En Latinoamérica, y en especial algunos países como Perú, Bolivia, Ecuador, Guatemala, la cuestión de la convivencia de grupos étnicos distintos es el común denominador. Pueblos originarios, grupos descendientes directos de los conquistadores europeos y criollos (mezcla de los dos anteriores) conviven en un clima de equilibrio inestable. Ahora bien: esto no constituye el «problema […]
En Latinoamérica, y en especial algunos países como Perú, Bolivia, Ecuador, Guatemala, la cuestión de la convivencia de grupos étnicos distintos es el común denominador. Pueblos originarios, grupos descendientes directos de los conquistadores europeos y criollos (mezcla de los dos anteriores) conviven en un clima de equilibrio inestable. Ahora bien: esto no constituye el «problema indígena», como una visión blanca y eurocéntrica podría proponer -visión, en definitiva, racista y reaccionaria-; por el contrario, el «tema indígena» es un eje fundamental de las relaciones interpersonales y políticas en esas sociedades.
Para hablar de estas cuestiones, Argenpress, por medio de su corresponsal Marcelo Colussi, habló con Javier Lajo. Él, definido por sí mismo como «activista e intelectual indígena», es comunero de la Comunidad de Pocsi del Pueblo Puquina en las alturas de Arequipa, en Perú. Ha seguido estudios de Economía y Sociología en la Universidad de Chile, en Santiago. Terminó Economía en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), y ha obtenido el doctorado de Filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), de Lima. Es activista del movimiento indígena peruano; co-organizó, en noviembre de 1997, el I Congreso de Pueblos Indígenas del Perú, Cusco, creando la Conferencia Permanente de los Pueblos Indígenas del Perú (COPPIP); ha sido también Responsable del Comité Organizador de su III Congreso, realizado en Marzo del 2005 en Huamanga-Ayacucho, evento que significó el nacimiento de la Confederación de las Nacionalidades Indígenas del Perú (CONAIP). Ha publicado los libros, «Qhapaq Kuna… más allá de la civilización» , en Cusco-2002, «La Soberanía Vulnerada, la lucha por la independencia continúa» , en Lima-2005, dos ediciones de «Qhapaq Ñan, La Ruta Inka de Sabiduría», la primera en Lima con la Editorial Amaro Runa-CENES en el 2005, y la segunda en Quito el 2005 con la Editorial Abya Yala y la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas para Pueblos y Nacionalidades del Ecuador. Son muchos sus artículos y ensayos en diferentes diarios y revistas del Perú y del extranjero, así como su gran difusión en Internet, aportando de esta forma al desarrollo del pensamiento político y la cultura indígena del continente Americano. Ha sido fundador de varias revistas de información y teoría de la resistencia indígena americana, destacando la internacional: «Pueblo Indio», vocero del Consejo Indio de Sud América, en la década de los 80, y la más reciente «Pachakuti» en el 2005, ambas editadas en Lima, Perú.
_____________
Argenpress: Después de más de cinco siglos de ese enorme acontecimiento que fue la llegada de los europeos a tierra americana y el dramático cambio de rumbo que eso significó para las culturas de este continente, ¿cuál es en este momento particular la situación de los pueblos autóctonos de Abya Yala?
Javier Lajo: Para saber cuál es la situación de nuestros pueblos ahora, hay que saber bien qué es lo pasó y cómo imaginamos los roles de los protagonistas de ese «asalto histórico» de 1492. Pero en general se puede decir que para nosotros fueron en lo fundamental dos cataclismos (o Pachakutis): uno poblacional, que redujo violentamente hasta quedar el 5% de nuestra población, y el otro desastre fue el tecnológico, pues los europeos mataron a los que dominaban y manejaban el conocimiento y la tecnología del hemisferio sur y destruyeron todo lo que podría ser memoria de toda esta sabiduría. Ahora nuestra población ya igualó el número antiguo, pero aún no se ha superado la brecha tecnológica y de conocimiento, pero va en curso. Los europeos no han podido ni podrán liquidar a nuestros pueblos, ni a la sabiduría propia de esta parte del mundo. Es más: creo que ahora le es imprescindible recuperar nuestra sabiduría, ciencia y tecnología, para superar el desastre climático y la hambruna mundial que se avecinan.
