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Lloro, alegría, desahucio

Fuentes: Noticias de Navarra

¿Cómo explicar a alguien de otro continente lo que está pasando en esta parte de Europa? Hace ya bastantes meses que algunos informes de consultorías financieras hablaban de una línea roja imaginaria que iba desde los Pirineos hasta los Alpes y que marcaba la frontera de la deuda soberana de los países. Aquellos pueblos que […]

¿Cómo explicar a alguien de otro continente lo que está pasando en esta parte de Europa? Hace ya bastantes meses que algunos informes de consultorías financieras hablaban de una línea roja imaginaria que iba desde los Pirineos hasta los Alpes y que marcaba la frontera de la deuda soberana de los países. Aquellos pueblos que quedaran al sur de esa divisoria estaban condenados a penurias, ajustes y recortes, bajo la supremacía de la banca alemana y sus aliados económicos.

En medio de ese escenario, gran parte de la clase dirigente sureña y de sus gobiernos se las ha tenido que arreglar para moldear los sentimientos y las palabras de la población afectada. Repasemos un ejemplo. En enero del 2013 la vicepresidenta S.S. dio una rueda de prensa para presentar un fondo social de casi 6.000 viviendas de alquiler. Aquella presentación se hizo famosa porque la vicepresidenta, al mencionar los casos de desahucios, exclamó: «Hay pocas veces en que un gobierno puede ponerse sentimental. (…) Alguno dirá: ¡pues se ha puesto! ¡Me he puesto! ¡Sí! Sí, porque esto nos puede pasar a cualquiera».

Los medios más afectos al régimen político actual afirmaron que a la vicepresidenta se le escapó alguna lágrima al pronunciar estas palabras, pero en los vídeos que hay disponibles de aquel día se puede comprobar que sus frases provocaron la hilaridad de las personas presentes, dado el tono fingido y poco convincente de su intervención melodramática.

Pasaron los meses, se sucedieron decenas de miles de desahucios, y como se acercaban las elecciones europeas el gobierno de la vicepresidenta S.S. decidió que había que transmitir el mensaje de que se recuperaba la economía, así que ella aprovechó un acto en mayo del 2014 y delante de las cámaras transformó el lloro del pasado en la alegría del presente para justificar, con rotundidad, que ya se vivía de otra manera: «Sólo hace falta salir a la calle, hay mucha más alegría que hace unos meses».

Dos semanas después, terminadas las elecciones europeas, un periódico regional recogía una noticia breve, que apenas ha trascendido: un hombre de unos cincuenta años de edad, de nacionalidad alemana pero residente en el país de la vicepresidenta, aparecía muerto. Deprimido, sin trabajo, a punto de perder su vivienda porque no podía hacer frente a la deuda contraída con su arrendador, se había quitado la vida.

Esta información no ha tenido mucha difusión, excepto en las redes y en las plataformas contra los desahucios. No podemos comprobar los detalles de la misma, por el mutismo que se impone en este tipo de hechos. Solo podemos constatar el silencio, un silencio que rasga el lenguaje mendaz y tiñe de rojo esta Europa acostumbrada al cinismo de los sentimientos y a la corrupción de las palabras.

Fuente original: http://www.noticiasdenavarra.com/2014/06/15/sociedad/lloro-alegria-desahucio