En una nota sobre el tema del título dice el autor: «En oposición a estas ideas, en notas anteriores (por ejemplo, aquí; también en Economía política del subdesarrollo y la dependencia ) planteé que países como Argentina no son explotados por las potencias capitalistas. Los explotados son los trabajadores, no «el país». La explotación se […]
En una nota sobre el tema del título dice el autor:
«En oposición a estas ideas, en notas anteriores (por ejemplo, aquí; también en Economía política del subdesarrollo y la dependencia ) planteé que países como Argentina no son explotados por las potencias capitalistas. Los explotados son los trabajadores, no «el país». La explotación se da en términos de clases sociales, y en los capitales nativos no están sometidos a alguna forma de explotación ‘colonial'».
i) La explotación se da en términos de clases sociales ¡correcto!
ii) Pero también se ha dado (y aún se da) en términos de países ¿o la burguesía imperialista financiera yanqui no tiene sus propios intereses «nacionales, o la inglesa, o la francesa, o la japonesa, y ahora la china y la rusa? Se podrá pensar y decir: la burguesía imperialista financiera es una sola, no hay fracciones, toda ella es una clase explotadora mundial. ¡Sí! respecto de la clase asalariada ¡no caben dudas! Pero «dentro» de ella existe intereses y competencia financiera monopolista, planes «nacionales» de expansión (a pesar de cuanto se argumente en contra) y «regionales», hay rivalidad por espacios de poder e influencia sobre el resto periférico del mundo capitalista, ¿Qué fueron la Primera y la Segunda guerras mundiales? ¿no se enfrentaron la burguesía alemana-italiana contra los aliados burgueses franco-ingleses con más la burguesía yanqui? ¿y en la actualidad, por qué si no han vuelto a recrudecer las políticas «proteccionistas»? ¿Por qué si no las «guerras comerciales» y monetarias? ¿Existe acaso ya un «comando único» de todos esos países reducidos a una sola unidad geográfico-económico ¿Han desaparecido las naciones y sus burguesías? No hay que confundir una tendencia económico-histórica cual si fuera un hecho «ya consumado», esto no es así, mal que le pese a Astarita.
Las naciones burguesas «nacionales» son la prolongación de la etapa monárquica en Europa, que evolucionaron a partir del siglo XV, por eso tiene sentido histórico referirse a: monarquía inglesa; monarquía francesa; monarquía española, monarquía austríaca, etc. Todas plasmaron bajo el dominio del capital en naciones burguesas «nacionales». Que hoy en los hechos del dominio económico-financiero estas relaciones están muy por encima de las jurídico-políticas de los Estados nacionales y que exigen su adecuación «ampliada» (por ejemplo la Unión Europea) dejando a un lado las «fronteras» nacionales para expandir los mercados de domino del capital, es muy cierto, pero los potencias imperialistas como países aún existen, no son una reliquia del pasado lejano.
iii) El punto en cuestión, sin embargo, alude a circunstancias reales: ¿Un país imperialista explota a un país periférico atrasado o no? Dadas ciertas circunstancias económicas y políticas no sólo puede explotarlo sino que así ha sido y en muchos casos aún lo es.
Veamos. a) Teoría de la dependencia; b) El intercambio desigual. Estas dos concepciones desarrollaron ideas críticas en el sentido de la explotación de países atrasados por los países imperialistas «adelantados». La primera teoría se ajustaría más a lo que sostiene Astarita y que él afirma es el pensamiento de Lenin; éste sería una especie de «precursor» de la misma. En cambio la segunda, es una posición que se originó en los 70 con la obra de A. Emmanuel «El Intercambio desigual», que se apoyó en un examen téorico de la cuestión, en especial sobre la vigencia internacional de la ley del valor de Marx.
