la destrucción de la vida asociativa que, desarrollada precozmente en los sectores populares venía alcanzando un gran espesor desde plus minusve los años 1950 hasta al golpe de Estado, caracterizaron esta primera década dictatorial. La crisis económica que se instala a partir de 1981 va a permitir las primeras formas de reagrupación. Los trabajadores, en el marco de un movimiento cívico y en general, nacional-popular, recuperan terreno. Las luchas de los años 1983-1986, precedidas por las «marchas por el hambre», cuya principal expresión son las «jornadas de protesta» le gana la calle a la dictadura… 11

Sin embargo, desde los meses de julio y agosto de 1986, tentado y embarcado un importante segmento de la «oposición» en una negociación con el régimen, la derrota vuelve a imponerse para tomar una forma más definida y seguramente más sutil y más profunda, abriendo paso a nuevos elementos de conservación del sistema que se prolongan en gran medida hasta el presente. En este último tramo dictatorial y en la inteligencia de que la intervención militar no podía mantener un carácter permanente, las élites asumen la necesidad del recambio. El capital -sabemos- no ha tenido nunca como objeto prioritario la represión sino la realización de la plusvalía. Manteniendo la lógica de la dominación o mejor aún, perfeccionándola, los intereses más generales del sistema deben resolver en consecuencia el problema de otorgarle estabilidad -«gobernabilidad», se dirá más tarde- al modelo. Debe entonces reemplazar la coacción, propia del momento dictatorial, por un nuevo consenso, por un «consenso pasivo e indirecto», como el que nos hablaba Gramsci. 12 Nihil violentum durabile. La dominación abierta y ostensible debe ser reemplazada por la hegemonía. Este reemplazo se traduce de una manera visible en un proyecto cultural que, a partir de la década de 1980, lograda la transición a la nueva fase de producción -la única transición realizada cabalmente hasta ahora en Chile- impregna el devenir cotidiano, reforzando las tendencias de la acumulación y replanteando la lógica social del escenario local.

Durante este último tramo del régimen dictatorial la actividad política va dejando paso a un proceso de «renovación» -quizás sea más preciso llamarlo «transformismo»- de las prácticas políticas de una buena parte de lo que había sido la izquierda chilena, proceso que encuentra su eje en la incorporación de un sector importante del Partido Socialista al ideario liberal, generando uno de los capítulos más deleznables de la historia del oportunismo político; historia, valga señalarlo, que en nuestro país no se caracteriza por ser particularmente reducida. A espaldas de la movilización popular, sobre los cadáveres de los presos políticos desaparecidos, se va fraguando así una negociación -¿o un negocio?- a tres bandas entre el Departamento de Estado norteamericano, las Fuerzas armadas y un sector importante de lo que hasta allí había sido «la oposición». «La absorción de las élites de los grupos enemigos   -decía Gramsci- conduce a la decapitación de éstos y a su aniquilamiento por un período, seguido, muy largo «… 13 Cumplida su función al servicio del capital y bien pagado como pudo posteriormente apreciarse a través de las cuentas del banco Riggs, el dictador debía retirarse…

No debe perderse de vista aquí por somero que sea el examen de este proceso que, persuadido de la obsolescencia del régimen, el gobierno norteamericano venía trabajando en este proyecto con antelación. La crisis terminal del socialismo de Estado en el Este y la caída del muro de Berlín que precede en escasas semanas del término de la dictadura en Chile, elevaba al bloque liderado por los Estados Unidos a la condición de fuerza triunfante de la Cold War, mientras el staff político de la administración norteamericana, adelantándose al nuevo escenario, replantea, a fines de 1988, a través del Documento de Santa Fe II, su diseño político imperial para América latina, diseño que asume la necesidad de una «democracia controlada» 14 -en realidad, cada vez más controlada- y que requiere de un » mecanismo político permanente » articulado con una internal preventive war. 15

Realizado el enroque en La Moneda e instalado un gobierno civil dispuesto a administrar el modelo neoliberal se irá poniendo de manifiesto el alcance de las modificaciones que en el plano económico, social y cultural habían traído para Chile los años del régimen militar, modificaciones asociadas al proyecto de refundación capitalista en plena realización y tributario de la forma específica que adquiere en Chile la política del Documento de Santa Fe II. 16 El disciplinamiento de la fuerza de trabajo implantado durante los años de la dictadura y el nuevo sistema de referencias articulado en torno al mercado facilitaron así la instalación de un proyecto político-cultural que fue formando un sentido común que, administrado civilmente, fue despolitizando la sociedad chilena subsumiéndola en la lógica del capital. 17

Un aspecto central que en la analogía de la derrota vincula la realidad de la sociedad chilena a la reflexión gramsciana bajo el fascismo se puede visualizar entonces a partir de esta noción de sentido común, entendido éste como «la concepción del mundo absorbida acríticamente por los diversos ambientes sociales y culturales en los que se desarrolla la individualidad moral del hombre medio». 18 Esta absorción acrítica presenta para los seres humanos la realidad social como algo «natural», en el cual «»los modos de vida parecen a quien los vive «como naturales»», 19 constituyendo una «»filosofía espontanea», propia «de todo el mundo»», 20 que se expresa en el lenguaje, en los sistemas de creencias, como v. gr., en las religiones populares. 21 Una concepción del mundo, una filosofía que es igualmente una expresión de la política, triunfa cuando instala un sentido común como una representación «natural» de la vida social, sentido común que fortalece la expresión hegemónica del grupo social que lo promueve. 22 Ahora bien, entre los aspectos sustantivos que configuraron el proyecto de refundación capitalista y su construcción hegemónica, la dictadura instaló un sentido común, reproducido y perfeccionado luego por los cinco gobiernos del período post-dictatorial.

