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Las cartas de Miguel

Fuentes: Rebelión

Quisiera marcar algunos momentos de la vida y en particular las tramas de relaciones de Miguel Hernández a través de su correspondencia.

Las cartas. Tarjetas postales y misivas breves que envió abarcan el lapso de un poco más de una década. Desde fines de 1931 hasta días antes de su muerte en prisión, en marzo de 1942, a los 31 años.

Desde la primera pieza postal se manifiesta un precoz poeta, que a sus veinte años ha publicado sus versos en algunos periódicos locales, sobre todo de su pueblo Orihuela y de poblaciones cercanas. Entre ellas las capitales de Murcia y Alicante

I. Un pastor camino a Madrid

La primera carta que tomaré la escribe en vísperas de su primer viaje a Madrid.

A Juan Ramón Jiménez, noviembre de 1931.

Juan Ramón ya era un poeta consagrado, a punto de cumplir cincuenta años. Además de varios libros de poemas había tenido el gran acierto de la prosa poética de Platero y yo, publicado entre 1914 y 1917.

En esta carta traza su imagen de “pastor poeta”, que tanto lo acompañaría después, incluso a su propio disgusto. Ya en épocas tempranas, Hernández se presenta ante todo como pastor. Miguel todavía no tenía ningún libro publicado, su texto primerizo, Perito en Lunas sólo llega en 1933..

“Soy pastor de cabras desde mi niñez. Y estoy contento con serlo, porque habiendo nacido en casa pobre, pudo mi padre darme otro oficio y me dio este que fue de dioses paganos y héroes bíblicos.”

Aquí se nota la veta modernista que por ese entonces tenía el poeta, al ligar su trabajo cotidiano a deidades y figuras bíblicas.

“…creo ser un poco poeta. En los prados por que (sic) yerro con el cabrío ostenta natura su mayor grado de belleza y pompa; muchas flores, muchos ruiseñores y verdores, mucho cielo y muy azul, algunas majestuosas montañas y una colinas y lomas tras las cuales rueda la gran era del Mediterráneo.”

Pareciera aquí que Miguel describe así el paisaje para exhibir sus dones poéticos.

“Inculto, tosco, sé que escribiendo poesía profano el divino arte (…) No tengo culpa de llevar en mi alma una chispa de la hoguera que arde en la suya…”

“…odio la pobreza en que he nacido…por muchas cosas…Particularmente por ser causa del estado inculto en que me hallo, que no me deja expresarme bien ni claro, ni decir las muchas cosas que pienso…”

“¿Podría usted, dulcísimo Juan Ramón, recibirme en su casa y leer lo que le lleve? ¿Podría enviarme unas letras diciéndome lo que crea mejor?”

El poeta, ya con bastantes lecturas a esa altura de su vida, opta por presentarse como alguien carente de cultivo y refinamiento, casi indigno de surcar el camino de la poesía. La biblioteca personal del canónigo y luego vicario general Luis Almarcha y las bibliotecas de acceso público de su ciudad sabían ya de sus afanes de lector, no sólo de poesía sino de filosofía y otros clásicos. También sus paseos con las cabras, a las que muchas veces descuidaba para poder leer o escribir, por lo que arrostraba las iras del padre.

A Ramón Sijé, 12 de diciembre 1931.

Oriolanos y residentes en “Oleza” (más adelante veremos qué es “Oleza”) ambos, admiradores del novelista alicantino Gabriel Miró. Sijé católico ferviente, con 18 años recién cumplidos ya tenía importante formación filosófica y en teología. Es asimismo escritor, aunque sin vocación de creador literario. Sus obras exponen conceptos, no buscan la belleza. Comenzaron a tratarse en 1930 y congeniaron en seguida.

“Hermano, hermano ¡Que alegría he sentido al leer tu alentadora carta, al ver que me llamas hermano! Hermanos somos sí…en todo: Me pasa lo que a ti; en todas partes oigo el eco de esa tu voz…”

“Mi única ilusión sería…ganar mucho, mucho dinero para volver a Oleza y a la orilla….del Segura y estarme cantando hasta morir!” “Olexsa” era Orihuela, designada con el nombre ficcional que le había dado Miró en sus novelas.

A Ernesto Giménez Caballero, 19 de diciembre de 1931.

Giménez Caballero era un escritor y periodista de tendencia fascista. Fue una de las primeras personas relevantes que pudo ver Miguel en Madrid. En la llamada “corte” conoce la extrema pobreza que no había sufrido en su pueblo cuando vivía con sus padres.

La búsqueda de algún trabajo o ingreso se vuelve desesperado al quedarse sin dinero y agotar sus posibilides de obtener crédito, sea amistoso o interesado.

“Las pocas pesetas que traje conmigo a Madrid se agotan (…) Lo que yo quisiera es trabajar en lo que fuera con tal de ganar el sustento. (…) Si usted no me hace el gran favor de hallar una plaza de lo que sea donde pueda ganar el pan, aunque sea un pan escaso, con tristeza tendré que volverme a “Oleza”.

