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Entrevista a Rafael Palacios, director de la Agencia Asturiana de Cooperación al Desarrollo

«Los movimientos sociales quieren y tienen que entrar a formar parte de los gobiernos»

Fuentes: Rebelión

Más allá de lo que presentan las grandes empresas de comunicación, en Europa también se está debatiendo la izquierda. Y, desde el viejo continente, se observa con atención el volcán sociopolítico que recorre la América Latina. Uno de esos observadores es el dirigente Rafael Palacios, quien en este encuentro habla de la importancia del ALBA; […]

Más allá de lo que presentan las grandes empresas de comunicación, en Europa también se está debatiendo la izquierda. Y, desde el viejo continente, se observa con atención el volcán sociopolítico que recorre la América Latina. Uno de esos observadores es el dirigente Rafael Palacios, quien en este encuentro habla de la importancia del ALBA; del nefasto golpe de estado en Honduras; de la Europa colonialista y de la necesidad de vincular a los pueblos de los dos continentes por encima de los intereses de las multinacionales. El líder político español considera que «la nueva izquierda latinoamericana, está abriendo espacios de trabajo, de reflexión, de diálogo y de propuesta que son fundamentales». 

P: ¿La promocionada crisis económica mundial esconde una mutación del capitalismo o realmente el sistema está en crisis?

R : No estamos en un momento cualquiera de la historia de la humanidad. Hoy nos enfrentamos a gravísimas crisis provocadas por el capitalismo: crisis alimentaria, financiera, económica, medioambiental, social,…, y por supuesto, una profunda y grave crisis de los derechos humanos, en medio de un cuestionamiento cada vez mayor a los organismos internacionales por su comportamiento francamente hipócrita y antidemocrático.

Las crisis que padecemos no cayeron del cielo. Vienen construyéndose desde hace más de 30 años por el neoliberalismo, con el objetivo de hacer crecer el mercado, con el objetivo de hacernos creer que cualquier cosa pública sería más eficiente privatizada.

Parece como si las crisis que padecemos hubieran llegado de otro planeta y que nadie tiene ninguna responsabilidad.

La desigualdad y la pobreza no son fruto de la buena o la mala suerte. La desigualdad y la pobreza son consecuencia directa de la forma en la que los seres humanos organizamos nuestra actividad política, social y económica.

Estamos frente a un sistema que no quiso distribuir su riqueza y que, sin embargo, ahora quiere socializar sus pérdidas.

Un sistema que ante situaciones de crisis global sólo sabe responder con la guerra, con la violencia y con la vulneración de los derechos humanos individuales y colectivos. Un sistema que está desencadenando una verdadera guerra social contra los pueblos y contra los trabajadores y trabajadoras.

P: ¿Cuál es la situación de la izquierda en la Europa del siglo XXI?

R: La pregunta seguramente daría para un master. Así que permítame contestarle con una pequeña provocación…, quizás la situación de la mayoría de la izquierda en la Europa del siglo XXI es que sigue viviendo anclada en la Europa del siglo XX, en el Mundo del siglo XX…Los «ombligos» no dejan de serlo, por ser presuntamente de izquierdas.

P: Alrededor del sistema capitalista parecieran flotar muchas izquierdas; ¿hay alguna posibilidad real para que en España surja una opción distinta de izquierda?

R: Hay diferentes sensibilidades que se reflejan en distintas organizaciones políticas. Diferentes sensibilidades que no nos deberían impedir trabajar juntos en lo que compartimos. No hablo de unidades orgánicas imposibles e innecesarias, que nada más que llevan al fracaso, al desencanto, a la desilusión y a la desmovilización. Es posible una alternativa de izquierdas desde la unidad de acción.

Ya está bien de sectas, sectarismos y chantajes ideológicos. Es el momento de la unidad de acción. No podemos seguir peleándonos en mitad de una inundación.

Con palabras del Subcomandante Marcos:»Los rebeldes y las rebeldes, se buscan entre sí, se caminan unos hacia otros, se encuentran y, juntos y juntas, rompen los cercos».

P: ¿Cuál es su análisis del mapa político de América Latina?

R: En los últimos años estamos asistiendo en América Latina a la llegada de fuerzas progresistas a los Gobiernos a través de victorias electorales, a la articulación de luchas populares y a importantes esfuerzos por la ampliación y consolidación del MERCOSUR y de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que constituyen un factor objetivo favorable al desarrollo de la lucha por la soberanía y la integración regional y contra el proyecto estratégico de carácter anexionista y neocolonialista, contenido en el ALCA.

