Toda persona medianamente informada reconoce que en el mundo contemporáneo se están produciendo grandes cambios en todo orden de cosas. Sin embargo, en la población no hay claridad en el conocimiento de la naturaleza y la direccionalidad de estos cambios. Comúnmente, por ejemplo, se sabe que se está en la era de la globalización, […]
Toda persona medianamente informada reconoce que en el mundo contemporáneo se están produciendo grandes cambios en todo orden de cosas. Sin embargo, en la población no hay claridad en el conocimiento de la naturaleza y la direccionalidad de estos cambios. Comúnmente, por ejemplo, se sabe que se está en la era de la globalización, pero el conocimiento del carácter neoliberal de la economía que sustenta aquella y sus múltiples consecuencias negativas en el mundo se desconocen. El conocimiento de la globalización es unilateral. El sesgo en la comprensión de este tema, no es casual, sino interesado. En realidad, en no muchos hay conciencia del significado de la globalización. Y la conciencia está ligada al asunto ideológico, y éste, esencialmente es la expresión de los intereses económicos y sociales en pugna que se dan en la sociedad. Los beneficiarios económicos de la globalización, abogarán indefinidamente por la continuación y reproducción del «gran mercado libre»; en cambio, los contestatarios críticos de la globalización – desde diversas tribunas – analizan y denuncian este fenómeno, algunos planteando alternativas, otros quedándose sólo en la denuncia. Samir Amin escribe: «Contrariamente al discurso ideológico dominante, sostengo que la globalización a través del mercado es una utopía reaccionaria. Debemos contrarrestarla mediante el desarrollo de un proyecto humanista y alternativo de globalización, compatible con una perspectiva socialista.»1 Por otro lado, existen apologistas de la globalización, que ante la situación de los resultados desastrosos en los últimos años proponen reformas al interior del mismo. Veamos el pensamiento de Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001 y ex-vicepresidente del Banco Mundial: «…en el Banco Mundial comprobé de primera mano el efecto devastador que la globalización puede tener sobre los países en desarrollo, especialmente sobre los pobres en esos países. Creo que la globalización – la supresión de las barreras al libre comercio y la mayor integración de las economías nacionales- puede ser una fuerza benéfica y su potencial es el enriquecimiento de todos, particularmente los pobres; pero también creo que para que esto suceda es necesario replantearse profundamente el modo en el que la globalización ha sido gestionada, incluyendo los acuerdos comerciales internacionales que tan importante papel han desempeñado en la eliminación de dichas barreras y las políticas impuestas a los países en desarrollo en el transcurso de la globalización.»2 Estos dos ejemplos, el de Samir Amin y Joseph E. Stiglitz revelan los puntos de vista contrarios respecto a lo que es la globalización. Estos autores asumen diferentes posiciones políticas e ideológicas frente a tan polémico proceso contemporáneo que involucra los destinos de la humanidad y de cada país. El asunto es si población conoce y es consciente de que estos grandes cambios están vinculados umbilicalmente con el fenómeno de la globalización.
Problemas económico-social-políticos como los que acabamos de presentar son parte de los temas que estudian las ciencias sociales. Éstas se ocupan de investigar los procesos en los que el colectivo humano (reconociendo el papel de las individualidades) ha protagonizado y protagoniza interrelaciones en torno a la lucha por la producción y los beneficios de ésta. Ahora bien, en la lucha por la producción, se entiende la lucha por el dominio de las fuerzas de la naturaleza, para lo cual se hace necesario la investigación científica, lo que va a significar el desarrollo de la ciencia y la tecnología, es decir el desarrollo de las fuerzas productivas. Y la lucha por los beneficios de la producción se traduce en lo que objetivamente existe y se conoce como lucha de clases, que se expresa en el campo político e ideológico. Por lo que el hombre como ser social, ha vivido en colectividad desde que apareció sobre la faz de nuestro planeta. La diversidad de acciones humanas ha estado caracterizada por una complejidad social que a través del tiempo ha concatenado formas de organización basadas en el cómo solucionar y satisfacer las necesidades básicas y secundarias que han comprometido no sólo el desafío naturaleza-hombre, sino hombre-hombre. En este doble desafío, la humanidad ha ido evolucionando a través de formas organizativas, donde las actividades principales y determinantes han sido los procesos de producción de todo aquello destinado a la existencia humana. En estos procesos económicos históricamente los hombres entran en relaciones sociales equitativas o desigualitarias, decididas por las relaciones de propiedad de los medios de producción. Se configura lo que se ha conocido como la estructura económica y su correlato en la supraestructura ideológica e institucional. Estas ideas cardinales son necesarias manifestarlas para comprender el carácter de las ciencias sociales.
En la actualidad, se viene discutiendo la conveniencia o inconveniencia de la intromisión del poder político en la vida del mundo científico. En otras palabras, si en la relación política y ciencia social, hay alguna o debe haber alguna direccionalidad, particularmente desde los centros de poder. Mauricio Sáez de Nanclares dice al respecto: «El campo de las ciencias ha sido muy sensible a la relación entre conocimiento y poder. Esto no resulta sorprendente. Producto de la moderna división del trabajo científico, el discurso especializado en dar sentido a los problemas de las sociedades, que ofrece explicaciones de los sucesos pasados y los que aún están en marcha, ha mantenido relaciones de tensión con el poder; es una relación que se establece no sólo en términos de interés cognoscitivo, sino también en términos del ejercicio del poder político. Al igual que la ciencia, el poder es un discurso; al igual que el poder, la ciencia organiza, ordena, jerarquiza… El poder instaura una realidad y – una vez alcanzada su legitimidad- se yergue frente a otros discursos, para los cuales resulta difícil responder a la autoridad que emana de aquél. La tensión es múltiple» 3 La relación entre las ciencias sociales y la política es intrínseca, con un sustento ideológico del cual es imposible sustraerse. Como se comprenderá, el problema de la política es esencialmente el problema de la lucha entre las clases sociales y las fracciones de éstas, por el control del poder del estado para la defensas de determinados intereses económicos. Las ciencias sociales y los científicos que las investigan no pueden eludir esta relación. Las clases sociales que están en el control del Estado, justificarán su permanencia a través de determinadas argumentaciones basadas en determinadas ciencias sociales; como también, hay quienes quieren acceder al poder para logros de beneficios personales o colectivos; para representar los intereses de la burguesía o de los sectores populares, por lo que acudirán a las ciencias sociales para sus respectivos argumentos. Incluso, el investigador social que esté lo más lejos de las discusiones y pasiones políticas, siempre estará sujeto a determinados paradigmas ideológicos que influyen de hecho en sus estudios sociales, dándole direccionalidad a sus investigaciones, con consecuencias prácticas.
Profesor Asociado de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta, Lima, Perú
1 Samir Amin, 1999, EL CAPITALISMO EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN, Ed. Paidós, España, (Pág.19).
2 Joseph E. Stiglitz, 2002, EL MALESTAR EN LA GLOBALIZACIÓN, Ed. Taurus, Colombia, (Pág.11).
3 Mauricio Sáez De Nanclares, 1999, CIENCIAS SOCIALES Y ESTADOS MODERNOS (Experiencias Nacionales e Incidencias Teóricas), Ed. Fondo de Cultura Económica, México (Pág.7).