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Lenin: Imperialismo y estrategia socialista

Fuentes: Rebelión

Introducción El presente trabajo es un ensayo introductorio al estudio de los principales elementos teóricos, metodológicos y epistemológicos del análisis de Lenin sobre el imperialismo. Partimos de una breve exposición del contexto mundial de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, época en la cual se constituyó lo que actualmente conocemos como periodo […]

Introducción

El presente trabajo es un ensayo introductorio al estudio de los principales elementos teóricos, metodológicos y epistemológicos del análisis de Lenin sobre el imperialismo. Partimos de una breve exposición del contexto mundial de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, época en la cual se constituyó lo que actualmente conocemos como periodo imperialista. La identificación de las circunstancias específicas hace posible concretar teóricamente con mayor exactitud el análisis de los presupuestos que sirvieron de base al análisis marxista puesto por Lenin a la cuestión del imperialismo.

Introducimos además importantes valoraciones y apreciaciones filosóficas ejecutadas por dos importantes filósofos marxistas quienes se han ocupado de reflexionar con profundidad el significado de esta figura histórica al interior de una teoría política transformadora. Tales reflexiones hacen posible aclarar el sentido de su contribución específica al problema del conocimiento de la sociedad capitalista desarrollada. Finalmente, nuestro trabajo emprende una breve revisión a las perspectivas políticas que él señala, así como al análisis de la realidad que desarrolla alrededor de lo que caracterizó como una nueva fase del desarrollo capitalista. El objetivo que perseguimos es el de encontrar elementos de actualidad que se puedan poner a disposición del análisis crítico de la situación del presente.

  1. Contexto general: Economía y política antes de 1914

A finales del siglo XIX el mundo constituido a partir de la revolución industrial y la revolución francesa comenzaba a resquebrajarse. Parecía que un siglo nada más había podido durar la «era del liberalismo».

A partir del año 1873, la economía comenzaba a mostrar signos importantes de perturbación y depresión sin presidentes [CITATION Eri07 p 43 l 3082] extendiendo como consecuencia, una nota de pesimismo y de ansiedad generalizada. Mientras el liberalismo alentaba una economía global y una división internacional del trabajo que maximizaba las ganancias y minimizaba los costos, las economías nacionales, cada vez más interconectadas se veían presionadas, por la fuerza de la competencia a proteger su industria interna. La crisis y bajada de precios obligaba a los Estados a tomar medidas proteccionistas. Pero la solución que los mercados encontraron a la crisis, no fue principalmente el proteccionismo, sino la concentración económica empresarial, es decir, la fusión de capitales en Truts con el fin de controlar grandes mercados, abandonando la competencia. Además de estas dos soluciones existía otra: el imperialismo, la política de reparto del mundo.

El mundo burgués, gracias al desarrollo tecnológico logrado, a partir de la revolución industrial, había expandido su hegemonía al resto del mundo. Esta superioridad tenía consecuencias prácticas en el desarrollo del ejército, permitiendo a Europa hacerse del control de importantes zonas mediante la diplomacia de los cañones [CITATION Eri07 p 14 l 3082]

En resumen, los principales rasgos de la economía durante el periodo previo a 1914, periodo que Hobsbawm llamó «la era del imperio» se pueden resumir Como sigue:

  1. Una expansión de la base geográfica de la economía y la política mundial. Muchos países se encontraban en un proceso de industrialización, pasando a formar parte de un enorme mercado mundial en desarrollo.

  2. Pluralización de la economía mundial. Además del Reino Unido se formaron rápidamente otros importantes núcleos de desarrollo industrial capitalista. Esto iba acompañado con una pluralidad también en los mercados. Los países del tercer mundo vendían sus materias primas ya no solamente a Inglaterra, sino también a otros importantes países capitalistas.

  3. La revolución tecnológica: Este periodo está marcado por el desarrollo de importantes tecnologías; como la televisión, el teléfono, el automóvil, el aeroplano, etc.