Estimulado por la complicidad de los medios de comunicación en plena expansión 23 durante estas casi cuatro décadas se fueron desplegando las características de este proyecto cuyos ejes se consideraron igualmente «naturales»: la educación pagada, la salud privatizada, el individualismo extremo, un nacionalismo vulgar, la disposición a aceptar que las decisiones las tome la élite mientras los demás chilenos contemplan el repliegue del espacio público, la brutal concentración de la propiedad y del ingreso, la acumulación de riquezas en manos privadas, la banalidad de la clase política, la entrega de los recursos naturales al capital y la consiguiente amenaza al equilibrio ecológico, la desigualdad y la discriminación entre chilenos, en particular la permanente degradación de la situación de los trabajadores, pasaron a ser componentes de este sentido común que tardó décadas en cuestionarse a sí mismo, tan grande fue la derrota del pueblo chileno tras septiembre de 1973.

Sin conexiones orgánicas con procesos culturales afines, atomizada por el efecto coercitivo de los años de represión, desmoralizada por la frustración de sus expectativas democráticas, viviendo en un Estado que no realizó ningún pacto con la sociedad civil, desde los años 1990 la gran mayoría de la población chilena no parecía existir sino como consumidora y espectadora. El debilitamiento de las formas orgánicas de la cultura política de los trabajadores -sindicatos, agrupaciones populares, partidos…- contribuyó a facilitar esta auto-negación de las potencialidades de la praxis.

La ausencia de referentes y de movimientos sociales estables y por lo tanto de vasos comunicantes entre la actividad social y la creación intelectual que conllevaba este gigantesco proceso de desagregación de la vida social característico de los años de la post-dictadura fue generando, además, un conjunto de nuevos intelectuales que, aislados del mundo popular, olvidando el proceso que durante setenta años había vinculado la universidad a los trabajadores -la Federación de Estudiantes de Chile se funda en 1906-, se comenzaron a pensar a sí mismos como «productores de sentido», y van construyendo, como decía Enzo Faletto, «la autoimagen de un grupo social que está por encima de los intereses de las clases, que es portador de una racionalidad que le es propia y que se asume casi como el portavoz de esa racionalidad». 24 Como producto de esta trahison des clercs, 25 el rasgo determinante de este período refuerza precisamente esta internalización creciente de los valores y de las pautas de comportamiento de la élite por amplias capas de la población y de los propios trabajadores. El ejercicio de la política en estas condiciones, donde al control del aparato institucional del Estado por parte de la élite se suma al de los medios de comunicación, se viene transformando en la práctica de una libertad inofensiva.

Ahora bien, la movilización estudiantil que surge en estos últimos meses y que se expresa a través de las marchas nacionales a partir del 21 de mayo, el 1°, el 16, y el 30 de junio, el 14 de julio, y el 4, el 9 y el 18 de agosto, representa el quiebre de estas tendencias y en eso consiste su particularidad: el movimiento estudiantil ha generado un hecho nuevo, singular, inédito en estos últimos treinta y ocho años de imposición del capital en Chile: ha puesto en cuestión el sentido común instalado por la dictadura y perfeccionado por las formas civiles que por más de veinte años complementan su accionar. En este hecho político radica un aspecto sustantivo de la significación histórica del movimiento. 26

 

II

El » mecanismo político permanente » de que nos habla el Documento de Santa Fe II , confesión abierta de la necesidad del capital de modernizarse, democratizándose y superando su estado coactivo, nos plantea, ya desde los años 1990, el problema de la táctica política a adoptar por los trabajadores, en el convencimiento que el espesor del tejido social que existió durante las décadas anteriores al golpe de Estado de 1973 -y a pesar del golpe mismo-, representa, en las particularidades de la sociedad chilena, la forma concreta y posiblemente la única para reconstruir la fuerza política, vigorizando la sociedad civil en una lucha de carácter nacional-popular en la perspectiva de una democracia progresiva.  

Desde esta lógica, las consideraciones de Gramsci a propósito de las relaciones entre Estado y sociedad civil se nos revelan extraordinariamente útiles constituyendo también otra analogía a examinar. Así, aunque sobre esto ya se haya escrito mucho, conviene recordar aquí que Gramsci sitúa el nacimiento del Estado ampliado -esto es, el conjunto de sociedad política y sociedad civil-, a partir de la ultima tercera parte del siglo xix, cuando, como producto del crecimiento de las ciudades, de la libertad de reunión, de asociación y de prensa, de la creciente alfabetización y de la creciente circulación de periódicos, del fortalecimiento de los partidos políticos y del movimiento sindical, el proyecto liberal dirigente cumple la función de ampliar la sociedad civil en el marco de cada Estado nacional, modificando las formas del ejercicio del poder. 27

Gramsci examina igualmente también las mutaciones que fueron produciéndose en la historia política europea donde el ascenso vertiginoso de la lucha social de posguerra, que en Italia alcanza su climax con la ocupación de las fábricas durante el biennio rosso , encuentra sus límites en la liquidación de los Soviets en Hungría, en la derrota del Ejército Rojo en las puertas de Varsovia y en el fracaso de la revolución en Alemania. 28 Estas mutaciones no sólo modifican el escenario en el que se desarrollaba la lucha social, poniendo término a la ola de optimismo que, desde octubre de 1917, venía impregnando el espíritu de los trabajadores italianos, sino que provocan también, como escribe Rossana Rossanda, «la crisis de las categorías políticas en que habían sido pensadas las revoluciones de los años veinte». 29 La revolución no está ya a la orden del día y comienzan a anunciarse un conjunto de signos que presagian «una relativa estabilización del capitalismo». 30

