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Cronopiando

Leyes y bicarbonato

Fuentes: Rebelión

Cuando todavía no se ha hecho efectiva la puesta en libertad condicional ordenada por la Audiencia Nacional Española del preso vasco Jose Uribetxeberria, enfermo de cáncer, dice González Pons, dirigente del Partido Popular, que «le revuelve las tripas» que se cumpla la ley. Ana Botella, alcaldesa de Madrid, ha declarado que la ley le parece […]

Cuando todavía no se ha hecho efectiva la puesta en libertad condicional ordenada por la Audiencia Nacional Española del preso vasco Jose Uribetxeberria, enfermo de cáncer, dice González Pons, dirigente del Partido Popular, que «le revuelve las tripas» que se cumpla la ley.

Ana Botella, alcaldesa de Madrid, ha declarado que la ley le parece «repugnante».

A Basagoiti, otro mercachifle popular con asiento en en País Vasco, la ley le «importa un bledo».

Mayor Oreja, ex ministro español, también ha insistido en que con la aplicación de la ley «se fortalece el mundo de ETA».

Esperanza Aguirre ha argumentado que «como en el País Vasco no hay libertad yo hubiera revisado el informe médico.» En consecuencia, agrega la presidenta de la Comunidad de Madrid: «aunque el gobierno ha actuado dentro de la ley, personalmente, yo hubiera desacatado la ley».

Angeles Pedraza, presidenta de una de las asociaciones de víctimas que sí gozan de reconocimiento, ha considerado «frustrante» la ley.

El ministro de Justicia, Alberto Ruíz-Gallardón, ha dejado claro que la ley «nos duele y nos repugna».

Isabel San Sebastián, ha escrito en el ABC que la ley es «una indignidad».

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, reconoce que el hecho de que, en este caso, se cumpla la ley «le duele».

Al presidente del gobierno español, mariano rajoy, también le «repugna» que se cumpla la ley.

Y eso que se trata de sus leyes, de sus propias leyes, de las leyes que ellos han dispuesto, de las leyes que les han permitido poner en libertad a los escasos asesinos del Estado que tuvieron la mala suerte de pasar por un juzgado y, en algún caso, incluso por la cárcel, así fueran unos cuantos meses.

El día en que apliquemos nuestras leyes van a saber lo que las leyes duelen, lo que las leyes repugnan e indignan, y así les importe un bledo o pretendan desacatarlas, así se frusten sus canallas conciencias, van a saber, en verdad, lo que es un dolor de tripas.

Hasta entonces… les recomiendo bicarbonato.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.