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La vigencia de Marx

Fuentes: Rebelión

El artículo del lúcido politólogo Antonio Zapata,  publicado ayer en el diario La República, me suscita esta breve reflexión: El reto primero es estudiar a Marx, después analizarlo, y, finalmente, criticarlo. No me parece demostración de honestidad intelectual, oponerse a Marx como lo hacen quienes nunca lo han leído. No hay que perder de vista […]

El artículo del lúcido politólogo Antonio Zapata,  publicado ayer en el diario La República, me suscita esta breve reflexión: El reto primero es estudiar a Marx, después analizarlo, y, finalmente, criticarlo. No me parece demostración de honestidad intelectual, oponerse a Marx como lo hacen quienes nunca lo han leído.

No hay que perder de vista que Marx no creó ningún «marxismo». Se interesó por conocer, más que la lógica del liberalismo, la lógica del capitalismo. Y puso su atención en el embrión de la economía capitalista: la mercancía. De este estudio dedujo la ley de la plus valía y la ley del valor. Las dos, dentro del sistema capitalista, engendran, de un lado una enorme pobreza y de otro, una enorme riqueza. Y pobreza no necesariamente a los «ociosos» que no trabajaban, sino a los que ataban su destino a la máquina y eran explotados por una jornada de hasta más de dieciséis o diecisiete horas, que equivalían a la muerte.

Posteriormente, cuando avanzó en sus estudios, llegó a la conclusión que la plus valía era la acumulación de la riqueza, producto del trabajo, que genera acumulación capitalista y que en verdad no es más que un hurto encubierto. Hasta antes de Marx ninguna corriente económica había podido explicar de manera científica, racional y lógica, este fenómeno.

Entonces los capitalistas le dedicaron todos sus odios. Paradójicamente todos los centros de estudios universitarios del mundo incorporaron a su sílabo de estudios los ítems: fuerzas productivas, relaciones de producción, modos de producción. Todo esto fue aporte de Marx.

Pero, no se quedó ahí. Estudió filosofía (el ser determina la conciencia). Sin ésta no habría podido encontrar las causas y el origen de las ideas. También estudió dialéctica y se hizo materialista dialéctico, que le permitió entender que el movimiento es una ley y que la  historia es continuidad y cambio.  

Ubicó las leyes fundamentales de la dialéctica. Precisó que las contradicciones en su grado extremo se hacen antagónicas, cuando ello ocurre, aparecen las revoluciones.  Entonces el odio del empresariado se elevó a su ene potencia.  

Hizo del materialismo dialéctico su método de estudio e investigación. Sustentó la  necesidad de una sociedad nueva, que no surgiría de los deseos de alguna personalidad fantasiosa. Si las sociedades históricamente cambiaron, por qué no iba a cambiar una sociedad como la que vivió Marx? Si la vieja sociedad comunitaria primitiva, la inhumana sociedad esclavista, la ociosa sociedad feudal, habían cambiado, por qué la depredadora sociedad capitalista debía ser eterna? Entonces formuló su teoría de la viabilidad de la sociedad socialista y comunista. Y ahí están los resultados. Avances y retrocesos.

Hoy todos los sectores retrógrados del mundo quieren que se vea a Marx como una pieza de museo, como espécimen de periodos de grandes modificaciones físicas del planeta, cuando los dinosaurios iban desapareciendo.

Pero Marx, está ahí, con sus ideas, resistiendo y ayudando a entender el mundo de hoy. Claro, la criatura globalizada del capital lo sigue satanizando. No nos extraña.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.