En ese contexto, la oposición entre las nociones de «Oriente», asimilable a la experiencia de la Revolución rusa y a las características de las sociedades afines, y «Occidente», asimilable a las características de las sociedades de Europa central y occidental, es leída por Gramsci a partir de el grado de desarrollo que en ellas adquiere la sociedad civil, distinción que a su turno le plantea el problema de una modificación sensible en la estrategia del movimiento obrero, la que debía pasar, de acuerdo con la metáfora tomada la de los escritos del general Krassnoff, de una guerra de movimiento «aplicada victoriosamente en Oriente en el 17», 31 a una guerra de posiciones, «que era la única posible en Occidente». 32 En esta perspectiva interpretativa se sitúa Gramsci desde la intuición política de la época del Ordine Nuovo 33   hasta la redacción de los Quaderni buscando examinar los problemas de la revolución en Occidente en torno al análisis de la derrota del movimiento obrero y de las posibilidades de revertirla avanzando en la construcción de una nueva hegemonía, de tal forma que el paso de la guerra de movimiento a la guerra de posiciones le parece «la cuestión de teoría política más importante del período de posguerra y la más difícil de resolver acertadamente». 34

La historia del siglo xx mostrará que este paso no irá a constituir solamente «la cuestión de teoría política más importante del período de posguerra» en el cual Gramsci actuó directamente en la vida pública italiana; la guerra de posiciones se transformará en una forma de lucha política bastante más permanente en la medida en que determinados aspectos de la modernidad se van estableciendo de manera creciente como parámetro cultural. Luego de la Segunda guerra mundial y sobre todo después de la coyuntura de 1968, con la enorme expansión de los medios de comunicación y, a través de éstos, el control de los espíritus, de la representación de los procesos y de la propia vida social, de la praxis política, la guerra de posiciones se transforma en un fenómeno característico de la modernidad, fenómeno que se profundiza en condiciones de «globalización», en la cual la industria de la imagen se constituye en un elemento decisivo en la construcción de hegemonía al interior de las instancias culturales e intelectuales que conforman la sociedad civil. Una forma de consenso, fruto de la indiferencia generalizada o de los procesos de internalización de los valores de la elite por parte de los grupos subalternos, el «consenso pasivo e indirecto», como dice Gramsci, 35 se construye a través de estos mecanismos que ejercen sobre la población la misma discreta presión que una moda, sugiriendo de forma generalmente sutil, las orientaciones de lo que se estima «políticamente correcto». El fundamento de la democracia controlada y puramente formal o ritual a la que asistimos en Chile así como en otros lugares de América latina o del mundo se basa, en lo fundamental, en este ejercicio. 36 Es justamente éste el punto donde era preciso operar la ruptura y es allí donde se sitúa el movimiento estudiantil en las jornadas de mayo a agosto del presente año.

Insistamos aquí -aunque también sobre esto ya se haya escrito mucho-, que Gramsci piensa la sociedad civil, o sea el lugar donde se debe llevar a cabo la estrategia de la guerra de posiciones, donde se disputa la hegemonía, «en el sentido de hegemonía política y cultural de un grupo social sobre el conjunto de la sociedad, como contenido ético del Estado». 37 «En la noción general de Estado -escribe-, se arrastran elementos que deben reportarse a la noción de sociedad civil (en el sentido, se podría decir, que Estado = sociedad política + sociedad civil, es decir, hegemonía acorazada de coerción«)», 38 aunque «el concepto de Estado… de costumbre es comprendido como Sociedad política (o dictadura, o aparato coercitivo para encuadrar (conformare) la masa del pueblo, de acuerdo al tipo de producción y la economía de un momento dado) y no un equilibrio de la Sociedad política con la Sociedad civil (o hegemonía de un grupo social sobre el conjunto de la sociedad nacional ejercida a través de las así llamadas organizaciones privadas, como la Iglesia, los sindicatos, las escuelas, etc.)». 39 La sociedad civil no es entonces para Gramsci una esfera separada del Estado sino más bien su extensión a través del conjunto de «las así llamadas organizaciones privadas», en las que se disputa la hegemonía y en las que se plasma la condición subalterna que no constituye sino la forma en la que se realiza social y prácticamente esta misma hegemonía, ergo, su cristalización. Así, «la estructura masiva de las democracias modernas, sea como organización estatal o como complejo de asociaciones en la vida civil, constituyen para el arte de la política como las «trincheras» y las fortificaciones permanentes del frente en la guerra de posiciones: ellas vuelven sólo «parciales» el elemento del movimiento que antes era «toda» la guerra, etc.»… 40

El carácter subalterno de la vida de las grandes masas populares en nuestro país, de la mayoría de su población, ha venido constituyendo el rasgo prevaleciente del ejercicio del poder local durante los últimos cinco gobiernos, donde, bajo las formas del mundo globalizado, la sociedad civil ha alcanzado un importante espesor, mostrando toda la eficacia de la élite y dando forma al «mecanismo político permanente» que el Documento de Santa Fe II aspira tan generosamente a que «sirva los intereses de la sociedad». El Estado moderno, dirá Gramsci, subordina los diferentes grupos sociales «a la hegemonía activa del grupo dirigente y dominante». 41 Sin embargo, es en este Estado moderno donde el peso de la sociedad civil adquiere cada vez mayor injerencia y va asumiendo cada vez más decisiones vitales sobre el conjunto de la sociedad, que a su turno funciona también cada vez más como Estado ampliado, mostrandonos el escenario sobre el cual es necesario actuar. 42 Las clases que componen las formaciones sociales del Estado moderno aparecen así en pugna, luchando por ganar la hegemonía, pero, al mismo tiempo, conectadas e interdependientes al interior de la sociedad civil. » La crisis de una fase estatal -decía Portantiero en el mítico coloquio de Morelia- es siempre crisis de un tipo de articulación global entre Estado y sociedad » … 43

