El 23 de octubre culminó el XX Congreso del más grande partido político del mundo (97 millones de afiliados), El Partido Comunista Chino que duró una semana.
Más allá de las decisiones relacionadas con la estructura del mismo, lo que cabe considerar es que el chino es un modelo que para gran parte de los intelectuales de occidente es un misterio. Este misterio ha sido y sigue siendo objeto de múltiples calificaciones tanto por parte de organizaciones de derecha como de izquierda. Ambas corrientes marcan supuestas incoherencias en la política de la República Popular China. La izquierda dice que no hay socialismo, lo mismo que la derecha que la califica de capitalista, pero dictatorial.
El Estado chino se declara “Socialista con peculiaridades chinas”. Y eso genera los interrogantes. Algunos consideran que es un acomodo semántico.
Creo que los misterios o confusiones en occidente provienen por un lado de que existen cosmovisiones y lógicas muy diferentes entre Oriente y Occidente.
Los chinos hacen proyectos de muy largo plazo que van de 50 a 100 años. Esto para los occidentales, es inconcebible. De ahí que la peculiaridad a la que aluden los chinos, tendría que ver entre otras cosas, con una fusión que no puede llegar a occidente: Marx y Confucio; este último pensador chino como otros de esa nación, representan la expresión de una cosmovisión encuadrada en una filosofía que probablemente habiendo sido la base y punto de partida del pensamiento occidental, éste fuera encuadrado en una lógica formal consolidada en el capitalismo moderno, algo que fuera objeto de profunda crítica por parte de un pensador occidental: K.Marx.
Pero más allá de las disquisiciones filosóficas que en realidad no es propósito de esta reflexión, sería bueno hacer una evaluación de la realidad económica y social de República Popular China desde su constitución a la fecha.
Los guarismos reconocidos por los organismos multilaterales reconocen a China como una potencia. En términos de poder adquisitivo está encima de EEUU, y en términos de valores nominales, está segundo en el mundo ( después de EEUU) . Sin embargo incluso en estos términos, de acuerdo a las proyecciones de organismos multilaterales como el FMI,el BM etc, al paso de su crecimiento , China está llamada a ocupar el primer puesto, a más tardar en 10 años.
Con respecto al socialismo, para el 2021 estaba proyectado levantar significativamente la producción de manera tal de superar la pobreza extrema. En los últimos 10 años, el PIB chino creció en un 91% en un promedio de 6% anual; la pobreza extrema ya no existe. El peso específico del volumen total de la economía china en la economía mundial ha llegado a un 18,5% y el PIB per capita se duplicó en los últimos diez años. La producción total de granos se ha situado en el primer lugar mundial y se ha garantizado la seguridad alimentaria y energética de su población, la más grande del mundo con 1.400 millones de habitantes. Además, ocupa el primer lugar en el mundo en industria como en reservas de divisas . Está además en primer lugar en el mundo en construcción de infraestructura vial de todo orden. Para el año 2049, es decir a 100 años de su constitución, la República Popular China tiene proyectado el logro de un Estado socialista, habiendo superado toralmente la pobreza en el país.
La necesaria centralización
El otro secreto del proyecto chino, está en la centralización del poder. Hay una economía de mercado, pero la misma está bajo el estricto control del Partido Comunista Chino en el poder. No hay empresa ni pública ni privada que no esté bajo el control del partido. Los sectores estratégicos de la economía son estatales. Por ejemplo, los 5 bancos más grandes del mundo son chinos, y son bancos públicos. Este modelo político estaría echando por tierra la tan mentada democracia representativa de occidente, que no es sino el marco normativo del capitalismo moderno que se desenvuelve en un libertinaje de mercado, que para nada nunca fue libre, porque desde una lectura marxiana, el proceso de acumulación deviene inexorablemente en una concentración creciente de riqueza en manos de una minoría cada vez más pequeña, en detrimento de una creciente mayoría que va sumiéndose en la miseria, y desde esa situación de privilegio se va configurando una economía monopólica desde la cual esa minoría controla el mercado en función de sus intereses. Sobre el nivel de concentración de la riqueza, el economista francés, Thomas Piketty en su libro “El Capital del Siglo XXI”,ha documentado de forma minuciosa ese proceso de concentración de la riqueza en una minoría desde el siglo XIX hasta nuestros días (en realidad, hasta el 2013 que es cuando se publica el libro).
A qué socialismo se apunta.
Si juzgamos el proceso chino con el discurso decimonónico socialista que tanta conmoción ha producido en el mundo desde finales de ese siglo hasta la primera mitad del siglo XX, en que desde ese gran documento político suscrito por Marx y Engels conocido como “Manifiesto comunista”, auguraba un mundo socialista desde el internacionalismo proletario, obviamente nos llevará a su impugnación. Pero la esencia de la dialéctica es dinámica, por lo que no tolera los dogmas. El propio Marx consideró en un prólogo de ese documento en 1872, que las condiciones en las que fue escrito han cambiado.
