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Una película para contar una lucha obrera y su represión

«Llach, la revolta permanent», o la barbarie del primer gobierno de la monarquía

Fuentes: Revista Sin Permiso

31 años se cumplen de aquel 3 de marzo que fue testigo de una de las luchas obreras más importantes inmediatamente después de la muerte de Franco. Se atrajo una bárbara represión policial por parte de un régimen que se resistía a desaparecer. La misma noche de aquella masacre, y con motivo de los hechos […]

31 años se cumplen de aquel 3 de marzo que fue testigo de una de las luchas obreras más importantes inmediatamente después de la muerte de Franco. Se atrajo una bárbara represión policial por parte de un régimen que se resistía a desaparecer.

La misma noche de aquella masacre, y con motivo de los hechos de Vitoria-Gasteiz, Lluís Llach empezó a componer una de sus canciones más conocidas: Campanades a morts («Campanadas a muertos»). Cuando se cumplieron 30 años de aquella represión, Lluís Llach interpretó en Vitoria-Gasteiz un concierto en recuerdo y homenaje de las víctimas del 3 de Marzo.

La película Llach, la revolta permanent («Llach, la revuelta permanente») se ha rodado combinando el recuerdo de los hechos del 3 de marzo de 1976, según el testimonio de algunos de sus protagonistas, y la historia de esta canción, todo ello aliñado con algunos datos biográficos-políticos del cantante catalán, contados por él mismo. El resultado es portentoso. El estreno de la película en las salas de cine fue el pasado 9 de marzo.

Los hechos están muy presentes en Vitoria-Gasteiz y en el conjunto de la Comunidad Autónoma del País Vasco, y casi olvidados en el resto del reino de España.

En enero de 1975 se crea la Coordinadora Obrera de Vitoria, compuesta por representantes de los comités o comisiones de fábrica (1). Franco muere por fin el 20 de noviembre de aquel año. Preside el primer gobierno de la monarquía, Arias Navarro. Forjas Alavesas, de 400 trabajadores, decide ir a la huelga el 9 de enero de 1976 en defensa de una plataforma de contenido sindical en su mayor parte (aumento lineal de 5.000 pesetas (2); jornada laboral de 40 horas, con un mes de vacaciones; jubilación a los 60 años, cobro íntegro del salario en caso de accidente laboral, reducción de las categorías laborales…), pero con un componente político muy preciso: acabar con los enlaces y jurados del sindicato vertical franquista. Después de que la empresa declare el cierre patronal, son despedidos 20 trabajadores el 16 de enero. Se llama a la huelga en defensa de esta plataforma y por la readmisión de los despedidos. Días después la huelga arranca en Mevosa (la actual Mercedes), Areitio, Aranzabal, Cablenor, Gabilondo, Orbegozo, entre otras.

La huelga se dota de caja de resistencia para sostener a los huelguistas y a sus familias, y también para socorrer las necesidades de la gente con más dificultades económicas. La lucha logra una gran solidaridad entre la población. «Los distintos pequeños comercios», cuenta Iñaki Martín, uno de los participantes de aquella huelga y trabajador actual de Mercedes, «fueron los primeros que decían a las mujeres de los trabajadores y a los trabajadores: ‘No os preocupéis, os fiamos…cuando podáis, cuando se arreglen las cosas ya nos pagaréis.»

La prensa del régimen calumnia y deforma todo lo que puede la situación, pero la lucha obrera va creciendo constantemente. Y se llega al 3 de marzo, después de otros dos llamamientos a la huelga general anteriores no muy exitosos (16 y 23 de febrero). Esta vez la huelga general es seguida por toda la población obrera. El 3 de marzo, como los entrevistados en la película relatan, se palpa una gran tensión en el ambiente. La gente «huele» que algo va a pasar.

Por la mañana ya hay enfrentamientos con la policía y caen los primeros heridos de bala.
Aproximadamente a las 4 de la tarde, la gente va confluyendo en el barrio de Zaramaga de Vitoria-Gasteiz en donde hay una iglesia, San Francisco, que sirve de lugar para realizar una gran asamblea. En realidad, esta iglesia, al igual que muchas otras, ya había sido la sede de muchísimas asambleas obreras. En San Francisco se hallan concentradas en aquellos momentos entre 4.000 y 5.000 personas. Algunos miles más ya no pueden entrar y se quedan en los alrededores. Poco después, hacia las 5 de la tarde, la policía rodea la iglesia e impide salir a los de dentro y entrar a los de fuera.

