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Karl Marx (1818-1883). En el bicentenario de su nacimiento (V)

Las antologías

Fuentes: Rebelión

Son incontables las antologías de la obra marxiana en castellano y en otros idiomas españoles. Tengo en mente las editadas y compuestas no hace mucho tiempo por Jacobo Muñoz y Joaquim Sempere. Ambas recomendables, sin atisbo para ninguna duda. Como todo lo suyo. Otra más antigua y más resumida la preparó Francisco Fernández Buey para […]

Son incontables las antologías de la obra marxiana en castellano y en otros idiomas españoles. Tengo en mente las editadas y compuestas no hace mucho tiempo por Jacobo Muñoz y Joaquim Sempere. Ambas recomendables, sin atisbo para ninguna duda. Como todo lo suyo.

Otra más antigua y más resumida la preparó Francisco Fernández Buey para un Marx, con dibujos de Màximo, dentro de la exposición «Faros del siglo XX» que preparó el CCC de Barcelona bajo la dirección de Josep Ramoneda.

¿Valen las antologías? ¿Ayudan a aproximarse a la obra de Marx? No en cualquier caso, como es razonable; no todas cumplen su función (como ocurre con las antologías de Russell, Kant, Hegel, Aristóteles, Spinoza o Platón por ejemplo). Pero sí en algún caso, en muchos casos, cuando el antólogo conoce la obra, ha leído realmente la obra marxiana (que no se lee en dos fines de semanas antes de ir al teatro) y piensa verdaderamente en el lector/a, en componer una obra que pueda serle útil sin alardes político-filosófico-intelectuales innecesarios.

Pues bien. Un buen ejemplo de antología ajustada, con numerosas virtudes y apenas ningún defecto, es la siguiente: Karl Marx, Llamando a las puertas de la revolución. Antología. La edición, presentación y notas es de Constantino Bértolo. La editó Penguin Clásicos en 2017. Son 924 páginas en total (¡no se asusten de entrada!) y son varios los traductores, todos ellos indicados por el editor. Por si faltara algo, el precio no es alto. Al alcance de muchos bolsillos.

¿Se la recomiendo? Pues sí, se la recomiendo. Tanto si han leído mucho Marx como si han leído menos Marx

Algunas observaciones sobre esta antología marxiana-bertoliana:

1. No se asusten por la extensión como les decía. Se lee bien. Si algún texto resulta difícil o imposible, pueden saltárselo sin grave pérdida de significatividad. Ya volverán. También las antologías, como los buenos libros en general, permiten relecturas con mayor bagaje por nuestra parte y mejores resultados de aprendizaje.

2. Se lee bien como decía y no hay notas de especialista, largas notas de experto, que abrumen al lector neófito. Pueden contarse con los dedos de las dos manos. Y nunca son de legua y media.

3. Pueden (incluso deben) leerla según su criterio o sus necesidades. No hay por qué estudiarla de la primera a la última página y sin interrupciones. Lo mismo cabe decir para posibles relecturas. El orden, en este caso, puede ser su orden.

4. Hay muchas antologías de la obra de Karl Marx, como les decía, y eso está bien. Hay muchas presentaciones o aproximaciones a la obra del compañero y esposo de Jenny Marx y esto también está muy bien. Pero no son muchas las antologías y presentaciones que tenga, al mismo tiempo, un punto de vista muy informado, profundidad, singularidad, rigor sin rigorismo, uso de buenas traducciones, sorpresas preparadas para los lectores, ausencia de sectarismo y señalización de nuevos escenarios. La antología que comentamos, palabra de atento lector (que puede estar equivocado por supuesto), es una de ellas.

Reúne todas esas características y algunas más.

5. No afirmo que sea una antología «für ewig», para siempre (aunque estoy tentado), pero no está muy lejos de acercarse a ese lugar destacado e inusual. Se trata, además, de una edición a tener muy en cuenta, tanto para lectores ya puestos en el tema como para lectores que quieran introducirse en la obra de este luchador socialista revolucionario y filósofo imprescindible, de la mano de una buena compañía, la del editor y presentador Constantino Bértolo, que también sabe lo suyo -como buen marxista-comunista- de política práctica, de intervención socialista en los duros momentos del fascismo español y en años posteriores.

6. La presentación de Bértolo, un texto con vida propia, lleva por título: «El misterio Marx», pp. 17-120. Más de 100 páginas- Se abre con una cita de Ernst Mandel: «El chiste de Lenin según el cual el penúltimo capitalista vendería la cuerda con que se colgaría al último no es una prueba de la capacidad de la burguesía para integrarlo todo, incluidas las armas que la combaten».

Este excelente prólogo, de hermosa escritura y magnífica estructura, es en sí mismo un arma de combate contra la civilización del capital. Para acercarse a la obra de Marx en su contexto, para comprender sus finalidades y su evolución político-filosófico, es un magnífico material. No exagero.

