Una película es el asombro de la pantalla gigante, siempre. Es lo que pasa cuando los que nunca vieron cine, que todavía hay millones en el mundo, se enfrentan a la tela blanca, a una pared, a la proyección de ese milagro de luces y color a la que se abren sentimientos. Conmover no siempre […]
Una película es el asombro de la pantalla gigante, siempre. Es lo que pasa cuando los que nunca vieron cine, que todavía hay millones en el mundo, se enfrentan a la tela blanca, a una pared, a la proyección de ese milagro de luces y color a la que se abren sentimientos.
Conmover no siempre es fácil.
Menos si el tema es parte del muro de silencio que se impone sobre los grandes temas del continente. Marco Bechis, el cineasta chileno/italiano lo consiguió con «La tierra de los hombres rojos» una obra fantástica que abre miradas sobre la lucha por la tierra de los pueblos indígenas de Latinoamérica. La película se va construyendo en un crescendo de emoción a medida que estos 230 guaraníes, hermanos nuestros, actúan su propia historia en la lucha por la tierra. Desde que instalan el campamento a la vera de la tierra recién arada preparada para la siembra de la soja, cuando ocurren unos dolorosos suicidios de sus jóvenes, hasta que organizan la «retomada», con escenas en las que afrontan el drama con coraje y gracia, con sabiduría.
Siguiendo la trama podemos ver como la reconquista del territorio ancestral ganado por los agronegocios pasa desapercibida para los turistas de los países ricos de occidente que llegan a las últimas selvas de Latinoamérica a observar pájaros, de allí su nombre comercial en inglés, Birdwatchers (Los avistadores de pájaros).
En las retinas, el corazón de la película, cuando una avioneta rocía con agroquímicos a los indígenas apostados a la vera de la ruta. «Es una práctica común, es una técnica, por eso para mi, en las comunidades de Matto Grosso hay cientos de historias, por eso cuando escuché lo de Itakyry no me quedaron grandes dudas de que son capaces de hacerlo», dice el actor Urbano «Lalo» Palacio haciendo referencia al caso ocurrido en noviembre del año pasado en Alto Paraná.
El actor, además de brillar en la cinta en el rol de un capataz ladino, trabajó en la preproducción con los kaiowas de Matto Grosso do Sul, aquí cerca de la frontera de Amambay con el Brasil.
Lalo también fue el presentador de la exhibición que se hiciera en el Centro Juan de Salazar el 15 de febrero pasado a sala repleta, esos días en que nos sentamos hasta en los pasillos, esos días en que se lamenta que no haya una sala estatal para mil personas que pueda albergar un evento de la magnitud que significó aquel.
La de Palacio es una historia fascinante: «Con Bechis nos conocimos en un festival en Piamonte, estaba con este proyecto en pañales en el 2006, y desde ahí comenzamos un trabajo pequeño. En 2007 ya salió el proyecto, vine al Brasil a hacer el casting, abrir el espacio, porque el requisito era que ellos mismos tenían que actuar. Marco había estado en la zona y vio que eran desenvueltos y que podían aprender el lenguaje cinematográfico», cuenta. Así fue que llegaron hasta la Reserva de Dourados, que tiene 12 mil habitantes «que hoy viven hacinados en un territorio de 3 mil Ha», dice. También visitaron Panambizinho a 17 km de allí, «territorio ganado después de mucho años de lucha donde viven 400 personas en un terreno de 1.260 Há., allí viven bien, tienen espacio, todavía no tienen árboles porque es un terreno que se volvió a recuperar de los sojeros, pero ya están creciendo», comentó. El tercer lugar que visitaron fue Guyraroka «donde ellos hicieron la «retomada» de 50 Há., esperando recuperar las 15 mil Há. que les pertenece. Ahí viven otras 100 personas, 25 familias», comentó.
«El impacto fue muy grande para ellos y la verdad que la experiencia muy rica. Tenés el caso de Ambrosio, el que hace del cacique Nadio, que desde un principio entendió la profundidad del cine», comentó. «Es una forma de que nuestro grito llegue a muchos otros lados, esto vamos a hacer y va a correr solo, me decía», recuerda Palacios.