  4. La transformación en la estructura de la economía capitalista. La concentración de capitales que hacía necesario distinguir entre «empresa» y «gran empresa».

  5. El desarrollo de la producción en masa, favorecido por el rápido crecimiento de las ciudades, el desarrollo de la tecnología y el imperialismo. Artículos como las bicicletas, cocinas de gas, automóviles, el cine y los periódicos se producían cada vez para un público mayor y más variado.

  6. El importante crecimiento del sector terciario. El aumento de los puestos de trabajo en las oficinas, tiendas y otros servicios.

  7. La convergencia creciente entre política y economía. El cada vez más importante papel del gobierno y el sector público en la economía y el retroceso del libre mercado. La competitividad económica entre las economías nacionales y las rivalidades políticas entre los Estados dieron origen al imperialismo y condujeron a la primera guerra mundial.

Así pues, el acontecimiento más característico de finales del siglo XIX es la creación de una economía global, acompañada de un tejido cada vez más denso de relaciones económicas, de comunicaciones y de movimientos de mercancías [CITATION Eri07 p 71 l 17418]. Es en este contexto en el que debemos apreciar la forma específica en la que se presenta la teoría de Lenin acerca del imperialismo.

El siglo XIX desestabilizó a los antiguos imperios minando las estructuras de sus economías e instituciones fundamentales. Rusia era junto al imperio de los Habsburgo, uno de los sistemas con más primitiva estructura política. Esto lo envolvía en una situación paradójica. En tanto imperio era fuerte, pero con una base y estructura social marcadamente débil [CITATION Eri07 p 287-288 l 3082 ]. Esta es la razón por la que la revolución rusa podía representar el suceso más importante del siglo XX, el que le marcaría más que ningún otro, pues en la Rusia zarista se encontraban sintetizadas, todas las contradicciones de la era imperialista. Convergían en ella dos mundo, Europa y Asia, Occidente y Oriente, lo más avanzado del capitalismo decimonónico y lo más atrasado del antiguo régimen feudal [CITATION Eri07 p 309 l 3082 ].

A finales del siglo XIX, ante los ojos de los europeos parecía inevitable una revolución. El descontento de los campesinos era generalizado en un país en el que el 80% de la población pertenecía a este sector. Los intentos de reestructurar e industrializar el país no hacían sino incrementar este descontento, pues se desarrollaban a través de impuestos que se cargaban sobre las espaldas de los campesinos, al tiempo que permitían el desarrollo de una clase obrera incipiente, que enseguida fue tomando partido en favor de la revolución social. Por otro lado, el proceso de industrialización también agudizó las tensiones nacionales, movilizando a las minorías en contra del zarismo [CITATION Eri07 p 301-302 l 3082 ] la estrepitosa derrota sufrida por el gobierno ruso en la guerra con Japón finalmente puso en evidencia la debilidad del régimen abriendo la puerta a la revolución.

  1. El imperialismo y el análisis marxista

Según Ž i ž ek , existe un Lenin, cuya historia no ha sido completamente contada. La situación actual de la izquierda que se encuentra desconcertada, y ante la necesidad de reinventar sus coordenadas es muy similar a la que vivió Lenin y que dio origen al «Leninismo» [CITATION Sla04 p 7 l 3082 ]. Fue el hundimiento del proyecto socialdemócrata que abrazó el nacionalismo bélico de la primera guerra mundial, el hecho que marcó el escenario para la ruptura del historicismo evolucionista mantenido hasta entonces por la segunda internacional. Momento de «desesperación» que hizo identificar la oportunidad única que se abría para la revolución [CITATION Sla04 p 8 l 3082 ].

