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Los diez mensajes mejores para una campaña por la paz

Fuentes: Counterpunch

La rápida respuesta a los movimientos bélicos de Estados Unidos contra Irán ha sido un comienzo emocionante para reconstruir el movimiento contra la guerra que tan desesperadamente necesitamos. Miles de personas salieron a las calles en más de 80 ciudades. Es un gran comienzo, pero si queremos un movimiento de millones vamos a tener que […]

La rápida respuesta a los movimientos bélicos de Estados Unidos contra Irán ha sido un comienzo emocionante para reconstruir el movimiento contra la guerra que tan desesperadamente necesitamos. Miles de personas salieron a las calles en más de 80 ciudades. Es un gran comienzo, pero si queremos un movimiento de millones vamos a tener que llegar a la gente común que está fuera de ese movimiento, la política de partido y las consideraciones estrictamente morales.

Empezamos por una campaña sobre la paz porque el movimiento contra la guerra es el camino hacia la acción antiimperialista o así lo sugeriría la historia de la Era de Vietnam.

Si queremos pasar de un movimiento radical de miles a un movimiento disruptivo de millones, nuestro trabajo es ayudar a la gente a descubrir sus propios intereses económicos y políticos para oponerse a la guerra y al imperio. En otras palabras, tenemos que ayudar a la gente a que vea la guerra no simplemente como un juego moral o una cuestión de política electoralista o como un asunto particular de la «política exterior», sino como una lucha de poder, su lucha.

Diez mensajes contra la guerra sin ningún orden especial:

1) «Lo primero de todo es que nunca debimos haber ido allí». Al final de la guerra de Vietnam esta idea directa era el antiimperialismo popular y cuestionaba el papel de EEUU como el policía del mundo. Era de conocimiento general entre los millones de estadounidenses que estaban en contra de la guerra. Por encima de todo nunca debimos haber ido a Oriente Medio Oriente ni a cualquier otro lugar.

2) Imperio en el extranjero significa también imperio en casa. La guerra y el imperio no defienden la democracia, sino que la destruyen. Fue el imperio el que socavó lo poco que quedaba de la democracia representativa una vez que el gobierno se apropió de la toma de decisiones sobre la guerra y los otros poderes del Estado lo aceptaron. Cuando el Complejo Militar-Industrial y la policía secreta se convirtieron en los principales actores en el gobierno y los medios de comunicación, la democracia entregó el último pedazo de su alma. ¿Pruebas? No ha habido una declaración constitucional de guerra desde la Segunda Guerra Mundial. Si la ley suprema de la tierra es violada rutinariamente durante 70 años, adiós al estado de derecho.

3) ¡Supriman el alistamiento de la gente pobre! La falta de salarios decentes, de atención sanitaria universal y de educación superior gratuita, son los principales reclutadores del alistamiento de los pobres. Los 1,2 billones que gastamos anualmente en la guerra imponen la austeridad en casa desviando fondos y recursos. Sólo el 1% se enriquece con la guerra. La máquina de guerra prospera y crea pobreza.

4) El odio y el miedo al «otro» es la cultura de la guerra. Tanto el odio y la violencia en el extranjero como en casa se convierten en un círculo vicioso de retroalimentación. No es una coincidencia que el odio que exigen las guerras infligidas a los negros y de tez oscura en el extranjero, encuentre un paralelo doméstico directo en el sistema penal militarizado dirigido a los negros, morenos y pobres, así como en los ataques a los inmigrantes de color.

5) Y no se equivoquen, su guerra impulsa el cambio climático. Los militares no sólo son los mayores consumidores de combustibles fósiles, sino que también son los que imponen el imperio petrolero. La guerra captura recursos y obliga a los países a someterse a un régimen global en el que el dólar estadounidense es la única moneda aceptable para el comercio de combustibles fósiles. Manténgase fuera del imperio petrolero -renuncie a pagar el tributo imperial- y verá que cambia su situación.

6) Defiendan la democracia y la soberanía nacional. Estados Unidos no sólo viola rutinariamente la soberanía nacional de otros países, sino que también ataca a los gobiernos legalmente elegidos. Esto no hace falta discutirlo, es un hecho evidente, consulte la historia.

7) «Estamos hartos de que nos mientan». Desde hace décadas hay pruebas de que los impulsores de la guerra mienten y los Documentos de Afganistán son las más recientes. Cualquier afirmación hecha por un político en el ejercicio de su cargo debería ser juzgada con ese criterio. La historia ante nosotros es clara: la guerra se basa en mentiras y engaños. Recuerde: «En la guerra la verdad es la primera víctima».

8) Escuchen a los soldados y veteranos contrarios a la guerra. El mayor desafío a la guerra son esos soldados y veteranos porque les dan la vuelta completamente a las narrativas del imperio y son los más efectivos de todos los manifestantes. El movimiento por la paz desde el seno de los ejércitos es un puente entre el conocimiento sobre la terrible guerra conseguido con dolor y los millones de personas que actualmente no se definen como contrarios a la guerra. Apoye a los Face, Vets for Peace y Veteran’s Power (grupos antimilitaristas).

9) Los imperios se levantan y también caen, sin excepción. El excepcionalismo americano nos ha condicionado hasta considerar a EEUU como una fuerza moral más allá de la historia. El excepcionalismo es una existosa presentación de la guerra que nos impide ver los peligros de un imperio en decadencia. Los aspectos liberales del excepcionalismo son los más difíciles de entender, pero nos motivan para considerar la guerra como la tapadera moral de EEUU para actuar como benefactor del mundo.

10) Las guerras imperiales no se pueden ganar. Dieciocho años en Afganistán y más de veinticinco de guerra intermitente en Irak, demuestran que estas guerras son imposibles de ganar. Éstas son sólo ocupaciones militares permanentes, el sello del imperio. Tarde o temprano los hechos se vuelven obvios para la gente que vive bajo la ocupación estadounidense y quieren retomar el control de su país.

¿Cuáles deberían ser nuestras narrativas anti-guerra más importantes? Comencemos con el objetivo de hacer del imperio estadounidense un objetivo de la acción política. Necesitamos historias que ayuden a revelar a millones de personas la verdadera naturaleza del imperio. Necesitamos historias que nos ayuden a coaccionar realmente a la maquinaria de guerra. Necesitamos historias que nos ayuden a encontrar en el fin del imperio el comienzo de la libertad.

Fuente: www.counterpunch.org/2020/01/23/ten…