El sistema capitalista viene demostrando tener desde hace bastante tiempo ante las crisis cíclicas inherentes a sus propias contradicciones, una gran capacidad de reinventarse, lo que para nada significa que bajo su estructura, el mundo no esté cada vez peor; con una pauperización creciente de la mayoría de la población mundial, además de la progresiva destrucción del planeta.
Si los presupuestos expuestos por los fundadores del socialismo científico a mitad del siglo XIX no se han cumplido, no se puede negar, a la luz del proceso que vivimos, que el modo de producción capitalista sigue siendo predominante en el mundo. Eso significa que las relaciones a todos los niveles, internacionales y locales, siguen regidas por el capitalismo. Entre otras cosas, esa predominancia del modo de producción capitalista en el mundo, tiene que ver con que todavía falta desarrollar una Economía Política socialista que apuntale un nuevo paradigma capaz de desplazar definitivamente el caduco régimen. Nuestras izquierdas hasta ahora se limitaron a contestar, y muy poco a proponer. Es probable que cuando se logre una formulación acabada de una Economía Política socialista, tendremos las condiciones para vivir una sociedad socialista en el mundo.
China tiene una historia muy larga y rica, mucho más que la de occidente. El fundador de la República Popular China , Mao Zedong, así como otros grandes gobernantes socialistas, con la intención de transformar el mundo, intentó un proyecto socialista adscrito a los términos de aquel socialismo decimonónico, y no le fue bien. Tanto desde su conocida Revolución cultural como su “Gran Salto Adelante”. Ya en los años 70 del siglo XX , otro gran gobernante, Deng Waioping, fue el artífice de la condición de potencia que hoy tiene China. Entendió que la asimetría capitalista entre occidente y oriente podía aprovecharse en beneficio de su nación. Desde una ventaja comparativa basada en bajos salarios, promovió la deslocalización de las industrias de occidente hacia China , principalmente de EEUU. Esa deslocalización se realizó en base a términos contractuales con el gobierno chino preservando los intereses locales, logrando el control de la producción y de esa manera, captar y aprovechar la tecnología exógena, y a partir de ahí, desarrollar intensamente la ciencia y tecnología, hasta convertirse hoy en la vanguardia tecnológica del mundo.
Dicho esto, se podría inferir que es probable que, en las condiciones actuales, a lo que se puede llegar para lograr un modelo económico que garantice la equidad en una nación, sea en una primera instancia, un capitalismo de Estado de mucha eficiencia y eficacia. Como dijera alguna vez el economista egipcio, Samir Amin, probablemente el capitalismo de Estado dadas las condiciones vigentes, sea una etapa inevitable para apuntar al socialismo en una nación . En este XX Congreso de PCCH , apunta a lograr estabilidad y avanzar con fuerza y entusiasmo hacia la modernización.
La construcción de este modelo como toda actividad humana, no está exenta de errores que los pudo tener, y probablemente los siga teniendo. Pero, a propósito, lo que cabe destacar es la capacidad de autocrítica del XX Congreso, expresado tanto en el diagnóstico del mismo, como en las palabras de su líder, Xi Jinping, en que se reconocen los errores en los que se incurrió .
Sabemos a ciencia cierta, que en términos tecnológicos, China está a la vanguardia en el mundo. Y a nivel internacional, se acercará al socialismo cuando se logre una relación basada en la cooperación entre los pueblos.
En esos presupuestos se habrá basado el discurso en la sesión inaugural número XX del C.Central del PPCCHl, el reelecto Srio General y gobernante, XI Jimping: “hacemos una nueva expedición hacia la construcción integral de un país socialista moderno”. Para el plano global propugna “un mundo basado en la paz, desarrollo, equidad, justicia, democracia, libertad, basado en la cooperación”. El objetivo primero o inmediato, sería lograr la estabilidad ante un mundo muy convulsionado como el que estamos viviendo. De modo que se estaría en condiciones de avanzar hacia una sociedad más solidaria o si se quiere, socialista, cuando las relaciones a nivel internacional se realicen en un marco de igualdad. Porque si así no fuera, se estaría reproduciendo el mundo asimétrico de desiguales que viene caracterizando a la “fase imperialista del capitalismo”.
Finalmente, se podría decir que en la actualidad no existe en el mundo ningún modelo que se adscriba de forma tajante al socialismo que fuera formulado en los términos del “Manifiesto..”. Sin embargo, los países que se declaran socialistas o comunistas estarían tomando como referencia, el modelo chino.
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