En esta posición Lenin se encuentra solo. Sus Tesis de Abril son calificadas como un delirio por sus propios compañeros. Sería un error, sin embargo, atribuir la hazaña de la Revolución al simple «genio de Lenin». Su éxito, más bien se atribuye a la capacidad de construir una base popular sólida en forma de contrapoder, capaz de anular de manera efectiva el poder oficial, y de construir poder alternativo. A pesar de que no se puede atribuir a Lenin el haber sido el artífice de esta nueva forma de participación democrática, si es importante subrayar que la idea leninista supo entonar, mejor que cualquier otra con las exigencias de estos nuevos actores sociales. El filósofo Slavoj Žižek encuentra en este aspecto, el reverso del mito formado en torno al pequeño grupo de revolucionarios que habrían dado un golpe de Estado [CITATION Sla04 p 10 l 3082 ]. En el fondo de la historia estaría pues el protagonismo de las masas, del pueblo ruso.

Hay un desajuste, al cual debe enfrentarse Lenin. Tras la revolución de Febrero Rusia se constituyó como el país más democrático de Europa, sin que esto significara un cambio real de la situación social. Este desajuste es la clave que Lenin ve, en el periodo que media entre febrero y octubre de 1917, para impulsar la Revolución socialista de octubre. Marca una dialéctica entre contenido y forma la cual no significa simplemente una relación entre ambos, sino por el contrario, expresa un desajuste en la forma misma. La revolución de febrero no habría transgredido los límites de la política burguesa, empujaba con apremio a la resolución de una dialéctica que sólo podía resolverse mediante una nueva forma radicalmente nueva de expresión política transformadora.

Para Lenin, el imperialismo señala la etapa de la guerra mundial y la guerra civil. Pero también el momento de la lucha revolucionaria decisiva. Esta madurez y determinación del proletariado es a la vez expresión de la situación socioeconómica del mundo. Así resumía el filósofo húngaro Georg Lukács los rasgos más generales del análisis socio histórico del pensador y revolucionario ruso [CITATION Luk05 p 58 l 3082].

Lenin, según este filósofo, ha situado en el centro de su interés «el análisis concreto de la situación concreta» pues un acontecimiento aislado no es capaz de revelarnos nada. En oposición a todo análisis «aislado» de los fenómenos sociales, Lenin propone mirar «a través de la conexión con la totalidad del desarrollo sociohistórico» [CITATION Luk05 p 58 l 3082]. Esta es la razón por la cual, el revolucionario ruso entra a analizar el problema de si los factores más característicos de su época, los cuales lejos de representar factores casuales o aislados, representan un nuevo estadio en el desarrollo social del periodo: el del imperialismo. De ser esto cierto, significa que todos los factores, no son sino diversos modos de manifestación de las cualidades históricas específicas, en relación a los cambios acontecidos en la época: Guerras mundiales, Huelga de masas, insurrección armada, etc.

Esto explica la decisión con la cual Lenin exige una posición clara y rotunda en contra de la guerra imperialista. Posición que no va a ser compartida por todos los «marxistas» de la época. Tal posición es, consecuencia directa de las conclusiones teóricas sostenidas por él, pues lo verdaderamente importante de su teoría del imperialismo es que «fue capaz de enlazar completa y concretamente la teoría económica del imperialismo con todas las cuestiones políticas del presente, y de hacer de la estructura económica de la nueva fase, el parámetro para todas las acciones concretas en un entorno tan decisivo» [CITATION Luk05 p 60 l 3082].

La teoría del imperialismo de Lenin es, en consecuencia (y es aquí donde reside su valor) una teoría sobre las fuerzas y las relaciones de clase concretas que el imperialismo desencadena.

  1. El imperialismo y la Revolución proletaria

Lenin caracteriza su época como «el periodo del entusiasmo general por las perspectivas del imperialismo, su defensa y embellecimiento general» [CITATION Vla771 p 406-407 t l 3082 ].

