La liberación de Ramón, Gerardo y Antonio, constituyó una victoria para el pueblo cubano y para los dirigentes de la Revolución, y la reapertura oficial de relaciones con Estados Unidos, es un hecho trascendente. No es posible obviar, sin embargo, que el Vaticano, como Estado, está comprometido con la sociedad de clases y que el […]
La liberación de Ramón, Gerardo y Antonio, constituyó una victoria para el pueblo cubano y para los dirigentes de la Revolución, y la reapertura oficial de relaciones con Estados Unidos, es un hecho trascendente. No es posible obviar, sin embargo, que el Vaticano, como Estado, está comprometido con la sociedad de clases y que el presidente de Estados Unidos respondió como estadista cuando decidió marcar el principio del fin de una situación insostenible.
El papa Francisco I medió para liberar prisioneros (a Alan Gross y al agente de la CIA preso en Cuba cuya identidad no ha sido dada a conocer y a los tres antiterroristas cubanos que aún permanecían presos en Estados Unidos).
Francisco I fue reconocido como estadista por el poder eclesiástico. Por eso fue electo papa en una situación difícil para la Iglesia, que no le fue posible manejar a Benedicto XVI. Su papel durante la dictadura militar argentina no es carta de presentación como progresista, pero él debe hacer un papado con apariencia progresista.
Barack Obama, como representante del poder estadounidense, mantiene la aspiración de lograr un cambio de régimen en Cuba, es decir, de revertir el proceso de avance político e impedir el afianzamiento del socialismo.
La prueba de que los dirigentes de la Revolución Cubana reconocen que es así, se encuentra en las declaraciones mismas del presidente Raúl Castro, quien ha manifestado que es preciso lograr el levantamiento definitivo del bloqueo y ha proclamado que el proceso no puede perder su esencia.
La solicitud de que se informe con más detalles sobre las negociaciones, es preciso formularla y mantenerla, porque la información siempre es necesaria.
Los pronunciamientos de Obama son, también, muy elocuentes. Habla de la necesidad de influir en la población cubana para lograr un cambio en el pensamiento (¿no es la marca de una nueva etapa en la batalla de las ideas identificada por Fidel Castro hace más de dos décadas?).
En cuanto a la conspiración, Obama no renuncia a ella en la nueva situación. Dice que Estados Unidos seguirá cooperando con la llamada sociedad civil en Cuba y declara sentirse orgulloso de la colaboración de Estados Unidos con los grupos disidentes.
«Nos enorgullece que Estados Unidos ha apoyado la democracia y los derechos humanos en Cuba en estas cinco décadas. Lo hemos hecho principalmente a través de políticas dirigidas a aislarlos, evitando que se realice el más básico transporte y comercio que las personas que viven en Estados Unidos pueden llevar a cabo en cualquier otro lado. Y si bien esta política se originó con la mejor intención, ninguna otra nación impone estas mismas sanciones con nosotros, y ha tenido muy poco efecto más allá de otorgarle al gobierno cubano la lógica para aplicar restricciones sobre su gente. Hoy, Cuba todavía está bajo el gobierno de los Castros y el partido comunista que tomó el poder hace medio siglo», apunta en el discurso pronunciado el 17 de diciembre.
No hay que ser visionario para comprender que las actividades subversivas serán readaptadas a la nueva situación, pero no cesarán.
La conspiración auspiciada por el sector liberal, continuará, y la de los grupos ultraconservadores tendrá que rediseñarse (con resistencia y todo), pero encontrará espacio.
INTERPRETACIÓN DE SANTA FE
La política de Estados Unidos hacia Cuba, ha sido objeto de discusiones en el seno del poder estadounidense.
En el contenido de los documentos Santa Fe (elaborados entre 1980 y 2007) se revela este detalle. En estos documentos, el llamado Comité de Santa Fe (reunión de los estrategas de Nuevo México) hay recomendaciones sobre la política de Estados Unidos hacia América Latina.
En el documento Santa Fe I, los estrategas conservadores critican a la Administración Carter por considerar que está dispuesta a iniciar una nueva etapa en las relaciones con Cuba.
En el documento Santa Fe II, ya para la década de los 90, sencillamente reconocen que no ha sido exitosa la política de aislamiento.
En el documento Santa Fe IV hablan de Cuba como amenaza y como objetivo estratégico, pero expresan, en términos de políticas de población una línea similar a la de Obama, quien ve ventajas en poner en contacto a los dos pueblos por considerar que ese contacto haría cambiar la posición política de los cubanos.
Los estrategas de Santa Fe IV recomiendan la «asimilación» para los inmigrantes, y Obama recomienda para los cubanos dentro de Cuba la asimilación a las ideas de la sociedad de clases y la inducción a aceptar el dominio estadounidense.
En el seno del poder estadounidense, la aspiración es la misma, aunque varía la concepción sobre los métodos para alcanzarla.
El pataleo de la ultraderecha conservadora, indica que las fricciones son importantes, pero la definición es esa.
UN NUEVO ORDEN ES URGENTE
Desde 1992 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas ha emitido una resolución cada año contra el bloqueo a Cuba. Es evidente, pues, la necesidad de un orden internacional en el cual una gran potencia no pueda actuar a espaldas del mundo.
Más aún, las recientes sanciones contra Venezuela; la acción bélica imperialista en Siria, Irak, Afganistán, Pakistán y otros puntos del planeta, las acciones de masacre llamadas daños colaterales o atribuidas a un enemigo que nadie ve, evidencian que es urgente una reformulación de los organismos multilaterales.
Estados Unidos reconoce que viola los derechos humanos, porque tortura y ejecuta asesinatos selectivos en cualquier lugar del mundo, y reconoce que conspira, puesto que su presidente califica de bien intencionadas todas las acciones contra Cuba y dice que solo es preciso hacerlo de otro modo.
El hecho de que esto no sea objeto de discusión en el seno de los principales organismos multilaterales, refleja la infuncionalidad de los mismos en la actual situación.
La hegemonía del poder estadounidense se manifiesta en el hecho de que Estados Unidos es invulnerable a las resoluciones vinculantes y no puede ser objeto de sanciones.
Por Cuba, por Venezuela, por América Latina y por el resto del mundo, esta situación debe cesar.
La aspiración de transformar el orden mundial es irrenunciable.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.