Lo primero es que podríamos caracterizar el «plan» de asalto del continente «Andino» por los reinos Europeos como el inicio de la globalización de una cultura guerrera o predadora, no por nada todo «colon-ialismo» viene de Colón. Una estrategia de expansionismo bélico que inicia Alejandro Magno, discípulo de Aristóteles en Macedonia-Grecia, 350 años antes de Cristo, que fue continuada por los llamados «reino s helenísticos», y luego por el imperio romano; es decir, la continuidad de una propuesta civilizatoria o «proyecto histórico», que entretejió su semillero entre «Atenas y Jerusalén», pero que en definitiva hizo operativo (la praxis política de) aquel principio aristotélico de la «identidad del ser» y del «tercero excluido»; estrategia (¿filosofía?) que se hizo efectiva y fue complementada por la gran capacidad bélica (armas y organización) y artes militares de los greco-latinos, puesto que fueron éstos los que dieron el primer impulso a lo que devino después en «occidental y cristiano». El gran filósofo griego también fundamenta en «La Política» lo que ahora se conoce como el «vivir bien», occidental, claro; lo hizo con el requisito de la pre-existencia de una buena dotación de esclavos para mantener ese «vivir bien» de la cultura europea, pues cuando esa «humanidad» se asume como tal deja excluido al «Otro», llámese «bárbaro», llámese «mujer» o llámese «indígena», y lo peor, excluye del «Bios», es decir de la vida según el bien, de la vida de la polis y del logos, sacando o extirpando la parte emotiva o la parte de los sentimientos humanos de la producción de conocimiento. Una cultura de un pueblo pequeño pero muy belicoso de una pequeña región del planeta que una vez que copa su territorio apéndice del Asia, toma por asalto el resto del mundo, Asia, África, América y Oceanía, a través de una acción guerrera que en menos de 10 años ocasiona la muerte (directa o indirecta) de más de la mitad de la población mundial, que en ese momento llegaba a los 400 millones de habitantes.
En este contexto de ocupación y depredación emprendida por los europeos en su guerra expansionista (la verdadera «primera guerra mundial») es que se debe ubicar la invasión y ocupación del continente Andino. Su intención era interrumpir el proceso evolutivo de una civilización que no sólo les era ajena o diferente, sino que les era peligrosa para su propia realización como proyecto histórico explotador y predador; aunque «su realización» fuera solamente la explotación del planeta y de la vida, es decir la destrucción de la naturaleza por mano propia. Los indígenas permanecemos tercamente en la «Zoe» primordial (vocablo griego que significa vida nuda o vida simplemente). Es nuestra «tierra sin mal», pero también sin bien. Nuestro Vivir bien indígena nada tiene que ver con el «bien y el mal», que es la genialidad moral que inventa occidente cristiano para apoderarse del mundo; parece que somos la antítesis de la civilización occidental, de lo contrario, no hubieran tomado con tanta prolijidad la destrucción de nuestra cultura. Un historiador peruano acertó cuando dijo que los europeos no solo quisieron ocupar nuestra geografía sino también nuestra historia, quisieron inútilmente destruir nuestra existencia. Felizmente no han tenido éxito ni la fuerza suficiente para completar su crimen, porque no se puede matar la vida, y menos se puede destruir a los «cuidantes» de la vida sobre el planeta. Actualmente la política de las naciones y de los pueblos en el mundo está cada vez más polarizada entre los que defienden la vida y los que quieren matarla. Ya en la Cumbre de Copenhague se pueden divisar a los protagonistas y sus ubicaciones como los que defienden la vida y a los que sólo buscan su interés subalterno como enemigos de la vida. Y el capitalismo salvaje con los neoliberales fondomonetaristas usureros y especuladores improductivos y parásitos perderán esta guerra, porque la muerte no puede ganar esta guerra, la muerte no gana ninguna guerra, solo podrá posponer su derrota. Y los indígenas estamos por nuestra propia naturaleza poniéndonos cada vez más a la cabeza de esta lucha final por el «vivir bien» sobre el planeta.
Argenpress: ¿Qué se puede hacer hoy día al respecto en esta lucha, que ya no es sólo por la justicia en el mundo, sino por la conservación misma de la vida?
Javier Lajo: Actualmente la presencia y las luchas de los pueblos indígenas en el mundo están tomando estas características. Occidente sabe que si los indígenas somos el último reducto del saber vivir bien, es porque sabemos conservar la vida óptima. Esto, porque en nuestro «vivir bien» no hemos excluido a nadie, ni a los «otros» como esclavos, ni a la mujer, ni menos hemos excluido «los sentimientos, emociones ni pasiones» para la elaboración de nuestro ‘conocimiento’ y nuestra ciencia. El capitalismo neoliberal es la última etapa de la cultura occidental, antes de la destrucción del planeta, si es que los pueblos indígenas lo permitimos.
