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Lewis Carroll, la «onda del arco-iris» y la Guerra del Opio del imperialismo estadounidense

Fuentes: Rebelión

1. ¿Cuál es la diferencia entre el imperialismo inglés y el imperialismo estadounidense? Para argumentar en torno a esta pregunta, comenzamos con el siguiente trozo del libro Alicia a través del espejo (1871) del escritor inglés Lewis Carroll (1832-1898): «Al mundo del espejo Alicia entonces proclamó/: Corona en la cabeza y cetro en la mano, […]

1. ¿Cuál es la diferencia entre el imperialismo inglés y el imperialismo estadounidense? Para argumentar en torno a esta pregunta, comenzamos con el siguiente trozo del libro Alicia a través del espejo (1871) del escritor inglés Lewis Carroll (1832-1898): «Al mundo del espejo Alicia entonces proclamó/: Corona en la cabeza y cetro en la mano, ahora invito a/ Todas las criaturas que el espejo jamás reflejó/ ¡A cenar con la Reina Roja, con la Blanca y conmigo!»

2. El imperialismo inglés, por sí solo una transición del imperialismo europeo al gringo, funcionó como un juego de espejos, tal que con «corona en la cabeza y cetro en la mano» fue retado a capturar «a todas las criaturas que el espejo jamás reflejó».

3. En Alicia en el país de las maravillas (1865) y Alicia a través del espejo (1871), de Carroll, el juego del espejo presupone un cóncavo y un convexo o un anverso y un reverso, tal que Alicia misma, como anverso, como la efigie de la Reina o del imperialismo inglés, está hecha como espejo que refleja, por medio de su imaginación, el revés de los personajes Conejo, Sapo, Lagarto, Gato, estas «criaturas que el espejo jamás reflejó», así como la reina blanca se inscribe como anverso de su reverso, la reina roja.

4. De modo convergente con las dos narrativas escritas por Lewis Carroll, la primera de 1865 y la segunda de 1871, el imperialismo inglés funcionó, en su auge, presentándose como el anverso, la efigie a ser amada (la reina blanca), al mismo tiempo que producía su reverso, la reina roja, configurando un juego de cartas marcadas entre el anverso y el reverso de una misma moneda: su expansión genocida por el planeta.

5. Para la época del imperialismo inglés, el anverso era el reverso porque la reina blanca, descrita como la buena, era, en realidad, la reina roja, su reverso, así como aquello que se presentaba como el bien, el rostro de la reina, puede ser analizado como su reverso, el mal, la reina roja, de modo que «las criaturas que el espejo jamás reflejó» pueden ser interpretadas como aquéllas que creen en el lado anverso del imperialismo: en su efigie, en la pureza de su rostro blanco.

6. El intelectual israelí-palestino-estadounidense Edward Said (1935-2003), en Cultura e imperialismo (Companhia das Letras, 1995/2011; Anagrama, 2004), analizó este juego especular del imperialismo europeo-inglés al argumentar que las producciones culturales (como las obras literarias) funcionaban, no obstante el valor intrínseco de sus arreglos estéticos, como espejo del imperialismo, porque la propia idea de una cualidad estética superior de las y en las tragedias de Shakespeare, por ejemplo, se presentaba como el anverso, la efigie, de la supuesta superioridad del imperialismo inglés, en diversos contextos en los que el reverso sería la supuesta inferioridad de las producciones literarias de la periferia del sistema mundial.

7. Es bajo este punto de vista que las «Alicias» (de Carroll), en las dos versiones, pueden ser analizadas como el anverso complejo imaginativo del imperialismo inglés, de cara a su reverso: la civilización china. En este caso, los dos emocionantes libros de Carroll, Alicia en el país de las maravillas (1861) y Alicia a través del espejo (1871), no obstante sus singularidades estéticas, pueden ser interpretados como una versión ficcional de la Guerra Anglo-China, la conocida Guerra del Opio, exprimida por lo menos durante 20 años del siglo XIX, de 1839 a 1860, siendo supuestamente vencida por Inglaterra dada la (supuesta) dependencia china del opio; dependencia orquestada por los ingleses con el objetivo de someter a China.