A Ramón Sijé, 22 de marzo de 1932.

No consigue nuevas fuentes de recursos y languidece en la “corte”, al borde de la miseria.

“Acabo de llegar a casa perdido, con los pies destrozados. Desde las dos de la tarde andando con estos zapatos, los únicos, y rotos y llenos de agujeros…” “Tengo sólo una corbata y, ¿sabes cómo le quito las arrugas? Metiéndola de noche cuando voy a dormir entre las hojas del diccionario que es el libro de más peso que tengo.”

A Ramón Sije, 15 de abril de 1932.

“…es imposible seguir (del modo) que hasta hoy en Madrid; me iré a Orihuela (…) No me quedan ganas de decir que soy poeta. Y que lo sepa todo el mundo o no me tiene sin cuidado…”

Estas penurias de Hernández son expresión de su origen social modesto. En vano se buscaría en la biografía de otros poetas de procedencia más elevada socialmente, “señoritos”, padecimientos como estos.

A Luis Almarcha, 10 de octubre de 1932.

Miguel reniega ante su amigo sacerdote de la incomprensión de su familia, a la vez que defiende sus logros intelectuales. El grupo familiar que le da la espalda, indiferente u hostil a su obra, será uno de sus temas recurrentes. Ya no desempeña tareas pastoriles. Ha escrito mucho y está orgulloso.

“Es el caso, querido don Luis, que deseo vivísimamente estudiar y en casa no pueden o, no sé, no quieren, mantenerme si no trabajo (mi padre dice: si no doy “producto”, como una máquina o un pedazo de tierra). Yo me ahogo en mi casa. Me dicen que no hago nada. Y yo no respondo que en los seis meses que no hago ‘nada’ he hecho más que nunca (dar un salto enorme en la poesía, leer muchos libros y prepara uno para dentro de unos días.”

A Federico García Lorca, 10 abril 1933.

La relación con Lorca, tanto cara a cara como epistolar, está cruzada por diferencias. El encuentro inicial, cara a cara, tuvo lugar en Murcia. Federico tiene 12 años más que Miguel, es el autor de Romancero gitano, ha estrenado La Zapatera prodigiosa, está por poner en cartel Bodas de Sangre. Tiempo después transcurrirá su temporada consagratoria en Buenos Aires.

Hernández ha publicado sólo un libro, de cuyo escaso éxito, tanto de público como de crítica. Se queja todo el tiempo. Luego la emprende con el teatro, a semejanza de Lorca, y le pide apoyo para el estreno de su obra El torero más valiente. Y enaltece sus propios méritos ante el poeta granadino. Le envía una primera carta, recordándole su encuentro y sus expectativas.

“Le escribí hace mucho pidiéndole elogios, aunque ya se los había oído para mi Perito en lunas. Y aquí me tiene usted esperándolos.”

“He pensado, ante su silencio, que usted me tomó el pelo a lo andaluz en Murcia-¿recuerdaaa?”

“…se ha quedado todo: prensa, poetas, amigos, tan silencioso ante mi libro, tan alabado –no mentirosamente, como dijo-por usted la tarde aquella murciana, que he maldecido las putas horas y malas en que dí a leer un verso a nadie.”

“Usted sabe bien que en este libro mío hay cosas que se superan difícilmente y que es un libro de formas resucitadas, renovadas, que es un primer libro y encierra en sus entrañas más personalidad, más valentía, más cojones –a pesar de su aire falso de Góngora- que todos los de casi todos los poetas consagrados, a los que si se les quitara la firma se les confundiría la voz.”

“..en mi casa soy el cristo de los cinco sampedros: me niegan la mitad del pan (…) les avergüenza que haga versos…”

ExhibeLa autoestima elevada respecto de su poesía y una vez más, la sensación, mezcla de desamparo y opresión, que le provoca el vínculo con su familia. Esta primera misiva será la única que Federico contestará. Lo exhorta en ella a ser paciente, a no obsesionarse con el desdén de periodistas y críticos. Le recuerda que con su primer libro le pasó lo mismo a él.

A Federico García Lorca, 30 de mayo de 1933

“¿Hablas con tus algunos amigos para que se ocupen del libro? Mándame los libros y revistas que puedas.” (En la misma carta se quejaba de que por falta de dinero no tenía material de lectura.)

De nuevo el pedido de difusión del libro. Hernández quiere éxito. Algún súbito triunfo al estilo de Federico, que ese mismo mes se consagra con Bodas…estrenada en el teatro Beatriz, de Madrid. Lorca entra a la historia de la literatura española y Miguel se debate con su libro primerizo y poemas de ocasión.

A Federico García Lorca. Diciembre de 1934.

“Quiero que me digas lo más en seguida que puedas, cómo va mi asunto. Interésate con toda buena voluntad por él, por mí.” También lo exhorta a interesarse por su reciente obra teatral, aún no estrenada, El torero más valiente

A Federico García Lorca, 1 de febrero de 1935.

