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La solución no está en la política

Fuentes: Rebelión

La solución posible está en la filosofía y en la economía. Si bien es la política luego la encargada de aplicarlas… Por ello, no esperemos gran cosa de esta coalición si no aborda un decidido cambio de paradigmas. El paradigma es una teoría cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base […]

La solución posible está en la filosofía y en la economía. Si bien es la política luego la encargada de aplicarlas…

Por ello, no esperemos gran cosa de esta coalición si no aborda un decidido cambio de paradigmas. El paradigma es una teoría cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver el problema y avanzar en el conocimiento. Así pues, la única posible solución pasa, primero por cambiar la filosofía del concepto de «unidad» territorial (y de paso, de rotura), y segundo por cambiar el paradigma econ ó mico. El cambio de ambos, filosof í a de la » unidad » y paradigma económico, equivale a allegar al enfermo esperanza de cura de un cáncer, con la extirpación del tumor…

Una de las personas, no sospechosa de izquierdismo precisamente que avanza una de esas dos necesidades, es Ana Botín, presidenta del Banco Santander. «El capitalismo ha sobrevivido porque se ha adaptado a los cambios. Ahora deberá volver a hacerlo». «Debemos reformar el capitalismo y pensar más allá del accionista». «Si los inversores se limitan a medir trimestralmente el beneficio por acción, no va a funcionar». «Es necesario conjugar los intereses de todos, también el de empleados, clientes y el conjunto de la sociedad». Son algunas de sus frases en la dirección que apunto sobre la extirpación del tumor que es el capitalismo desbocado; un tumor en fase de metástasis que amenaza no sólo a España sino al mundo entero. Máxime teniendo en cuenta que el mundo en general y mucho menos España, no quiere comunismo…

Por eso, si la coalición, por la presión de los poderes económicos y financieros, se va a ver precisada a seguir la senda del capitalismo neoliberal (en fase terminal efecto de su propio éxito), se activará el «no funciona» de Ana Botín aplicado a medir trimestralmente el beneficio por acción. Si persisten, tanto el modelo económico como el nervio del régimen del 78 y el rechazo de otro paradigma que comporta medidas más igualitaristas y menos humillantes para los trabajadores; si a la propiedad privada se le sigue asignando un valor muy por encima del valor material y moral de la propiedad colectiva; si sigue la energía en manos privadas para alojar a políticos; si el poder político pero también la justicia siguen tratando la unidad territorial como hasta ahora pese a que las entidades geográ icas estén desmembradas a causa de la escasa coherencia entre las partes que han sido unidas a la fuerza, y otra serie de vicios de la presente democracia de cartón, el fracaso está asegurado antes de ponerse en marcha el o los pactos.

La filosofía política (porque lo es) del concepto de «unidad» territorial ahoga la convivencia y enerva el sentido común. Por ello si se ofrece a los catalanes un referéndum conforme al artí culo 149 de la Constitución y se indulta a sus siete gobernantes, se extirpará ese tumor. Por otro lado, la economía al uso lo devora todo, siendo la política la primera presa deglutida al estar subordinada a la economía. Así es que la única manera de trabajar la esperanza del presente y de futuro sólo puede estar, como dice Botín de otra manera, en la sinergia entre todos los agentes sociales para cambiar casi súbitamente el paradigma economicista. La estabilidad política no puede pues esperarse de la propia política. Hay que buscar la estabilidad fuera. Tanto en la filosofía de otra clase de «unidad» más allá de la rígida y forzosa que viene del franquismo, como en el modo de aplicar una economía basada en una real justicia distributiva y en la renuncia al ansia del beneficio desmedido. Sólo sobre ambos pilares podrá afrontarse con garantías el camino de la Nueva España. Una vez así comprendidos, tanto esa filosofía como la economía transformada, mirando todos hacia ambos objetivos, llegarán por sí solos el despertar a la necesidad de una reforma de la Ley Electoral y la conveniencia de un referéndum sobre la monarquía o la república que disipe las dudas permanentes sobre la forma de Estado de este inmaduro país.

Soy consciente de que planteadas así las cosas el proyecto suena a cuento de la lechera. Pero las sociedades sólo cambian verdaderamente de dos maneras: a golpe de revolución o por la súbita lucidez de la minoría de los dominantes que dirige los sentimientos de las masas, al tiempo que los convierte en sus instrumentos. Por eso me parece crucial el despertar de Ana Botín… Pero en esto soy también escéptico, pues el intento de sustituir el poder real por el poder de las ideas está condenado por el momento al fracaso.

Jaime Richart, Antropólogo y jurista

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.