8. Las imaginativas aventuras de Alicia, en los dos libros de Carroll, son el anverso del opio que dominó la cotidianidad de los chinos, porque en ellos la imaginación puede ser analizada como un verdadero opio, porque no se limita al principio de realidad, dando alas a diversas paradojas, en el juego de espejos entre el humano y el animal, la infancia y la adultez, la realidad y la ficción.

9. Como muestra la ficción de Carroll, el imperialismo inglés, en el juego de espejos, produce este reverso no colonizado: el efecto del opio, lo que significa decir, vence, convence, somete a través de la droga, de lo que se concluye, a partir del argumento de que el anverso es el reverso, que el imperialismo inglés es el propio opio: la droga.

10. El imperialismo gringo no se opone al inglés. Tal como este, aquel imperialismo funciona por medio del juego especular entre el anverso y el reverso; el bien y el mal; pero teniendo en cuenta otra tecnología ilusionista, la que puede ser pensada no como un juego de espejos del tipo referencia, la reina blanca, el anverso, y su reflejo revertido, la reina roja, sino como efecto calidoscópico planetario: un efecto que multiplica hasta el infinito el juego entre el anverso y el reverso, entre la reina blanca y la reina roja.

11. Si el calidoscopio se constituye como un pequeño tubo en el cual son puestos fragmentos de vidrios, los cuales, bajo la luz exterior, teatralizan combinaciones de imágenes multicolores agradables a los ojos, el imperialismo yanqui es como un calidoscopio. En su lado interno, los Estados Unidos se presentan al mundo como si fuesen imágenes multicolores; un opio óptico producido publicitariamente para deleitar a toda la humanidad.

12. El tubo óptico con sus fragmentos de vidrio del calidoscópico imperialismo gringo, el anverso publicitario del mundo, a través del dominio de la industria cultural se constituye de este modo: los artefactos de la industria cultural, videos de diferentes géneros, se reflejan, bajo la luz exterior, en los vidrios de los televisores, de los celulares, de los computadores, produciendo efectos dinámicos multicolores que pueden ser analizados como verdaderos opios ópticos para las otredades colonizadas del mundo.

13. El reverso de este imperialismo calidoscópico es el mundo supuestamente gris, negro y blanco, de los habitantes de la Tierra de carne y hueso, que serán tanto más reversos cuanto menos se deleiten con los efectos multicolores del imperialismo gringo, que sirven simplemente para drogar a «todas las criaturas que el espejo jamás reflejó»: ni jamás reflejará.

14. A partir de ahí es posible decir: en los calidoscopios de imágenes infinitas producidas por el imperialismo yanqui, con el juego entre el anverso y el reverso, el anverso puede ser interpretado como el mundo multicolor de imágenes gringo y el reverso como el farsante, supuesto mundo caricatural gris, negro y blanco: imágenes caricaturalmente racistas.

15. Es en este sentido que es posible analizar los artefactos culturales producidos por el planetario tubo calidoscópico de la industria cultural gringa, bajo el punto de vista del género, como artefactos marcados intrínsecamente por el género teatral conocido como farsa. Como género teatral, la farsa no es otra cosa que una caricatura burlona, por no decir paródica, de los valores dominantes en una época dada; género de larga tradición en la literatura occidental, si se considera al teatro griego, romano, medieval, renacentista, romántico, moderno, no siendo casual que tenga como representantes a autores extraordinarios: entre otros, Plauto (siglo III a. n. e.), Gil Vicente, Cervantes, Molière, Racine, Jarry, Ariano Suassuna, sin contar su verdadera omnipresencia en este híbrido género literario, la novela, no siendo casual que sea posible observarla en las obras de Kafka, de Joyce, de Proust, de Guimarães Rosa, de Oswald de Andrade, Mário de Andrade, Hilda Hilst, en fin, la lista no tiene fin.

16. Los artefactos de la industria cultural (incluido el periodismo) son el teatro farsesco de la siguiente manera: de un lado, presentan el anverso, el imperialismo yanqui, como calidoscopio, efecto multicolor para ser consumido como un opio óptico; de otro, en su lado del revés, todo y todos los que no se permiten drogarse, rindiéndose a la guerra del opio óptico, se vuelven inevitablemente sus caricaturas grises, como horizonte insuperable del mal, razón suficiente para inferir que los antagonistas de las parcelas producidas por la industria cultural gringa son siempre presentados como caricaturas, el reverso a ser combatido.

