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Los muros de Trump

Fuentes: Rebelión

A medida que se desarrolla el modelo político del Estado de Derecho tiene lugar un cambio sustancial en la política de los Estados modernos, que se consolida desde que va adquiriendo peso la democracia representativa. Definida esta última exclusivamente en términos electorales, a través de los cuales un grupo de personas, invocando una ideología de cobertura, […]

A medida que se desarrolla el modelo político del Estado de Derecho tiene lugar un cambio sustancial en la política de los Estados modernos, que se consolida desde que va adquiriendo peso la democracia representativa. Definida esta última exclusivamente en términos electorales, a través de los cuales un grupo de personas, invocando una ideología de cobertura, es elegido por la ciudadanía para que, siguiendo la escala jerárquica, algunos de sus miembros ejerzan el poder estatal temporalmente, ha quedado claro que la práctica de la política corresponde en exclusiva a una minoría ciudadana. Aunque en principio la inclusión en esa minoría esté abierta a todos, no suele ser así, ya que, sin perjuicio de la afinidad ideológica exigida, acaba siendo requisito imprescindible insertarse en la estructura conforme a las reglas de funcionamiento de un partido y hacer carrera dentro de él . Excepcionalmente, el que se dedica a la política no necesariamente puede estar adscrito a un partido, pero en ese caso no cabe entender que vaya por libre, siempre precisa de grupos significativos que le apoyen. Tal y como funciona el sistema, dedicarse a la política implica estar calificado -y no necesariamente cualificado- como político , al menos durante el tiempo de ejercicio del poder estatal o en el empleado en hacer méritos para ascender en el escalafón de un partido o asociación. De ahí que la actividad política sea una profesión para la que se exige titulación, dedicación exclusiva y respaldo de intereses con peso político.

Dado que la infraestructura de la política democrática representativa está en la ciudadanía, ateniéndose a las reglas del sistema electoral, uno de los objetivos del político es seducir al pueblo para lograr adhesiones en forma de votos a la ideología del partido que se postula como gobernante e incluso promover su condición de líder. El político profesional tiene la misión de ganarse a las masas porque en ellas está el soporte de su actuación. Al margen de la fuerza que le otorgan sus seguidores carece de poder, porque no tiene otra fuerza complementaria que le respalde.

Pese a la diversidad de componentes ideológicos de partido, el espíritu de clase es un punto de coincidencia en ellos. El centro de atracción gira en torno al ejercicio de la política en términos profesionales, es decir, retribuida o, hablando en sentido weberiano, al objeto de vivir de la política. Este complejo social se ha consolidado como clase, basada en la profesión que desempeñan sus miembros, y pertenecer a ella ha acabado siendo casi requisito imprescindible para el ejercicio de la política y componente de fuerza social. Consecuencia inmediata de tal posicionamiento es que el grupo de los políticos y especialmente la minoría gobernante de los Estados están adscritos a esta clase dominante. Con lo que si alguien, sin pertenecer a la clase política profesional, pero contando con la oportuna fuerza soporte, llega directamente y por la vía legal a la condición de ejerciente del poder de un Estado, no puede ser bien acogido por el establishment , no solo por el problema de competencia que supone para los profesionales sino porque se abre una vía inédita para el ejercicio del poder. Un precedente difícilmente asumible por la clase política tradicional que considera que se pone en riesgo la carrera y el futuro profesional de sus miembros, de ahí que el intruso no sea bien recibido .

Tal vez pueda servir de ejemplo de esta hipótesis el caso del presidente Thump, a tenor de los obstáculos a los que se viene enfrentando su gobierno. Hablando en términos de muros – puesto que lo del muro viene ocupando la atención mediática y ya es un tópico -, hay que señalar un primer muro simbólico al que se enfrenta, que es el de la clase política profesional fundamentalmente del partido opositor. Evidentemente difícil de sortear, porque no le considera uno de los suyos , no pertenece a la clase, de ahí que no esté obligada a prestarle apoyo. Por otro lado, ha atraído buena parte de la fuerza democrática de los electores sin pertenecer a la clase política tradicional, lo que supone romper con las reglas el sistema. Además cuenta con el respaldo del capitalismo empresarial, lo que implica disponer de una fuerza añadida, que determina mayor poder, que a sus competidores se les escapa de las manos. En suma, la clase política oponente le considera un obstáculo para la profesión institucionalizada. Además de utilizar cualquier medio a su alcance para combatirle políticamente, por otro lado, se trata de manejar en exclusiva el populismo, los derechos individuales y las libertades formales con el mismo fin, enfrentándole con distintos colectivos ciudadanos. Tampoco se excluye desestabilizar sectores de la economía que le apoyan o sembrar discordancias en su partido. Sin duda, pese a este primer muro, la tarea de vencer tal obstáculo no es insalvable, pero requiere de habilidad política.

El segundo muro es algo material, de momento en el aire, aunque quizá sea más fácil de acometer. Se trata de esa barrera física con el Estado vecino del sur. Pese a los obstáculos colocados por la clase política profesional dirigidos a torpedear su propuesta y desacreditarle políticamente ante su electorado, está claro que Trump debe sorprender a los políticos opositores con alguna nueva medida original que le permita cumplir sus promesas electorales. Por ejemplo, podría poner de su bolsillo el importe del coste de la obra, lo que no resultaría ni rentable ni razonable. Sin embargo queda otra opción, que sí podría ser viable, se trata de promover una suscripción pública entre la ciudadanía para construir el muro que ha prometido a sus electores, y a tal fin sería un buen gesto que el propio presidente hiciera una sustanciosa aportación de su bolsillo para animar a sus seguidores.

Vistas las dimensiones de tales muros , superar ambos   tópicos y salir airoso de la tarea daría las claves para entender que se está construyendo una nueva política

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.