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Ingeniero de la corrupción

Los mil tentáculos de Enrique Correa

Fuentes: Punto Final

Enrique Correa Ríos -que sostiene que el financiamiento irregular de la política no es corrupción- cumplió en noviembre 70 años. En este 2016 celebrará, además, dos décadas al frente de la principal empresa de lobby del país, fundada como Correa y Correa Consultores y devenida hoy en Imaginaccion, un holding que le permite incursionar en […]

Enrique Correa Ríos -que sostiene que el financiamiento irregular de la política no es corrupción- cumplió en noviembre 70 años. En este 2016 celebrará, además, dos décadas al frente de la principal empresa de lobby del país, fundada como Correa y Correa Consultores y devenida hoy en Imaginaccion, un holding que le permite incursionar en múltiples negocios y ejercer poderosa influencia en ámbitos políticos, empresariales, legislativos, judiciales e informativos.

Correa -lo dijo Enrique Krauss, el ex ministro del Interior de Patricio Aylwin- es como el grupo cero de la sangre: a todos les sirve. Nació en 1945 en Ovalle, en una familia ilustrada de clase media. Su padre, un masón que votaba por los liberales, le inculcó el gusto por la música y la lectura. La madre, a su tiempo, lo acercó a la Iglesia Católica y a la fe.

Desde muy joven Correa ha estado vinculado a hechos políticos y sociales relevantes del país. Hace algunos meses, por ejemplo, contribuyó al triunfo de Isabel Allende a la presidencia del Partido Socialista. En junio, dos discípulos suyos -Marcelo Díaz y Jorge Insunza- llegaron a La Moneda como ministros de Michelle Bachelet. Y, en los últimos meses de 2015, se le vio muy expectante ante la posibilidad de que dos cercanos- Ricardo Lagos Escobar y José Miguel Insulza- se consoliden como candidatos presidenciales.

Estudió en una escuela pública y luego en el liceo de Ovalle. Trabajó en la parroquia local y formó parte de las Juventudes Estudiantiles Católicas (JEC). A los 12 años se inscribió en la Juventud Demócrata Cristiana. Luego viajó a Santiago para ingresar al Seminario Diocesano, dirigido por el sacerdote Carlos González Cruchaga. Allí fue compañero de Jaime Estévez, Luis Eugenio Silva, Cristián Precht y Miguel Ortega, quienes años más tarde tendrían notoria figuración pública.

Una enfermedad de su padre le obligó a volver a Ovalle, donde ejerció la locución radial apoyando la candidatura presidencial de Eduardo Frei Montalva. En 1965 ingresó en Santiago a la Escuela de Filosofía de la Universidad Católica. Allí empezó a distanciarse de lo sagrado y a sumergirse en la lectura de Marx y de otros pensadores socialistas. (Más antecedentes en La ruta de un camaleón ; PF 572).

Jaime Castillo Velasco, ideólogo del PDC, y Rodrigo Ambrosio, líder de la JDC, fueron sus más cercanos referentes intelectuales. Ambrosio, formado por los jesuitas en Talca, había entrado en 1958, junto a Tomás Moulian y Manuel Antonio Garretón, a la primera promoción de la Escuela de Sociología de la UC, fundada por el jesuita Roger Vekemans. A los 22 años viajó a Europa con Tomás Moulian y Marta Harnecker, entre otros. Allá se juntaron con Claudio Orrego Vicuña, Carmen Frei y Eugenio Ortega. Más tarde, Ambrosio entró al Instituto de Desarrollo Agropecuario, donde junto a Jacques Chochol, Jaime Gazmuri y Juan Enrique Vega formaron un núcleo ideológico para acelerar los cambios sociales y aglutinar a los «rebeldes» de la JDC, liderados por Enrique Correa.