Felizmente los indígenas, acá en el territorio andino-amazónico, tenemos una milenaria raigambre socialista, yo diría, la original. Estamos recuperando la memoria y usando cada vez más la lucidez de nuestra cultura, estamos reconociendo la «naturaleza socialista» de nuestra milenaria propuesta civilizatoria, naturaleza socialista que nada tiene que ver con Marx, ni con los «utópicos», ni con los ‘científicos’, ni las clases sociales occidentales, ni con ninguna característica de la historia occidental y capitalista, sino con nuestras profundas raíces milenarias. Con nuestras costumbres, economías, fiestas, en fin, con nuestra ‘manera de vivir’. Se necesita ser ciego o interesadamente torpe para no darse cuenta fácilmente que la naturaleza y caracteres colectivistas y comunitarios de nuestros pueblos originarios son herramientas fundamentales para re-construir o recuperar un milenario SOCIALISMO ORIGINARIO [i] , es decir un «socialismo andino-amazónico», legítimo y profundamente nuestro, autónomo e independiente, es decir auténtico, continuo y liberador del presente colonialista que nos oprime en tres capas sucesivas, de la más exterior a la mas interior: 1. Como civilización, 2. Como naciones y 3. Como clases sociales explotadas. Se le puede llamar también ‘comunitarismo’, ‘colectivismo’, ‘Aylluismo’, etc. pero nosotros lo calificamos así: «Socialismo Andino-amazónico», conciencia que está creciendo entre los pueblos indígenas, porque además se necesita estratégicamente contar con aliados «socialistas» en todo el mundo, no solamente con los occidentales de nuestro continente, sino con los socialistas orientales, africanos y en fin, de todas las latitudes; es más, creemos que nuestro ‘modelo de socialismo indígena’ es lo que faltaba para complementar y revitalizar las teorías de los modelos socialistas de la humanidad del tercer milenio, que será el sistema que redimirá a los pobres del mundo y salvará al planeta de la depredación capitalista.
Es claro, también, que el imperialismo y la derecha cavernaria ya se han dado cuenta de esta opción y de esta milenaria «riqueza socialista originaria» de los pueblos indígenas, y responde infiltrándose, usando y digitando a ciertos sectores marginales, pequeños pero que siempre existen. En todos los pueblos siempre hay, en este caso los auto-identificados como «indígenas puros», unos individuos «malogrados», degenerados, decrépitos y ‘dolientes’ o ‘traumados’ y racistas, que intentan confundir y desbocar a nuestros hermanos. Estos ‘malogrados’ títeres, que son manejados y movilizados por los colonialistas como individuos reaccionarios, contra-revolucionarios, que usan un lenguaje racista (por Ej. Las calificaciones de «indiomestizo», «blancomestizo», etc.), con un discurso ambiguo que aparenta radicalidad racial, pero sin contenido, siempre contra todo «socialismo», contra todo «izquierdismo», intentando destruir esta mirada global de los pueblos indígenas y su ubicación junto a los socialistas, junto a los pobres y proletarios del mundo. Esta última identidad del Socialismo Originario es nuestra verdadera ubicación; pero no como furgón de cola de los ‘otros’ socialismos de otros pueblos, sino como vanguardia real y legítima, tal como sucede en Bolivia y en otros países, donde los indígenas, en la práctica y en la teoría, estamos tomando nuestra ubicación en la primera línea del fuego revolucionario, izquierdista y socialista originario, siempre con la mirada en la liberación y restauración de nuestras milenarias raíces andino-amazónicas. Nuestros pueblos tienen en su forma de vivir y existir mucho para enseñar el socialismo indígena u originario a todos los pueblos del mundo y para que ‘el socialismo’ deje de ser una cuestión teórica solamente.
Otro tema que nos gustaría comentar es el derivado de la naturaleza del Poder frente a la «recuperación del equilibrio», que es el tema de lo que nosotros conocemos como «Kamachik Inka» o que los mayas dicen «mandar obedeciendo al pueblo organizado»; precisamente el «poder» es una descompensación o desequilibrio entre dirigidos y dirigentes, cuando estos toman por su cuenta las jerarquías de función y las convierten en «jerarquías de poder», es decir cuando se apropian de lo que no es suyo. Los llamado «representantes» son eso mismo, y no «dueños del poder», pero hay mecanismos como el de la llamada democracia representativa y otros, que alteran estos compromisos y convierten las jerarquías de función en jerarquías de poder, como es el caso de las «democracias occidentales».
Argenpress: Desde hace algunos años se habla de «multiculturalidad». ¿Representa eso un verdadero avance para los pueblos? ¿Es sólo un discurso políticamente correcto sin implicancias reales en el ejercicio de los poderes? ¿Es una moda? ¿Es un instrumento de transformación?