En América Latina se observa un resurgir de la resistencia y la lucha de los pueblos. Los trabajadores, los jóvenes, las mujeres, los campesinos, los pueblos indígenas, salen a las calles en defensa de la paz, la democracia, la soberanía, la justicia social, el desarrollo. Las organizaciones progresistas, las fuerzas de la izquierda, avanzan y contribuyen a la formación de alternativas. Hay un imparable avance en la convicción y la esperanza de que son posibles las transformaciones sociales y políticas. Hay una clara dinamización de la democracia en América Latina planteada a través de una lucha frontal contra el neoliberalismo y la hegemonía del capital financiero, con la creación de espacios autónomos de soberanía.

Hay puestas enormes esperanzas políticas en los gobiernos progresistas. Nunca hubo tantos gobiernos democráticos en América Latina. Pero, también es cierto, siguen creciendo las dictaduras sociales, siguen aumentando las desigualdades sociales. El neoliberalismo sigue pervirtiendo la democracia. Parece que todo se compra y que todo se vende. Que los derechos se convierten en mercancías.

Los movimientos sociales resurgen y se consolidan sus proyectos de desarrollo social, sus alternativas sociales y transformadoras. Hay una lucha permanente por superar la dicotomía movimientos sociales e instituciones. Por encontrar la conjunción entre los movimientos sociales y las políticas institucionales. Por coordinar y ser capaces de articular los movimientos populares y las políticas que se desarrollan desde los gobiernos. Los movimientos sociales quieren y tienen que entrar a formar parte de los gobiernos. Quieren y tienen que ocupar los espacios políticos.

En América Latina hay un nuevo espacio social emergente, que busca espacios para respirar. La nueva hegemonía que está naciendo necesita nuestro apoyo, nuestra solidaridad, nuestro compromiso. Porque, seamos sinceros, la Europa que está en América Latina es la de las multinacionales, no la de los pueblos, no la de las ciudadanas y ciudadanos. Por eso, tenemos que trabajar duramente, codo con codo, desde el internacionalismo solidario, acompañando y aprendiendo de los procesos de transformación social y de generación de ciudadanía que se están dando en América Latina. Unos procesos que son imprescindibles no sólo para la democracia política, sino también y fundamentalmente, para la democracia social. Que son imprescindibles no sólo para América Latina, sino para todo el planeta.

P: Hace poco usted integró una delegación que viajó a Honduras, ¿cómo percibe la situación en ese país tras el golpe de estado?

R: El golpe de estado no solamente es un golpe en contra del hermano pueblo hondureño. El golpe también representa un ataque contra el ALBA y los cambios sociales que se están dando en muchos lugares de América Latina.

Este golpe de estado podría desencadenar acciones similares de ejércitos y poderes económicos en otros estados del continente.

En Honduras nos jugamos el futuro de los procesos participativos y democráticos logrados en los últimos años, así como los avances en la lucha por la justicia social y contra las causas del empobrecimiento y las desigualdades. En consecuencia, es imprescindible que con total claridad expresemos nuestra solidaridad y acompañamiento a la lucha y la resistencia del pueblo hondureño ante el criminal golpe de estado, en el cual se están vulnerando de forma sistemática, continua y permanente los derechos humanos.

Acabamos de hacer públicas las primeras conclusiones de la Comisión Asturiana de Observación sobre la Situación de los Derechos Humanos en Honduras y en muy poco tiempo presentaremos las conclusiones definitivas que vendrán acompañadas de material gráfico, fotografía y DVD, grabado por la propia Comisión sobre el terreno.

P: ¿Qué puede esperar América Latina de España ante la ola racista que recorre la Europa que promociona Berlusconi?

 R: La Europa que se está «fabricando», no es la Europa de los Pueblos y Naciones. No es la Europa de la solidaridad, del compromiso, de la lucha contra la injusticia social y el empobrecimiento, de la lucha por los Derechos Humanos Universales.

