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Lo que nos queda es la política social de la Revolución

Fuentes: La Tizza

Cuarta parte de la intervención realizada el 15 de octubre de 2020 en el Centro Memorial Martin Luther King Jr. (Marianao, La Habana), en el marco de un análisis de coyuntura para la actualización estratégica de las proyecciones de trabajo de dicha Asociación y las redes que anima.

Me quedan dos sistemas que quería comentar. Me queda mucho por comentar. Quería comentar el sistema económico, voy a tratar de abreviarlo por razones obvias. Lo primero que hay que decir es que hemos estado, hasta el coronavirus, en una tendencia cercana a la recesión económica, una tasa de crecimiento muy baja. El propio discurso oficial declara que hay que poner en cuatro y medio de crecimiento el PIB para desarrollarse y, bueno, muchas de las aperturas y políticas que se diseñaron desde el 2011 eran precisamente porque había que enfrentar esa tendencia recesiva. De todas maneras, no hemos pasado del 1.0, el 2.0, el 2.2, esa era la tasa sin coronavirus. Con el coronavirus se dice que vamos a caer al 8.0, menos 8.0. No es que no vayamos a crecer, es que vamos a decrecer en 8.0. Si decrecemos en 8.0 y no logramos una tasa de crecimiento por sobre 4.0 y seguimos creciendo al 2.0, demoraremos los próximos cuatro o cinco años recuperándonos del coronavirus.

No sé si se me entiende lo que acabo de decir. Hemos caído 8.0, al 2.0 de crecimiento no recuperamos el 8.0 de caída en, al menos, cuatro años. Pasamos por el 8vo. Congreso, y llegamos al año 2023, casi al 2024 o al 2025. No empezaríamos a tener un verdadero crecimiento a partir del 2024, o no tenemos. Planteo todo eso porque el coronavirus es un golpe mortal, es un torpedo que nos han tirado en la mitad de la nave, una nave que navegaba con dificultades, pero navegaba. Entonces, el primer problema económico es cómo nos recuperamos y, por supuesto, todas las aperturas de las que se está hablando son necesarias, necesarias económicamente.

Ha sido necesario, una vez más, estar al borde del abismo para que los sectores conservadores acepten las aperturas, porque ese es otro drama nuestro, que las reformas que hemos hecho han sido al borde del abismo. No somos capaces de generar en la reflexión, en la experiencia del transcurso de la propia Revolución, las experiencias que nos lleven a las reformas necesarias.

Por suerte, de todas maneras, las hemos asumido, pero ya al borde del abismo. A los sectores conservadores les torcemos el brazo diciendo, como dijo, tuvo que decir Raúl Castro en 2011: «estamos al borde del abismo, o hacemos cambios, o esto se acabó». Te podrás imaginar. ¿Cómo se puede conducir un proceso histórico en esos términos? Y ahora pasa igual. Si no hay coronavirus llevamos diez años de incumplimiento de los Lineamientos.

Dos ejemplos concretos. Yo le he echado para atrás, y lo que dijo Raúl Castro en el 2014, hace cinco años, en la Asamblea Nacional sobre la unificación monetaria es que había que hacerla, y que está bueno ya… Bueno, estamos discutiendo eso mismo, está Marino Murillo explicándonos cómo es que la va a hacer. Por cierto, quiero hacer un comentario, está bien lo de Marino Murillo, está bien lo del ministro, etcétera. No dan un número, parece que la economía cubana no tiene números.

Te voy a hacer una anécdota: estuve en un evento de la Sociedad Económica de Amigos del País cubana, y ahí fueron Triana y una economista joven que habían estado estudiando el problema, traían los resultados del grupo «X» que estaba dedicado a eso, y bueno, lo traían y empezaron allí a explicar. De la explicación —en la que no me detengo— voy a rescatar tres cosas interesantes. Una: había siete propuestas en la mesa, no una, siete; dos: cómo se hace una unificación monetaria lo saben hasta en Burundi, porque todo el mundo ha hecho unificación monetaria, todo el mundo ha tenido que hacer cambio de moneda, todo el mundo ha tenido que hacer ajustes, etcétera y todos los organismos internacionales tienen experiencia y asesores, es decir, que cómo hacer la unificación monetaria no era realmente el problema que dilataba su aplicación, y había siete propuestas, hechas por expertos cubanos.