En la coyuntura que comentamos y en eso consiste otro de sus rasgos , el «mecanismo político permanente» ha sido penetrado por el sentir de las necesidades de grandes sectores de la población que, a partir de las reivindicaciones de los estudiantes, ha ido rompiendo con el carácter culturalmente tributario de la sociedad civil con respecto a los intereses de la élite, formulando o reformulando sus planteamientos, influyendo en las instancias culturales e intelectuales de la sociedad, saliendo a la calle a manifestarse, haciendo crecer el peso específico de esta misma sociedad civil, y creando entonces, de hecho, una situación de «hegemonía civil «, 44 categoría que Gramsci estaba elaborando en el momento de la redacción de los Quaderni y que debe entenderse como la «traducción» a las condiciones de la sociedad italiana que Gramsci somete la noción de hegemonía ofrecida inicialmente por V. I. Lenin, historizándola o si se prefiere, evitando concebirla como una mera «aplicación» . «Gramsci hace del concepto de hegemonía una categoría analítica general de la política y de la historia «, apunta Giuseppe Vacca . 45 Si retenemos que el problema de la hegemonía constituye el hilo conductor de los Quaderni, en nuestra realidad, en nuestra época, se trata de «traducir» a la historia local nuestra la compleja realidad social moderna de siglo xxi, «traducción» que, dicho sea de paso, se desliza en la misma dirección de la lucha de los pueblos de América latina, luchas que, como señala Lucio Oliver, «han puesto en cuestión no sólo a los gobiernos sino en buena medida al conjunto de las sociedades políticas identificadas con los programas neoliberales de los Estados»… 46

La unidad entre trabajadores y estudiantes, y entre estos y otras capas de la población toma fuerza hoy en Chile y va construyendo una hegemonía civil que se desplaza en la perspectiva de darle cuerpo a un nuevo bloque histórico , » esto es -nos dice Gramsci-, unidad entre naturaleza y espíritu (estructura y superestructura), unidad de los contrarios y de los distintos » . 47 El horizonte que ofrece la » globalización » entrega sin duda condiciones que van en esta dirección, favoreciendo su creación, proceso del cual, en estos últimos meses, Islandia ha ofrecido un interesante ejemplo… 48

Puestas así las cosas, la lucha del movimiento estudiantil y de las fuerzas sociales que se le vienen sumando han desequilibrado las relaciones entre el Estado y la sociedad civil, rompiendo con aspectos sustantivos de la condición subalterna, avanzando en afirmar su propia experiencia y sus potencialidades; avanzando en visualizar la necesidad de «volver intelectualmente independientes a los gobernados de los gobernantes, en destruir una hegemonía y crear otra, como momento necesario del trastocamiento (rovesciamento) de la praxis«, 49 proponiéndose ganar para el movimiento y para los trabajadores la «dirección intelectual y moral» de la sociedad, 50 proponiéndose «la conquista real del mundo histórico y el inicio de una nueva civilización»… 51 El estado en que se encuentra este proceso, las dificultades que enfrenta y el universo que se abre con su despliegue se constituyen igualmente como un aspecto central del escenario local al que hacemos referencia. 52

La nueva generación que protagoniza el movimiento no vivió el miedo a la dictadura y a través de su creatividad, su alegría, su disposición a la horizontalidad y su transparencia representa una nueva forma de praxis en un contexto que, sin la camisa de fuerza y el empantanamiento político propia de los gobiernos de los partidos de la post-dictadura, ha dado forma a una nueva subjetividad que viene creando un proceso que pone en el tapete la necesidad de un nuevo Chile, de una Segunda República donde todos podamos vivir en mejores condiciones, forjando un futuro construido también por todos. Así, junto a la lucha ecológica, la renacionalización el cobre, una forma de previsión de la salud para todos, la renacionalización de los puertos y con ellos del fortalecimiento del comercio exterior, el movimiento estudiantil ha tenido la virtud de arrojar una nueva luz sobre las condiciones en que se viene desarrollando nuestra vida social en Chile, mostrando que la recuperación de la plusvalía de los negocios privados por vías democráticas para ser utilizada socialmente en provecho de las grandes mayorías nacionales es posible y necesaria. El rey está desnudo: la lucha del movimiento estudiantil ha construido una nueva mirada sobre Chile, mostrando que es un país inmensamente rico cuya riqueza es distribuida con extrema desigualdad…

III

Probablemente porque durante fines de los años 1960 y hasta 1973, cuando parecíamos a punto de «tocar el cielo con la mano», resultaba para nosotros particularmente difícil asimilar claves de lectura construidas en tiempos en que el fascismo   había derrotado aunque fuese temporalmente a los trabajadores italianos, sin contar con que -problema que valdría la pena volver a examinar- la discusión sobre la construcción de hegemonía pensada como terreno en disputa, 53 como «dirección intelectual y moral»,   54 aparecía en el Chile de aquellos años mediada por la urgencia de una percepción que apuntaba a resolver los problemas del control del aparato estatal, al interior del cual la «vía chilena al socialismo», al capturar su rama ejecutiva, había puesto una cuña. Todo sucedía como si la hegemonía residiese y se resolviese efectivamente sólo en y desde el Estado, tomando como «modelo a aplicar» -a veces muy de cerca- El Estado y la revolución de V. I. Lenin, 55 la teoría crítica se entendía preferentemente en aquellos años como «aplicación» de enseñanzas o experiencias anteriores, revelando la ausencia de historización con que eran asumidos nuestros problemas. 56 Se trataba más bien, y muchas veces instrumentalmente, de llevar la fuerza del pueblo organizado «a copar » -se decía- el aparato de Estado para desde allí construir la sociedad socialista.

