Para Francisco Fernández Buey, por su magisterio. 1. Las aportaciones clásicas. Al estudiar la obra lógica de Manual Sacristán, suelen citarse usualmente1 los siguientes trabajos: 1) «Lógica formal y filosofía en la obra de Heinrich Scholz». Convivium, año II, nº 1, 19572.. Se trata de una cuidada y sentida aproximación a la obra lógica y […]
Para Francisco Fernández Buey, por su magisterio.
1. Las aportaciones clásicas.
Al estudiar la obra lógica de Manual Sacristán, suelen citarse usualmente1 los siguientes trabajos:
1) «Lógica formal y filosofía en la obra de Heinrich Scholz». Convivium, año II, nº 1, 19572.. Se trata de una cuidada y sentida aproximación a la obra lógica y a las posiciones filosóficas centrales del que fuera fundador3 del Instituto de Lógica Matemática y de Investigación de Fundamentos de la Universidad de Münster, centro de enseñanza e investigación en el que Sacristán siguió cursos de posgrado desde 1954 hasta 1956. No llegó a ser alumno de Scholz aunque pudo asistir a algunas conferencias del autor de la Metafísica como ciencia rigurosa.
2) «La filosofía desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial hasta 1958»4. Suplemento de la Enciclopedia Espasa de 1957-1958, aparecido en 1961. En total, 130 páginas, si bien el apartado II -«Neopositivismo y corrientes afines»- representa más de un tercio del artículo (unas 50 páginas). No obstante, como no podía ser de otro modo, cuando Sacristán describe otras corrientes o escuelas filosóficas sigue ejerciendo de lógico y epistemólogo. Véanse, por ejemplo, sus aproximaciones a Heidegger5, Bernal o Gramsci (pp. 106-115, 182-186 y 186-192, respectivamente).
3. «Apuntes de filosofía de la lógica» (1962-1963)6. En la nota que Sacristán escribió para su impresión en el segundo volumen de Panfletos y materiales, señalaba: «El Journal of Philosophical Logic empezó a publicarse en febrero de 1973. El Journal deja anticuadas varias afirmaciones críticas de estos Apuntes».
4. «Sobre el Calculus Universalis de Leibniz en los Manuscritos nº 1-3 de abril de 1679»7. Trabajo redactado igualmente para las oposiciones de lógica de 19628. Años más tarde, en el margen de un ensayo sobre Leibniz, Sacristán anotaría: «Leibniz, como Marx, tiene el encanto de la oscuridad de lo que nace, de las promesas que nunca se podrán cumplir porque cuando la inspiración tenga que hacerse método, se verá que no da para tanta realización como parecía en la confusión del nacimiento.»9
5. Introducción a la lógica y al análisis formal10. Sacristán pensó, posteriormente, y en más de una ocasión, en una reedición revisada que no llegó nunca a realizar11. Para la elaboración de este manual, interrumpió su actividad militante en el PSUC-PCE, como también hiciera durante la elaboración de su tesis doctoral sobre Heidegger12.
6. «Lógica formal»13. Breve entrada, escrita en 1967, para la Larousse. Para esta misma enciclopedia, Sacristán escribió las voces «Materialismo» y «Karl Marx»14. En la bibliografía de la voz, Sacristán citaba el manual de Ferrater y Leblanc; los Elementos de lógica teórica de Hilbert y Ackermann y Los métodos de la lógica de Quine, amén de su propia Introducción.
7. «El principio de los indiscernibles de Leibniz», trabajo de 1979, que se ha difundido entre círculos de amigos del filósofo pero que ha permanecido inédito hasta la fecha15.
8. Lógica elemental. Texto de 1965, escrito para la sección de lógica de una enciclopedia proyectada por la editorial Labor y que no llegó a editarse, que ha sido publicado en 1996 por Vera Sacristán Adinolfi. Sacristán lo conservó entre sus papeles, sin revisiones ni actualizaciones posteriores, y, como era frecuente en él, no hizo denodados esfuerzos para añadir a su curriculum otra línea más16.
Hasta aquí, pues, las referencias usuales. Empero, para construir una aproximación más ajustada y completa a las aportaciones y reflexiones lógicas de Sacristán acaso no deberían olvidarse otros trabajos, de orden e importancia diversos, sobre todo si tenemos en cuenta que el autor de «La Universidad y la división del trabajo» fue expulsado de la Universidad barcelonesa en 1965 y que, desde entonces, y hasta 1976, se ganó la vida como traductor y colaborador editorial; que una gran parte de sus clases y seminarios de metodología de las ciencias sociales, en los que las cuestiones lógicas no ocuparon un lugar secundario, siguen inéditos; que una faceta nada marginal de su hacer socrático tiene que ver con sus conferencias, esperados y auténticos acontecimientos ciudadanos, algunas de ellas sobre temas de lógica y epistemología, y que, en fin, durante su estancia en la UNAM en el curso académico 1982-1983, Sacristán volvió sobre temas de lógica al tratar de la inducción y de la dialéctica, o al aproximarse al sistema de lógica de John Stuart Mill.
