«Oye… te hablo desde la prisión… Encarcelar las rosas y los lirios del jardín de la patria libre es el sueño vano de los apátridas de turno, que en su delirio criminal pretenden acallar la voz de un pueblo que no renunciará jamás a sus sueños de una auténtica paz con justicia social para Colombia. […]
«Oye… te hablo desde la prisión… Encarcelar las rosas y los lirios del jardín de la patria libre es el sueño vano de los apátridas de turno, que en su delirio criminal pretenden acallar la voz de un pueblo que no renunciará jamás a sus sueños de una auténtica paz con justicia social para Colombia. ¿Quién encadena un corazón libre? ¿Quién amordaza la voz de un pueblo? ¿Quién corta las alas de la libertad cuando es el sueño de toda la patria?»
Me predisponía a comentar la situación de los cinco cubanos prisioneros del imperio cuando se interpuso en el correo el «saludo de Navidad desde la cárcel» enviado por Luz Perly Córdoba, alojada en el patio 6 de la Cárcel del Buen Pastor, en Bogotá.
Lucy es presidenta de la Asociación Campesina de Arauca, defensora de derechos humanos y prisionera del Estado paramilitar que dirige el narcoterrorista Alvaro Uribe, gobernante de Colombia. Lucy y los cinco cubanos detenidos en prisiones federales de Estados Unidos carecen de políticos que oficien de «padrinos de la libertad», o de la comprensión de premios Nobel de literatura que aseguran sufrir por la «crisis ética y moral» del mundo.
El caso de «los cinco» tampoco figura en las mesas de novedades que integran el «corredor de la lectura» de nuestra ciudad. Una pena: El dulce abismo, publicada por la Editorial José Martí, bate récords de ventas en otras latitudes.
Hay una historia que la Casa Negra y Hollywood jamás perdonará y reconocerá a Cuba: la historia de los «agentes especiales» y «tanques pensantes» (think tanks) que en 45 años de revolución demostraron ser una bola de incompetentes ante los hombres y mujeres sencillos que defienden la revolución.
Una historia en la que no hay superhombres ni misterio: los «agentes» de Cuba son patriotas desinteresados, y los de Estados Unidos burócratas del crimen. Inclusive, al jubilarse o antes, algunos de éstos han escrito libros o declarado a los medios que los pueblos son invencibles si de modo consciente defienden sus intereses.
Recordemos a Robert McNamara, ex secretario de Defensa y genocida de Vietnam, cuando en La Habana reconoció que las conquistas sociales de la revolución serían imposibles en el Bronx o en Harlem. Sin embargo, creo que hay algo peor que los agentes abiertos o encubiertos del imperio contra Cuba: sus capataces de la Fundación Cubano-Americana (FNCA), Omega 66, Hermanos al Rescate.
Al fin y al cabo, si a los primeros les lavaron el cerebro con determinada ideología de las cosas, no hay peor harina que la del propio costal. Personajes de origen cubano que trabajan junto al equipo de genocidas de la Casa Negra (Otto Reich, Roger Noriega, Lincoln Díaz Balart), o «intelectuales libres» como Carlos Alberto Montaner, responden a odios tan profundos como los que en Yugoslavia ocupada obligaban a los nazis a contener el frenesí criminal de los fascistas croatas.
Dice el padre Luis Barrios, de la iglesia San Romero de Las Américas (Nueva York): «Yo no tengo la menor duda de que todo atentado contra poblaciones civiles es un acto terrorista. Por esto me pregunto: ¿qué se supone que haga Cuba?»
El propio presidente George W. Bush ha dicho: «todo aquel que proteja a un terrorista es tan culpable como el terrorista mismo». ¿Quién le pedirá cuentas por las presiones de su gobierno para que la presidenta de Panamá, Mireya Moscoso, libere a los terroristas que volaron el avión de Cubana de Aviación frente a las costas de Barbados en 1976?
«Desde 1959 hasta 1999 los grupos terroristas de Miami han realizado un sinnúmero de acciones de terrorismo bacteriológico contra la vida humana, animal y vegetal en Cuba, lo que ha ocasionado 158 muertes, incluyendo 101 niños y niñas, y otras 344 mil 203 personas afectadas. Estas agresiones terroristas, sin incluir los daños materiales, han dejado 3 mil 478 personas muertas, más de 20 mil heridas y 2 mil 99 incapacitadas… A diferencia de lo que el gobierno de Estados Unidos continúa haciendo en Afganistán e Irak, Cuba no bombardeó a Estados Unidos», ilustra el padre Barrios, y reitera: «¿Qué se supone que haga Cuba?»
El dulce abismo (Cartas de amor y esperanza de cinco familias cubanas) narra las historias de Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar, Antonio Guerrero Rodríguez, Fernando González Llort y René González Sehwerert, cinco patriotas cubanos que cometieron el crimen de disentir del imperialismo. Para ello, con el propósito de informar, se infiltraron en las organizaciones terroristas de Miami.
Según la escritora estadunidense Alice Walker, autora de El color púrpura: «… ellos son para su pueblo de esos héroes que, por lo general, se encuentran en la mitología… Es éste un texto elemental que debe comenzar a usarse de inmediato, para impartir una de las más grandes lecciones: cómo ser un padre, cómo ser un esposo, cómo ser un amante; cómo actuar como padres, cuando algo tan cruel como el gobierno de Estados Unidos se interpone entre usted y todo lo que ama».
Para leer el libro El dulce abismo