La película va reproduciendo las comunicaciones de la policía que fueron interceptadas por algunos huelguistas, y por eso han podido ser conocidas. Pocas dudas caben, si alguna, sobre la intención de los mandos policiales y políticos de provocar un escarmiento. Aquella lucha obrera podía extenderse a otras zonas con la misma facilidad que se había desencadenado en pocas semanas en la ciudad vasca. Y éste era precisamente el objetivo a evitar por parte de la patronal y el gobierno de la monarquía. Sabiendo lo que ocurrió, estremece escuchar aquellas comunicaciones entre responsables de la policía minutos antes del ataque.

El infierno se precipita. La policía lanza gases al interior de la iglesia (3). Según la gente va saliendo asustada y sin orden, los policías van disparando «como al tiro de pichón», según cuenta una de las personas entrevistadas en la película. Hechos: más de 2.000 casquillos son hallados en los alrededores de la iglesia. Hay tres muertos inmediatos (Francisco Aznar, de 17 años, Romualdo Barroso, de 19 y Pedro María Martínez Ocio, de 27) y más de 100 heridos, 20 de ellos de gravedad. Muertos y heridos los son por disparos de bala. Por la noche muere Bienvenido Perea, de 30 años. José García Castillo, de 32 años, murió el día 7. Y, finalmente, el 8 de marzo, en el transcurso de la huelga general convocada para este día, la Guardia Civil asesina a Vicente Antón Ferrero, de 18 años. Lejos de Vitoria, en Basauri, el 8 de marzo la policía mata, de un tiro en la cabeza, al trabajador Vicente Antón. También el 8 de marzo, muere en Tarragona Gabriel Rodrigo, un trabajador que intentaba manifestarse  en solidaridad con la lucha obrera de Vitoria-Gasteiz.

Todo ello es explicado de forma ágil, clara y tranquila (si bien, en algún momento las lágrimas saltan a más de un entrevistado al recordar los hechos) por las personas que aparecen en la pantalla de Llach, la revolta permanent.

En la película también se entrevista detenidamente a Martín Villa. Sus palabras son especialmente instructivas. Martín Villa era entonces ministro de relaciones sindicales del gobierno español, hoy es presidente de honor de Endesa y de Sogecable. La entrevista estremece. En ella se puede escuchar de la boca de este palafrenero fiel que ha logrado un retiro plácido en agradecimiento de los servicios prestados, ante la pregunta de si recordaba si se sancionaron a los policías o si se abrió una investigación: «Pues mire usted, supongo que sí se abriría una investigación, pero no lo recuerdo. Pero yo quiero insistirle que yo soy bastante comprensivo con la actuación, en el sentido de que no fue una actuación de la policía para machacar a los manifestantes, que más bien fue muy poca policía que se sintió arrollada por manifestantes. Cosa, además, que ha pasado luego, ¿eh?, que ha pasado con distintos gobiernos, con distintos signos de gobierno, con gobiernos de derechas y con gobiernos de izquierdas, y con distintos ministros de la Gobernación o del Interior al frente. Yo creo que más bien es eso, ¿eh?».

También puede verse la escalofriante rueda de prensa posterior a la masacre del entonces ministro de gobernación, actualmente miembro del senado español, Manuel Fraga Iribarne que, si no se muere antes, el 23 de noviembre cumplirá 85 años. Cuenta en la entrevista mencionada Martín Villa que cuando Fraga y él fueron a visitar a los heridos en Vitoria, en una operación que intentaba dar una imagen de preocupación humanitaria por parte del gobierno por los «trágicos sucesos», tuvieron que escuchar de los amigos y familiares de los heridos: «¿A qué vienen? ¿A rematar a los heridos?».

Andoni Txasko es el portavoz de la Asociación de Víctimas del 3 de marzo. Andoni perdió un ojo por una paliza policial en la calle. El relato de los hechos es turbador por la frialdad y premeditación con las que la policía perpetró la desproporcionada paliza (con los  insultos de rigor de «comunista», «rojo» e «hijo de puta»). La asociación tiene tres objetivos prioritarios. En primer lugar, el reconocimiento de que se trata de víctimas del terrorismo de estado. «Gasear esa iglesia cuando estaba llena y ametrallar cuando salían los obreros en masa, despavoridos, con terror y medio asfixiados consideramos que es una acción terrorista.»