2. Las otras aportaciones.
Una posible clasificación de trabajos lógico-filosóficos complementarios de Sacristán podría seguir el siguiente esquema:
I. Traducciones: prólogos, solapas, notas y voces17
Sacristán solía acompañar sus trabajos de traducción de presentaciones, contraportadas, solapas interiores o de voces complementarias. Algunas de estos trabajos son notas breves, acaso de encargo, pero, en general, nos encontramos siempre con textos que merecen ser tenidos en cuenta y que son indicativos de sus simpatías, influencias y concepciones básicas. Una relación no exhaustiva de estos escritos sería la siguiente:
a) A. Papandreou: La economía como ciencia, 1961. Publicado en la colección Zetein de Ariel que él mismo dirigía. En su presentación del ensayo18, Sacristán sostenía que:
«(…) Seguramente lo más característico del ensayo de Papandreou es que su llamamiento a la sensatez empírica se arguye y construye con un instrumental lógico de primera calidad, del todo suficiente a pesar de la natural compresión de la materia en un volumen tan breve. El concepto (formal) de estructura, tan oscilante y vago en la literatura económica, se beneficia especialmente de la aplicación de ese instrumental lógico, con una definición que acaso tenga como único inconveniente el de no ser fácilmente intuible para relaciones (funciones) no numéricas. Pero no es cosa de entrar aquí en detalles que el propio autor resume con extraordinario talento didáctico en su excelente capítulo introductorio.»
b) W. O. Quine: Desde un punto de vista lógico, 1962; Los métodos de la lógica, 1962; Palabra y objeto, 196819; Filosofía de la lógica, 1973, y Las raíces de la referencia, 1977. Las dos primeras traducciones contaron con sendas presentaciones de Sacristán. De él son también las solapas de ambos ensayos.
Filosofía de la lógica fue una traducción para Alianza. Sacristán dirigió varias cartas20 a Javier Pradera -director literario de la editorial en aquel entonces- en torno a este trabajo. En la carta fechada el 16 de junio de 1972, señalaba:
«Querido Javier:
Perdona el retraso con que te contento. Varias cosas se me han comido estos últimos 15 días. Y muy diferentes (…) La verdad, si he de decirla toda, es que también me ha resultado deprimente y poco espoleador para contestarte eso de que para dar noticias tuyas hayas de escribir un libro. Escribir libros es malo, en efecto.
Pero no traducirlos, que da de comer sin mancharse directamente (…) Acepto las condiciones de traducción de la Philosophy of Logic de Quine. La fecha de entrega me resulta conveniente. La tarifa es sustancialmente más baja que la que ahora consigo en este humeante emporio, pero me hace gracia traducir un poco más de Quine (dentro de lo que puede hacer gracia trabajar). Así que, por mí, adelante (No tengo -ni he leído- el original. Espero que me lo suministre Alianza). Estará traducido, si lo recibo pronto, bastante antes del 30 de octubre. De modo que convendría que me dijeras en que época te conviene que mande el texto castellano a la editorial, a partir del 20-25 de agosto en que lo tendré terminado si me lo mandan ahora.
Un abrazo para ti y otros para distribuir según el índice alfabético de nombres del libro al que te referías.»
Erró por seis días. Dos meses y medio más tarde, el 31 de agosto del mismo año, Sacristán anunciaba haber completado su trabajo21.
c) G. G. Granger, Formalismo y ciencias humanas, 1965. Fue publicado, como el ensayo de Papandreou, en la colección Zetein de Ariel. En la solapa de la edición, Sacristán sostenía:
«Si el valor de la formalización en las ciencias de la naturaleza ha sido universalmente aceptado, es en cambio dudosa la fecundidad de su aplicación a las ciencias humanas. Gilles Gaston Granger en su obra Formalismo y ciencias humanas justifica esta posibilidad mostrando el pensamiento formal en las ciencias del hombre, no solamente como reducción de los fenómenos a cálculos, sino incluso como invención de formas nuevas y acaso de una matemática original.
