Son las sociedades de control las que están reemplazando a las sociedades disciplinarias, dijo Gilles Deleuze en su famosa obra «Postdata sobre las sociedades de control». Ella, merece ser releída y repensada a la luz de los tiempos que corren. El galo nos regala en poco más de dos mil palabras, con la más fina […]
Son las sociedades de control las que están reemplazando a las sociedades disciplinarias, dijo Gilles Deleuze en su famosa obra «Postdata sobre las sociedades de control». Ella, merece ser releída y repensada a la luz de los tiempos que corren.
El galo nos regala en poco más de dos mil palabras, con la más fina prosa característica de sus coetáneos, lo que considera que es el paso a las sociedades de control -vaticinadas por Foucault-, las cuales, superan a las sociedades disciplinarias -caracterizadas por el mismo Foucault.
Son muy certeras las identificaciones que hace Deleuze de los nuevos mecanismos que se generan socialmente. Según él, aparecen las transformaciones en la industria, la escuela, el hospital, el ejército, la prisión. La entrada en escena del dominio de la empresa, el de la banca, la preparación permanente, la competencia permanente, la superproducción, señala una época. Como un buen doctor, el autor sabe palpar los síntomas de cambios en el mundo. Sin embargo, no podría faltar preguntarse cuándo, dónde, y un por qué.
Y es que lo que se cuenta en la Postdata es la crisis de las sociedades disciplinarias. Pero, ¿dónde hay sociedades disciplinarias, al menos con esas cualidades que menciona?
El tercer mundo, por ejemplo, que no logra extender el sistema de enseñanza básico a la mayoría de la población, es muy difícil que pueda pasar por tal crisis que se menciona en Posdata. Y es que aquella -entre otras cosas- trata de cómo un sistema de enseñanza generalizado -con gran abarcabilidad- entra en crisis. En la periferia, podrá existir una crisis de la educación, pero porque no se ha logrado llegar a cubrir el analfabetismo. Es decir, debe tenerse un sistema de enseñanza abarcador, para luego hablar de la crisis de este a nivel de toda la sociedad. Mientras tanto, el problema es enseñar, no qué se enseña.
Lo mismo puede ocurrir con la realidad de las fábricas que transitan a empresas. Si bien en los países atrasados la lógica de empresa que se describe existe, todavía hay mucho de lo relativo a la fábrica; la fábrica primaria, explotadora, como pueden ser las maquilas. Y es que la relación social empresa -diferenciada de la fábrica-, no parece ser un rasgo de un mundo fuera del primero. Muchas naciones, no superan lo definido por Deleuze como la fábrica.
Postdata nos empuja a decirnos cuál es el mundo que transita a las sociedades de control: la Europa civilizada de la posguerra. Y no creo que se trate de un etnocentrismo europeo en la obra, más bien el etnocentrismo sería el pensamiento que no contextualice la lectura del texto y sus ideas, y lo convierta en una regla, en una lógica trascendental, en un principio metafísico para aplicar a todas las sociedades. De ahí que sea necesario aclarar que la crisis de las sociedades disciplinarias, son, claro está, donde existe tales sociedades. Ello, en ese mundo donde las relaciones capitalistas de producción llegan a un grado tal de desarrollo institucional y cultural que lo condicionan. Y no se puede pensar en la crisis de la «institución terminada» en países donde ha existido históricamente una debilidad institucional.
El propio Deleuze deja entender que esa realidad previa a la sociedad de control, esa Europa del estado de bienestar, tendría que lidiar con otros espacios: «demasiado pobres para la deuda, demasiado numerosos para el encierro: el control no sólo tendrá que enfrentarse con la disipación de las fronteras, sino también con las explosiones de villas-miseria y guetos.» Con ello, dejaba -a mi entender- la puerta abierta a la necesidad de contextualizar dichas sociedades de control -y eso es algo a tener en cuenta en las lecturas a Posdatas.