En 1967 esos jóvenes ocuparon la Casa Central de la UC exigiendo reformas. A la cabeza del movimiento estaba Miguel Angel Solar, hoy médico en Temuco; el jefe de la toma era Carlos Montes, actual senador socialista; a cargo del casino estaba Adriana Delpiano, ahora ministra de Educación. Ese año la línea rebelde se impuso en la Junta Nacional de la JDC y lograron elegir presidente a Rodrigo Ambrosio. Aprobaron un voto político que señalaba: «No estamos dispuestos a envejecer en la ambigüedad». Ambrosio afirmó entonces que «para la campaña presidencial del 70 deben desaparecer del mapa las alternativas centristas o terceristas, que encubren, distorsionan y amortiguan la vida social real del país». Correa poco después llegó a la presidencia de la JDC.

 

NACE EL MAPU

En 1969 aquellos muchachos fundaron el Movimiento de Acción Popular Unitaria (Mapu) y denunciaron «el fracaso de la experiencia reformista» de Frei. En su declaración de principios se definieron como «fuerza de vida y escuela para el poder» y afirmaron que «nos construimos desde ahora para dirigir la Patria». Tres meses después, el Mapu se integró a la Unidad Popular.

El 30 de octubre de 1970 el Mapu celebró su primer congreso. Ambrosio asumió como secretario general y Enrique Correa como subsecretario. Este, para ganarse la vida, compartía su labor política con la enseñanza del marxismo en la Universidad Técnica del Estado. De allí pasó a ser asesor político de Clodomiro Almeyda, en la Cancillería, donde fue reemplazado en 1972 por José Miguel Insulza. (Ver también: Los compañeros de ruta de Enrique Correa ; PF 573).

 

EN EL «APARATO MILITAR»

Durante la UP el Mapu colocó numerosos militantes en el gobierno: Jacques Chonchol, ministro de Agricultura; Juan Carlos Concha (hoy PC), ministro de Salud; José Antonio Viera-Gallo, subsecretario de Justicia; Oscar Guillermo Garretón, subsecretario de Economía; Carmen Gloria Aguayo, secretaria de Desarrollo Regional; y Fernando Flores, ministro de Hacienda, entre otros.

Ambrosio murió en mayo de 1972 en un accidente automovilístico. La conducción del Mapu fue asumida por Jaime Gazmuri. Enrique Correa renunció durante dos meses, por considerar que el movimiento debía integrarse al Partido Comunista.

El 7 de marzo de 1973, debido a crecientes disputas internas, el Mapu se dividió en dos fracciones: una marxista-leninista, encabezada por Oscar Guillermo Garretón (hoy próspero empresario socialista) y Eduardo Aquevedo; la otra, por Gazmuri, Correa y Fernando Flores, llamada Mapu Obrero Campesino, MOC.

En diciembre Correa se asiló en la embajada de Perú. Viajó a la Unión Soviética, donde se vinculó con el PCUS, colaboró con el programa «Escucha Chile», de Radio Moscú, y recolectó dinero para organizar la resistencia armada del MOC en la clandestinida. En 1975 ingresó al país como jefe del «aparato militar» de su partido. Hizo dieta para perder 45 kilos, le sacaron parte del pelo, le afeitaron la barba y le cambiaron los lentes ópticos. Vivió en Providencia como un sociólogo que trabajaba en un estudio de arquitectos. Regresó a Europa en 1977 y se instaló en Berlín oriental por petición de Clodomiro Almeyda. Informó a los exiliados que la dictadura tenía un férreo control del poder y que no había modo de removerla por la fuerza. Asumió como encargado en el exterior del MOC e inició un periodo de renovación ideológica, distanciándose de Almeyda y acercándose a las tesis de Carlos Altamirano. Viajó frecuentemente a Italia y se reunió con Insulza, Viera-Gallo, Estévez y otros miembros de su partido que también estaban en proceso de renovación, influidos por el eurocomunismo de Enrico Berlinguer y el PC italiano.