No nos detendremos en esto porque sería de nunca acabar. Pero quiero señalar sí una pequeña «perlita». Aquí nos comportaremos como lo hace él: recurriremos a una cita, en este caso, de Marx: «En las notas de Say a la traducción de Ricardo por Constancio, encontramos solamente una observación acerada acerca del comercio exterior. También puede obtenerse ganancia mediante la estafa, ganando uno lo que pierde otro. Dentro de una país, las pérdida y las ganancias se compensan. Pero no ocurre lo mismo entre diferentes países. E incluso teniendo en cuenta la teoría de Ricardo -cosa que Say no dice- pueden cambiarse tres jornadas de trabajo de un país por una de otro. La ley del valor sufre aquí una modificación importante. O las jornadas de trabajo de diferentes países pueden comportarse las unas con respecto a las otras tal como se comportan dentro de un país el trabajo calificado, trabajo complejo y el trabajo no calificado, trabajo simple. En este caso el país rico explotará al pobre, como lo ha expuesto también J.S. Mill en su obra Some Unsettled Questions, etc.» (K. Marx; Teorías sobre el Plusvalor; FCE, 14; p. 91).
¿Qué diría Astarita? Pero ¡¡Herr Marx Vd. está equivocado!! Su análisis no tiene en cuenta las clases sociales, se basa en países, ¡eso es nacionalismo burgués!
Dice en otro tramo de su nota:
«En varias ocasiones en que he planteado mi crítica al nacionalismo, hubo izquierdistas que me hicieron el cargo de dejar de lado la teoría leninista sobre el imperialismo. Y tienen razón en que la dejo de lado. No solo la dejo de lado, sino que la rechazo. Y la rechazo no solo porque la explotación colonial ha prácticamente desaparecido, sino también porque muchas de las afirmaciones que hace Lenin en su clásico folleto ya no se correspondían con la realidad del capitalismo de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Para entender por qué, repasemos algunos de los principales conceptos contenidos en el famoso folleto El imperialismo … .
La primera cuestión que marco en esta nota es su tesis de la tendencia al estancamiento en los países centrales. Según Lenin, la determinación monopólica de los precios hacía desaparecer el impulso al cambio tecnológico en los países centrales: «…como todo monopolio, el monopolio capitalista engendra inevitablemente una tendencia al estancamiento y la decadencia» (p. 61). El otro factor que llevaría al estancamiento es el exceso de capital (o sobreproducción permanente). El mismo se debería a que las masas trabajadoras y campesinas están empobrecidas y no tienen poder de consumo.
La segunda cuestión se refiere a la idea del «parasitismo». Es que, según Lenin, la respuesta del capital a la tendencia al estancamiento en los países centrales era la conquista de la periferia y la explotación colonial (que incluía la inversión de capital y el dominio del capital financiero). Y esta explotación era la base del «parasitismo» de los países adelantados. Esto significaba que los países adelantados vivían de la explotación de los países atrasados. En palabras de Lenin: «La exportación de capital… imprime un sello de parasitismo a todo el país, que vive de la explotación del trabajo de unos cuantos países y de las colonias de ultramar« (p. 61; énfasis agregado).
Pero además, y en tercer término, el parasitismo no solo enriquecía a la clase dirigente de las potencias imperialistas, sino también (Lenin cita a Hobson) permitía «sobornar a las clases inferiores a fin de que guarden silencio». Agrega: «…para que ese soborno, al margen de cómo se realice, sea económicamente posible se requieren unos altos beneficios monopolistas» (p. 62).