“Quiero que me digas, Federico amigo algo ¿no se estrena El torero más valiente? Bueno, hombre. Será que no vale la pena, hice esa tragedia por aliviar la mía. Dime, en cambio, que has visto algún amigo tuyo político influyente como me ofreciste, que has hallado algún rincón a mi medida. Moléstate un poco más por mí, hazme el favor. No te escribo más: ésta es mi última carta; en ella me lo juego todo. No me queda más dinero para sellos.”

Las demandas de Miguel hacia el autor de Yerma se acumulan y superponen: El estreno de El torero… que le consiga algún trabajo bien remunerado, que revitalice la difusión de su Perito en lunas.

“Espero tu carta, Federico. ¿No lo has hecho por tu Yerma? Bueno. Hazlo ya. Si para ti no significa nada mi amistad, para mi mucho la tuya.”

A Luis Felipe Vivanco, enero 1935.

Es probable que, ya desencantado del andaluz, decide transitar por otro costado. Ahora solicita la intermediación de Vivanco, poeta de su misma generación. Que por edad es la de 1936., no la de 1927 en la que se lo incluirá en el grueso de las menciones.

“¿por qué no ves a Federico García Lorca y le dices que cuándo piensa escribirme diciéndome si Cipriano Rivas y la Xirgu han leído mi Torero y qué piensan hacer del pobre abandonado mío y si ha intercedido, interesado mucho él por su estreno? ¿Por qué no lo haces y me escribes en seguida?”

Hernández picaba alto. Cipriano y la Xirgu estaban asociados en una compañía teatral de primera línea, con toques innovadores y calidad artística muy reconocida. “En la compañía de Margarita Xirgu no se tenía el esquema de primera actriz, primer actor, director, galán cómico, dama de carácter, etc. Margarita Xirgu, era empresaria, directora y primera actriz, y Rivas Cherif era director o asesor literario o artístico, lo que hoy vendría a ser un director de escena.” 

A Pablo Neruda, enero de 1935

¿Puedo marchar a su lado a mantenerme al amparo suyo y de su revista o eso aún tardará? Se refiere a Caballo verde para la poesía, la revista en proyecto en la que el entonces cónsul de Chile le invita a participar.

“¿Estará para entonces decidido ya lo de la revista y podré andar por ahí sin dificultades económicas? No quiero que mi estómago haga el ridículo como esta vez pasada porque soy honrado y no sé pedir.”

No es cierta la inhabilidad a la hora de pedir que aquí se atribuye. En su correspondencia vemos que Miguel pedía dinero u otros recursos muy seguido, ante la imposibilidad de solventar sus publicaciones y sus viajes. Almarcha, por ejemplo, había pagado la impresión del primer libro de Miguel.

“Por tanto aquí me quedo cultivando la pobreza, la tierra de mi huerto y la poesía hasta que me diga en concreto lo que hay.” Implícita protesta, lo “apura” al poeta chileno.

A José Bergamín, enero 1935.

Bergamín era un escritor católico, bastante mayor que Miguel, ya que había nacido en 1897. Era director de una revista de renombre, Cruz y raya. De nuevo Miguel en papel de pobre pastor, que recién sale de su estrechísimo ámbito pueblerino: “Amigo mío José: ¿me perdonará siempre todas mis desatenciones, molestias y tonterías de pastor que no ha visto el mundo más que por un agujero, que no sabe de nada de otras clases de vida ni maneras que las que cultivó hasta hace poco?”

“Toda la poesía que hago ahora es para El silbo vulnerado (…) ¿Por qué no me da ese libro ahí a la publicación? Necesito ganármela como sea. Y aquí va a ser muy difícil su publicación.”

De nuevo se siente un paria, anhela el triunfo.

El “Silbo” era un conjunto de poemas que luego quedaría parcialmente incoporado a El rayo que no cesa.

En otro pasaje de la carta da un inesperado giro “rural” poco tiempo antes de establecerse en Madrid. ¿Querría volver a ser pastor o busca ganarse la buena voluntad de Bergamín?

“Fíjese: mi ambición única es ganar un poco para tener un cachico de campo que cultivar y un mendrugo diario que comer en compaña. (…) Me colocaría en Madrid el tiempo justo para hacer una cantidad pequeña y venirme y comprar un sitio que tiene escogido mi contemplación por estas tierras únicas.”

A Juan Guerrero Ruiz, junio de 1935 (desde Madrid)

Esta carta es muy importante, porque trasmite los fundamentos de su ruptura política y artística con la Iglesia y su distanciamiento con Sijé y su pensamiento. Esta última distancia queda abolida por la prematura desaparición de José Marín (Su verdadero nombre) Guerrero Ruiz era un hombre de letras y editor, natural de Murcia, íntimo colaborador de Juan Ramón. Ya en la década de 1920 traba amistad con los poetas de la luego llamada “Generación de 1927” (Cernuda, Guillén, Salinas, Alberti, Lorca, etc.) Lo han llamado “el cónsul de la poesía española” aunque él reconocía no tener talento poético Murcia está muy cerca de Orihuela.