17. Este efecto óptico multicolor del imperialismo calidoscópico gringo es incesantemente producido por medio de la reificación de los derechos civiles, capturados como partes y contrapartes de la ideología liberal, base tanto del imperialismo inglés como del yanqui.

18. Los derechos civiles separados de los derechos económicos y sociales son reificados, por cosificados, a través de la captura de las alteridades de género, de etnia e incluso de clase, tal que estas, las otredades, funcionan en el tubo de artefactos de la industria cultural del imperialismo gringo como fragmentos de vidrio que producen imágenes multicolores para inscribir, en la inmanencia de ellas, opiáceos efectos ópticos, bajo la luz reflejada en los soportes de televisores, celulares, computadores, pantallas de cine.

19. Bajo este punto de vista, las alteridades multicolores en el tubo cosificado de los derechos civiles pueden ser concebidas como el anverso publicitario de los artefactos culturales, al servicio del imperialismo gringo, en diversos contextos en los que lo que es satirizado sin cesar son los derechos económicos y sociales, vueltos caricaturas, los lugares del mal, cuando se describen o presentan como corruptos, como fundamentalistas, como dictaduras, como ignorantes, maniqueístas, simplistas, como ausencias grises, en fin, de glamour multicultural, en el sentido liberal del término.

20. «La onda del arco-iris» que se tomó a Facebook este último fin de semana, teniendo en cuenta la decisión de la Corte Suprema gringa de liberar el matrimonio gay, puede ser analizada como efecto calidoscópico del imperialismo yanqui; efecto cuyo reverso satirizado son los derechos económicos y sociales inviables sin cesar por los más diversos agentes bélicos del Tío Sam, los directos, como las guerras que realiza en África y en Eurasia, y los indirectos, por medio de golpes a un tiempo económicos, oligárquicos, financieros, parlamentarios, jurídicos y mediáticos orquestados por el imperialismo estadounidense en diferentes lugares del planeta, incluidos Ecuador, Argentina, Venezuela y Brasil, en este preciso momento.

21. El país del preso político abiertamente gay, Bradley Manning, torturado y condenado por traición, por la homofóbica justicia militar gringa, por haber tenido el valor de informar a Julian Assange, de Wikileaks, la trasescena del verdadero lugar de la farsa, el imperialismo yanqui, no puede ser el epicentro del escenario mundial de la «onda del arco-iris», sino desde el punto de vista de que esa «onda del arco-iris» no pase de una publicidad multicolor a funcionar como cortina de humo para poner en el limbo de la Historia los atentados terroristas que, directa o indirectamente, protagonizó en Francia, en Túnez, en Kuwait, matando a 63 personas, sin contar, considerando el contexto brasileño, la farsa en curso del golpe Moro-mediático-congresístico contra el Brasil.

22. La potencia de toda alteridad es cambiar al mundo. Esto no significa que deba esperar al mundo cambiar para afirmarse. Por el contrario. No hay contradicción entre la expresión civil negra, indígena, amarilla, mestiza, fuera del «blancocentrismo dominante»; o de la expresión gay, mujer, travesti, trans, fuera del patrón heterosexual patriarcal; o aún la de la expresividad pobre, fuera de la multicolor publicidad plutócrata; y al mismo tiempo, expresándose colectivamente, la lucha común para cambiar al mundo, eliminando de la faz de la Tierra toda y cualquier oligarquía.

23. Para tal fin, es indispensable entender cómo funciona el imperialismo calidoscópico gringo, negándose rotundamente a volverse el cristal roto, como otredad cosificada, de su colectivamente homofóbico, racista y plutócrata tubo multicolor de imágenes, porque, así como el anverso es en la realidad el reverso, la reina blanca es en verdad la roja, el protagonista y el antagonista, «la onda del arco-iris» que cubrió el cielo gringo, por medio del soporte multicolor de Facebook y de los otros soportes mediáticos, accionados por sus no menos rotos cristales expresivos individuales, podrá ser capturada, como de hecho fue, para ser el cínicamente alegre rostro farsante de una humanidad sometida al patrón blanco, heterosexual, machista y racista de la máquina de matar Estados Unidos de América, este opiáceo calidoscopio óptico de las otredades, repitiendo, como farsa y como tragedia, la Guerra del Opio del imperialismo inglés: drogando a las alteridades del mundo. Con la rodilla en tierra de buena parte de Europa.

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