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La unidad dialéctica de la crítica de la economía política y la organización política de los trabajadores

Fuentes: CEDAM-Ernesto Che Guevara

Ponencia elaborada por el Centro de Estudios, Documentación y Análisis Materialista Ernesto Che Guevara, para el Foro Estudiantil de análisis y debate «La Vigencia del Marxismo», en el marco de los 165 años del aniversario luctuoso de Karl Marx. Organizado por el Colectivo de Trabajadores «Desde el Marxismo» y realizado en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, Ciudad de México, los días 23 y 24 de septiembre de 2013.

Introducción

Presentar una propuesta política desde el marxismo exige comprender el movimiento del capital en su conjunto, es decir, explicitar la articulación de totalidad que se desenvuelve en este momento. Esto así, pues el movimiento del capital no es ahistórico y por ello tampoco lo son las propuestas políticas; una estrategia política pudo servir ayer, pero hoy eso no es garantía. En este escrito, por tanto, tenemos por objetivo poner a consideración algunos puntos que creemos son necesarios discutir y resolver dentro de las organizaciones de lucha del trabajo para avanzar en la organización política y radical de los trabajadores, y lo hacemos tratando de involucrar a la crítica de la economía política.1

Debemos decir que activar el análisis del capital desde la crítica de la economía política, es decir, desde el marxismo, es complicado no sólo por su dificultad intrínseca -comenzando con El Capital, que no es obra sencilla-, sino porque a lo largo de la historia del marxismo se han involucrado debates políticos -como el caso de la construcción del socialismo en sociedades que no contenían un desarrollo capitalista clásico-. Esto ocasionó que el análisis sobre el capital no se centrara únicamente en argumentos de la crítica de la economía política, en análisis profundos sobre la ley del valor o la acumulación de capital y su articulación real con el Estado, sino también se involucraran elementos de demagogia política, de luchas radicales entre la izquierda por echar a andar tal o cual planificación económica o estrategia política. Asimismo, no debemos olvidar el papel que en todo esto jugó -y aún lo hace- el dogmatismo «marxista» en la ya de por sí monumental tarea de consolidar una organización política de los trabajadores.

Hoy en día la situación también es adversa, los debates de la izquierda sobre el capital que prevalecen en distintas latitudes -incluyéndonos nosotros-, salvo contadas excepciones, son debates de demagogia política, algunos caracterizados con meros adornos marxistas y la mayoría con el marxismo como gran ausente. De esta forma, para reactivar al marxismo en nuestro país y con ello las fuerzas políticas de clase, consideramos que es necesario volver a enfatizar en los argumentos primordiales de la crítica de la economía política, probando sus fortalezas y debilidades. No porque queramos aislarla como fundamento exclusivo de una propuesta política, sino porque su ausencia se ha encubierto con mera demagogia política.

Es muy habitual que la demagogia política o académica se dedique a recurrir a citas de Marx, Engels o Lenin, entre otros, para sostener sus propias ideas; en vez de presentar algún argumento original o novedoso, presentan una cita ad hoc o el clásico «Marx lo dijo». Esta demagogia no se sale de las temáticas elaboradas por los clásicos, como si el movimiento del capital dependiera más de lo que ellos dijeron, que de su realidad. Para la demagogia ortodoxa, salirse de la letra y profundizar en el movimiento actual del capital es renunciar al marxismo y a la revolución.

Sin embargo, en nuestros días, también es necesario criticar el lado opuesto, sobre todo los argumentos aparentemente críticos que le han servido a la llamada generación de la derrota para limpiar sus conciencias -«ex socialistas», «ex guerrilleros», «ex militantes», «ex marxistas»-. Los miembros de esta generación, bajo un supuesto antidogmatismo, han abandonado sin vergüenza alguna la crítica radical al capital y, más aún, se han sumado abiertamente al desprestigio del marxismo y de la crítica de la economía política -muchos de estos personajes han pasado de ser luchadores revolucionarios a perredistas, petistas o morenistas institucionalizados-. Por su puesto, el régimen no ha dejado pasar la oportunidad de oro, que mejor desprestigio al marxismo que sus mismos «ex militantes».

Por tanto, debido a que el debate marxista ha ido necesariamente más allá de la crítica de la economía política, es forzoso hacer ciertas observaciones de índole política e ideológica al respecto, con el fin de despejar un poco el camino. A continuación, presentamos algunos posicionamientos al respecto.