“Ha pasado algún tiempo desde la publicación de esta obra (el auto sacramental), y ni pienso ni siento muchas cosas de las que digo allí, ni tengo nada que ver con la política católica y dañina de Cruz y Raya, ni mucho menos con la exacerbada y triste revista de nuestro amigo Sijé.”

“En el último número aparecido recientemente de El gallo crisis (la revista que orienta Sijé), sale un poema mío escrito hace seis o siete meses: todo él me suena extraño. Estoy harto y arrepentido de haber hecho cosas al servicio de Dios y de la tontería católica. Me dedico única y exclusivamente a la canción y a la vida de tierra y sangre adentro: estaba mintiendo a mi voz y a mi naturaleza terrena hasta más no poder, estaba traicionándome y suicidándome tristemente.” Sé de una vez que a la canción no se le puede poner trabas de ninguna clase…”

Toda una proclama de liberación, de lanzamiento hacia una poesía sin ataduras. Y más “a ras del piso.”

Que englobe a Cruz y Raya en su rechazo llama un poco la atención. Ello porque esa publicación practica un catolicismo más liberal, más “europeo”.

Ha conseguido por fin un trabajo regular y remunerado que le permite la permanencia en Madrid: “Me mantengo en Madrid por ahora trabajando en una enciclopedia taurina que va a editar Espasa Calpe, dirige Ortega y Gasset y ordena J.M. de Cossío. Gano muy poco: cuarenta duros mensuales, pero estoy en el ambiente que necesito en estos tiempos míos.”

La enciclopedia la dirigía Cossío, escritor de ideas derechistas. Lo de Ortega parece haber sido una distinción honorífica.

A María Cegarra, septiembre de 1935.

María era una poeta murciana, residente en un pequeño pueblo minero, con la que Hernández quiso establecer una relación amorosa, y en cualquier caso instarla para que dejara su pueblo y se fuera a Madrid. María se negó porque tenía responsabilidades familiares y además pareció ser poco propensa por sí misma al traslado a una metrópolis como la capital del país. Luego adquiere formación científica (Más tarde se hará licenciada en Ciencias Químicas, la primera mujer en obtener ese título en toda España).

Era once años mayor que el poeta, que en su momento se lamentó de que quedándose en La Unión, terminaría convirtiéndose en solterona. Tuvo una existencia muy prolongada, de 94 años. Dio entrevistas sobre su relación con el poeta de Orihuela. Hernández la conoció por una pareja de amigos comunes de la capital de Murcia, Carmen Conde y Antonio Oliver.

“Te diré que me han conmovido muchos de tus poemas y que te agradezco eternamente el mío. ¿Cuándo vendrás por Madrid? Quiero que te conozcan mis amigos mucho. He hablado de ti a Neruda, hablaré a Vicente Aleixandre y a quién a mí me interesa más poéticamente. Pablo me ha pedido tu descripción y se la he hecho de manera que has salido favorecida.” (…) Deseándote en tu ambiente aldeano muchas cosas buenas y esperando verte pronto…”

A los padres de Ramón Sijé, 17de enero de 1936.

Miguel, muerto su amigo del alma, quiere publicar sus obras: “No debe demorarse la cosa ni entibiarse el ánimo. Aquí habrá que haré una selección de los trabajos, ya que haría muy extensa la obra incluirlos todos. Desde luego haré todo lo posible y lo imposible por hacer resaltar la figura de nuestor hermano, Marilola y Justino, y vuestro hijo, padres. Me alegro mucho que os agrade mi elegía, la he hecho poniendo toda el alma y todo el corazón en el papel.”)

Sobrevendrá la guerra civil, con su ristra de olvidos y frustraciones. La obra más extensa de Sijé, un ensayo muy crítico del romanticismo, «La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas» recién se publicará décadas más tarde

A Manuel Manresa (padre de Josefina), 1 de febrero de 1936.

Le pide retomar su relación con Josefina, interrumpida unos meses antes. El noviazgo se había interrumpido, con Miguel enojado por la devoción católica y los modos pueblerinos de su novia.

El poeta ha pasado por un romance breve y fogoso con la pintora gallega Maruja Mallo. Tal vez tuvo un vínculo más afectuoso con la filósofa María Zambrano, lo seguro es que hicieron fuerte amistad. Con María la de “La Unión” ya hemos visto que hubo un desencuentro. Maruja y María fueron destinatarias de parte de los poemas de El rayo… según colige la crítica reciente.

A Josefina Manresa, Madrid, 4 de febrero de 1936.

“… siento que entre nosotros haya ocurrido lo que ocurrió. Estoy arrepentido y sé que tengo toda la culpa. No creas que me guía otro interés al escribirte que el de volver a nuestro cariño. Te confieso que he tenido una experiencia muy grande aquí y que me encuentro muy solo. He sabido que mujeres como tú hay pocas y he apreciado más tu valor de esta manera.”