 

CLANDESTINO EN CHILE

Correa entró y salió de Chile por esos años, bajo diferentes chapas. Volvió para quedarse en 1981 y se dedicó a trabajar con comunidades cristianas de base y sindicatos, estableciendo nuevas redes de contactos que serían relevantes al irrumpir las protestas sociales en 1983. Se vinculó a la Pastoral Obrera del Arzobispado de Santiago, donde trabajó con el obispo Camilo Vial y el abogado Jorge Donoso. Más tarde, su capacidad organizativa lo llevó a transformarse en el coordinador general del Comando por el No, en 1988, a cargo de un vasto equipo que, entre otros, integraban Angel Flisflich, Carlos Huneeus, Hugo Rivas, Carlos Vergara, Alejandro Foxley, Juan Gabriel Valdés, Eugenio Tironi, Ricardo Solari, Patricio Silva, Manuel Antonio Garretón, Isidro Solís, Carlos Montes, Carlos Figueroa, Gonzalo Martner y Germán Quintana, varios de los cuadros más capaces de la naciente Concertación de Partidos por la Democracia.

Conseguido el triunfo en el plebiscito, Correa inició una nueva operación política: lograr que Patricio Aylwin fuera el abanderado presidencial de la Concertación en las elecciones de diciembre de 1989. Correa, asesorado por Ricardo Solari, consiguió que Clodomiro Almeyda entregara su apoyo a Aylwin.

Electo presidente, Aylwin nombró a Correa como ministro Secretario General de Gobierno. A su lado, en la Secretaría de Comunicación y Cultura, designó a Eugenio Tironi. Desde el segundo piso de La Moneda, otra vez gordo, con barba y lentes, Correa junto a Edgardo Boeninger, ministro Secretario General de la Presidencia, metieron al refrigerador las demandas sociales, desactivaron los comandos juveniles, las organizaciones poblacionales y los sindicatos. Consiguieron en corto tiempo devolver a sus casas a decenas de miles de chilenos que, desde mediados de los 80, habían salido a las calles a reconquistar la democracia. Ambos ministros consideraban que había llegado la hora de que los políticos profesionales retomasen las riendas.

Correa se encargó de negociar con Augusto Pinochet y el general Jorge Ballerino; se ocupó de la desactivación de los grupos armados, de limar aspereza con El Mercurio , de convencer a Fidel Castro para que llamara al orden al FPMR, de formalizar acuerdos con la derecha y los empresarios; en fin, de los mil y un detalles de la transición a la democracia. Concluida su labor, abandonó La Moneda y se instaló en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) para dedicarse a pensar la política. No obstante, algunas exitosas asesorías en el extranjero lo indujeron a incursionar en la recién aparecida «comunicación estratégica», antecedente inmediato del lobby en Chile.

 

VARIADA CLIENTELA

En 1996, Enrique Correa era asesor del Banco Interamericano de Desarrollo; asociado con Fernando Flores convencía a empresarios mexicanos para invertir en América Central; y, en el rubro de las comunicaciones, trabajaba con Eugenio Tironi asesorando diversas empresas.

Primero fue Correa & Correa Consultores. Luego separó aguas con Tironi y creó Imaginaccion, que mantiene hasta ahora. Entre sus clientes se han contado CTC y otras empresas de telecomunicaciones, Colbún, Corpora Tres Montes, Soprole, el proyecto Trillium, Almacenes París, American Monarch, CMS, Colmena, las pisqueras, las tabacaleras, el grupo Luksic, el grupo Urenda, el grupo Said, el grupo Penta, el grupo Saieh, Julio Ponce Lerou y SQM, Madeco, Consalud, AFP Habitat, Citibank, Banco del Desarrollo, Banco Santander, CAP, Agunsa, TVN, Nextel, Puerto de Antofagasta, Cemento Melón, Cruz Verde, Cruz Blanca, Blanco y Negro, SMU, Corp-Group, ADT, Universidad Santo Tomás, las asociaciones de Isapres, de Notarios y Conservadores, de Municipalidades, de Avisadores A.G. (ANDA), de Mutuales de Seguridad, la Asociación de Desarrolladores de Video Juegos de EE.UU. (ESA), la Asociación Chilena de Seguridad y Clínicas de Chile, entre otras muchas compañías.