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Desde nuestra perspectiva, en un plano general, los ejes que posibilitan comprender el movimiento histórico del capital en nuestro tiempo son: 1) el estadio actual de la mundialización del capital y la nueva configuración de la formación social mexicana dentro de este estadio; 2) el nuevo salto de las fuerzas productivas y su irracional desenvolvimiento estructural atado al capital; 3) La crisis estructural del capital; 4) el papel del Estado y las ideologías; 5) la nueva constitución de la clase trabajadora, sus problemas de organización política de clase que enfrenta, y el escenario de la lucha de clases en que se desenvuelve.

Es necesario que este tipo de análisis quede al margen de un lucimiento académico, ya que cuando el marxismo -al menos en México- queda atado a la academia, este análisis, en lugar de impulsar y apoyar políticamente las luchas del trabajo contra el capital, se desarrolla únicamente por prestigio o, sobre todo, por una necesidad personal -resolver una vida plena de necesidades, premios, honores, becas, el trampolín político para acceder a un puesto burocrático dentro de la izquierda institucionalizada, etc.-. En consecuencia, el resultado de todo esto es que el análisis marxista queda inmerso en una situación de compromiso, pero no con las clases trabajadoras, por parte de quien lo desarrolla, y se posibilita así un sesgo político. En otras palabras , vuelven a ausentarse la crítica de la economía política y, más aun, sus objetivos políticos.

De esta forma, hemos de señalar que una de las grandes e imprescindibles tareas de los marxistas es impulsar la organización y unidad política de las clases trabajadoras, con un compromiso de clase, y no con el fin de obtener puestos académicos y burocráticos o ganar prestigio intelectual.

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En la actualidad, no se trata de convertir a los marxistas en unos mártires que vayan a sacrificar su realización «personal» por otros; pues esta realización está cancelada de antemano para todos los trabajadores y la población en general . No se trata de tomar una actitud subjetiva de sacrificio. El marxismo per se no es el camino para la realización humana; por el contrario, es una herramienta teórico-social que interviene en la construcción de una sociedad donde sí se abre el camino para la realización humana, una sociedad donde el libre desenvolvimiento de cada uno está integrado al libre desenvolvimiento de todos.

Consideramos que es ya tiempo de abandonar la era de los mártires, el socialismo no puede construirse a partir del sacrificio de unos cuantos. Dado que la barbarie capitalista afecta a todos los seres humanos, de algún modo u otro y en mayor o en menor grado, y sobre todo porque el sacrificio de los miembros de la clase trabajadora y de sus hijos es masivo en esta crisis estructural del capital, hoy más que nunca, la construcción del socialismo requiere extenderse a la inmensa mayoría de agentes sociales a nivel regional, nacional e internacional: trabajadores, oprimidos, excluidos, explotados, estudiantes, migrantes, mujeres, jóvenes, abuelos, adultos, niños, etcétera .

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Es muy importante subrayar que uno de los mayores problemas que merman a la ofensiva socialista es que, las actuales luchas organizadas de los trabajadores se caracterizan más por ser acciones defensivas, de resistencia y de reivindicaciones en el corto plazo, que por ser luchas radicales, de largo alcance y que conduzcan a una organización política general de la   clase trabajadora en contra del capital.

En este sentido, hay que añadir a la gran tarea de organización y unidad política de la clase trabajadora, la exigencia de llevar las luchas de la clase trabajadora sobre la base de una línea estratégica correcta , es decir, una lucha fundada en una estrategia eficaz que articule los distintos campos de las luchas del trabajador colectivo en el corto, mediano y un predominante largo plazo. En las circunstancias vigentes, ya no es posible hacer una separación mecánica entre luchas ideológica, económica, política -sindicalismo, organizaciones y movimientos sociales, partidos, etc.- y entre los distintos terrenos en que se presentan . Se trata, por el contrario, de proyectar y defender un horizonte histórico dotado de una lucha política radical , para la cual las luchas económica, ideológica y de resistencia estén siempre articuladas y subordinadas a este objetivo final de hegemonía, en una misma unidad y presente en todos sus terrenos. La lucha articulada y con una meta final clara -esto es, política- siempre ha constituido uno de los objetivos centrales de todo partido revolucionario.

En nuestros tiempos actuales, la ausencia del partido revolucionario como motor estratega de las luchas ha pesado y seguirá pesando mucho. No obstante, la desarticulación de las distintas fuerzas sociales, con profundas limitaciones reivindicativas, necesitan ser trascendidas. Asimismo, es indispensable romper con todo el economicismo meramente reivindicativo y el parcialismo gremial -bases de los fundamentos reformistas-, que en conjunto nos someten a un desconocimiento casi total de la adecuada estrategia política integral y radical , y nos postra al juego hegemónico de la política liberal del orden establecido.