El regreso al afecto de aquella mujer a la que calificó de “casta” y “sencilla” se volverá definitivo.

II. La militancia y la guerra.

A Josefina Manresa, febrero de 1936. (Sin fecha exacta)

Esta anécdota es muy importante. Incluso María Teresa León afirma en sus memorias que este hecho influyó en la decisión de Miguel de afiliarse al partido comunista.

“…el día de Reyes íbamos a ir a San Fernando del Jarama, que es un pueblo muy próximo a Madrid (…) Yo, como siempre, me había dejado la cédula en mi casa y estaba por las afueras del pueblo…de pronto se presenta el guardia civil ante mí, me dicen que qué hago por allí, contesto sonriendo que nada (…) me pidieron la cédula personal, les dije que no la llevaba y me dijeron que me llevaban detenido (.) de muy malos modos. Yo indignado les dije que aquello no era modo de tratar a una persona (… ) en el cuartel me dieron no sé cuántas bofetadas (…) me llamaron ladrón, hijo de puta. Querían que dijera que había ido al pueblo a robar o a tirar bombas (…) Por fin, me dejaron telefonear a Madrid a mi amigo, el cónsul de Chile, (…) y sin darme ninguna explicación ni disculparse me dejaron libre. Comprenderás que desde aquel día tengo odio a toda la guardia civil, menos a tu padre…”

Pablo Neruda resultó esta vez casi providencial para Hernández. Quien había caído víctima de su naturaleza confiada y de su aspecto algo campesino. El sentido de discriminación social de la Guardia se ratificaba a todas horas. El atropello hacia quien ya era un poeta conocido generó un manifiesto de repudio con destacadas firmas.

A Juan Guerrero Ruiz, 29 de abril de 1936.

Otro giro, ha avanzado su reencuentro con Josefina y vuelve a pensar en un futuro con ella, constituyendo una familia.

Han ido quedando atrás tanto María como Maruja Mallo. Figuras muy diferentes entre sí, su nivel cultural y su vocación artística las diferenciaban claramente de Josefina. Miguel ha optado por la modista, que ahora vive en Elda, otra pequeña ciudad alicantina, en compañía de su padre guardia civil sin grados : “…búscame un trabajo en Alicante. Estaré más cerca de mi novia, podré ir a verla cada domingo al menos. No puedo llevar esta vida de soledad y asuntos literarios cada vez más mezquinos y tristes. (Me voy a convertir en una pantera más). Búscame un trabajo cualquiera, aunque preferiría uno que se asemejara al que hice antes de partir (…) Necesito salir de aquí y acercarme a nuestra tierra cuanto antes. Tengo allí tantas cosas que me llaman y voy por aquí tan amargamente.”

Extraña la frase acerca de convertirse en pantera. La explicación proviene de unos versos suyos:

Quitémonos el pavo real y suficiente,
la palabra con toga, la pantera de acechos.
Vamos a hablar del día, de la emoción del día.
Abandonemos la solemnidad.

Hernández comienza a inclinarse por la poesía “impura”, ya es otro que el de sus inicios gongorinos, de técnica sofisticada, contenidos crípticos y sin grandes preocupaciones sociales.

A Josefina Manresa, 27 de septiembre de 1936.

Estalló la guerra. Ya está incorporado al Quinto Regimiento desde el 23 de este mes. Y pronto lo enviaron al frente, en una unidad de zapadores. Su ubicación es en la sierra de Madrid. No es la etapa de la ofensiva de Franco encabezada por el general Varela, desatada en noviembre de ese año, sino operaciones bastante anteriores, en la zona serrana de Guadarrama, Somosierra y Alto del León. Casi el mismo día, las columnas que avanzan desde el sur, toman Toledo.

“Me encuentro en un pueblo que se llama Cubas con cerca de doscientos hombres más. Hemos venido aquí a hacer fortificaciones para no dejar pasar a los fascistas que hay en Talavera de la Reina y te reirías mucho si me vieras dormir en una fábrica de tapices, metido en un estante de los que hay para colocar la lana.”

Talavera resultó el paso previo al desvío orientado a “liberar” a los empecinados defensores del Alcázar, luego sempiterna página de gloria del “santoral” franquista.

A Josefina Manresa, 30 de septiembre de 1936.

“…trabajamos todo el día haciendo trincheras en el campo y a mí me tienen aquí cavando los rastrojos para hacer zanjas. Desde aquí vemos pasar los aviones con bombas para Toledo y oímos los estampidos de las explosiones y los cañonazos.”

A Josefina Manresa, 21 de enero de 1937.

La guerra ya lleva meses y ha corrido mucha sangre. Miguel ya está en la sección de Cultura del comisariado de la primera brigada móvil de choque, a la sazón comandada por Valentín González, conocido como “El campesino”.