Con lo cual llegamos al cuarto punto que queremos destacar: la suma de «parasitismo» y «soborno de una parte de la clase obrera de los países adelantados» da como resultado que la explotación sea presentada en términos de países, no de clases sociales . Para mostrarlo, hacemos un repaso de las menciones a la explotación contenidas en su folleto:
En p. 7 sostiene que «el capitalismo se ha transformado en un sistema mundial de opresión colonial y de estrangulamiento financiero de la aplastante mayoría de la población del planeta por un puñado de países avanzados». En p. 39 la explotación es «de la mayoría de los países por un puñado de Estados ricos». En p. 53 se refiere a las naciones que participan «de la explotación gigantesca del globo». En p. 61 (ya lo citamos) escribe sobre el «parasitismo» de los países que viven «de la explotación del trabajo de unos cuantos países y colonias de ultramar». En p. 63 afirma que el imperialismo significa el reparto del mundo «y la explotación de otros países, además de China, que significa altos beneficios monopolistas para un puñado de países muy ricos…». En p. 65 sostiene que «un puñado de Estados» explota una parte del «mundo entero». En p. 72 reitera que India, Indochina y China, colonias y semicolonias con una población de entre 600 y 700 millones de habitantes «están sometidas a la explotación del capital financiero de varias potencias imperialistas: Gran Bretaña, Francia, Japón, EEUU, etcétera». En p. 78 de nuevo se refiere a la explotación de cada vez más naciones pequeñas y débiles por un puñado de las naciones más ricas y poderosas«.
Cuán lamentable es. Astarita parece que no sabe leer: Lenin dice y repite «… tendencia al estancamiento y la decadencia», concepto que se puede encontrar a lo largo del escrito de Lenin. Pero transcribamos un texto que echa por tierra lo afirmado por Astarita: «Los monopolios, la oligarquía, la tendencia a la dominación en vez de a la libertad, la explotación de un número cada vez mayor de naciones pequeñas o débiles por un puñado de naciones riquísimas o muy fuertes: todo esto ha originado los rasgos distintivos del imperialismo, que obligan a calificarlo de capitalismo parasitario o en estado de descomposición. Cada día se manifiesta con más relieve, como una de las tendencias del imperialismo, la formación de `Estados rentistas´, de Estados usureros, cuya burguesía vive cada día más a costa de la exportación de capitales y del `recorte de cupones´. Sería un error creer que esta tendencia a la descomposición descarta el rápido crecimiento del capitalismo. (Énfasis FHA). No; ciertas ramas industriales, ciertos sectores de la burguesía, ciertos países, manifiestan en la época del imperialismo, con mayor o menor intensidad, ya una, ya otra de estas tendencias. En su conjunto, el capitalismo crece con una rapidez incomparablemente mayor que antes, (Énfasis FHA), pero este crecimiento no sólo es cada vez más desigual, sino que la desigualdad se manifiesta asimismo, de un modo particular, en la descomposición de los países de capital más fuerte (Inglaterra)» (Imperialismo cit. p. 315).
Hay más textos de Lenin en este sentido en la obra, pero sería cansador para el lector aun cuando fuera rotundo el mentís de lo que dice Astaria. Sólo una más: «Para el capital financiero no tienen importancia sólo las fuentes de materias primas ya descubiertas, sino también las posibles, pues la técnica avanza en nuestros días con una rapidez increíble…» (Idem, p. 276).
Pero entonces ¿nada hay de parasitismo, descomposición, decadencia, etc.? No, estas circunstancias son concomitantes con los cambios e innovaciones tecnológicos que son constantes. Empresas absorbidas por un capital más poderoso sencillamente para cerrarlas, eliminarlas con sus activos reales y financieros; todo tipo de fórmula y patentes que se apropia el capital del trabajo de los investigadores para «demorar» («cajonear») su puesta en práctica o impedir que otro capital se apodere; expansión de los hechos delictivos de espionaje industrial y financiero a escala planetaria; etc. Lenin en la p. 291 cita como «… en EE.UU. cierto Owens inventó una máquina que debía producir una revolución en la fabricación de botellas. El Kartell alemán de fabricantes de botellas le compró la patente y la guardó bajo llave, retrasando su aplicación.»
Y en la actualidad misma ¿qué ha pasado con el proceso de robotización de las cadenas de producción de diferentes ramas difundidas y elogiadas en la década del 80? Está detenida y siendo aplicada con una lentitud increíble ¿Por qué? Pues porque como lo advirtió seriamente W. Leontieff al gobierno de los EE.UU. produciría una descomunal masa de desocupados cuyos efectos entre otros serían, mayor conflictividad social y una disminución de la demanda de los mercados, por tanto rotunda baja de las ganancias y debilitamiento del capital. Y es esto lo que señalaba acertadamente Lenin. Hay que contemplar siempre los varios lados de un fenómeno social y económico y no uno sólo. El desafío es explicar la tendencia al estancamiento junto con la existencia de las innovaciones de modo específico y no con frases genéricas.