Concluyó aquella exposición de la siguiente manera: el problema es que en todas las variantes hay afectaciones a la población, por tanto, la decisión es política, a quiénes vamos a afectar, porque tú puedes decir: vamos a afectar a los que tienen más dinero, y ¿si no es suficiente, y tienes que bajar y detenerte en los ingresos medios? ¿Y si no es suficiente y tienes que meter al conjunto de la población? No me detengo.

Conclusiones: terminamos en lo mismo que decía Papito, ¿por dónde se corta el pescado? Y yo creo que es la explicación real de la dilación y lo cual explica que hay sectores conservadores marcando el freno: «hay que tener cuidado», «perdemos el consenso», «el enemigo…», «en este momento el enemigo arrecia», «la situación económica», «la crisis mundial»… Es decir, tú puedes, conservadoramente, hacer una lista de razones para no hacer nada que no caben en esta sala, pero, al final, es un retraso de la toma de decisiones. Bueno, por suerte parece que han decidido sacarle el tapón y vamos a ver cómo sale.

Pero, cierta preocupación de la población, cierta instintiva no es gratuita. La gente olfatea que donde hay un cambio de moneda va a haber ajustes, porque están diciendo las dos cosas: hay que hacer la unificación monetaria y hay que hacer ajustes en la economía.

La palabra ajuste que, si es socialista, contemplará a todo el mundo, protegerá a los grupos vulnerables… todo eso seguro que es cierto. Pero, la palabra ajuste es del diablo. La palabra ajuste fue acuñada en los infiernos, y la preocupación es natural. Por ejemplo, aquí en Pogolotti en la discusión de los Lineamientos, yo estuve en varias —ustedes lo saben igual que yo— cuando llegabas al punto de la supresión de la Libreta, que es una cosa que está incluida en los Lineamientos desde 2011, cuando llegabas a ese punto, era en el que nadie estaba de acuerdo, la gente decía «¿cómo? ¿Qué me van a quitar, la única garantía que yo tengo?».

Eso mismo que dicen ahora: «vamos a apoyar a las personas», «no vamos a subsidiar las cosas, los productos». Todo eso lo dijeron desde el 2011, el mismo Marino Murillo, pero nadie se lo creyó. Ahora, en medio de la crisis, nos lo tenemos que creer. No vayas a creer tú que no hay preocupación. Y la acción enemiga en las redes sabe eso, y nos tienen al parir, cada vez que el gobierno, un funcionario del gobierno dice algo. Y si es Marino Murillo, que lo dice todo tan enredado, lo que viene en las redes es de truco. Dejo eso como la primera preocupación del sistema económico.

Una segunda preocupación del sistema económico, ya la mencioné, es que nuestra dinámica de recuperación estará inevitablemente atada a Rusia y China. No hay para donde virarse, de manera que empecemos a estudiar chino. Dos, está claro, hay una superchería del discurso oficial. A mí lo que más me molesta del discurso del socialismo real es la fabulación, inventar términos para no hablar de las cosas como son, ser mentiroso inevitablemente. A ver, ¿por qué la palabra reforma nunca aparece en el discurso oficial? Yo mañana digo reforma, esto que hemos hablado con tanta naturalidad aquí, hasta he aplaudido que estemos en un escenario de reformas como una conquista de la Revolución, y resulta que si yo digo reforma me van a mirar como me miran. Ya la omisión es culpable, es culposa.

Después inventamos «actualización del modelo», ya ahora se llama «el ordenamiento», pero la verdad de toda esa jerigonza es que vamos a terminar con un nuevo modelo económico. Esa es la verdad de la verdad, y sería, desde todos los puntos de vista: político, ideológico, cultural, mucho mejor para los intereses de la Revolución que fuéramos francos y que dijéramos que vamos a un nuevo modelo económico, como lo ha dicho todo el mundo. Los chinos lo dijeron, lo dijeron los vietnamitas, y todo el mundo dice: un nuevo modelo económico. El otro no funciona. Que los filósofos discutan si no funciona por razones endógenas o no funciona por razones exógenas: el imperialismo, el capitalismo mundial… Fracasamos, perdimos, lo que tú quieras, pero no funciona en el contexto histórico actual.

