Recomiendo:
0

Un trabajo escénico de Gracia Morales para impulsar la justicia de las víctimas

Las fosas de las cunetas entierran la verdad en NN12

Fuentes: La república cultural

No todas las guerras son iguales, aunque el tiempo y la globalización las ha ido aproximando en las formas. Los horrores que generan son siempre eso, horrores, pero algunas dejan secuelas más largas y peores que otras, y me refiero a las guerras civiles, internas, los golpes de Estado con guerras sucias asociadas a dictaduras. […]

No todas las guerras son iguales, aunque el tiempo y la globalización las ha ido aproximando en las formas. Los horrores que generan son siempre eso, horrores, pero algunas dejan secuelas más largas y peores que otras, y me refiero a las guerras civiles, internas, los golpes de Estado con guerras sucias asociadas a dictaduras. En nuestro país sabemos algo de eso… no sabemos todo, no sabemos mucho, porque aún se siguen ocultando los muertos en las cunetas a millares, mientras en otros lugares se va rescatando la memoria, para restañar las heridas, conocer a los miserables y devolver a los muertos a las familias, a las tumbas y al recuerdo.

Además de interesante, es muy valiente el texto de Gracia Morales, que ha querido recoger en su trabajo varias de las cuestiones que guerras tan crueles como la que el bando fascista desató contra la España Republicana en 1936, dejan tras su paso sobre la población.

No se limitará la autora a la cuestión de la identificación de cadáveres, como podría desprenderse de ese título NN12, en que las iniciales se corresponden al No-Named (Sin Nombre), que sirve para designar los restos humanos no identificados. La identificación que la forense, en la que ella misma ha querido encarnarse, va más allá del nombre de la desaparecida, hablamos de concretar su auténtica identidad: encontrar al hijo secuestrado y abandonado luego, y finalmente al padre… Todos los horrores que alguien pueda imaginarse, han pasado por el cuerpo y la mente de la muerta, hasta ser enterrada en una fosa común, pero no desaparecerá ninguno de ellos tras el asesinato, sino que quedan pendientes, en esos muertos que bajo tierra repiten los últimos retazos de su historia, de sus dudas, de sus lazos familiares.

Mientras Gracia interpreta a la investigadora, Carolina Bustamante es la desaparecida, tanto es así, que nadie puede verla, mientras ella se reencuentra con sus huesos sobre la mesa forense, con su hijo en ese depósito de investigación, con sus horrores más adelante. Aunque los signos de identidad de esta desaparición no quieren hacer un calco de una guerra concreta, sino de todas aquellas en las que ocurren cosas similares (tantas…), no deja de identificar la tortura, el secuestro, el asesinato, los malos tratos, con el fascismo, dando su toque de recuerdo acerca de la Alemania nazi con el personaje de Lili Marleen (en la canción escrita por Hans Leip, compuesta por Norbert Schultze y cantada por Lale Andersen, pero más identificada con Marlene Dietrich), que fuera símbolo tergiversado de una época. Así, Carolina será a la vez la desaparecida de su familia y la Lili de sus captores, mientras Gracia le va refrescando los recuerdos anteriores a su muerte. Si la investigadora forense parece preocuparse mucho por el hijo de aquella, finalmente quedará en la mente del espectador que, lo hecho, es por la muerta antes que por el resto.

Un juego entre el teatro de texto de tres personajes y lo corporal de ese fantasma que representa Carolina Bustamante, que tanto vuela sobre las mesas y los personajes vivos, como se esconde y refugia bajo las mesas y las tarimas para no ser encontrada de nuevo por sus torturadores. Las luces tienen sus momentos esenciales en la transmisión de mensajes y sentimientos, en tanto que el vestuario permite jugar con los contrastes de cada instante: por ejemplo, la primera aparición de un fantasma que viste de hombre, hasta que se descubre su primera identidad como mujer, y va despojándose de ese aspecto más asexuado que le dan sus ropas (sombrero, chaqueta y chaleco…) manteniendo, no obstante una cierta estética identificada con la Dietrich y con el peculiar glamour esa época.