Con el Marx (sin ismos) de Francisco Fernández Buey forman un magnífico dueto. También con el Sobre Marx y marxismo de Manuel Sacristán e, igualmente, con su Sobre dialéctica (el primero está en Icaria, aunque debe ser descatalogado; el segundo en la editorial de El Viejo Topo, y está a su alcance).

¡Qué mejor forma de recordar el bicentenario del nacimiento del padre de Tussy Marx y los 150 años de la primera edición de Das Kapital!

Un consejo lector: lean el prólogo de Bértolo de entrada y después de haber leído una parte o una gran parte de los textos seleccionados.

7. La antología (con diez Specula a tener muy en cuenta) está estructurada en los siguientes apartados: 1. El poeta y el idealismo radical. 2. El materialismo histórico como punto de partida. 3. La revolución al encuentro. 4. El capital y alrededores (un homenaje, en el decir, al no olvidado Víctor Sanchez de Zavala). 5. Los viejos revolucionarios nunca mueren. Más cuatro apéndices: 1. Cronología. 2. Procedencia de los textos. 3. Bibliografía. 4. Índice onomástico.

Un ejemplo de speculum, el último: el discurso de Engels ante la tumba de Marx de 17 de marzo de 1883. Sigue emocionando más allá de los desacuerdos que podamos tener con alguno de sus pasajes.

Una recomendación complementaria para el primer apartado, el del poeta e idealismo radical: la edición, prólogo incluido («El Marx enamorado») de Francisco Fernández Buey de los Poemas de Karl Marx: Cantos para Jenny y otros poemas, Barcelona, El Viejo Topo, 2000. La traducción es de Francisco Jaymes y Marco Fonz.

8. El arco de conocimiento marxiano presentado por el editor, por Constantino Bértolo (que también ha publicado una antología de textos de Marx sobre la cuestión nacional en Los Libros de la Catarata hace pocas semanas) es enorme y apenas se deja nada en el bolsillo. Desde los textos juveniles (incluso los muy juveniles) hasta el Marx tardío, el interesado en la comuna campesina rusa. Como es razonable, el editor se centra especialmente en los grandes textos del autor: El capital, el Manifiesto, La ideología alemana,… pero no se olvida de textos menos conocidos, menos leídos, menos citados o menos utilizados. Aparte de los escritos juveniles, los libros II y III de El Capital, la entrevista con R. Landor, el libro IV, el capítulo inédito del primer libro de El capital. Etc El último texto recogido en la antología es el prólogo a la edición rusa del Manifiesto Comunista, firmado por Marx y Engels (aunque escrito probablemente por este último).

9. Les explico uno de los momentos más brillantes de la antología, un momento, que puede parecer menor pero que no lo es. Fue esencial en la vida y trayectoria de Marx: la ayuda, el empuje, la entrega, el coraje político y humano de su mujer y sus hijas.

De Anselmo Lorenzo, Speculum VII: «[…] El segundo incidente consistió en que, habiendo manifestado el deseo de dirigir un telegrama a Valencia anunciando mi feliz llegada a Londres, en cumplimento del encargo que se me hizo por el peligro que se suponía existía en Francia, me dieron como acompañante y guía a a la hija menor de Marx». Esa facilidad en prestar para ese servicio a una señorita, escribe Lorenzo en lenguaje respetuoso de la época, «tratándose de un extranjero desconocido, cosa tan contraria a las costumbres de la burguesía española, me admiró y agradó en extremo». Aquella joven, casi una niña, soberanamente hermosa, escribe el dirigente obrero, «aunque con una hermosura más humana que la de su hermana, risueña y alegre como la personificación de la juventud y la felicidad positiva, no sabía aún el español, y aunque hablaba bien inglés y alemán como si fueran lenguas propias, estaba poco adelantada en el francés, idioma en el que sí podía yo entenderme, sin llegar a hacer maravillas».

En resumen, comenta Lorenzo, «nos comunicábamos en mal francés, cada vez que una u otro decíamos un disparate, mi acompañante reía como una loca y yo ni más ni menos, con tanta espontaneidad y franqueza como si nos hubiéramos tratado fraternalmente toda la vida». Tussy Marx era así, siempre fue así. Mi heroína… y la de Anselmo Lorenzo. Estoy en buena compañía.

10. Como estoy convencido de que esta antología se reeditará en varias ocasiones, más en este año del bicentenario marxiano, me permito unas sugerencias: 1. Convendría tal vez un glosario no exhaustivo con los conceptos fundamentales de Marx. Como ayuda a los lectores neófitos, no para evitar lecturas de los textos marxianos. 2. La cronología debería ir acompañaba de un mayor número de informaciones sobre la situación política española para ayudar al lector a situarse mejor históricamente. 3. En homenaje y reconocimiento a Jenny Marx y a sus tres hijas, no estaría de más incluir alguna de sus cartas o siquiera algunos fragmentos. 4. La mayoría de los textos seleccionados son autónomos y se leen bien por sí mismos. Unos pocos, muy pocos, exigirían alguna nota de presentación o de ayuda. Por ejemplo, el de la p. 177: «La idea como sujeto». 5. Falta la numeración de algunas páginas, nada sustantivo.