Javier Lajo: Mas que multiculturalidad en nuestros países se está propagando la «interculturalidad», que no es como parece, el diálogo y consenso de culturas, sino tal como yo lo entiendo, es el consenso entre culturas, pero tomando como ‘ambiente operativo’ la cultura occidental, lo cual es inconsecuente, irreal y tramposo, porque dicha cultura no conoce compañías: o te integras a dicha cultura o te desaparecen. Yo estoy de acuerdo con lo que dice Yves Guillemot [ii] , que es uno de los europeos que cada vez más aceptan y practican un ‘dialogo intercultural paritario’: » Afirmar este espacio de puente paritario me parece una prioridad urgente y la base de todo diálogo intercultural, es decir que sin esta meta el diálogo intercultural no tiene sentido, y de hecho, va a seguir actuando como brazo armado de la globalización, o colonización por homogenización cultural».
Y lo que es más importante es lo que dice después, que tiene que ver con la necesidad de una justa reparación para los pueblos maltratados por el colonialismo, dado que la ONU ha aprobado la «Declaración de Derechos de los Indígenas», pero que huele a «borrón y cuenta nueva», creyendo haber hecho justicia. Un atropello sin reparación no es justicia histórica, más bien es tratar de tapar o socapar ese atropello histórico contra los pueblos indígenas, como escribe Guillemot: «Por lo demás se ha maltratado tanto a las culturas y pueblos indígenas, que pedirles ahora un diálogo de igual a igual o intercultural, sin siquiera repararlos en algo, reparación que debe venir de occidente, «de Dios» o de quien sea, me parece algo de veras, sino gracioso, de humor negro».
Pero lo cierto es que esta otra «receta» de la «interculturalidad», si no es un proceso paritario, es otro intento de homogeneización cultural, como lo fue «el mestizaje» desde décadas atrás, «todos estos conceptos nacen de una ontología que pone los términos o partes, en este caso «el individuo», como única realidad, para luego preguntarse: ¿cómo vincularse con el «Otro»?. «Inter» entonces es una palabra que presupone esta ontología individualista y solo existe desde un lado del presunto diálogo, desde el otro lado el problema del sujeto no es el de ¿cómo vincularse?, sino ¿cómo escapar?, o esconderse, no ser visto, o volverse invisible, transparente a la mirada del otro occidental, que nunca deja de convertir, de asimilar, de homogeneizar. La única alternativa para el «Otro» es desaparecer, esfumarse, ser invisible».
Haríamos bien en transcribir, comentando todo el texto de Guillemot, porque son pocos los europeos que han logrado un dialogo intercultural auténtico y verdadero, o «paritario» como lo calificamos nosotros. Ese es el desafío actual: Lograr construir una interculturalidad paritaria, para el diálogo franco que ponga fin al colonialismo y al autismo cultural occidental.
Argenpress: Latinoamérica, ya desde largo tiempo occidentalizada e incorporada al mercado global, es hoy uno de los lugares más inequitativos del planeta. Aquí es donde se dan las mayores diferencias entre ricos y pobres. ¿Qué hacer ante eso? ¿Cómo y por dónde debe ir la lucha en favor de remediar esas injusticias?
Javier Lajo: Bueno, ha habido una «occidentalización» o «latinización» del continente, pero también ha habido una indudable «indigenización» del mundo occidental. Los significantes y significados del idioma español se han «quechuizado», «aymarizado», «guaranizado», etc. Este es un tema sobre el que podríamos hablar muchas horas y demostrarle cómo han sido cambiados estas formas y contenidos por nuestras culturas, sin mucho aspaviento y afán de protagonismo. Pero toda cultura tiene simiente, una civilización, como la andina, que resiste es porque tiene más fuerza que la cultura invasora, de lo contrario ya nos hubieran desaparecido hace tiempo. En un futuro cercano en donde nuestra cultura indígena tenga más espacio político, podremos demostrar cuánto hemos sembrado en occidente. Claro que nuestro continente Andino es el lugar más inequitativo del planeta, pero también es el más bio-diverso y el más resistente al colonialismo por su misma diversidad cultural. Esos factores son los que nos han servido para supervivir y para resistir. La naturaleza ha conspirado cómplice de nuestros pueblos para protegernos y darnos la fuerza actual para aspirar e intentar la recuperación del equilibrio.