Transcurridos el golpe de Estado y los cinco gobiernos civiles que lo complementan, l a reflexión sobre la derrota nos permite repensar estas circunstancias y volver a mirar el acervo cultural del pensamiento de Gramsci planteándonos los problemas que surgen intrínsecamente con la derrota misma , desde su horizonte político pero también heurístico, y que debe atraer nuestra atención en la medida en que pensamos superarla en la posibilidad de construir en Chile una nueva sociedad.

«Ya en el período del Ordine Nuovo -escribe Valentino Gerratana en el texto que citamos más arriba-, la polémica de Gramsci contra el fatalismo economicista del marxismo vulgar significa en el fondo propiamente esto: la conciencia de que la crisis de la hegemonía burguesa no daría a luz   ( partorisce )   espontáneamente la revolución socialista si no se construían sólidamente las condiciones de una nueva hegemonía … Gramsci partía de un hecho , la acontecida derrota de la clase obrera. Comprender las razones de la derrota era para él , en ese momento , el único modo de continuar el trabajo de la revolución … Gramsci analiza así las razones de la derrota desde diversos puntos de vista: buscando de un lado los más lejanos componentes históricos que se habían sedimentado en instituciones y en ideologías radicadas en la sociedad italiana, pero esforzándose al mismo tiempo por esclarecer los mecanismos típicos que permiten en la compleja sociedad moderna de Occidente capitalista, la continua recomposición, en forma más o menos débil, de una hegemonía burguesa que ha entrado asimismo en una fase histórica de crisis irreversible. Las nociones teóricas que hacen posible este tipo de análisis esclarecen el horizonte en el cual se inscriben las nuevas posibilidades de hegemonía alternativa de la clase revolucionaria, como también la posibilidad opuesta de una nueva derrota… En estas mutaciones periódicas, la persistente fortuna del pensamiento gramsciano estimula la convicción, más o menos clara, que no en aquellos aspectos parciales del pensamiento de Gramsci sino en las raíces mismas de su temática está contenida una virtual fuerza expansiva no todavía del todo utilizada «… 57

A la tentativa de utilizar dicha fuerza expansiva están dedicadas estas líneas.

No quisiéramos sin embargo concluirlas sin recordar que, más allá de las categorías con las que Gramsci examina la derrota frente al fascismo, es necesario esbozar una representación de la táctica concreta, del camino probable que sería necesario recorrer para entregarle objetivos concretos a nuestra lucha. Para ello puede ser de utilidad recordar que para Gramsci ese camino pasaba en Italia por la convocatoria a una Asamblea Constituyente . El tema de la Assemblea Costituente , dado su carácter directamente político no aparece explícitamente en los Quaderni , escritos, como se sabe, für ewig y sujetos a censura; pero aparece con toda claridad a través del informe de Athos Lisa, compañero que estuvo detenido con Gramsci en la cárcel de Turi y que, a pedido » del Centro » -como se decía entonces- elaboró un informe sobre las posiciones de Gramsci que, como también se sabe, no eran mayoritaria en el Partido comunista italiano, el que había comenzado, desde mediados de 1930, a ser dirigido por la política abstracta y maximalista del llamado «tercer período» que desde 1928, en su VI Congreso, regía la política de la Internacional Comunista, imponiendo la consigna de «clase contra clase» y cuyos efectos, como es sabido, condujeron al aislamiento de los trabajadores en el plano internacional y local. 58

» Estábamos a fines de 1930 (noviembre) -dice Lisa- cuando, en las horas de paseo, el compañero (Gramsci) nos presentaba lo que él se complacía en definir como » el dedo en la llaga » , es decir el tema de la » Constitución » … (Gramsci) nos decía que había meditado y estudiado largamente esta cuestión a la que atribuía una importancia y un valor político de primer orden, puesto que, según él, la táctica del partido debía inspirarse en estos criterios » La exposición hecha por él (Gramsci) sobre la » Constituyente » había sido precedida por dos conversaciones sobre los temas: «Los intelectuales y el partido» y «El problema militar y el partido»… La exposición sobre la «Constituyente» fue hecha por (Gramsci) puesto que él mismo había expresado su deseo de conocer nuestra opinión acerca del tema. Conjuntamente con los demás compañeros que asistieron a dicha exposición, tuve la impresión de que el compañero (Gramsci) otorgaba gran importancia al juicio que emitirían los compañeros sobre el tema. En efecto, no se cansaba de repetir que el partido estaba afectado de maximalismo, y que el trabajo de educación política que él realizaba entre los compañeros debía conducir, entre otras cosas, a crear un núcleo de elementos que habrían debido llevar al partido una contribución ideológica más sana… La «Constituyente» representa la forma de organización en cuyo seno pueden incluirse las reivindicaciones más sentidas de la clase trabajadora y en cuyo seno puede y debe desenvolverse, a través de sus propios representantes, la acción del partido… pienso que con el empeoramiento de las condiciones económicas de Italia 59 tendremos una serie de agitaciones populares callejeras de carácter esporádico, pero con cierta continuidad. Esta fermentación de la clase trabajadora señalará el momento en que la «Constituyente» será realizable en Italia». 60

Situada como una opción táctica en la lucha contra el fascismo, la Asamblea Constituyente representa la comprensión que Gramsci tiene de esa lucha. El norte de las movilizaciones estudiantiles que conjuntamente con cambiar los fundamentos mercantiles de la educación apunta como conditio sine qua non a continuar acumulando fuerzas y arrinconando al gobierno para lograr una refundación estructural de la institucionalidad política de Chile se sitúa igualmente en la línea de avanzar en la construcción de una Asamblea Constituyente. La nueva generación muestra que la lucha política por cambiar el sistema es posible y necesaria, constituyendo un punto de articulación de un movimiento de dimensión nacional capaz de galvanizar las diferentes expresiones sociales y políticas que tengan por objetivo común una nueva sociedad. Asamblea Constituyente Nueva Constitución, Nueva política para Chile, una Segunda República. El examen de la lucha contra el fascismo ayuda a esclarecer nuestra propia lucha, mostrando la fuerza expansiva del pensamiento de Gramsci…

en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Valparaíso, agosto del 2011

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1 Universidad de Valparaíso. Correo electrónico: <[email protected]>.

