Ahora que finalizó el paro, que durante 18 días contó con el apoyo de casi todas las organizaciones de base del Ecuador y mantuvo en vilo a gran parte del mundo, vale la pena meditar sobre lo que sobrevendrá en el futuro.
El paro pudo evitarse mediante la negociación, que lastimosamente no se dio, del gobierno con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE, la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras, FENOCIN, y el Consejo de Pueblos y Organizaciones Indígenas Evangélicos del Ecuador, FEINE.
Estas organizaciones entregaron al Presidente Lasso un petitorio con diez demandas, entre las que se encontraban la reducción y no subida del precio de los combustibles, la moratoria y renegociación de deudas con el sistema financiero para más de cuatro millones de familias, la moratoria a la ampliación de la frontera extractiva minera y petrolera, la no privatización de los sectores estratégicos, la mejora de la atención de la salud y la educación… Zenaida Yasacama, vicepresidente de la CONAIE, dijo: “Los diez planteamientos del movimiento indígena no son solamente en beneficio del sector indígena. Más bien son en beneficio de todos los ecuatorianos, porque son temas muy trascendentales para la reactivación económica y para salir de la crisis”.
Gracias a la mediación de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana se firmó el “Acta por la paz”, que resume los consensos y los compromisos que alcanzaron el gobierno con los movimientos populares, lo que fue un gran triunfo, pues es de esperar que las grandes mayorías del país ratifiquen que la lucha organizada es el único camino que garantiza la aplicación de los derechos adquiridos. Es hora de terminar el engañoso juego a la democracia, esto es, ir a elecciones, votar por el candidato que más ofrece, para luego sentirse defraudado y despotricar contra el demagogo electo. Lo cierto es que el paro nacional trajo resultados que garantizan los derechos colectivos, y se ha dado un paso importante, tal vez el más importante de este siglo en la concreción de un proyecto político, que a corto plazo posibilite a los ecuatorianos organizar a sus bases populares para dirigirse por sí mismo, y así elegir a gobernantes que lo representen, o sea, tener un gobierno democrático, del pueblo y para el pueblo.
La democracia tiene un contenido social mucho más amplio y es ajena a la vacuidad en que ha sido convertida por los políticos del mundo. La lucha por la democracia y contra la injusticia social fue impulsada por indios de la talla de Jesús Gualavisí, Tránsito Amaguaña y Dolores Cacuango, pero también por intelectuales como Nela Martínez, Ricardo Paredes, Luisa Gómez de la Torre, todos comunistas, que enviaron al pasado al huasipungo, oprobioso sistema de explotación establecido a partir de la conquista en la serranía de Ecuador, mediante el cual el terrateniente asignaba al indio una parcela, que le garantizaba su permanencia en el feudo. A cambio de ello, el indígena debía laborar en la hacienda gratuitamente con su familia, todos los días y las noches del año. El huasipunguero, supuestamente, debía cobrar un salario por su trabajo, que nunca se le pagó, ni tuvo seguro, ni vacaciones, ni era dueño de nada.
Para el ingeniero Leonidas Iza, presidente de la CONAIE, el país requiere de la conformación de una sociedad intercultural, en la que coexistan indígenas, mestizos, blancos, afrodescendientes y cholos, lo que exige la capacidad no sólo de entenderse el uno con el otro, sino de convivir con el otro, de compartir con el otro, y, a partir de estos elementos, identificar los temas centrales que nos unen como sociedad, en otras palabras, la unidad en la diversidad. No es que los indígenas luchen sólo por sus árboles, pajaritos, selva, montaña, sino que se trata de algo mucho más profundo: “Si los humanos no respetamos a la naturaleza, simplemente la vida se va, no por la Madre Tierra, sino por nosotros”.
Protestó, porque el Presidente Lasso ha criminalizado la protesta popular para detener la labor de los líderes sociales, para intimidar y estigmatizar a quienes defienden sus territorios: “Han posicionado esa idea de la violencia, del vandalismo, del terrorismo. Ahora pretenden con inteligencia militar y policial comprobar aquello, generar condiciones de enemigo interno, mientras el pueblo pregunta ¿por qué salimos a luchar? No salimos por terrorismo ni por vandalismo. Nadie quiere eso. Se salió a luchar porque hay una condición económica muy jodida para la mayoría de los ecuatorianos. Dentro de esa mayoría más jodida estamos los del sector indígena. Si exigimos al gobierno nacional que genere condiciones mínimas para aplacar la pobreza, el incremento de precios de productos de primera necesidad, nos dicen que hemos salido a las calles por vandalismo. Prefieren hablar del famoso ‘vandalismo indígena’ y no miran la realidad de la pobreza de nuestra gente, por la cual hemos salido a luchar… Quito merece un reconocimiento, porque sus barrios lograron organizarse, trasladar alimentación y ofrecer condiciones mínimas de bienestar para los manifestantes. En ese nivel, me parece importante generar condiciones de organización entre el campo y la ciudad”. Subrayó que no se refería solamente a la lucha social, sino también a encontrar los mejores mecanismos para que la producción campesina llegue a las ciudades a un precio justo.