En consecuencia, hoy en día resulta un desafío histórico de nuestra generación buscar las mediaciones tácticas y políticas que nos conduzcan a la unidad política de clase y a la primacía de una lucha política sobre las luchas defensivas, espontaneas y de resistencia . En nuestras sociedades, actualmente, el trabajador colectivo no ejerce una práctica organizada revolucionaria no sólo porque está atado de un brazo al permanecer sin organización política revolucionaria, sino porque está atado de los dos brazos al estar sometido además a un pragmatismo de pura resistencia sin estrategia y sin objetivos políticos claros y de largo alcance.

El trabajador colectivo, junto con su lucha radical, está ausente de la escena revolucionaria porque está sometido a una desarticulación y fragmentación de su clase. Estas últimas condiciones a su vez son producidas por la división social del trabajo y sus nuevas condiciones de flexibilidad y precariedad estructural, asimismo por un estado ultra liberal -atomizador- que sistemática y políticamente opera desorganizando el carácter político de la clase trabajadora como antagonista radical frente al capital . Así, las consecuencias brutales de lo anterior las vivimos a diario bajo distel Colectivo de Trabajadores «Desde el Marxismo»,intas manifestaciones: el espontaneísmo simplista y bohemio, el coraje del anarquismo, el economicismo y otras corrientes aún más institucionales tales como el gremialismo sindicalista sin horizonte, la ya derrotada y endeble «desobediencia civil pacífica» y los movimientos sociales «autónomos» -anclados en una fragmentación antidialéctica y al marco legal burgués de las asociaciones civiles-.

Es importante hace notar que de ningún modo estamos proponiendo el abandono de la lucha por no ser de tal o cual forma. Lo que subrayamos es que, cualquiera que sean sus formas, si no están ancladas a objetivos políticos integrales de largo alcance , nuestras luchas del trabajo seguirán atadas a objetivos de corto alcance, a pesar de que los excluidos y descontentos seamos cada día más y más. Es conocido que las luchas espontaneas y la estrategia economicista funcionan como la marea, así como ascienden, bajan. De tal modo, la fragmentación y las luchas de corto plazo, siempre colocan a los trabajadores como presa fácil del capital, pues por medio de las negociaciones propias de la democracia liberal burguesa se posterga un horizonte más allá del capital. En este juego, los líderes de las cúpulas dirigentes -moldeados por el capital- y de las asociaciones masivas terminan por montarse y apagar los objetivos políticos de largo alcance de la sociedad trabajadora y excluida. Las movilizaciones sólo sirven a unos cuantos para proyectar su «éxito» en la burocracia política, y así los intereses del trabajo perecen ante los intereses del capital.

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Hoy como ayer, la crítica de la economía política tiene por objetivo descifrar el fundamento material de la acumulación del capital sobre el que descansa la lucha de clases, con una construcción argumental sólida verificable en el movimiento real, pero no con citas colocadas a conveniencia para verificar la palabra de Marx, antes que verificar lo real.

Verificar las conclusiones aludiendo a Marx, es un segundo paso que se hace para defender o reavivar al marxismo ante la ideología del capital. Se trata de una lucha ideológica, pero no de una lucha de argumentos vacíos o aggiornamento intelectual -basado en la pura forma-, esto puede hacerse con o sin la palabra de Marx. En este sentido, lo defendible es el contenido del argumento, no las barbas de san Marx.

Lo anterior es importante si tomamos en cuenta el papel del marxismo en la reactivación de la lucha política del trabajo contra el capital. Un marxismo retórico, vacío de contenido, basado en la pura forma y adornado con la musicalidad del intelectual bohemio no lleva a mucho en el desarrollo de la organización política de los trabajadores. La estrategia per se no es sólo que arda Roma, sino sobre la base de la comprensión del movimiento real del capital, de sus contradicciones y efectos sobre la clase trabajadora, plantear sí la caída de Roma, a partir de una organización efectiva e integral de la clase trabajadora plena del sentido de fundar otra sociedad que suprima la explotación del capital sobre el trabajo.

