Son las paradojas o incluso las burlas de la historia. Me refiero a que algunos mandatarios necios y prepotentes (¡peligrosísimo coktel!) que pretenden enseñarnos a nosotros -pueblos con miles de años de historia, cunas de la civilización humana- su particular «civilización» vía maestros como Rumsfeld y sus marines, ignorando que incluso gran parte de los […]
Son las paradojas o incluso las burlas de la historia. Me refiero a que algunos mandatarios necios y prepotentes (¡peligrosísimo coktel!) que pretenden enseñarnos a nosotros -pueblos con miles de años de historia, cunas de la civilización humana- su particular «civilización» vía maestros como Rumsfeld y sus marines, ignorando que incluso gran parte de los rituales de una de sus principales bazas para demostrar su superioridad cultural -el cristianismo-, procede justamente de nosotros, de los pueblos de Oriente Medio.
Pues fue allí en Irán donde se celebra, desde hace cuatro mil años, y coincidiendo con el solsticio invernal, Yalda, el Natalicio del Dios solar Mithra, el Señor de la Luz, la antigua divinidad meda-persa. Sus fieles, en un festejo dominado por el brillo de las velas y antorchas, dan las gracias a la naturaleza por aumentar, una vez más, los momentos de la presencia de la luz en el cielo y del calor en la tierra, derrotando al Amo de las Tinieblas y el frío.
Aquella religión, cuya deidad había nacido en una cueva y de la virgen Anahita, la patrona de las aguas puras, fue introducida en los territorios del imperio romano a través de los legionarios romanos instalados en las fronteras orientales del imperio, los cristianos perseguidos por Roma y refugiados en el Imperio persa, los fenicios, los soldados de Alejandro Magno, así como las relaciones comerciales, culturales, fueron las principales vías de introducción de los rituales iraníes en los países de aquel imperio. La fascinación que los rituales del credo misterioso despertaba en aquellos territorios fue tal que en el año 350 se convirtió en la religión oficial del imperio.
Los complejos ceremonias realizadas por los sacerdotes mitraistas llamados mogs – conocidos en Occidente como Magos-, incluían el sacrificio de un toro, con cuya sangre bautizaban a los iniciados; acto de la eucaristía, tomando el cuerpo de Dios mediante la consumición de unos panecillos redondos en representación del Sol, y de una bebida hecha de la sangre del animal sacrificado, mezclada con leche, miel y hierbas alucinógenas -que servía para entrar en trance-, y la quema de inciensos y tocar la campana, mientras se cantaba versos sagrados.
Fue en el siglo IV cuando los obispos católicos que ya ceñían su cabeza con una gorra llamada Mitra, se vestían como los Mogs con la sotana de color morado, llevaban el anillo mitráico, y -a pesar de la Biblia-, se hicieron llamar padre, como ellos, adoptaron el día del nacimiento del Dios persa como la fecha en la que Jesucristo abrió los ojos al mundo, puesto que ni en las Escrituras Mesiánicas ni en la historia de la primera iglesia había alguna referencia a la conmemoración de la Natividad. La influencia del culto mitraísta en la religión católica es evidente.
Aun hoy y a pesar de las restricciones del régimen islamista del país, los iraníes siguen celebrando esa noche en vigila, senados alrededor del fuego con el fin de acompañar al Dios Sol en su misión de espantar al Señor de las Tinieblas y cumplir con el deber de participar en la iluminación del cosmos. Durante horas, los ancianos hacen amena la espera de amanecer contando cuentos milenarios de héroes populares, como Sohrab, Kave, Arash, quienes habían luchado por una sociedad justa y equitativa.
Los reyes magos también vienen de Persia
Por otro lado, el 6 de enero, que en el calendario juliano coincidía con el solsticio del invierno, en el siglo sexto fue bautizado como Epifanía; para festejar tal acontecimiento se narraba que tres Reyes Magos, llamados Melchor, Gaspar y Baltasar habían viajado desde Oriente a Belen con el fin de realzar la naturaleza divina del Niño Jesús. Aquel viaje nunca existió, no sólo porque no hay ninguna mención por escrito ni siquiera en los relatos orales que testifiquen tal acontecimiento, sino también porque la iglesia mitraica estaba en lucha contra el avance del cristianismo y no iba a bendecir el nacimiento del líder de la religión rival. En realidad, aquellos tres reyes-sacerdotes cuyos verdaderos nombres son Manucher, Garshasp y Bastavarai y que habrían emprendifo aquel viaje desde Mogan -una especie de Santa Sede, hoy situada en el norte de Irán-, para llevar al pequeño Mesías mirra, oro e incienso de regalo, son tres monarcas mitológicas o prehistóricos del antiguo Irán.
Por cierto, ese Irán que lo presentan fundamentalista y ultrarreligioso, es de los pocos países del planeta cuyo calendario no cambia con ninguna fiesta religiosa, ni con el nacimiento de ningún profeta. Nouruz, el Nuevo Día, que así se llama el inicio del Nuevo Año iraní, es el primer día de la primavera, como un homenaje al renacimiento de la naturaleza y se celebra desde hace unos seis mil años.