Partiendo del estudio del lenguaje como instrumento necesario del pensamiento científico, el autor pasa a la delimitación de los fenómenos en las ciencias humanas, y al estudio del problema de lo cuantitativo y lo cualitativo en la psicología y sociología -punto a cuyo alrededor se centran las discusiones entre partidarios y detractores del formalismo. En los últimos capítulos, Granger desarrolla con rigor dos temas fundamentales: la noción de axiomatización en las ciencias del hombre, y el problema del conocimiento de lo individual.
Es un libro en el que se plantean los problemas fundamentales de la teoría de la ciencia, en un sector poco investigado hasta hoy, y está lleno de sugerencias que orientan hacia ulteriores tratamientos de los temas estudiados.»
Igualmente, en unas notas de trabajo sobre este ensayo de Granger22, Sacristán señalaba:
«1. La distinción entre epistemología por un lado y sociología y psicología del conocimiento por otro es una distinción que hay que salvar, pero el primer criterio que da Granger -la práctica epistemológica- es malo, porque incluye el «reflejo» de la ciencia en la conciencia. Aún más: el «reflejo» de la ciencia en la consciencia es tal vez él mismo la ciencia que existe de hecho (p. 9). El criterio se manifiesta luego como distinción entre «la ciencia misma» y «las ideologías científicas», «reflejo de la ciencia en la consciencia de un grupo, de una clase». Y en este contexto hay formulación magnífica del problema de la ciencia pura: «La reflexión epistemológica no se justifica más que si los sistemas del pensamiento científico revelan un orden de las razones que, sin otorgarles una autonomía absoluta, manifiestan de todos modos la autenticidad del movimiento de que proceden aquellos sistemas». Con la tesis de que «la ciencia es trabajo humano» (p. 12) no esta resuelto el problema, aunque sí encarrilado: lo que queda por precisar es si y hasta qué punto la diferencia entre trabajo manual e intelectual conlleva una diferente función cualitativa de lo ideológico.
2. La imbécil noción metafísica de la alienación hace presentar al idealismo como liberación. ¡Y resulta que se atreve a condenar a Russell como última manifestación de la «moribunda ideología» de la superación de la alienación por la ciencia sola. Él -claro- le añade la práctica. ¿Cuál?»
d) H. B. Curry-R. Feys, Lógica combinatoria. Editada por Tecnos en 1967, pero acaso la traducción estuviera finalizada años antes23. En una carpeta de resúmenes de RUB-FMSL, pueden verse notas de trabajo sobre este ensayo como las siguientes:
«1. La primera formulación de la idea de combinador (en la Introducción): ciertos operadores que representan combinaciones como funciones de las variables que contienen (tal vez junto con otras variables) desempeñan un papel básico en el análisis. Las combinaciones en cuestión son las formadas a partir de las variables y exclusivamente por medio de la operación postulada en la anterior exigencia b) A causa de la exigencia de completud combinatoria esos operadores estarán representados por determinadas entidades del sistema. Estas entidades, y combinaciones formadas con ellas por medio de la operación postulada, se llaman combinadores (pp. 5-6).
2. Doctrinas de las variables. Dos sentidos distintos de ‘variable’: 1. variables intuitivas 2. variables formales. Los nombres de las variables formales en el lenguaje U son constantes, no variables. Sustitución. Una definición muy importante de su punto de vista y de su planteamiento del problema: «En un sistema sintáctico [en su sentido o sea: lingüístico] la sustitución se explica… Pero en un sistema formal la sustitución es una operación sobre obs. que hay que definir abstractamente» (79-80) [53]. Definición de sustitución de x por a en b (= b*) en un sistema de variables ligadas. La definición tiene sentido con que x sea un átomo, sea o no una variable.
El principio inspirador de la teoría de combinadores: las variables formales son expresión artificiosa de funciones (83 [56]).»
e) De Gisbert Hasenjaeger24, que fue profesor suyo durante su estancia en el Instituto de lógica de Münster, Sacristán tradujo en 1968 para la editorial Labor, Conceptos y problemas de la lógica moderna. Para la contraportada del volumen, escribió el texto siguiente:
«El profesor alemán Gisbert Hasenjaeger, investigador de renombre, es un especialista de la lógica matemática. La obra que aquí presentamos en su traducción castellana constituye una sólida introducción a los conceptos en que se asienta la lógica moderna y a sus problemas básicos, materia de gran vastedad y complejidad filosófica. Su aparición en nuestra bibliografía es sin duda un hecho científico de importancia que conviene dejar subrayado.
La finalidad de la obra del profesor Hasenjaeger es la de motivar o razonar formaciones conceptuales presentes en la lógica moderna, estableciendo los planteamientos que se siguen de tales conceptos. Habida cuenta de la complejidad inherente a la materia, el autor ha creído necesario articular su texto en forma que más atienda a la profundización que a la extensividad, mejor a lo hondo que a lo panorámico.