Asimismo, uno de los retos actuales de los marxistas es recuperar la radicalidad de la crítica de la economía política , de su carácter revolucionario, con el fin de impulsar la unidad y organización política de los trabajadores, excluidos y demás sujetos impedidos de sobrevivir bajo el metabolismo del capital. Es importante entonces desarrollar elementos novedosos, pero sin caer en discursos especulativos ad hoc para una pequeña burguesía ociosa y especulativa: el disfrute del valor de uso y el ethos barroco, la filosofía de la liberación, los peligros de comer en el capitalismo o l a subsunción o subordinación real del consumo bajo el capital . Sobra decir que estos discursos, por su origen -la academia-, terminan por caer en el aggiornamento filosófico, perseguir el Premio Libertador al Pensamiento Crítico para el reconocimiento intelectual y dejar así de aportar elementos a las luchas de los trabajadores y la construcción del socialismo.

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Comprender la nueva composición de la clase trabajadora y el escenario de la lucha de clases en que se desenvuelve, nos puede permitir situar las luchas actuales del trabajo no bajo características subjetivas, de errores o aciertos, sino bajo la lupa de la crítica de la economía política.

Ante la crisis internacional del capital en los años setenta, las grandes burguesías y los estados capitalistas emprendieron una verdadera reorganización estructural de sus sociedades para adecuarlas a un nuevo patrón de acumulación de capital, esto como parte del restablecimiento de sus condiciones y como posible respuesta a la crisis. Para lograr esto se requirió, entonces, de romper los mecanismos de defensa de la clase trabajadora y echar a andar un brutal disciplinamiento que adecuara la fuerza de trabajo a este nuevo patrón de acumulación monopolista.

Así, las grandes burguesías y sus estados encabezaron una verdadera contrarrevolución de carácter internacional, desarticulando o extirpando toda lucha revolucionaria que pusiera en peligro la reproducción del capital. El momento actual de las luchas de clases está marcado, entonces, por la derrota de los trabajadores a manos de esta contrarrevolución del capital, que ha dejado como saldo una fragmentación de los trabajadores como clase, una profunda desorganización política y un desarme ideológico-político de la luchas por el objetivo central de largo alcance, el socialismo.

De igual modo, los procesos de restructuración productiva y de circulación, echados a andar por la internacionalización del capital, han traído consigo nuevas formas de subsunción del trabajo al capital, tales como: el toyotismo y la apropiación de la subjetividad de los trabajadores, el trabajo polivalente y el aumento de la intensidad del trabajo, la profundización del trabajo inmaterial y la emergencia de la «innovación» tecnológica, la destructiva intensidad de la competencia y la desregulación de los derechos del trabajador, la nueva distancia entre el trabajo altamente calificado y el no calificado, entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, la flexibilidad y precariedad estructural del trabajo asalariado y la crisis de las organizaciones sindicales.

En conjunto, estos procesos estructurales de transformación y subsunción han terminado por configurar y determinar nuevas tendencias y procesos de recomposición en la clase trabajadora , por lo que ésta viene adquiriendo una estructuración mucho más compleja de lo que se pensaba en el esplendor de la gran industria taylorista-fordista. Así, junto a los obreros manufactureros, maquiladores, industriales y los trabajadores agrícolas, encontramos a los trabajadores tercerizados, de servicios, inestables, de medio tiempo, además de los desempleados, migrantes, trabajadores informales y la fuerza de trabajo femenina cada vez más proletarizada. Todos estos contingentes de fuerza de trabajo «libre» son utilizados y explotados conforme a las nuevas exigencias técnicas y competitivas del capital , con el fin de echar a andar su metabolismo en las condiciones imperantes de sus distintos ciclos.

Se trata entonces que desde la crítica de la economía política se aporten elementos al análisis del movimiento del capital, de sus contradicciones y de las transformaciones en la reproducción social que impactan en la organización de clase y en la lucha política por el socialismo. Por ejemplo, abrir más foros como éste y con la clase trabajadora en las distintas áreas de la división social del trabajo, que puedan aportar elementos valiosos a las diversas organizaciones que desde posiciones radicales estén luchando contra el capital como totalidad.

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Actualmente, el marxismo necesita tener en claro y señalar oportunamente dos posiciones que flanquean su postura de clase y desarrollo ulterior: la ortodoxia y la aparente radicalidad de las clases propietarias – y de su representación política – desplazadas por la fase actual del patrón de acumulación del capital. Dentro de estas posiciones existen discursos que interfieren en la definición una revolución socialista que apunte más allá del capital.

Por una parte, está entonces la demagogia política y la propuesta totalitaria de eliminar ideológicamente todo lo que no sea marxismo. Así, es necesario entender que el marxismo en nuestros días no puede afirmar que tiene el monopolio de la radicalidad y la revolución. Autoploclamarse como la única postura revolucionaria y, en consecuencia, excluir a toda corriente que no sea marxista, es vivir en la nostalgia. Es necesario reconocer que el marxismo no ha sido, ni será, la única corriente revolucionaria.