Un gran trabajo, presentado de forma sencilla, poco ostentosa, donde la única esperanza está en continuar adelante con la tarea que es preciso hacer, y por último señalar que lo que muchos identifican con una canción de los nazis habla de un soldado que en el cuartel y en el frente, duda de su regreso pese a que su Lili le aguarda, y que realmente es de la primera guerra mundial (que no de la segunda). Cada vez parece más lejano que nuestros propios políticos asuman sus deberes en apoyar la causa de las víctimas, o en evitar el desarrollo de nuevas guerras.

Sinopsis

En NN12, texto de Gracia Morales que obtuvo el XVII Premio SGAE de Teatro 2008, con la dirección de Juan Alberto Salvatierra, asistimos a un proceso de investigación forense, mediante el cual se identifican los restos de una mujer hallados en una fosa común y descubrimos la historia que hay detrás. La acción se desarrolla en un lugar y un tiempo indeterminados: podría ser cualquier país y cualquier época donde una situación de guerra o de dictadura haya producido lo que llamamos «desaparecidos».

 El término NN proviene de la expresión latina Nomen Nescio (literalmente «desconozco el nombre»). Se utiliza en medicina y antropología forense para designar los cuerpos de personas cuya identidad se desconoce.

Cómo surge NN12 (XVII Premio SGAE de Teatro 2008)

La historia de NN12 comienza en un vuelo Roma-Madrid en diciembre de 2007. En el suplemento dominical de El País, el reportaje «La voz de los huesos» aborda el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense. Gracia Morales, dramaturga y cofundadora de la compañía granadina Remiendo Teatro, va en ese avión, leyendo ese reportaje. Una imagen surge, entonces, nítida y acuciante en su mente: una forense que estudia los restos de un cadáver sin identificar, mientras la persona muerta es testigo de ese proceso de investigación.

Este es el punto de arranque del texto NN12, para el que la dramaturga contó luego con la inestimable colaboración del Dr. José Antonio Lorente, director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada y reputado investigador forense a nivel internacional.

Dice Gracia Morales: «Cuando me surgió la imagen primera de la que nace NN12, sentí la necesidad y la urgencia de contar esta historia a pesar del reto que ya sabía que iba a significar. La cuestión de las desapariciones forzosas es un tema muy complejo y problemático, especialmente en un país como España, donde el proceso de exhumar cadáveres se está realizando ahora y saca a la luz el dolor, el miedo, el rechazo… En NN12, sin embargo, he intentado no ubicar los hechos, consciente de estar hablando de una situación que se ha dado (y se sigue dando) en todos los tiempos y en todas las geografías.

Pero el mayor esfuerzo ha sido la implicación emocional que la obra requería, especialmente con el personaje de NN: tuve que hacer míos su dolor y su rabia para poder darle su propia voz. Para el equipo artístico que la puso en escena ha supuesto un proceso intenso y exigente, que ha durado diez meses. ¿Cómo concretar una estética que no remitiese a ningún lugar ni ninguna época? ¿Cómo abordar la carga emocional de la historia sin caer en el excesivo sentimentalismo? ¿Qué recursos usar para conseguir la mezcla de realismo y magia que la obra propone?… Hemos necesitado equivocarnos y rectificar muchas veces para responder, siquiera provisionalmente, a todas estas preguntas».

Contexto: Desapariciones forzadas y niños robados

Desaparición forzada es el término jurídico que designa a un tipo de delito complejo que supone la violación de múltiples derechos humanos y que, cometido en determinadas circunstancias, constituye también un crimen de lesa humanidad, siendo sus víctimas conocidas comúnmente como desaparecidos.

Según Amnistía Internacional, «una desaparición forzada ocurre cuando una persona es detenida o secuestrada por el Estado o por agentes que actúan en su nombre, y luego se niega que la persona se encuentre detenida o se oculta su paradero, apartándola así de la protección de la ley. Es muy frecuente que las personas desaparecidas no sean jamás liberadas, y que su suerte nunca llegue a esclarecerse. Sus familias y amistades en muchos casos jamás llegan a saber qué les sucedió.