Le escribe a Josefina a propósito de que han tenido que postergar el casamiento, por la permanencia de Miguel en el frente. “Échale la culpa a los fascistas, que no nos dejan poner la paz sobre España, y maldícelos a ellos, que han matado a tantos compañeros nuestros. Pero pronto se acabará con todos los italianos y alemanes que han traído a asesinarnos y nos juntaremos para siempre tú y yo…”

La mención de las tropas extranjeras se vincula asimismo con la etapa de la guerra: El Cuerpo de Tropas Voluntarias, de infantería italiana, la Aviazione Legionaria, en el aire y la Legíón Cóndor, de aviación y armas de alta tecnología, alemana, actúan a pleno, en particular en torno a Madrid.

A Josefina Manresa, 18 de febrero de 1937.

En medio del horror de la guerra, la utopía futura, y una paternidad ansiada con fuerza: “…con la guerra que nos han traído no defendemos más que el porvenir de los hijos que hemos de tener. Yo no quiero que esos hijos nuestros pasen penalidades, las humillaciones y las privaciones que nosotros hemos pasado, y no solamente nuestros hijos, sino todos los hijos del mundo que vengan.”

Y la invocación de la dura infancia y adolescencia.

A Josefina Manresa, 3 de marzo de 1937.

Le escribe desde Jaén, donde ha sido destinado para llevar a cabo tareas culturales y propagandísticas, destinadas a los soldados del frente sur (Andalucía y Extremadura). Miguel, integrado al cuerpo propagandístico conocido como El altavoz del frente, comienza a ser “El poeta del pueblo” o también “El poeta de la revolución”.

“Espérame. Voy dentro de cuatro días. Prepárate para nuestro casamiento. Vas a venir a Jaén conmigo. Tengo una alegría muy grande, nena.” En efecto, finalmente se casan (Matrimonio civil, el único vigente en pleno combate anticlerical) en esos días.

A Josefina Manresa, 7 de mayo de 1937.

“…salimos el domingo para Castuera (…) Casi todo el Altavoz se traslada allí…” Le cuenta que se trasladarán con la emisora de radio, los proyectores de cine, y viajará con él otro poeta, José Herrera Petere, voluntario como él del Quinto Regimiento. Por las mismas épocas tendrá como eficaz asistente a otro poeta joven, Antonio Aparicio.

Ha ocurrido un cambio de destino, a la zona de Extremadura en la que se mantienen los republicanos, mucho después de la caída de Cáceres (desde el momento del golpe) y la de una serie de localidades de la provincia de Badajoz y la propia capital provincial (Mediados de agosto)

A Josefina Manresa, 3 de septiembre de 1937 (Desde Rusia)

Lo que nos hacen trabajar al cabo del día los rusos. Es una gente que no quiere que nos vayamos de aquí sin llevarnos una impresión profunda de todo y continuamente nos llevan de un lado para otro y nos acosan a preguntas y atenciones.” (…) Me he tenido que poner un traje azul, corbata, zapatos, que me duelen mucho por cierto y echo de menos mis esparteñas, que he tenido que tirar.”

Miguel ha sido nombrado director de La Barraca, el grupo de teatro estudiantil que fundó García Lorca y llevaba el teatro, incluso el clásico, hacia las clases populares. Se relaciona con ello y también con su producción dramática de guerra (Las piezas breves de Teatro en la guerra) y con anterioridad Los hijos de la piedra referida a la masacre de Casas Viejas y la rebelión de Asturias y El labrador de más aire, que podía ser tomada como una alegoría sobre el franquismo.

A Josefina Manresa, 14 de septiembre de 1937 (Desde Rusia)

“…es posible que cuando vuelva a España no me dedique más que a mi trabajo de teatro y no vaya más o vaya poco por los frentes.” (Eso no ocurrió, pocos meses después estuvo en el frente de Teruel, en las muy difíciles condiciones del frío extremo y los combates más duros desde el comienzo de la guerra)

La cárcel y la muerte.

A Josefina Manresa, Rosal de la Frontera, 6 de mayo de 1939.

Huído a Portugal después de la guerra, ha sido entregado a la policía española. Quedó preso y bajo tortura.

“Ve a mi casa y di a mi padre y a mi hermano que estoy detenido,( …) es preciso que me reclamen a Orihuela. Que hablen con… ( ahí sigue una lista de amigos franquistas, entre los que destacan Luis Almarcha, Juan Bellod, falangista, y el abogado Martínez Arenas) “.la seguridad de mi honradez y la fe en la justicia de Franco me hacen estar sereno y alegre.”

A sabiendas de que las piezas de correo pasan por la censura, parece que el poeta prisionero le hace una concesión al mostrar confianza en Franco. Todo resulta de una punzante ironía, si se piensa que Hernández tiene sobre su cabeza una sentencia de muerte. Recién quedará sin efecto en junio. Y el aviso no llega a la cárcel hasta el mes siguiente.