2 Antonio Gramsci, « Alcuni temi della questione meridionale « , in La costruzione del Partito comunista 1923-1926 , quinta edizione, Torino, Einaudi,   1971,   p. 144.

3 Gramsci vivo nelle testimonianze dei suoi contemporani , a cura di Mimma Paulesu Quercioli, prefazione di Giuseppe Fiori, Milano, Feltrinelli, 1977, intervista a Umberto Terracini, p. 160.

4 Cfr., Jaime Massardo, «A propósito del fascismo. Apuntes para una historia política de la Italia contemporánea (1860-1945)», in Revista de la Academia, publicación de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, n° 8, Santiago de Chile, primavera del año 2003, pp. 49-70.

5 Para una introducción a la obra de Antonio Gramsci, véase con provecho de Antonio A. Santucci, Gramsci (Gramsci, Roma, Newton e Compton editori, 1996); Santiago de Chile, Lom ediciones, 2005. Resulta de indudable interés remitirse igualmente al trabajo de Dora Kanoussi, Una introducción a los cuadernos de la cárcel de Antonio Gramsci, prólogo de Giuseppe Vacca, México, International Gramsci Society, Universidad Autónoma de Puebla, Plaza y Valdés editores, 2000; de Francisco Fernández Buey, Leyendo a Gramsci, Barcelona, El viejo topo, 2001; de Giuseppe Vacca, Appuntamenti con Gramsci, Roma, Carocci, 1999; de Eugenio Garin, Con Gramsci, Roma, Editori Riuniti, 1997; de Guido Liguori, Gramsci conteso. Storia di un dibattito 1922-1996, Roma, Editori Riuniti, 1996; de Eric Hobsbawm, y otros, El pensamiento revolucionario de Gramsci, Universidad autónoma de Puebla, 1978; de Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci , Cuadernos de Pasado y presente , n° 54, México, 1977. Sobre la presencia del pensamiento de Gramsci en América latina resulta de gran utilidad la lectura de los trabajos de José Aricó, La cola del diablo. Itinerario de Gramsci en América latina, Caracas, Nueva sociedad, 1988. Entre las contribuciones recientes debe verse con provecho el de Lucio Oliver, «Conflictos y tensiones en torno al Estado ampliado en América latina. Brasil y México entre la crisis orgánica de Estado y el problema de la hegemonía», in América Latina. Los derechos y las prácticas ciudadanas a la luz de los movimientos populares, Margarita Favela Gavia y Diana Guillen coordinadoras, Buenos Aires, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, 2009, pp. 52-79. En los últimos años han aparecido textos de mucho interés tanto sobre América latina como sobre el escenario global, como, por ejemplo, Vv. Aa., Poder y hegemonía hoy. Gramsci en la era global, Dora Kanoussi coordinadora, México, International Gramsci Society, Universidad Autónoma de Puebla, Plaza y Valdés editores, 2004; Vv. Aa., Hegemonía, Estado y sociedad civil, Dora Kanoussi compiladora, traducción de Cristina Ortega, México, International Gramsci Society, Universidad Autónoma de Puebla, Plaza y Valdés editores, 2001. En una perspectiva vinculada a la historia local remitimos al lector a, Vv. Aa., A setenta años de la muerte de Antonio Gramsci, presentación, selección de textos y edición realizadas por Rolando Álvarez y Jaime Massardo, Santiago de Chile, Ariadna ediciones, 2008; de nuestro lado hemos redactado también, Gramsci en Chile. Apuntes para el estudio crítico de una experiencia de difusión cultural, Santiago de Chile, Lom ediciones (en prensa).

6 Valentino Gerratana, Gramsci . Problemi di metodo , Roma, Editori Riuniti, 1997, p. 55.

7 Cfr., Paolo Spriano, Storia del Partito comunista italiano , vols i, ii, iii y iv, sexta edizione, Torino, Einaudi, 1967.

8 La derrota como elemento articulador de la reflexión de los Cuadernos de la cárcel y, por tanto, como nexo con la situación de América latina, es evocada en 1977 desde México por Portantiero. Cfr., Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci , cit., pp. 53 y ss.

9 Antonio Gramsci, Quaderni del carcere , edizione critica dell’Istituto Gramsci, a cura di Valentino Gerratana, Torino Einaudi, 1977, p. 1579.

10 Ibidem , p. 1493 . La distinción entre «borrador» y «traducción» muestra también aquí las implicancias del problema de la separación entre filosofía e historia. «È ancora utile e fecondo il pensiero espresso dalla Rosa Luxemburgo -escribe Gramsci- sulla impossibilità di affrontare certe quistioni della filosofía de la praxis in quanto esse non sono ancora divenute attuali per il corso della storia generale o di un dato aggruppamento sociale. Alla fase económico-corporativa, alla fase di lotta per l’egemonia nella società civile, alla fase statale corrispondono attività intellettuali determinate che non si posono arbitrariamente improvvisare o anticipare«. Ibidem. (attuali en cursivas por Gramsci).