Rechaza la posibilidad de que con una política reformista, al modo como proponía Kautsky, sea posible una paz duradera. Kautsky asociaba al imperialismo con factores puramente económicos, contraponiendo a este la política de libre cambio. Esta situación en realidad no significaba más que la aceptación de los presupuestos económicos del imperialismo envueltos con el discurso de la revolución. A su juicio, hablar de libre cambio, en contraposición al proteccionismo, como de una política de la «democracia pacífica», significa olvidar los más esenciales y característicos rasgos del imperialismo, reemplazando al marxismo por el oportunismo pequeñoburgués [CITATION Vla77 p 412 l 3082]. La caracterización general que Lenin hace acerca del imperialismo es la de «capitalismo monopolista» [CITATION Vla77 p 420 t l 3082 ].

Los monopolios, la oligarquía, la tendencia a la dominación y no a la libertad, la explotación de un número cada vez mayor de naciones pequeñas por un puñado de naciones más ricas y más fuertes, es lo que ha dado origen a las más distintivas características del imperialismo, que nos obliga a caracterizarlo como «capitalismo parasitario o en estado de descomposición» [CITATION Vla77 p 421 t l 3082 ]

En sus conocidas Tesis de abril, Lenin condena la guerra civil como una guerra imperialista de rapiña, que se explica solo a partir del carácter imperialista del gobierno. En su opinión, la guerra de parte del proletariado solamente puede justificarse bajo la condición de que el poder pase a sus manos, renunciando a todas las anexiones de hecho, rompiendo a su vez con los intereses de los capitalistas. Insiste en el carácter imperialista de la guerra, en la necesidad de explicar este carácter, y sostiene al mismo tiempo que una paz duradera no es posible de conseguir si no se abate el poder del capital [CITATION Vla77 p 436 l 3082].

En cuanto a la revolución, Lenin considera que el momento está marcado por la tarea del paso de la primera etapa, que ha dado el poder a la burguesía, a su segunda etapa, que debe traspasar ese poder a manos del proletariado. Rechaza cualquier apoyo hacia el gobierno provisional, el cual acusa de falsedad, al estar compuesto por capitalistas [CITATION Vla77 p 437 l 3082].

Todo esto está acompañado por una serie de medidas de propaganda, a fin de promover la idea de que los soviets de diputados obreros constituyen la única forma posible de gobierno revolucionario. Esta propaganda debe ir acompañada de una serie de propuestas que dejen clara la forma en la cual el poder político debe ser estructurado, desde el punto de vista de una nueva política, radicalmente contraria a la burguesa: todo el poder para los soviets, control de la producción por parte de estos, funcionarios, elegibles y amovibles en cualquier momento con salarios no más altos que el de los obreros a los cuales representan, etc. [CITATION Vla77 p 438 l 3082]

Conclusiones

El análisis leninista acerca del imperialismo lejos de ser una cuestión concluida plantea la necesidad de una revalorización profunda que permita la búsqueda de elementos metodológicos, epistemológicos y teóricos que hagan posible el análisis de la realidad y posibiliten una crítica con posibilidades reales de transformación.

Lenin ha desarrollado una estrategia política, la cual es consecuencia directa del enfoque teórico sostenido por él. Así pues, la teoría del imperialismo como momento oportuno para la revolución social representa el esfuerzo consecuente por poner en marcha la línea de acción transformadora, lo cual constituyó la principal preocupación de su vida.

El análisis leninista ha mostrado la vigencia de la teoría marxista, al poner en evidencia la dialéctica de las fuerzas actuantes al interior de la sociedad, a diferencia de los enfoques mecanicistas que frenaban la acción revolucionaria transformadora.

Bibliografía

Hobsbawnm, E. (2007). La era del imperio, 1875-1914. Buenos Aires: Crítica.

Lenin, V. I. (1977). Obras Completas (Vol. XXIV). Madrid: Akal Editor.

Lenin, V. I. (1977). Obras Completas (Vol. XXIII). Madrid: Akal Editor.

Lukács, G. (2005). Lenin-Marx. Buenos Aires: Gorla.

Žižek, S. (2004). Repetir Lenin. Madrid: Akal.

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