A Pablo Neruda, 26 de junio de 1939 (desde una cárcel de Madrid, la de Torrijos)

“Es de absoluta necesidad que hagas todo cuanto esté en tu mano por conseguir mi salida de España y el arribo a tu tierra en el más breve espacio de tiempo posible.”

De nuevo, el chileno como valedor, con visos de “angel de la guardia”. El sueño del exilio en Chile quedará trunco para siempre.

A Josefina Manresa, 25 de julio de 1939.

“Ese amigo chileno que te decía, se preocupa grandemente de todo y hasta un cardenal francés hace gestiones. La Virgen Santísima, el Señor y el cardenal y este amigo de verdad, conseguirán lo que deseamos todos, pero más que todos tú y yo.”

Son ciertas las gestiones del futuro premio Nobel y candidato a presidente de su país. No estuvo sólo, al esfuerzo con el dignatario eclesiástico se sumó María Teresa León. El propósito era conmover al anciano cardenal, a partir de las inclinaciones católicas de los inicios de Miguel. Un estudioso, Manuel Parra Pozuelo, lo relata así:

“… Marie Anne y Maria Teresa León leyeron al cardenal Braudillart el auto sacramental de Miguel Hernández, consiguiendo así que el prelado se emocionase, aún más podrían haber obtenido del prelado si le hubiesen leído los tres sonetos titulados A Maria Santísima Virgen de Agosto, que habían sido publicados en Gallo Crisis, evidenciando que, en este tiempo, y durante la elaboración de su auto sacramental las influencias de Ramón Sijé eran inequívocas y absorbentes—“

En los primeros días de septiembre fue liberado, lo más probable por error o desinteligencias entre distintas autoridades franquistas. Contra todas las sugerencias vuelve por Orihuela. En seguida es denunciado por un par de burócratas y vuelve al encarcelamiento, que será definitivo.

A Josefina Manresa, 12 de septiembre de 1939.

Con oscuro humor carcelario toma a broma las pésimas condiciones de higiene: “…paso mis buenos ratos espulgándome, que familia menuda no me falta nunca, y a veces la crío robusta y grande como el garbanzo. Todo se acabará a fuerza de uña y paciencia, o ellos, los piojos, acabarán conmigo. (…) “¡Pobre cuerpo! Entre sarna, piojos, chinches y toda clase de animales, sin libertad, sin ti…”

A Josefina Manresa, septiembre de 1939.

Ya preso nuevamente, manifiesta tener claras las causas de su sufrimiento:

“Estoy pasando más hambre que el perro de un ciego y que el uno que ve, pero no tiene qué darle. (…) No me perdonarán nunca los señoritos que haya puesto mi poca, o mi mucha inteligencia, mi poco o mi mucho corazón, desde luego mis dos cosas más grandes que todos ellos juntos, al servicio del pueblo de una manera franca y noble. Ellos preferirían que fuese un sinvergüenza. Ni lo han conseguido ni lo conseguirán.”

La alusión final va quienes pretendían “redimirlo”, ofreciéndole mejores condiciones o incluso la libertad en un plazo breve, si se sometía al bretal ideológico del falangismo. Hasta quisieron hacerle firmar como propios unos poemas religiosos, como parte de una forzada “conversión”.

A Josefina Manresa, 23 de julio de 1940.

“Alégrate, Josefina. Me han juzgado y he firmado doce años y un día de prisión menor. No te miento. El fiscal pedía treinta, y al fin me han rebajado dieciocho.”

Le oculta la amarga verdad a su esposa, ha estado condenado a muerte durante medio año. Y las más altas esferas han dispuesto la conmutación de la pena a 30 años y un día, la más prolongada de las condenas a prisión. No quieren un escándalo internacional como el que desató la ejecución de Lorca.

A Josefina Manresa, 27 de noviembre de 1940.

“Como ves, sigo haciendo turismo. Ahora voy a Ocaña, no sé si por mucho tiempo. Siento haber dejado la ciudad de las mantas (Palencia) porque aquel frío y aquellas aguas y aquellas hambres no me sentaban mal del todo.”

El supuesto “turismo” alude a los reiterados desplazamientos entre penales, a veces muy distantes entre sí, lo que genera paradas intermedias en un tercer establecimiento. Entre los permanente y los “de paso” completó más de una decena, diseminados por buena parte del territorio español.

A Josefina Manresa, 1 de enero de 1941.

“He pasado veinticinco días completamente solo (era obligatorio un período de incomunicación al llegar a una cárcel y él había llegado hace poco a Ocaña) en una celda no muy caliente por cierto, sin poder hablar con nadie y dedicado exclusivamente a pensar en las personas que más quiero en el mundo y a releer tus cartas de todo el tiempo que llevamos sin vernos.”

De modo gradual, menguan las manifestaciones de esperanza y buen humor “a pesar de todo”. Se filtra un aire de pesadumbre. Y de hastío frente al encierro que no concluye.

A Vicente Aleixandre, 3 de junio de 1941.