También asesora a gobiernos y a entidades internacionales de diversos calibres. Trabajó para la OEA, en América Central, Ecuador, Colombia, Paraguay y Bolivia. Además, opera con otras sociedades de responsabilidad limitada a través de la cuales factura sus charlas, participa en seminarios y asesorías puntuales como la que hace al Banco Central. Mediante la corporación Pro Bono, su holding presta ayuda a instituciones como Educación 2020, el Museo de Arte Contemporáneo y la Fundación Salvador Allende.

En 2009, Correa creó junto a José Antonio Viera-Gallo una plataforma para promocionar nuevas figuras en el ámbito político: la Fundación ProyectAmérica, organismo al que confluyeron jóvenes líderes de otros partidos como el hoy intendente Claudio Orrego (DC) y el senador Felipe Harboe (PPD). Así va aumentando sus redes e influencias.

Su paso por La Moneda y las tareas posteriores le han permitido reclutar a jóvenes políticos que trabajaron con él como Marcelo Díaz (PS), Jorge Insunza (PPD) y Marco Antonio Núñez (PPD); o bien a algunos que conoció por su actividad partidaria como Carolina Tohá (PPD), Freddy Ponce (PS), Alvaro Elizalde (PS), la esposa de éste, Patricia Roa (PS), y Harold Correa (PPD), entre otros. También se ha esmerado en alistar para sus empresas a periodistas bien relacionados. Así lo hizo, por ejemplo, con Luis Alvarez Vallejos, actual gerente de Comunicaciones del Banco Central; Alberto Luengo Danon, hoy director de Prensa de TVN; y Juan Carvajal, ex director de la Secom en el primer gobierno de Bachelet.

 

SU ESTADO MAYOR

La cabeza de su holding , donde trabajan unas setenta personas, es un directorio presidido por el propio Correa, donde participan su hijo Nelson, Marcela Noé Echeverría -su jefa de gabinete cuando fue ministro-, y el abogado Eduardo Báez -ex alcalde de Lo Espejo por el PPD-. En las cuatro áreas de Imaginaccion -Asuntos Públicos, Comunicación Estratégica, Diseño de Negocios y Estudios- tiene como socios a Carmen Celedón Cariola, sobrina del octogenario publicista DC Jaime Celedón y ex subdirectora de Cieplan; Sergio García Opazo, ex director del Instituto Nacional de la Juventud; Leonardo Cortés, ex gerente de asuntos corporativos de Nextel; Rodrigo Quintana ex consejero del Consejo de Defensa del Estado; Carlos Cruz, ex ministro de Obras Públicas de Ricardo Lagos; Eduardo D’Hainnaut y Luis Eduardo Escobar. Entre los consultores destacan el abogado Natalio Dorfman, ex asesor en la Segpres cuando José Antonio Viera-Gallo era ministro; y Carlos Vergara Dexrud, amigo personal de Correa y ex asesor principal de Análisis Estratégico del ex presidente Lagos. El actual gerente de Asuntos Públicos del holding es Moisés Valenzuela, ex asesor de Lagos en la Segpres y en la Cancillería, y ex consejero de Cegades, la ONG cercana a Gutenberg Martínez y a la ODCA, la internacional democratacristiana en el continente.

Desde 2007 en adelante el área de Comunicación Estratégica de Imaginaccion ha materializado numerosos contratos con organismos públicos. Según registros de Mercado Público, se efectuaron asesorías comunicacionales, talleres variados, seminarios para gobiernos regionales, diseños estratégicos, manejo de conflictos, eventos y asistencias de todo tipo.

En 2005 Correa estuvo a un paso de crear una nueva sociedad con los ex ministros Andrés Chadwick, Pablo Longueira y el abogado Luis Hermosilla. La iniciativa se truncó de manera abrupta.

 

 

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 844, 8 de enero 2016.

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