Este tema, del que vamos a llegar a un nuevo modelo de una manera vergonzante, es un problema, en mi opinión, que va a tener repercusiones en lo político y en lo ideológico cultural al que me referiré finalmente.

No voy a detenerme en el problema del cambio de la propiedad, en las nuevas formas de propiedad admitidas, los nuevos agentes. Quiero llamar la atención:

la Constitución describe las nuevas formas de propiedad admitidas que son todas, y ahora se suele hablar en términos de «los nuevos propietarios», pero se está obviando que esa no es la realidad. Hay que distinguir entre la estructura de la propiedad y la estructura de tenencia de la propiedad. No quién es el dueño, que ya es un problema, sino quién tiene la propiedad, quién es el tenente del medio de producción.

En la agricultura hay una enorme proporción de tierras, ya más del 33 por ciento de las tierras está en manos de usufructuarios, no son propietarios, son tenentes de un medio de producción, por tanto, hay un desfase ahí entre propiedad y tenencia. Para poner un ejemplo, cuando usted hace una Cooperativa no agropecuaria le entregan un almacén, le dan en arriendo un local, le dan un no sé qué, las guaguas las compra el Estado y se las da en arriendo a la cooperativa, etcétera; pero en la Constitución [de 1976] decía que no se pueden nacionalizar los bienes públicos, la anterior, ya esta lo suprimió. Entonces, es una cooperativa tenente de una cantidad de medios de los cuales no es dueña, y así hacen, si entro en el mundo de la informalidad, del alquiler, tanto en los rurales como en los urbanos, la informalidad existe sobre lo ajeno, sobre propiedades que no poseen.

El término de que la estructura real sobre la cual vamos a hacer la economía y transita la sociedad a todos los fines políticos e ideológicos es la estructura de tenencia, porque tener el medio de producción es ya más importante que ser el dueño del medio.

En el socialismo real ser el propietario es mierda, porque toda la ley está para limitar los derechos del propietario. Por ahí tenemos esa problemática en la que no me voy a detener, la he enunciado, aquí tenía cuadros y eso, pero por razones de tiempo sólo lo voy a enunciar.

Tenemos un problema que se ha mencionado una y otra vez, pero que no es tan fácil resolver, que es el Sistema de Dirección y Planificación de la Economía. Hay una discusión histórica insoluble, que confesó el mismo Murillo, sobre qué cosa es la planificación, cuánta planificación, si es directiva, si es indicativa, si es centralizada, si es descentralizada; pero, lo que acaba de ratificar el ministro es que esta es una economía centralmente planificada. Dicho eso, para hacer un plan central, hay que agregar los planes que hacen los demás, en todos los niveles, en todas las ramas, en todos los sectores, en todos los territorios. Entonces, eso nunca lo hemos podido armar, el efecto centralizador del plan produce un efecto centralizador de las instituciones. El Che no era un defensor de la planificación de la industria sino porque era un fanático del Plan centralizado. No era posible hacer lo uno y no lo otro, y de ahí para acá. Ese es un problema que yo creo que no acabamos de entrar cómo vamos a hacer un plan más democrático, más participativo, todas esas cosas que le han ido agregando, que son como guindas que le ponen al pavo.

Y, asociado al problema de la planificación y del modelo económico centralizado y todo eso, está el viejo problema del mercado que, digámoslo con sinceridad, no lo quieren. La dirección política del país ve al mercado como una concesión que la Revolución le tiene que hacer a las circunstancias, y ponen el mercado, liberan algunos mercados, son mercados libres agrupados de ciertas cosas, altamente regulados, administrados por el Estado. La idea de una economía que tiene un mercado está muy lejos, no solamente de lo que tienen en la cabeza todos los políticos cubanos, sino de las reformas en curso. La idea de un mercado regulado está bien, pero la idea de que el mercado es lo mismo en Pinar del Río que en Oriente… si han tenido que autorizar al hombre para poder comprar fuera de Cuba… El sentido libre y universal del mercado no existe aquí, lo de libre no existirá nunca, porque si es socialismo, hay que regularlo; pero la otra dimensión universal del mercado, de que hay que meter en el mercado todo, todo lo que no funciona es porque no está en el mercado, etcétera.