Un fin de las sociedades disciplinarias, habiendo otras que no agotan el modelo, otras que deformadamente asumen modos híbridos, son ese pie forzado para dar mirada a la interacción dentro del sistema del que son parte las diferentes sociedades. Deleuze sugería que todo era parte de un capitalismo, y quedó el asunto abierto. Y es que el mundo que describe Postdata es, una de las caras de un capitalismo global, de ahí que para comprender el fenómeno en cuestión, que explicar dicha cara, lleve reflexionar el sistema capitalista, sobre todo, la relación establecida entre sus polos.
Si se observa, el planeta de pasadas las guerras mundiales es uno que queda repartido, y en él, delimitados los extremos en contradicción: los avanzados por un lado, los atrasados al otro. En el sistema que ya tiene desplegados y definidos sus contrarios – cuando estos quedan puestos-, comienza a generarse el mediador: el tercer término o término medio de la contradicción. El mundo que empieza a producir los llamados estados de bienestar es el mismo que produce sus contrarios y luego, sus mediadores. Lo que ocurre con ello, no es otra cosa que el hecho de que el sistema -capitalista mundial- adquiere una mayor estabilidad en cuanto al entramado de relaciones que propaga -para este caso, se trata de la definición de sus extremos y la gestación de su(s) mediador(es)-. Dado que el desarrollo de una totalidad es también el de los elementos que la conforman, los polos ya están bien formados en cuanto a las relaciones que lo caracterizan a lo interno; por tanto, el capitalismo avanzado -uno de los polos-, ya se encuentra afianzado como tal. Pero también el grado del desarrollo de una sociedad, lo es de su sujeto. Por lo que, aquellos espacios donde el capitalismo está en su versión superior, está también el sujeto que se hace corresponder con esa realidad: la estabilidad del capitalismo, es la de su sujeto. Esto es, que el sistema ya cuente en su lado desarrollado con el sujeto ya establecido, dígase, adoctrinado, disciplinado, que reproduce de manera «natural y espontanea» la práctica subjetiva del ciudadano del capitalismo estabilizado; ya tiene incorporado todos los hábitos costumbres y tradiciones que reproducen de manera casi absoluta la cultura correspondiente de respeto al orden social que viven.
Entonces, esa sociedad, que ya tiene solidificada una generalidad en la subjetividad social que le es inherente al orden establecido, puede dar un paso superior: controlar; así, sacar provecho a ese sujeto del capitalismo avanzado que ha creado, y para ello solo necesita verificar el cumplimiento de la actividad socialmente delimitada a cada individuo. Se asemeja tal realidad, a un mundo mecánico que ya tiene cuerda, que ya tiene el hombre que asume espontáneamente la cuerda impulsará su actividad, y solo necesita -el poder- velar el recorrido del cuerpo que ha entrado en movimiento.
Ello solo es posible, cuando la totalidad mundial de la que somos parte ya se ha establecido como sistema, y en el cual, si existe la sociedad de control, existe su contrario: aquel mundo donde esta es una caricatura, donde la corrupción, el tráfico, siguen siendo dinámicas importantes, y lo disciplinario no logra agotarse -ni siquiera imponerse- como modelo. Esto, es la antítesis de ese capitalismo que tiene su sujeto moldeado que reproduce sus reglas y el ejercicio del poder consiste en controlar; es el escenario donde la cultura exportada de la sociedad de control encuentra resistencia, y se enfrenta a la cultura de la estructura impuesta. Al mundo que se le ha obligado a digerir un capitalismo que no le es endógeno, todavía agoniza en el subdesarrollo, y su sujeto, no es el mismo de las sociedades de control.
Las sociedades de control, son solo una cara del capitalismo; la cara de una sociedad y su sujeto, y que no solo señala la inevitabilidad de la existencia de lo contrario en el otro polo del sistema, donde en vez de civilidad existe guerra, desorden y violencia, sino que muestra también la estabilidad de dichas caras como partes de un todo.
Las sociedades de control, son solo la señal de la profundización de los rasgos que reflejan las relaciones polarizadas que genera el sistema mundial imperante. Su peor lado, no está dentro de ellas.
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