La Europa que se está «fabricando», es la Europa de los mercaderes. Una Europa racista y xenófoba. Una Europa con centros de detención sin control judicial. Una Europa egoísta, miedosa y cobarde que lucha contra las personas empobrecidas y no contra la pobreza. Una Europa que convierte a las víctimas de su sistema, en victimarias, fruto de la incomprensión y la ignorancia más terribles. Una Europa que antepone sus supuestos negocios a la defensa de los Derechos Humanos.

Y en esa Europa, parece que la España del PSOE y del PP, se encuentra cómoda.

Una España que vende armas a Colombia para que siga asesinando a campesinos, indígenas, sindicalistas y defensores y defensoras de los Derechos Humanos.

Una España que vende armas a Marruecos para que siga aniquilando todas las esperanzas del Pueblo Saharaui.

Una España que vende armas a Israel para que siga su genocidio contra Palestina.

Una España que quiere seguir esquilmando América Latina con una suerte de colonialismo de nuevo cuño, basado en el paternalismo más patético.

Cada vez está más claro, por si alguien lo dudaba, que los eslóganes sobre Derechos Humanos, sobre encuentros de civilizaciones,…, no son más que palabrería hueca.

Eso es en estos momentos, desde mi punto de vista, lo que se puede esperar de la Europa y la España «oficiales».

P: Más allá de lo que hace o deja de hacer la clase política y de los prejuicios que publicitan los medios de comunicación, ¿considera que el pueblo español tiene alguna visión cercana de la realidad latinoamericana, que no se limite sólo a pensarnos como países de un supuesto tercer mundo?

R: Me resulta imposible contestarle cuál es la visión del «pueblo español», si es que el «pueblo español» existiera como tal, que yo no lo creo. Lo que si puedo decirle, es que muchos hombres y mujeres que vivimos en los Pueblos y Naciones que componen, de una forma u otra, el Estado español nos reconocemos en estas palabras de Galeano: «A primera vista, el mundo parece una multitud de soledades amuchadas, todos contra todos, sálvese quien pueda, pero el sentido común, el sentido comunitario, es un bichito duro de matar. La esperanza todavía tiene quien la espera, alentada por las voces que resuenan desde nuestro origen común y nuestros asombrosos espacios de encuentro.

Yo no conozco dicha más alta que la alegría de reconocerme en los demás. Quizás ésa es, para mí, la única inmortalidad digna de fe. Reconocerme en los demás, reconocerme en mi patria y en mi tiempo, y también reconocerme en mujeres y hombres que son compatriotas míos, nacidos en otras tierras, y reconocerme en mujeres y hombres que son contemporáneos míos, vividos en otros tiempos.

Los mapas del alma no tienen fronteras».

P: ¿Puede la nueva izquierda latinoamericana contribuir a oxigenar el panorama político internacional tan saturado de derecha?

R: El Foro Social Mundial de Belém, nos trasladó un claro mensaje: las alternativas al neoliberalismo y las propuestas de transformación social salen de la lucha social, de las luchas populares, de la lucha diaria de los movimientos sociales y sindicales, de las luchas de mujeres, jóvenes, campesinos, pueblos indígenas, pueblos de la selva, defensores de la cultura e identidad de los pueblos, ambientalistas, comunidades de base,…, empobrecidos y empobrecidas, explotadas y explotados. Un claro mensaje para aquellos hombres y mujeres que luchamos y resistimos, en cualquier parte del planeta, a la usurpación de la naturaleza, de nuestros territorios y de nuestra cultura.

Encontrar alternativas es un trabajo colectivo, fruto de nuestra capacidad para elaborar un proyecto alternativo, para organizar la esperanza, para rescatar la utopía.

En palabras de Frei Betto: «La esperanza favorece la emergencia de nuevas utopías, que deben ser traducidas a proyectos políticos y culturales que señalen las bases de una nueva sociedad. Eso implica el rescate de los valores éticos, del sentido de justicia social, de las prácticas de solidaridad y compartimiento, y del respeto a la tierra, a la naturaleza, a la identidad de los pueblos, en suma, se trata de un desafío también de orden espiritual, en la línea de lo que pregonaba el profesor Milton Santos, de que debemos priorizar los «bienes infinitos» y no los «bienes finitos».

La nueva izquierda latinoamericana, está abriendo espacios de trabajo, de reflexión, de diálogo y de propuesta que son fundamentales, que son referentes indispensables, en nuestro camino compartido para elaborar un proyecto alternativo, para organizar la esperanza y para rescatar la utopía.