Entonces, yo creo que ese es otro problema, el problema del mercado, la realidad del papel que va a jugar el mercado y las relaciones mercantiles en el nuevo sistema económico siempre es una incógnita. Cada vez que hablan del mercado es para decir que lo van a limitar, y lo van a regular, y han educado una ideología pública espontánea —instalada en la población— de que el mercado es perverso, es malo. Efectivamente, cada vez que vas al mercado suben los precios, es un mercado dominado por la oferta, se va al mercado nada más que a sufrir, etcétera. Todo eso es cierto. Dejo eso.

Hay problemas financieros obvios. Me voy a detener en el que, obviamente, es el plato fuerte. Está el problema de la esfera empresarial, que hay que reorganizar. Veo dos problemas. El presidente, cuando habla de la esfera empresarial, tiende a concebir la esfera empresarial como un universo donde hay empresas estatales, Pymes, empresas familiares, trabajadores por cuenta propia, cooperativas, etcétera… y todos esos actores, todos esos agentes económicos compiten entre sí. Más o menos, el presidente tiende a trasladar esa imagen. Mala idea. Cuando tú pasas y cruzas los documentos y las leyes, las empresas son, por definición, las empresas estatales; y está acordado, incluso en la Constitución, que se van a crear las Pymes, que se les va a dar personalidad jurídica, etcétera, pero eso es algo que está por hacerse, que veremos cómo se hace, y que yo me temo que llegamos al 2025 y estamos todavía en eso.

Ahora, ¿cuál es mi opinión?

Creo que llegamos a eso inevitablemente. Esa concepción de que el socialismo, de que la economía del socialismo tiene diversidad de actores que compiten entre sí, etcétera, y que todo está regulado en algún nivel, mucho en el caso de las estatales, menos en las otras, en fin, que el socialismo es regulación, no planificación.

La planificación es un instrumento más de la regulación, que hay muchas maneras de regular, muchas maneras indirectas de regular. Si no pasamos a esa concepción más abierta, vamos a tener mayores dificultades de las necesarias. Ahí es donde entran los presupuestos, la cultura acumulada, las concepciones que, en fin, tenemos en la cabeza. Bien, me llama la atención, en esto, la importancia que comienza a dársele al sistema bancario. La única economía universal, la única economía del mundo que fue contra la civilización: suprimió las rentas, suprimió los impuestos, suprimió la banca, lo suprimió todo, todos los instrumentos creados por la civilización para controlar la economía, trajo uno nuevo importado y algunos políticos más que otros. El Che tenía preocupaciones, porque había que sustituir esas ausencias con otros mecanismos, pero el resto de la gente no se detuvieron con nada. Necesitamos sesenta años para volver al presupuesto, para volver a las finanzas, para volver a los impuestos, y ahora estamos llegando al Banco. Acabamos de llegar a lo que el capitalismo cubano ya había descubierto: que la agricultura necesitaba una banca especializada, el Banfaic lo crearon los Auténticos. Todo eso lo vamos aprendiendo, somos así los cubanos y no nos vamos a echar más mierda encima, somos así, pero esos son los instrumentos, las cosas nuevas que hay que echarle aire.

Primero, la recuperación de instrumentos que no son del capitalismo, que son civilizatorios, y, por otro lado, que está el hecho de que eso es lo que nos va a permitir… Llamo la atención sobre que, entre los problemas por los que vamos a transitar, que habíamos comenzado a resolver y que el coronavirus nos ha virado para atrás, está el tema de que hemos vuelto a caer virtualmente en default en el pago de la deuda externa. Como hay tanta gente que están en default por el coronavirus y va a haber tanto impago, y están reclamando los organismos internacionales que se vaya a una política consensuada, en Naciones Unidas, de condonación de la deuda o de parte de ella, como están esas moras, nosotros estamos revueltos en ese río. Pero nosotros tenemos un serio problema: hemos renegociado los acuerdos de pagos del Club de París; nunca hemos terminado las negociaciones con el Club de Londres, que es otra parte de la deuda externa nuestra; hay mucha deuda de cortos y medianos plazos que son los suministradores, que los hemos planchado; es decir que nosotros, esta recuperación, en vez de como estábamos hace un año que estaba por entrar el capital fresco y crédito fresco, en la medida en que estábamos pagando —habíamos pagado 25.000 millones en los últimos 10 años de deuda externa—, ahora no vamos a poder pagar. Entonces, quería agregar a las dificultades económicas que vamos a transitar, que tenemos una enorme deuda externa, que nos tenemos que volver a meter en una campaña de condonación de la deuda externa y nos tenemos que meter en ese aguaje de nuevo y encabezarlo incluso, si fuera necesario.