11 De nuestro lado, hemos examinado este período en «Notas para el análisis de la situación chilena», redactado en colaboración con Paloma Macías, in Crítica, revista de la Universidad Autónoma de Puebla, n° 22, marzo de 1984, pp. 63-66.

12 Antonio Gramsci, Quaderni del carcere , cit., p. 1771.

13 Antonio Gramsci, Quaderni de carcere, cit., p, 2011.

14 «América latina: la nueva estrategia norteamericana. Documento de Santa Fe II», in Araucaria , n° 45, Madrid, 1989, p. 20. El Documento de Santa Fe II fue preparado para la administración de George Bush por el mismo equipo de asesores que redactaron el Documento de Santa Fe I , para Ronald Reagan. En este grupo destacan L. Francis Bouche, Roger Fontaine, David Jordan Godon Summer Jr., todos vinculados a círculos académicos o militares de Estados Unidos.

15 Ibidem .

16 Cfr., América latina en la encrucijada : el desafío para los países trilaterales , traducción integral no oficial del 39º informe a la Comisión trilateral, preparado y presentado en la reunión de Washington de los días 21 al 23 de abril de 1990.

17 Cfr., Jaime Massardo, «Chili. La démocratie embourbée», in Libération, Paris, 15 septembre 1993.

18 Antonio Gramsci, Quaderni del carcere , cit., p. 1396.

19 Ibidem , p. 1726.

20 Ibidem , p. 1375.

21 Ibidem , p. 1375 y ss.

22 El cine nos ofrece un magnífico ejemplo del sentido común que instaló el fascismo en La giornatta particolare , presentada en castellano como Un día muy especial , di Ettore Scola, con Marcello Mastroianni y Sophia Loren, 1977 .

23 L a masa de recursos que moviliza la inversión publicitaria aumenta en nuestro país entre 1975 y 1981, vale decir, en el período de transición de una fase de acumulación a otra, de 7,1 a 221,7 millones de dólares, lo que significa un incremento de 31,2 veces el monto inicial. Dentro del total de esta inversión publicitaria, la publicidad en televisión, que comienza solamente a ser permitida en 1977, pasa, entre este año y 1981, de 26 a 43,2 por 100. Sobre este aspecto de la refundación capitalista, véase con provecho el trabajo de Guillermo Sunkel y Esteban Geoffroy, Concentración económica de los medios de comunicación, Santiago de Chile, Lom ediciones, 2001, p. 86 y ss. L a difusión de imágenes-símbolo los medios de comunicación han venido jugando un papel central en el éxito del modelo. El funcionamiento altamente centralizado de la Tv y de la prensa en Chile se traduce culturalmente, en un alto grado de estandarización de los gustos y de los criterios de consumo y, a través de éstos, de homogeneización de las conductas, de las actitudes, de los gestos, que van adquiriendo los receptores de las imágenes-símbolo y los lectores de la prensa, homogeneización que se filtra por las rendijas que deja abierta la desestructuración de los referentes sociales que se había venido dando los sectores populares así como diversos grupos medios hasta septiembre   de 1973. El papel que jugaba el disciplinamiento de la fuerza de trabajo logrado a través de los mecanismos represivos de los primeros años del régimen militar viene siendo reemplazado así, paulatinamente, por lo que podríamos llamar el «disciplinamiento de los espíritus». Cfr., Jaime Massardo, El ojo del cíclope. Comentarios críticos a propósito del proceso de globalización, Santiago de Chile, Ariadna ediciones, 2008 .

24 Faride Zerán, «Enzo Faletto rompe tres décadas de silencio. Necesitamos una nueva ética de comportamiento», entrevista a Enzo Faletto, in El Rocinante , año V, nº 41, marzo del 2002, p. 5.

25 Cfr., Julien Benda, La trahison des clercs, Paris, Grasset, 1927.

26 Algunos aspectos de las reflexiones de estos últimos parágrafos las hemos expresado en los artículos,   «Lecciones del movimiento estudiantil. Nace una nueva forma de hacer política», in   Le Monde diplomatique , (versión castellana, edición chilena), año xi, n° 121, Santiago de Chile, agosto del 2011, p. 11 ; «El gran salto democrático que hace falta. Asamblea Constituyente y nueva Constitución para una Segunda República de Chile», in Le Monde diplomatique , (versión castellana, edición chilena), año xi, n° 119, Santiago de Chile, junio del 2011, p. 12 .

27 Cfr., Antonio Gramsci, Quaderni del carcere , cit., pp. 1566-1567. Algunas referencias al Estado ampliado en la teoría crítica se encuentran en la Introducción de Engels, a La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850 , de Karl Marx (Moscú, Progreso, s/f., pp. 674-692). Véase también con provecho, una reflexión sobre estos temas en el trabajo de Carlos Nelson Coutinho, Marxismo y política . La dualidad de poderes y otros ensayos , ( Marxismo e política . A dualidade de poderes e outros ensaios ), traducción de Paula Vidal, Santiago de Chile, Lom Ediciones, 2011.

28 Cfr., Paolo Spriano, Storia del Partito comunista italiano , vol i, «Da Bordiga a Gramsci», sexta edizione, Torino, Einaudi, 1967.

29 Rossana Rossanda, «La revolución italiana», in El pensamiento revolucionario de Gramsci , cit., p. 83.

30 Cfr., Ernesto Ragionieri, Il marxisme e l’Internazionale , Roma, Editori Reuniti, 1972.

31 Antonio Gramsci, Quaderni del carcere , cit., p. 866. Puede recordarse aquí que Gramsci lee en prisión el libro del general Krassnoff, Dall’aquila imperiale alla bandiera rossa , Girenze, Salami, 1929.

