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Ucrania-Guerra

“La victoria” del hegemón pone en peligro la paz mundial

Fuentes: Rebelión

“Aquí no hay campos de refugiados. Los polacos les abrimos las puertas de nuestras casas privadas y les damos comida y dinero. Duermen y comen en casas privadas. Ese es el espíritu de Polonia (…) Me preocupa la gran desestabilización que se está produciendo en Europa. Parece que la UE está durmiendo y no tiene un plan de estabilización”. (Kinga Digulska, Doctora en Historia Moderna y Contemporánea, Universidad de Barcelona) 

La prepotencia y soberbia de Joe Biden, quien desoyó, con desprecio, las demandas y preocupaciones de Putin (entre las que se incluía una Ucrania neutral fuera de la OTAN) supusieron una declaración de guerra a Moscú. Sabiendo que “el enemigo iba a enfurecer” el hegemón se atrevió a poner en peligro la paz mundial. 

Los asesores de Biden (grupo que ostenta el poder de facto y permanece en la sombra) idearon la trampa de cavar un foso, cubrirlo con ramitas y hojas, y poner encima un suculento cebo al oso. Después, pincharon con aguijones al plantígrado y, cuando éste se lanzó al contraataque, cayó en el pozo. Luego USA, tras apagar la mente de Occidente, pidió a sus aliados que pusieran a todo volumen la Novena Sinfonía de Beethoven. 

Cuando los tanques rusos entraron un Ucrania formando hileras de decenas de kilómetros, los genios de Harvard y de la Universidad de Defensa de los EEUU, pusieron en marcha, con la venia de las ovejas de Panurgo de la UE, las sanciones económicas, mediáticas y deportivas contra Rusia, con el fin de debilitar su economía y de paso -si era posible- provocar la caía y/o el derrocamiento de Vladímir Putin. 

El hegemón había dado un paso peligroso al estilo la mafia de El Padrino para quedarse con los negocios de Rusia y Ucrania (la venta de petróleo, gas y cereales a Europa) y venderlos en su lugar, a un precio más alto, a sus aliados del viejo continente. A eso se añadiría disparar las ventas de armamento made in USA en todo el mundo para protegerse del “antiguo y feroz demonio rojo”, ahora más endiablado que nunca.  

Por su parte, Putin, que esperaba una guerra relámpago que acabaría en un pispás con Volodímir Zelenski, se encontró con que sus carros de combate se empantanaban en medio del barro y la nieve, avanzaban como tortugas y se convertían en flanco fácil de “los rebeldes ucranianos”. 

La invasión, que comenzó el pasado 24 de febrero, ha causado ya la muerte de miles de soldados de ambos lados, cientos de civiles ucranianos, muchos de ellos niños, y unos tres millones de refugiados (casi la mitad han ido a Polonia). Ucrania es el país más grande de Europa, tiene unos 600.000 kms. cuadrados y unos 44 millones de habitantes. 

Tanto EEUU como Rusia se han acusado mutuamente de estar jugando con fuego, es decir, de “acciones irresponsables” que podrían arrastrarnos a una Tercera Guerra Mundial.  

Mientras Washington y Moscú libran ese pulso (la UE hace el papel de eunuco), la invasión se ceba con los más débiles, con los civiles inocentes que no entienden los motivos reales de este conflicto que se engloba en “una Tercera Guerra Mundial Económica y Geoestratégica sin ideología política definida”. 

Por su parte, China ha dejado claro que no va a inclinar la cabeza ante el hegemón y ha dicho a través de su ministro de Exteriores Wang Yi que, aunque mediará para que firmen un acuerdo de paz las partes enfrentadas, “lidiará con ese conflicto a su manera”, es decir: no tolerará que EEUU le señale el camino a seguir, como hace con la UE. 

En esta guerra, que ya ha entrado en su tercera semana, también se está utilizando la mentira como arma de confusión masiva para desorientar a los ciudadanos y lavarles el coco, con mensajes lanzados las 24 horas del día por los medios occidentales, que están en manos de quienes detentan el poder, entre ellos el lobby judío. (La cuestión palestina, detonante de tantos conflictos en el Mediterráneo y en el mundo musulmán, es algo que se quiere borrar, “eliminar cual despojo de un campo de concentración”). 

Respecto al éxodo de ucranianos a Polonia, la mayoría mujeres y niños, le pregunto (por wasap) a mi amiga polaca Kinga Dygulska-Jamro[1] y me contesta textual y tajantemente:  

“Aquí no hay campos de refugiados. Los polacos les abrimos las puertas de nuestras casas privadas y les damos comida y dinero. Duermen y comen en casas privadas. Ese es el espíritu de Polonia (…) Me preocupa la gran desestabilización que se está produciendo en Europa. Parece que la UE está durmiendo y no tiene un plan de estabilización”. 

Me comunico también por email con un colega que lleva dos décadas en Rusia y ha escrito estos días desde Kiev (omitiré su nombre por razones obvias) y me dice: 

“Putin ha aprobado leyes contra la prensa (…) Ahora se siente inseguro y humillado, lo que es muy peligroso para un país con armas nucleares y delirios post-imperialistas. Estoy seguro de que esta ceguera es momentánea. Mis hijos son rusos y los rusos son más fuertes que Putin”. 

Parece que en las últimas horas hay contactos entre Moscú y Kiev para alcanzar un acuerdo de paz, lo que incluiría que Ucrania permanezca como un país neutral fuera de la OTAN. 

Pase lo que pase, el daño ya está hecho y Europa y Rusia, principalmente, saldrán más debilitados y pobres de esta crisis. 

A pesar de ello se armarán hasta los dientes empujados por EEUU. El hegemón y su criatura, el pequeño 666, conocido también como la pérfida Albión, se las arreglarán para llenar sus arcas de oro. 

Tampoco hay que descartar, claro, que se imponga la torpeza sobre la razón, y comience la Tercera Guerra Mundial que, como dicen los que saben de esas cosas, será la última. 


[1] Doctora en Historia Moderna y Contemporánea. Ex profesora de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona en la primera década del siglo XXI. Kinga Dygulska-Jamro tradujo al polaco una de mis obras “Bajo la piel del dragón” con el título de “Serce Smoka” (Corazón de Dragón, Ed. KwiatyOrientu, 2011). 

Blog del autor: Nilo Homérico 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.