Sin embargo, esas personas no se desvanecen sin más. Alguien, en algún lugar, sabe qué fue de ellas. Alguien es responsable pero demasiado a menudo elude la acción de la justicia.

La desaparición forzada constituye una violación de derechos humanos especialmente cruel que afecta tanto a la persona desaparecida como a su familia y amistades quienes, al desconocer la suerte corrida por su ser querido, espera, en ocasiones durante años, unas noticias que quizá nunca lleguen.

Las desapariciones forzadas persisten hoy día en muchos países del mundo tras haber sido una característica habitual de la segunda mitad del siglo XX desde que empezaron a ser cometidas en gran escala en la Europa ocupada por los nazis en 1941.» En el siglo XX, se estima que 235 millones de personas murieron víctimas de conflictos armados, y de ellas, unos 115 millones lo hicieron por la represión de sus propios gobiernos.

Dictadores y genocidas de todos los continentes tienen en su haber una escalofriante cifra de millones de muertos por su opresión, muchos de ellos desaparecidos.

Los desaparecidos no tienen lugar ni fechas. Se buscan en cualquier lugar del mundo: la Alemania nazi, el Sáhara occidental, la antigua Yugoslavia, Sudáfrica, Argelia, Argentina, Chile, El Salvador, Sierra Leona, Rusia, Rumanía, Guatemala, Ruanda, Uruguay, Congo, Perú, Camboya, México, Tailandia, Brasil, Sri Lanka, Turquía, Panamá, Bolivia, España…

Niños robados

En el caso de mujeres desaparecidas, en muchos casos son sometidas a violaciones múltiples y sistemáticas de las que luego algunas quedan embarazadas. Muchos de estos niños nacidos en centros de detención y tortura son posteriormente robados y dados en adopción a familias afines al régimen opresor.

En España, en estos últimos años han salido a la luz muchos casos de madres que, durante la dictadura, fueron engañadas y a las que les quitaron sus hijos, pero hasta ahora se podía pensar que eran hechos aislados. «Se están confirmando nuestros temores de que se trata de algo brutal, una práctica extendida y común», apunta Enrique Vila, abogado de la Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (Anadir). Esta asociación estima que, en total, puede haber unos 300.000 casos de niños robados en España, casos que hunden sus raíces en los últimos coletazos del franquismo, desde los años 50 hasta bien entrados los 80, y ven la luz ahora.

La Compañía

Remiendo Teatro es una compañía surgida de la nueva dramaturgia andaluza. Fundada en Granada en 2004, da cobertura al talento creador de la autora y poeta Gracia Morales junto al productor y actor Carlos Gil Company y el iluminador Fernando M. Vidal, a los que posteriormente se ha unido Juan Alberto Salvatierra en la dirección artística.

Realizan un teatro comprometido, indagador e interrogante. En sus trabajos abordan temáticas que afectan a los espectadores actuales, con un lenguaje directo y cercano, a veces duro, pero siempre poético, en el que se mezcla lo real-cotidiano con elementos mágicos y simbólicos. Su proyecto escénico conjuga nociones clásicas del teatro (el valor de la palabra y la interpretación) con una estética contemporánea e innovadora cuya principal característica es la redefinición del tiempo y el espacio. Sus puestas en escena ofrecen una imagen sobria y precisa, donde la iluminación y la música cobran una importancia fundamental, acentuando los elementos líricos y mágicos de sus propuestas dramáticas.

En 2004 estrenan Un horizonte amarillo en los ojos, un espectáculo unipersonal dirigido por Antonio H. Centeno en el que abordaban el desarraigo y la violencia que caracterizan las sociedades modernas.

En 2007 afrontan A paso lento, un trabajo dirigido por Juan Alberto Salvatierra en el que utilizaban el lenguaje audiovisual documental para ofrecer una mirada abierta sobre la tercera edad.

En 2009 estrenan NN12, el texto de Gracia Morales que obtuvo en 2008 el XVII Premio SGAE de Teatro, también con dirección de Juan Alberto Salvatierra y producido en colaboración con la Junta de Andalucía.

Fuente: http://www.larepublicacultural.com/