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Los desiertos del mundo

Fuentes: Rebelión

Los desiertos ocupan la cuarta parte de las tierras de nuestro planeta. Los más conocidos son el desierto del Sahara que atraviesa África de este a oeste, el desierto de Gobi en Asia central, el desierto de Arabia en Medio Oriente (los ‘hebreos’, descendientes de Abraham y Sara, eran, según el significado de su nombre, ‘los hombres del desierto de Arabia), el desierto de Patagonia del sur de Argentina…. Sus características son grandes extensiones de arena y piedras, es decir, una tierra estéril por la escasez de agua y generalmente el elevado calor.

También existen los desiertos humanos, allí donde no existe la fraternidad. Eso es la realidad de las grandes urbanizaciones modernas o los grandes edificios de la ciudad donde casi nadie se conoce ni se relaciona ni se saluda. Muchas provincias y muchos países son grandes desiertos humanos donde las personas se cruzan, pero no se encuentran nunca. Los ricos se encierran en sus ciudadelas e ignoran a los pobres que ellos mismos fabrican. Están los desiertos humanos causados por las desigualdades económicas al nivel de países y hasta de continentes, donde los empobrecidos son inmensas mayorías abandonadas a su suerte y a su muerte. ¿No será Europa un gran desierto humano falto de solidaridad que prefiere la destrucción de Ucrania por apoyar la hegemonía de Estados Unidos contra Rusia y China? ¿No estará creciendo el desierto mundial en torno a Julián Assange, periodista australiano encarcelado desde 14 años por haber denunciado las masacres del Ejercito norteamericano en los países que invadió? ¿Y los desiertos de las grandes Organizaciones internacionales cuyo ‘dios’ es el dinero? incapaces de poner fin al genocidio de Israel contra Palestina, o al asfixia de la deuda externa de tanto países que no la pueden pagar, o la destrucción ambiental por un sistema económico que no puede sobrevivir sin destruir el planeta… ¡Cuántos desiertos humanos estamos propiciando por nuestra indiferencia y nuestra complicidad! Lastimosamente no nos apartamos de la violencia y la agresividad de nuestros antepasados animales…

Sin embargo, algo han de tener de bueno los desiertos naturales… porque todavía hoy viven en ellos 1.000 millones de personas.  Allí dónde hay vida con mucha fraternidad, siempre hay esperanza. Los desiertos naturales a veces son estos espacios necesarios como desafíos que provocan a los humanos a superarse, sobrevivir y construirse en humanidad. El tiempo de la Cuaresma nació con Jesús después de que encontró a su primo el profeta Juan Bautista que predicaba un bautismo de conversión a una vida justa. Fue entonces cuando Jesús decidió pasar 40 días en el desierto de Arabia que llegaba hasta Palestina. Sintió la necesidad de encontrarse con el mismo, con Dios y con su pueblo. Allí desentrañó cuales eran los falsos caminos que no nos dejan ser humanos y hermanos de verdad. Allí optó por conformar Comunidades de pobres que vivieran la fraternidad, la justicia y la fe en un Dios padre y madre. Los desveló para que nosotros sepamos cuáles tanto los falsos caminos como también las opciones que hay que hacer para humanizarnos y salvarnos entre todos. Los caminos destructores de la dignidad personal y de la fraternidad son tres: el afán de poder dominados, la búsqueda de la fama individual y la acumulación de dinero… tres espacios donde se esconde el diablo, es decir, la maldad personificada para destruirnos, dividirnos y fracasar.

¡Hay de nosotros si nunca hemos hecho una pausa en nuestra vida, en particular antes de tomar decisiones que marquen el rumbo de nuestra existencia, en lo profesional, en lo social y en lo religioso! Muchas veces preferimos optar por una vida de segunda o tercera categoría que termina en fracaso personal, familiar y social. Y parece que, vistas las desgracias que asechan nuestro país, hay montón que están en esta situación. ¡Paremos el desastre comenzando por nosotros individualmente! Un país es la suma de sus ciudadanos, y hay suficiente ciudadanos generosos y valientes para hacer de nuestro país una nación más fraterna, justa y cuidadora del medio ambiente.

Lastimosamente en este momento, si es poco lo que podemos sumar al nivel nacional, el resultado será decepcionante, sobre todo si elegimos el odio contra la verdad, el egoísmo contra la fraternidad, la indiferencia contra la organización, el miedo contra la fe y la esperanza. Somos muchos todavía a seguir un camino de dignidad, opciones de fraternidad y de organización, construcción de alternativa de vida más equitativa y respetuosa del medio ambiente. Somos muchos a desconfiar de los medios de comunicación sociales. Somos muchos a no creer en salvadores fantasmas de la patria que pertenecen a la clase explotadora y sin moral. Hace falta, desde nuestras pobrezas, articularnos, unir fuerzas, apoyarnos, creer en nosotros, empoderarnos de nuestros derechos ciudadanos, poner en marcha nuestras capacidades como clase de los pobres… a la manera de Jesús, con tanto ejemplos de líderes que se pusieron al servicio de las causas de los pobres.

Un tiempo de desierto, de retiro, tanto individual como colectivo, nos vendrá siempre bien. Saquemos tiempo y valor para enfrentarnos a nosotros mismos, mirar de frente a la realidad de nuestro país destrozado, encontrarnos con Dios. Esto nos ayudará a desvelar los demonios que se apoderan de nosotros en momentos claves de nuestra vida y de la vida de nuestro país. ¡Quien no se arriesga nunca, jamás tendrá nada! Jesús, al final de su camino, terminó diciendo: “¡Ánimo, porque he vencido al mundo (de la maldad)”! … gracias al camino que había discernido en sus 40 días en el desierto de Palestina.

Pedro Pierre: Sacerdote diocesano francés, acompaña las Comunidades Eclesiales de Base (CEB ) urbanas y campesinas de Ecuador, país adonde llegó en 1976.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.