En cambio, los argumentos en contra del paro fueron paupérrimos y, en ocasiones, se redujeron a expresiones de racismo, a insultos descalificados que pretendieron ignorar la lucha del pueblo indígena de Ecuador, auténtico descendiente de las colectividades prehispánicas, que es defendido por nuestra Constitución y sobrepasa el millón de ciudadanos que viven en la Sierra y la Amazonía de nuestra patria.
Leonidas Iza es el político que mayor relevancia alcanzó a nivel nacional e internacional. El 4 de octubre de 2021 se dio el primer diálogo con el gobierno, en el que los indígenas ratificaron sus demandas, pero no hubo acuerdos. Al respecto, Iza dijo: “No hay ninguna apertura del presidente de la República”. El 10 de noviembre tuvo lugar un segundo encuentro, tampoco hubo acuerdos. A finales de noviembre de 2021, la CONAIE resolvió no dialogar más con el Ejecutivo. Iza declaró: “No retornaremos a ningún proceso de diálogo que no tenga resultados”.
El Presidente Lasso endilgó a Iza el término de anarquista y le advirtió que lo enfrentaría “con todo el poder del Estado, con toda la fuerza pública; quienes quieren interrumpir servicios públicos y profundizar una crisis económica, ya de por sí afectada por la pandemia, deben terminar con sus huesos en la cárcel”. Iza le respondió: “Presidente de la república, no tenga esa actitud fascista; eso simplemente demuestra su incapacidad de resolver los problemas de los ecuatorianos”. Luego Lasso manifestó: “Enfrentaremos a los violentos que quieren tumbar el Gobierno y tumbar a la democracia, como el señor Leonidas Iza”, que a su vez le contestó: “Violentos son los evasores de impuestos y ser enemigo de la democracia es no dar la cara por los Pandora Papers”. Se refería a la denuncia que hizo el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, que señaló al mandatario ecuatoriano de haber tenido vínculos con 10 empresas y fideicomisos offshore en Panamá y los estados de Dakota del Sur y Delaware, en EEUU.
Entonces, el 13 de junio de 2022 estalló el paro nacional. Iza fue detenido de inmediato. Se caldearon los ánimos, la CONAIE llamó a radicalizar la protesta, que se intensificó pese a que Iza fue dejado en libertad condicional, con medidas cautelares, que le prohibían abandonar el país y le obligaban presentarse ante la Fiscalía los miércoles y viernes en horario laborable. Iza acusó al Presidente Lasso: “Está absolutamente claro que hay una presión política dirigida por usted” y ratificó el carácter indefinido del paro nacional: “Mientras no sean resueltos los problemas, nosotros vamos a seguir sosteniendo esta lucha”.
El papa Francisco, luego de destacar el papel que ha jugado la iglesia católica en la búsqueda de justicia social en América Latina, declaró: “Latinoamérica todavía está en ese camino lento, de lucha, del sueño de San Martín y Bolívar por la unidad de la región. Siempre fue víctima y será víctima hasta que no se termine de liberar de imperialismos explotadores. Eso lo tienen todos los países. No quiero mencionarlos, porque son tan obvios que todo el mundo los ve… El sueño de San Martín y Bolívar es una profecía, ese encuentro de todo el pueblo latinoamericano, más allá de la ideología, con la soberanía. Esto es lo que hay que trabajar para lograr la unidad latinoamericana, donde cada pueblo se sienta a sí mismo con su identidad y a la vez necesitado de la identidad del otro. No es fácil”. ¡Cierto! Pero los que dirigieron el Paro Nacional de Ecuador dieron un gran paso en la dirección señalada por usted, pues formaron alianzas con sindicatos y organizaciones urbanas y tuvieron el apoyo del país y el resto de América. Hoy, el sueño de San Martín y Bolívar les pertenece.
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