Astarita toma el concepto de parasitismo usado por Lenin de modo absoluto, por lo cual le hace decir lo que él entiende y no lo que piensa y escribe Lenin tal como puede leerse.
Prosigue el autor en un fragmento siguiente:
«Una ausencia llamativa: la teoría marxista de la plusvalía
«El eje no está puesto, evidentemente, en la relación capital – trabajo, esto es, en la contradicción de clase. Es expresivo de esto que la noción de la plusvalía relativa está desaparecida. Pero se trata de una categoría fundamental para explicar por qué puede ocurrir que, con el desarrollo de las fuerzas productivas, pueda aumentar la tasa de explotación de los obreros de los países adelantados, y al mismo tiempo mejoren sus salarios en términos reales.
Sin embargo, cuando Lenin habla de «superbeneficios» (significativamente, en el texto no emplea las expresiones plusvalía, o plusvalor), los mismos están asociados a la explotación de los países atrasados por parte de los adelantados (véase, por ejemplo, p. 65); y a la corrupción de sectores de la clase obrera. Así, en pp. 9 y 10, los superbeneficios obtenidos de la inversión en las colonias permiten «corromper a los dirigentes obreros y a la capa superior de la aristocracia obrera». Afirma también que esos «superbeneficios» serían mayores que los beneficios que los capitalistas obtendrían de sus propios trabajadores (o sea, de los países adelantados). La noción de plusvalías extraordinarias, obtenidas en los países adelantados a partir de la innovación tecnológica, apenas está aludida (p. 13) en una cita de Hilferding, y en referencia a las ventajas que obtienen las combinaciones monopolistas.
En el resto de los pasajes, los grandes beneficios se obtienen por control de mercado y precios (p. 15; p. 17; p. 33); o por especulación financiera (p. 32; p. 33). Incluso en p. 38 explica que «en los países atrasados los beneficios suelen ser altos, dado que el capital es escaso, el precio de la tierra es relativamente pequeño, los salarios son bajos y las materias primas son baratas». Llama la atención que un marxista explique los elevados beneficios por «escasez de capital».
Por otra parte, deja de lado la cuestión fundamental de las diferencias en el desarrollo de las fuerzas productivas, y la generación de valor y plusvalor relacionada con ese desarrollo. Por caso, los salarios en un país atrasado tecnológicamente pueden ser bajos (en relación a una canasta salarial de un país adelantado), pero esto no dice nada acerca de las diferencias en la tasa de explotación que pueda haber entre países. Cuestiones que se aclaran sencillamente a partir de la teoría marxista de la plusvalía. Pero la teoría marxista de la plusvalía (también la teoría marxista de la acumulación, como veremos enseguida) parece estar ausente en el folleto».
Que Lenin se refiera a la importancia que tenían (y aún tienen) las plusganancias obtenidas por el capital imperialista en los países periféricos no significa que subestime a no tenga en cuenta las demás fuentes de plusganancias; en la ocasión se refiere a ese aspecto específico, aquí no vale la máxima epistemológica spinoziana «omnia determinatio est negatio» porque se la utiliza en una contexto completamente inadecuado. Y estas plusganancias ¿acaso no tuvieron su impacto en la «moderación» de la lucha de los trabajadores a tenor de un relativo aumento de su nivel de vida?
Veamos el siguiente texto y el comentario que hace Astarita: «en los países atrasados los beneficios suelen ser altos, dado que el capital es escaso, el precio de la tierra es relativamente pequeño, los salarios son bajos y las materias primas son baratas». Llama la atención que un marxista explique los elevados beneficios por «escasez de capital».