Por otra parte, están los discursos de las clases propietarias que han sido desplazadas por el neoliberalismo y quieren entrar a la repartición del león, lo cual las hace tener un discurso crítico al «capitalismo neoliberal». De esta forma, tampoco podemos decir que cualquier corriente que critica al capital es revolucionaria. La pérdida del horizonte a largo plazo en la izquierda ha permitido que el concepto de revolución socialista se haya diluido en discursos «neodesarrollistas» del capital.

Por tanto, los marxistas necesitamos tener presente que una de las razones que llevaron a esta pérdida del horizonte socialista en la escena política se debe a la gran ausencia del análisis profundo y comprometido con la clase trabajadora. Éste análisis en nuestros días ha sido suplantado por discursos aparentemente radicales caracterizados por la ortodoxia, y posiciones políticas e ideológicas propias de los escombros de una socialdemocracia avasallada por el gran capital, amén de las sofisticadas ideologías irracionalistas del posmodernismo muy en boga en los medios de comunicación, la academia y el mismo régimen político.

Conclusiones

Las actuales luchas sociales en nuestra sociedad, por lo general, no realizan un análisis profundo del movimiento del capital, una reflexión previa de las contradicciones y de la lucha de clases, una autocrítica real. Esto provoca que la mayoría de la luchas no estén conscientes de sus circunstancias históricas, y se sumen a consignas y reivindicaciones coyunturales y de corto plazo. Como hemos dicho, sin estrategias de fondo y de largo alcance, y a falta de crítica y análisis radical, todo termina en el punto donde inició, en el grado cero de la estrategia socialista, en la impotencia política de la clase trabajadora por erradicar el capital, lo cual se traduce en la reproducción ampliada del capital y la expansión de su barbarie.

Por tanto, en este contexto, la lucha política de los trabajadores que proponemos no puede sumarse a ciegas y de modo acrítico al espontaneísmo, al economicismo, a las ya conocidas limitaciones de las organizaciones del trabajo. Se requiere, pues, de entender el desenvolvimiento histórico del movimiento obrero y de las luchas radicales en nuestras sociedades; de realizar una autocrítica de aquellas luchas que han caído en una especie de socialdemocracia post-cardenista, keynesiana y neokeynesiana. Se exige superar las posiciones gremiales que están en la base del reformismo, y su historia antidemocrática verticalista, neo corporativa y acomodadiza con el régimen del capital. Es imperativo que desde la crítica de la economía política se aporten elementos de análisis sobre el movimiento del capital, de sus contradicciones y de las transformaciones en la sociedad que impactan a la lucha política por el socialismo. Se requiere que el análisis de clase se lleve a cabo en el seno de las luchas de clase de los trabajadores. Se necesita comprender el carácter político integral de la lucha de clases frente al sistema del capital como un todo. En resumen, se necesita transitar de la crítica de la economía política a la organización política de los trabajadores y viceversa, en una unidad dialéctica.

El marxismo difícilmente podrá impulsar una lucha política organizada y abierta contra el régimen del capital desde la academia, los marxistas no pueden conformarse con aspiraciones a intelectual por intereses personales, ideológicos y económicos, muy lejos de las masas laboriosas. Hoy más que nunca no se puede ser émulo de algún intelectual; de esta clase de intelectuales «marxistas» hay mucho más que criticar que de exaltar. Por lo tanto, un reto más de esta propuesta marxista , además de entablar una crítica radical al orden del capital, también es rearticular, no en frases declaratorias, una nueva unidad dialéctica entre la teoría y la práctica revolucionaria. Ante la crisis estructural del capital y la barbarie que arrastra, la unidad de los dos momentos es imprescindible.

Nota:

1 Aquí no sólo nos referimos a la crítica de la economía política en un sentido económico (estrecho) del término, sino comprendemos por ella principalmente los estudios sobre el modo de producción capitalista y su articulación con la sociedad burguesa moderna, el mercado mundial, el estado capitalista, la ideología fetichista del capital, las clases sociales y sus contradicciones de este modo de producción y reproducción social. En este sentido, la crítica de la economía política es el punto nodal del marxismo. Por tanto, dejamos de lado las acepciones académicas y burguesas de la crítica de la economía política que en años recientes han intentado tomar por asalto esta teoría revolucionaria.

Centro de Estudios, Documentación y Análisis Materialista, Ernesto «Che» Guevara (CEDAM-Ernesto Che Guevara)

Blog: http://cdamcheguevara.wordpress.com/

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