Existen las mayores diferencias entre ricos y pobres, precisamente, porque la diferencia de las culturas que chocan en 1492 son culturas tan contradictorias que difícilmente vamos a poder encontrarles su punto de equilibrio. En Bolivia se está dando un primer partido, digamos así, a esta contienda entre las dos culturas, la occidental y la andina-amazónica. Y vamos ganando la partida, porque nuestros argumentos políticos y mecanismos democráticos son superiores y están muy bien liderados por Evo Morales y el MAS. La lucha en estos últimos meses ha sido ardua, pero vamos ganando hasta ahora. En el Perú es más difícil porque aquí estuvo y sigue estando el nido principal del colonialismo europeo, con el adicional que han aumentado sus críos peruanos, que son parásitos extremadamente evolucionados. Es bueno recordar que aquí en Lima estuvo implantado el Virreinato del Perú, de donde nace la «independencia del Perú», que antes no existía, como Perú, ni en pintura. Entonces, ¿qué nos hacemos hoy con este racismo sistémico de masones criollos?; ellos saben cómo pudieron traicionar a sus padres europeos y quedarse con toda la colonia, y saben también conservarla hoy en día; pero les vamos a ganar, más temprano que tarde, el conocimiento y la sabiduría no están de su lado, nunca lo estuvieron, pero sí que supieron ocultar sus crímenes y sus perversiones políticas y morales, pero ya no pueden ocultar más la verdadera naturaleza de sus posesiones y de su pasado; la justicia histórica llegará para todos ellos y nuestros pueblos sabrán ser magnánimos.
Argenpress: Las guerrillas de décadas atrás, habiendo triunfado en muy pocos países, hoy no se ven como una salida viable. ¿Qué opciones políticas tiene el «pobrerío» latinoamericano para cambiar su actual situación?
Javier Lajo: Las guerrillas, como todos los otros métodos violentos, siempre han sido un recurso de europeos contra europeos. La violencia en general es el método y herramienta para originar y mantener la enajenación social, es decir toda la expropiación de energía humana, injusta e ilícitamente, como lo fue el esclavismo en la Europa arcaica. En la actualidad, el Estado burgués es el organismo que ejerce la violencia de la explotación de una clase contra otra y nunca se puede apagar la violencia con otra violencia, sin embargo nuestros pueblos han desarrollado una resistencia pacífica, que bien la podríamos titular una resistencia de «Paz Activa», con la cual hemos conseguido resistir y llegar hasta este momento histórico, en donde intentamos y lograremos conquistar los Estados Criollos democráticamente a través de los mecanismo occidentales, para refundarlos y convertirlos en Estados Plurinacionales, con lo cual habremos dejado los Estados expeditos para convertirlos en Confederaciones o ‘Estado racimo’, que es la formula andino-amazónica para refundar nuestros Estados.
Argenpress: ¿Qué perspectivas de futuro pueden tener procesos de integración como el ALBA?
Javier Lajo: El ALBA como proceso de integración y de liberación tiene que ser plural, si es que quiere consolidarse. Aquí en el Perú el movimiento popular, más que bolivariano es «Incásico» o «Tupacamarista»; el movimiento indígena tiene la experiencia cercana que es la independencia criolla que traicionó los ideales de «libertad para todos», destruyó nuestros pueblos e intentó integrarnos como «individuos» o «ciudadanos», y eso ha quedado muy presente en nuestra conciencia. La historia no se puede repetir. Los criollos comandados por San Martín y Bolívar que integraron el «mirandismo» de la logia «Lautaro», desarrollaron revoluciones masónicas, o del romanticismo liberal europeo, pero con el fin de apoderarse de nuestros territorios quitándoselos a los colonialistas externos o monarquías europeas. En estas gestas separatistas de colonialismo interno, nuestros pueblos fueron usados como carne de cañón, y después de usarnos, los criollos nos excluyen de las democracias y de la gobernabilidad de sus estados republicanos, para luego imponer un doble colonialismo sobre nuestros territorios hasta hoy. Hasta San Martín y Bolívar fueron traicionados por los feudales serviles al imperialismo emergente del norte. Sin embargo, a pesar de esta mala experiencia histórica, el Socialismo Andino-amazónico actual, como doctrina, puede ser un ambiente natural y aséptico de encuentro entre los bolivarianos libertarios de hoy y los pueblos indígenas que, intransigente y radicalmente, lucharán por su liberación. Pero nadie podrá dudar que la justicia histórica está de lado de los pueblos indígenas y que nuestra propuesta de Socialismo Andino-amazónico es la más óptima para el encuentro de los revolucionarios continentales.
[i] http://emanzipationhumanum.de/downloads/MASA_QHAPAQ.pdf
[ii] http://alainet.org/active/31388〈=es
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.