«Y fue así, llegaron a Milán a presentar la película, se hicieron encuentros con dirigentes, luchadores e indigenistas, se creo un fondo guaraní en la Survival, para seguir apoyando el trabajo de ellos y por otro lado en Brasil se mostró una película osada, tocada desde adentro en la que ganaron los artistas, los creadores, los luchadores sociales, todos», expuso. «Paraguay fue lo más grosso de la gira», asegura Lalo que lleva dos años recorriendo el mundo con la película que se rodó en el 2007 y que fue muy bien recibida en su estreno mundial en el Festival de Venecia del 2008. «Fue increíblemente emocionante, ellos mismos, los actores kaiowas se emocionaron como nunca antes y vimos un publico deseoso de cine de autor, publico respetuoso, y agradecido también».
Además de la muestra en el Zalazar, la película se presentó en las comunidades guaraníes de Cerro Poty, en Lambaré, en Ita Guasu, Amambay y también tuvo una proyección en el Auditorio Alberto Morelos de la gobernación de Amambay, en Pedro Juan Caballero.
«Pero para mí lo más impresionante de todo fue como los kaiowas se identificaron más con Paraguay que con Brasil. Ellos se sienten más parte de este lado, fue increíble como era idéntico el saludo de la gente de Lambaré que el de ellos, las mismas palabras, los mismos movimientos, una cosa que te permite dimensionar cómo se han roto los vínculos entre nosotros», contó. A raíz del éxito de la presentación se prevén nuevos eventos para la película: «Estamos peleando también para que en Paraguay se puedan tener los derechos de reproducción y se pueda mover la película, se la pueda pasar en la tele, los cines comerciales, los barrios, etc», contó. «Aprendimos que somos nosotros los que tenemos que contar nuestra historia, me dijeron al final, me quedo con todo lo que eso vale», dice Lalo con la mirada clara.
Financiación pública
«La película fue financiada en un 90% por el Ministerio de los Bienes Culturales de Italia», cuenta Lalo para ejemplificar las diferencias en los puntos de partida. Palacio vivió años en Italia y recuerda que para el país es una política de estado financiar el cine. «Tienen más de 100 años de historia en el cine y tremendos productores ejecutivos», recordó comentando que para esta película se contó con Amadeo Pagani, «un director ejecutivo que trabajó en las tres ultimas películas de Bechis, inclusive en Angelopolis, la más conocida». El director chileno/italiano es también autor de la impresionante Garage Olimpo. En Brasil la productora Gullane se encargó de llevar adelante el proyecto. «Trabajamos 8 meses y llegamos a buen puerto», contó. La película se llamó «La Terra Degli Uomini Rossi» en italiano y «Terra Vermelha» en Brasil.
Ovación en Venecia
«Fue impresionante estar en Venecia donde tuvimos una ovación de minutos, inclusive tuvimos chances de ganar la Mostra, pero finalmente ganó El Luchador, la del regreso de Mickey Rourke y lo justificaron con cosas increíbles», se lamenta Lalo. «Conseguir algún premio hubiera hecho más fácil la entrada a otros países, pero haber estado ya fue un paso grande y positivo. Se pudo apreciar que se conmovía con una obra lejana para ellos pero también no tanto porque son inteligentes», expuso.
Cuenta que el director chileno/italiano dice siempre que la suya «es una búsqueda estética, porque si van a seguir contando historias de spaghettis, y pizza, no van a conmover a nadie. En sus 4 películas hizo temas de Latinoamérica», contó el actor.
Sobre los proyectos futuros mencionó que pretende hacer una muestra de la obra de Bechis en el Juan de Salazar. «Queremos traerle al director que quiere conocer, recorrer comunidades con la película, estamos con la Secretaría de Cultura, el viceministerio de la Juventud, para idear la manera de concretarlo», anunció. Basada en hechos reales
«Hay que entender que todo lo que está expuesto en el relato es real, está guionado, pero las cosas pasaron, entonces fue todo un tema cuando había que discutir ciertas cosas para las que ellos necesariamente recurren al Aty Guasu (Asamblea Mayor)», agrega Lalo. Como ejemplo recuerda que los kaiowas compusieron canciones nuevas para cantar en la película para no tener que profanar sus cantos sagrados.
La empresa arrancó el 20 de agosto de 2007 y tuvo 10 semanas de rodaje. «Fue una cosa increíble, 150 técnicos, elenco de actores profesionales y elenco de indígenas más los equipos de fotografía, sonido, arte, el cine es un aparato terrible», se ríe.
Cuenta la cosa tuvo sus beneficios económicos para Dourados, «pero también ganó Pedro Juan porque los italianos venían a Casa China a comprar allí», comenta Palacio que nació en La Terraza del País.
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