Al autor de la nota le llama la atención que «un» marxista (¡Lenin «un» marxista!) «explique los elevados beneficios por «escasez de capital». Pero Lenin no dice lo que el autor le hace decir haciendo una lectura capciosa del texto. Lenin hace una sencilla descripción (no una explicación) sobre que las ganancias «suelen» ser altas por: i) capital escaso; ii) el bajo precio de la tierra; iii) salarios también bajos; iv) y materias primas baratas. El Sr Astarita no toma conciencia de lo que lee, muestra otra vez que no sabe o no quiere leer correctamente.
Agreguemos que las afirmaciones de Astarita sobre que Lenin («un» marxista) no tiene en cuenta el fundamento analítico capital/trabajo o que la teoría del plusvalor está ausente es directamente una estupidez descomunal. Quien no tiene un examen crítico materialista es él que sólo tiene por oficio la citatología de estirpe religiosa-medieval.
Algo más todavía.
4º) «En cualquier caso, y al margen de las valoraciones que hagamos de la pertinencia del análisis de Lenin con respecto al capitalismo de principios de siglo XX, lo más importante es superar el enfoque asentado en las tesis leninistas sobre el imperialismo (enfoque que aceptaron los partidos comunistas, incluidos los maoístas; los trotskistas; guevaristas; castristas; incluso, al menos parcialmente, la «izquierda nacional»). Esas tesis alimentan el nacionalismo en una era en que el nacionalismo ya no cumple ningún rol progresivo a nivel global. La realidad es que no hay manera de seguir sosteniendo, por ejemplo, que China o Brasil son explotados por Estados Unidos o Alemania. O que los salarios de los obreros estadounidenses o alemanes son superiores a los salarios de los obreros chinos o brasileños porque China o Brasil son explotados por Estados Unidos o Alemania».
Sr. Astarita, Vd. que no es «un» marxista ¿no sabe que las ideas «nacionalistas» no arrancan en el análisis del imperialismo de Lenin sino de relaciones reales objetivas económicas, del conflicto de clase en cada país y/o región y de qué clase dirige el Estado y en combinación con cuáles otras clases, y además cuál es el papel que desempeñan las instituciones, partidos, etc. de la clase asalariada, en los cuales se verifica la intromisión imperialista sin discusión alguna que determina las relaciones de fuerza en tal conflicto. Por supuesto no es esto lo que hace Vd. Sr. Astarita que no es «un» marxista.
En resumen, no es que Mr. Astarita, con esta desafortunada exposición, se haya pasado al campo del oportunismo o del reformismo pequeño-burgués; se ha pasado al campo del «onanismo» pequeño-burgués pretencioso y arrogante; habría que decirle algo como «Llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala» (M.Cervantes; El Quijote; Edición Real Academia Española; 2005; p. 754), Vd. piensa y escribe de un modo tan petulante haciendo continua referencia a sí mismo, sus ideas, sus escritos, sus posiciones, desde una supuesta «autoridad» conferida no se sabe por quién ni por qué, que hacen que sea ventajoso huir de leerlo con seriedad y satisfacción.
El Sr. Astarita posee un marxismo puramente formal, erudición de libros, con ideas rígidas cuadriculadas, Ah, pero sí, tiene aparentemente a Marx completamente «fichado», tal como decía Lenin de Kautsky; en cada caso saca de su «fichero» una cita o un ejemplo; pero como decía el denostado Lenin el Grande por Astarita el pigmeo: «Para reflejar esa situación objetiva (de las clases dirigentes en todas las potencias beligerantes) no hay que tomar ejemplos y datos sueltos (dada la extrema complejidad de los fenómenos de la vida social, siempre se pueden encontrar los ejemplos o los datos sueltos que se quiera, susceptible de confirmar cualquier tesis -en este caso citas numerosas-, sino que es obligatorio tomar el conjunto de los datos sobre los fundamentos de la vida económica de todas las potencias beligerantes y del mundo entero» (Imperialismo, O.C. Tomo 22, p. 200. Énfasis Lenin). Es lo que no hace Mr. Astarita.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.