«El segundo objetivo es la búsqueda y difusión de la verdad. Todos los informes que están redactados, que se limitan a los informes policiales de aquello, nos parecen totalmente manipulados, tergiversados y el único objeto de esos informes es amparar y cobijar al máximo responsable de aquellos hechos. En su momento el ministro de interior, Fraga Iribarne.»

Finalmente, el tercer punto que reivindica la asociación «es la depuración total de responsabilidades de todo tipo: políticas, penales y materiales.»

Cuenta Andoni que la postura que ha defendido el PP es completamente comprensible. Se trata de la misma derecha que mandó disparar aquél 3 de marzo de 1976 y de la que «está justificando la actuación y está amparando y cobijando a su presidente de honor y fundador del partido, Fraga Iribarne, responsable en aquellos momentos.»  Pero no parece tan comprensible la opinión del PSOE. Dice Andoni: «Se nos dice desde el Partido Socialista que son hechos amnistiados y nosotros no nos negamos a que se amnistíen, pero siempre y cuando se juzguen. La amnistía por lógica se aplica a los juzgados y a los condenados, y que nosotros sepamos, los únicos que han sido amnistiados en este proceso del 3 de marzo fueron los obreros, los líderes sindicales de las comisiones representativas, los cuales estuvieron encarcelados acusados de  sedición. A esos se les aplicó la amnistía.» Lluís Llach, en un momento de la película, dice al respecto: «haya mandado en el gobierno de Madrid un cuervo o mande ahora un bambi, nadie ha pedido perdón por los hechos del 3 de marzo».

La película termina con el concierto, Campanades a morts, en homenaje a las víctimas y familiares que Lluís Llach dio en Vitoria-Gasteiz cuando se cumplía el 30 aniversario de aquel acto ejemplar de terrorismo de estado. El concierto es musicalmente espléndido y políticamente inequívoco.

Lluís Llach siempre ha cantado en catalán. Ello, junto al contenido nada ambiguo de sus letras, le valió la censura del franquismo y el exilio de París. Si hubiera cantado también en castellano, habría podido contar con muchos millones más de personas como posible mercado. Quienes consideran que cantar es algo más que un instrumento para ganar mercados y dineros, sabrán valorar la tenaz fidelidad a sí mismo de este veterano cantautor. Allá en Vitoria-Gasteiz no representó el más leve problema que cantara en su lengua, como no lo hubiera sido que un cantante francés cantara en francés, un alemán en alemán y un inglés en inglés. Una pequeña estrofa de Campanades a morts dice:

Assassins de raons, de vides, / que mai no tingueu repòs en cap dels vostres dies / i que en la mort us persegueixin les nostres memòries.  («Asesinos de razones, de vidas,/ que no halléis jamás reposo en ninguno de vuestros días /, y que en la muerte os persigan nuestras memorias».)

Llach, la revolta permanent es una película que debe verse (4). No hay tantas ocasiones de poder asistir a una sala de cine en la que se utilice una película para contar una lucha obrera y su represión por un régimen que se resistía a desaparecer y que, en cualquier caso, quería controlar a sangre y fuego la segunda restauración borbónica. Películas así escasean. Si a un buen motivo se añade un trabajo primorosamente ejecutado, el resultado es excelente (5).

Notas: (1) Para un análisis de la dinámica asamblearia que comportó esta huelga general y toda la lucha obrera anterior, véase el artículo que sin permiso publicó hace un año escrito por Iñaki Uribarri: A 30 años de la matanza de Vitoria //  (2) La reivindicación igualitarista del aumento de salarios lineal, fue abandonada al poco tiempo por los grandes sindicatos. Desapareció por completo de la negociación colectiva en los años posteriores. // (3) El obispo de Vitoria de aquellos días, Francisco Peralta, hubiera podido impedir, según el Concordato de la dictadura franquista con el Vaticano, la entrada de la policía. Se abstuvo de hacerlo. // (4) Algunos datos de la ficha técnica de la película son los siguientes. Director: Lluís Danés; guionistas: Lluís Arcarazo y Lila Pla; música: Lluís Llach; productor: Jaume Roures. Duración: 90 minutos. //  (5) Quiero agradecer la colaboración que me ha prestado Teia Roures, jefa de producción de Llach, la revolta permanent, al aportarme algunas precisiones técnicas de la película que me han sido de gran ayuda en la redacción de este artículo.

Daniel Raventós es miembro del Comité de Redacción de SINPERMISO