Dejo esto como lo más relevante, para decir lo último, que tiene un pie en la economía y un pie en la sociedad:

si uno examina cuál ha sido el principal mecanismo de igualación social, el núcleo duro del consenso político de la Revolución, la expresión suprema del carácter socialista de la Revolución, etcétera —después que le quitamos todo lo malo que tiene: estatismo, burocracia, colusión del partido y el Estado; después que quitamos todo eso que sabemos que acompaña al socialismo real— lo que nos queda es la política social de la Revolución, la inmensa, increíble e imprevisible obra de un país pobre del Tercer Mundo que es la obra social de la Revolución.

Yo, desde que salieron los Lineamientos…, dije —de voz y por escrito— y sigo diciendo que —cosa que con ironía dijo Murillo en algún momento—: «lo que algunos llaman salvaguarda». No, no, no, salvaguarda dije yo, porque la pregunta es ¿dónde están las salvaguardas socialistas de todo esto?

Y como el socialismo cubano termina siendo la educación, salud, cultura, deporte, la seguridad social, la asistencia social, todo ese paquete, la vivienda, que no se ha logrado resolver, el pleno empleo, todo eso es la política social de la Revolución, eso tiene que tener salvaguarda, tenía que haberse comprometido que todo lo que hiciera el nuevo modelo económico iba a salvaguardar eso.

No frases, la teoría, el pueblo, protegeremos a los más vulnerables… no, no, no, la política social de la Revolución. Cuando en la Constitución del 40 se discutía, una de las cosas que logró el Partido Comunista de entonces imponer en la Constitución es que la educación, por ejemplo, tuviera no menos del cinco por ciento del presupuesto asignado a la educación, le aseguró a la educación un porcentaje obligatorio del presupuesto, la ancló, para decirlo en lenguaje técnico. Entonces, nosotros no hemos anclado la política social, la política social es la que es, y mañana aparecen los liberales aquí y la recortan, y la disminuyen, y siempre hay un argumento de necesidad.

Entonces, una de las cosas que más me preocupa a mí es que la política social no está anclada ni en el modelo, ni en los Lineamientos…; y la Constitución de la República volvió a reconocer que la política social son derechos, pero casi siempre tienen una coletilla «donde es posible» o «según las circunstancias permitan». Una cosa así, es un derecho, pero… Entonces, esa es una gran preocupación y, de hecho, ya estamos percibiendo recortes en la política social que teníamos.

No sé si está claro que la economía nuestra no sostiene la política social que tenemos. O resolvemos lo económico para poder aplicarla o tenemos que recortarla. Ahí hay un drama político económico o económico político, y yo creo que ese drama nos va a acompañar económica y políticamente de aquí al 2025. Sectores y fuerzas presionando para delimitar la política social y sectores luchando por sostener la política social de la Revolución. O yo me he vuelto viejo y loco y me estoy engañando con cosas que no existen ni van a existir, porque la Revolución es invencible, o este es un peligro real que habría que tener en cuenta.

Yo creo que una de las cosas, hablando de valores que tiene que —no en abstracto, sino en concreto— defender este Centro [Martin Luther King], es la política social de la Revolución, en concreto.

Lo dejo ahí. Se me quedaron algunos comentarios para la esfera civil… pero, ya son las dos. Terminamos aquí mi conferencia, almorzamos y regresamos, yo no tengo límites de tiempo o ¿qué hacemos?… Nos queda la esfera del sistema civil, donde entra el tema de las iglesias; tenemos el tema de la esfera ideológico cultural, que no tengo que decir que es lo más cercano a ustedes en lo inmediato y tenemos en el imaginario, cuál sería el escenario del 2025.

Fuente: https://medium.com/la-tiza/lo-que-nos-queda-es-la-pol%C3%ADtica-social-de-la-revoluci%C3%B3n-9612fd607d5f

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.