El gran poeta, futuro premio Nóbel, era ahora su mejor amigo. A él elige contarle sus padeceres físicos, ya en las últimas etapas de su periplo carcelario.

“…he pasado unos días con una bronquitis que me ha dejado mucha flojera. Además la falta absoluta de preparados farmacéuticos atrasa la cura completa y todavía no ando firme.”

A la bronquitis le seguirán frecuentes infecciones intestinales, tifus y la postrera tuberculosis.

A Carlos Rodríguez Spiteri, 10 de octubre de 1941.

“No me recuerdes a Cossío. Recuérdame a los amigos de verdad.” Muestra así su repudio a su antiguo amigo y empleador, que había intercedido por él repetidas veces. Pero también se había hecho cómplice de sus intentos de “redimirlo”.

El interlocutor de ésta es otro poeta, no tan conocido.

A Josefina Manresa (sin fecha)

Ya cerca de la muerte, una breve misiva a su mujer, marca el desamparo y la desaprensión que lo azotó hasta el final: “…manda sin falta el algodón si no quieres que me curen con trapos. Pregunta a don Luis qué pasa que no me trasladan. Será que no ha hablado con Máximo Cuervo.”

Don Luis es el eclesiástico Almarcha y el traslado, tan demorado que no llegará a concretarse, es a una clínica bien equipada, que solicitó con insistencia pero en vano.

El sacerdote “amigo” con complicidad de algún colega que oficia en la prisión, retiene su salida para convencerlo de “salvar su alma”.

La última correspondencia con Josefina Manresa no son propiamente cartas sino breves notas sin fecha, referidas a cuestiones de supervivencia.

Por esos mismos días la pareja se casa in extremis por el rito católico, única forma de que su matrimonio fuera válido, luego de ser anulado el de 1937, como todos los contraídos bajo la legislación laicista republicana. El “arrepentimiento” no se produce. Hernández camina hacia la muerte, con firmeza en sus convicciones.

Hernández fue un poeta refinado y a la vez popular, prosista “de batalla” que conmovía a los combatientes, veterano de guerra que no rehuyó la primera línea, resistente frente a una variada gama de tormentos físicos y morales. Su arte sigue vigente. Su obra es cada vez más leída y estudiada. Su ejemplo ético se trasmite de generación en generación. Todo homenaje es poco para su figura y su obra.

La infame condena.

Quisiera terminar retrocediendo algo en el tiempo, para leer un muy significativo pasaje de su sentencia a la pena capital, en el que se dan por “probados” sus supuestos “delitos”:

En uno de los arbitrarios juicios de la época, llevado adelante por un consejo de guerra, fue condenado a muerte el 18 enero de 1940 por “adhesión a la rebelión militar”. “Justicia al revés” (Ramón Serrano Suñer dixit), en la que los defensores del orden constitucional son los acusados de “rebeldes”.

La sentencia se fundamentaba en las siguientes “pruebas”, enumeradas por el tribunal;

RESULTANDO probado y así lo declara el Consejo que el procesado MIGUEL HERNANDEZ GILABERT, de antecedentes izquierdistas se incorporó voluntariamente en los primeros días del Alzamiento Nacional al 5º Regimiento de Milicias pasando más tarde al Comisariado Político de la 1 ª Brigada de Choque e interviniendo entre otros hechos en la acción contra el Santuario de Santa María de la Cabeza. Dedicado a actividades literarias era miembro activo de la Alianza de intelectuales antifascistas, habiendo publicado numerosas poesías y crónicas, y folletos, de propaganda revolucionaria y de excitación contra las personas de orden y contra el Movimiento Nacional, haciéndose pasar por el «Poeta de la Revolución».

A esas consideraciones se agregaba la de ser miembro del comisariado político (sin reparar en que M.H. llevaba adelante tareas sobre todo culturales)

Nótese que no se lo acusa de ningún crimen, ni siquiera de alguna crueldad o abuso de cualquier tipo que fuere.

Defender con las armas a la República y escribir. Los únicos cargos que se le formulan y, de modo increíble, alcanzan para dictar una condena a muerte.

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Junto con Federico García Lorca fueron los dos poetas asesinados por el franquismo. Lorca a mano armada, de arteros balazos en una madrugada. Hernández por medio del encierro; el peregrinaje por más de diez cárceles, la tortura y el maltrato, el hacinamiento, la falta de higiene, la carencia o penosa insuficiencia de la atención médica.

La represión sanguinaria no pudo impedir que nos acompañen hasta hoy. Y lo harán con nuestros hijos y nuestros nietos.

Sus poemas seguirán enseñándose en las escuelas. Hagamos votos por que a las niñas y niños también se les cuente de una dictadura tenebrosa que duró cuarenta años.

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Este artículo se basa en el guión de la intervención del autor en una actividad de homenaje a Miguel Hernández, realizada el 10 de noviembre de 2022 y organizada por el programa radial Memoria en rojo, amarillo y morado, de la ARMH de Argentina. El mismo se emite por radio caput, de Buenos Aires.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.