Les hablo de la antología que preparó el autor de Marx (sin ismos) la próxima semana.

PD. Hablamos del joven Marx y de la película ‘El joven Karl Marx’ la semana pasada. César Rendueles ha escrito una aproximación a la película, a la que, en su opinión, «le pasa un poco como con ‘Star Wars’: el protagonista, Luke Skywalker, resulta predecible y redicho, pero es la excusa para que intervengan personajes memorables». Les dejo en su compañía:

Al principio de El joven Karl Marx se ve un bosque en el que unos campesinos alemanes recogen leña. Un anciano reprende a un niño que estaba intentando arrancar una rama de un árbol, pues solo se llevan la leña caída. En ese momento aparecen a caballo unos soldados armados que masacran a los campesinos. Mientras, se oye una voz en off que resulta ser la de un Marx veinteañero leyendo un manuscrito en la redacción de un periódico de Colonia en 1843, inmediatamente antes de que el ejército irrumpa para clausurar la publicación. Se trata del Rheinische Zeitung, un diario liberal crítico con el absolutismo prusiano en el que Marx publicó una serie de artículos denunciando los cambios legislativos que criminalizaron el derecho consuetudinario a recoger leña de los campesinos de la región de Mosela. Es un tema del que Marx prácticamente no se volvió a ocupar hasta que lo recuperó en El capital, donde relaciona el origen del mercado de trabajo capitalista con la expropiación violenta de los bienes comunes tradicionales. Del mismo modo, durante mucho tiempo los intérpretes de Marx apenas prestaron atención a esta cuestión. En cambio, en las últimas décadas, los «comunes» ocupan un lugar crucial tanto en la práctica política como en la obra de autores marxistas como David Harvey, economistas como Elinor Ostrom o historiadores como Peter Linebaugh o Silvia Federici.Y ese es solo el primer minuto de la película.

Con El joven Karl Marx pasa un poco como con Star Wars, prosigue Rendueles, e l protagonista, Luke Skywalker, resulta predecible y redicho. Pero es la excusa para que intervengan personajes memorables como Han Solo o Darth Vader.

El Marx de El joven Karl Marx se pasa toda la película con media sonrisa irónica y cara de creerse mucho más listo que el resto de la humanidad (un retrato bastante fiel, probablemente). Pero es un formidable médium de personajes y situaciones históricas que se suceden como una catarata a lo largo de las dos horas de película. El Han Solo de El Joven Karl Marx es, sin duda, el joven Engels : divertido, empático, valiente un poco alocado y con un gran olfato sociológico. Si no hubiera sido por La situación de la clase obrera en Inglaterra -un informe que aún hoy resulta impresionante y que Engels redactó a los veinticinco años gracias a la colaboración de su compañera, Mary Burns- hoy recordaríamos (o más bien no) a Marx como un filósofo posthegeliano particularmente sarcástico. Pero la película también consigue que Jenny Marx, Bakunin, Proudhon o la propia Burns resulten cercanos e interesantes.

Salvo una secuencia ridícula, sostiene nuestro crítico:

En la que se escucha una música bélica mientras Marx lee tranquilamente -como si en vez de estar tomando notas para Miseria de la filosofía se estuviera preparando para una misión de comando-, Raoul Peck logra la proeza de introducir cuestiones teóricas de largo alcance con mucha naturalidad. Así, por ejemplo, la influencia del romanticismo en la ruptura generacional de Marx con el universo burgués de su familia se sugiere en una breve y emotiva conversación entre Jenny y Engels. Y, sin duda, debemos a El joven Karl Marx la mejor interpretación de la famosa undécima tesis sobre Feuerbach: «Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo». Es un lema irritante, al borde de la literatura motivacional, que en la película, muy verosímilmente, Marx pronuncia completamente borracho, es de suponer que inmediatamente antes de entonar el equivalente renano del Asturias, patria querida.

Especialmente, según Rendueles, El joven Karl Marx consigue mostrar con mucha fidelidad «lo doméstica e intempestiva que resultó la intervención de Marx y Engels y lo improbable que fueron sus efectos».

El proletariado al que interpelaban no existía, como tampoco el partido cuyo manifiesto escribieron. Se dirigían a minúsculas agrupaciones de trabajadores que se sentían mucho más cercanos al lenguaje religioso de Wilhelm Weitling que a la gran teoría alemana. La película muestra a Proudhon o a los líderes unionistas como políticos hábiles y prudentes, mientras Marx y Engels irrumpían en los movimientos políticos como elefantes en una cacharrería. Y esa es justamente la épica que alimenta El joven Karl Marx. El milagro de que dos jovencísimos pequeñoburgueses con un contacto remoto con las condiciones de vida y las organizaciones de trabajadores consiguieran poner en marcha un movimiento que desbordó completamente la política antagonista de su tiempo y ha inspirado las ambiciones emancipadoras de millones de personas de todo el mundo a lo largo de siglo y medio.

De medio siglo… por el momento.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.