32 Ibidem .

33 Cfr., Antonio Gramsci, «Due rivoluzioni», in L’Ordine Nuovo 1919-1920 , a cura di Valentino Gerratana e Antonio A. Santucci, Torino, Einaudi, 1987, pp. 569-574

34 Antonio Gramsci, Quaderni del carcere , cit., p. 801.

35 Ibidem , p. 1771.

36 Véase con provecho el trabajo de Lucio Oliver, «Conflictos y tensiones en torno al Estado ampliado en América latina. Brasil y México entre la crisis orgánica de Estado y el problema de la hegemonía», in América Latina. Los derechos y las prácticas ciudadanas a la luz de los movimientos populares, cit. .

37 Antonio Gramsci, Quaderni del carcere , cit., p. 703.

38 Ibidem , pp. 763-764 (cursivas nuestras).

39 Antonio Gramsci, Lettere dal carcere , a cura di Antonio A. Santucci, cit., pp. 458-459 (cursivas nuestras, mayúsculas en el original).

40 Antonio Gramsci, Quaderni del carcere , cit., p. 1567.

41 Ibidem, p. 2287.

42 Cfr., Lucio Oliver, «Conflictos y tensiones en torno al Estado ampliado en América latina. Brasil y México entre la crisis orgánica de Estado y el problema de la hegemonía», in América Latina. Los derechos y las prácticas ciudadanas a la luz de los movimientos populares, cit; véase también Vv. Aa., Poder y hegemonía hoy. Gramsci en la era global, Dora Kanoussi coordinadora, cit.

43 Cfr., Juan Carlos Portantiero, «Nota sobre crisis y producción de acción hegemónica», Comunicación presentada al Seminario Hegemonía y alternativas políticas en América latina, organizado en Morelia, Michoacán, en febrero de 1980, por el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, reproducido en Los usos de Gramsci, tercera edición, México, Folio ediciones, 1983, p. 148.

44 Antonio Gramsci, Quaderni del carcere , p. 1566.

45 Dall’«egemonia del proletariato« alla «egemonia civile«. (Il concetto di egemonia negli scritti di Gramsci fra il 1926 e il 1935). Copyright Gvacca, p. 42.

46 Cfr., Lucio Oliver, «Conflictos y tensiones en torno al Estado ampliado en América latina. Brasil y México entre la crisis orgánica de Estado y el problema de la hegemonía», in América Latina. Los derechos y las prácticas ciudadanas a la luz de los movimientos populares, cit., p. 56.

47 Antonio Gramsci, Quaderni del carcere, cit., p. 1569.

48 En Islandia, en un proceso que se desarrolla desde el 2008, la sociedad civil ha hecho dimitir a un gobierno al completo, logró nacionalizar los principales bancos, decidió no pagar la deuda que estos han creado con Gran Bretaña y Holanda a causa de su mala política financiera y se acaba de crear una asamblea popular para reescribir su Constitución. Y todo ello de forma pacífica.

49 Antonio Gramsci, Quaderni del carcere , cit., p. 1319 . Pueden recordarse aquí los aforismos que contienen las llamadas Tesis sobre Feuerbach de Karl Marx y que inspiran esta reflexión gramsciana : «son los hombres -dice Marx- los que hacen cambiar las circunstancias… (y) la coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria«, Karl Marx, Ad Feuerbach, publicado como Tesis sobre Feuerbach, in Karl Marx, Friedrich Engels, Obras escogidas, Moscú, Progreso, s./f., pp. 24-25 (cursivas de Marx).

50 Antonio Gramsci, Quaderni del carcere, cit., p. 2010.

51 Ibidem , p. 1864 .

52 Cfr., Lucio Oliver, «Conflictos y tensiones en torno al Estado ampliado en América latina. Brasil y México entre la crisis orgánica de Estado y el problema de la hegemonía», in América Latina. Los derechos y las prácticas ciudadanas a la luz de los movimientos populares, cit.

53 Cfr., Joseph A. Buttigieg, «Gramsci y la sociedad civil», in Hegemonía, Estado y sociedad civil en la globalización, Dora Kanoussi (Compiladora), México, International Gramsci Society / Universidad de Puebla / Plaza y Valdés, 2001, pp. 39-77; también André Tosel, «Sur quelques distinctions gramsciennes. Economie et politique: Société civile et Etat», in La Pensée, nº 301, Paris, janvier / février /mars 1995, pp. 69-80 ;

54 Antonio Gramsci, in Quaderni del carcere, cit., p. 2010 y passim.

55 Cfr., V. I. Lenin, El Estado y la revolución. La doctrina marxista del Estado y las tareas del proletariado en la revolución, in Obras completas, Moscú, Progreso, t xxxiii, pp. 1-124.

56 Cfr., Umberto Cerroni, Teoría política y socialismo (Teoria política e socialismo, Roma, Editori Riuniti, 1973), México, Era, 1976.

57 Valentino Gerratana, Gramsci. Problemi di metodo, cit., pp. 55-56 (cursivas nuestras).

58 Cfr., Milos Hájek, Historia de la Tercera Internacional, Barcelona, Crítica, 1984.

59 Recordemos que la conversación remitida por Athos Lisa se llevaba a cabo en medio del impacto de la crisis de 1929.

60 Cfr., Athos Lisa, Discusión política con Gramsci, en la cárcel (Texto integro dl informe enviado en 1933 al Centro del Partido), Apéndice a Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci , cit., pp. 376-386. Para una información exhaustiva puede verse de Paolo Spriano, Storia del Partito comunista italiano , Torino, Einaudi, 1969, vol ii, Gli anni della clandestinità .