Se trata, en definitiva, como el lector podrá apreciar desde las primeras páginas, de una obra de gran densidad científica destinada a los estudiosos y especialistas de la materia.»
f) Newman (ed), Sigma. El mundo de las matemáticas, especialmente los volúmenes I y V. Algunos de los textos aquí traducidos aparecieron posteriormente en la colección Hipótesis25. Así, J. J. Sylvester y otros, La forma del pensamiento matemático, o C. G. Hempel y otros, Matemática, verdad, realidad. Sacristán escribió una presentación para la versión castellana de esta obra que se iniciaba del modo siguiente:26
«El mundo de la matemática es ya el mundo en que vivimos, y lo será en mayor medida para las próximas generaciones. La frase de Galileo según la cual el libro de la naturaleza está escrito con caracteres matemáticos ha resultado tener la permanente verdad de las metáforas poéticas más auténticas. Seguramente nadie tiene hoy presente la inspiración platónica de la frase al reconocerla, luego de tres siglos, una vigencia aun más completa que en el momento en que la escribiera Galileo. Vigencia más completa porque la convicción de que la matemática es una raíz principal de nuestras posibilidades de comprender las cosas no se refiere sólo a las cosas de la naturaleza. Una naturaleza segunda, la técnica, penetra hoy, por obra en gran parte de la matemática, en la vida cotidiana, con profundidad creciente, configurándola e influyendo cada vez más en la consciencia de cada día. E incluso en la misma consciencia teórica de la vida social, en las ciencias sociales, se tiene un proceso de penetración del pensamiento matemático que, según toda apariencia, no previeron nunca ni los pensadores más entusiastas de la matemática en el pasado.»
g) Dagobert Runes (ed), Diccionario de filosofía, Grijalbo, 1969. En la traducción colaboraron Ana Domènec, Sara Estrada, Juan Carlos García Borrón27 y el propio Sacristán. En la nota para la edición castellana, el propio Sacristán observaba:
«La edición castellana del Diccionario de Filosofía dirigido por Dagobert D. Runes respeta todas sus características, en especial la gran importancia dada a las filosofías no europeas y a la lógica y la teoría de la ciencia. Junto con la excepcional categoría de los redactores, ha sido precisamente la indicada característica lo que ha determinado la elección del texto, pues el criterio al que responde (el universalismo y la anteposición del interés por cuestiones realmente vivas y discutidas hoy al respeto arqueológico por viejos temas caducados) parece muy oportuno para el ámbito de la lengua castellana, especialmente para el europeo. Ese criterio se refleja en la extensión de los artículos, como es natural tratándose de un diccionario. Y así se observará, por ejemplo, que el artículo Lógica formal (firmado por una autoridad tan destacada como Alonzo Church) es 59 más extenso que el artículo Metafísica, o que el artículo Quanta, mecánica de los es 1/3 más largo que el artículo Eriúgena, J. S., etcétera.
Las únicas adaptaciones a que ha sido sometido el texto inglés son: a) breves complementos de información en algunos artículos (sustancialmente, bibliografía reciente y fechas de hechos posteriores a la edición americana), y b) el añadido de los siguientes artículos: Alienación; Church, Alonzo; Gramsci, Antonio; Isidoro, San; Lukács, Györgi; Lesniewski, Stanislaw; Lukasiewicz, Jan; Mach, Ernst, Metafilosofía; Mises, Richard von; Naturaleza, filosofía de la; Pearson, Karl; Popper, Karl; Quine, Willard Van Orman; Schaff, Adam; Scholz, Heinrich; Tarski, Alfred; Teilhard de Chardin, P.; Vico, Giambattista; Zubiri, Xavier.
Todos estos artículos van firmados con la sigla S.»
A la relación anterior había que sumar, además, las entradas o añadidos: abstraccionismo, biunívoco, Dasein, dialéctica, especulación, Heidegger, máquinas lógicas, arte lulliano, mediación, Marx, nada, Ortega, práctica, Sartre o socialismo marxista. Por ejemplo, y a título de ilustración, véanse las siguientes voces:
«1) Arte Lulliano: El Arte de Llull tiene una directa intención misionera. Pero por su influencia en Leibniz, puede considerarse como una de las primeras manifestaciones de la tendencia calculística en lógica. De todos modos, la influencia de Llull en ese sentido, al igual que la de Leibniz, quedó perdida y fuera de la vía que conduce a la lógica simbólica.
2) Lukasiewicz, Jan (1878-1956): Lógico polaco. Profesor en Varsovia (1915-1918, 1920-1939) y luego en Dublín desde 1946. Autor de importantes contribuciones a la lógica proposicional (multivalorada) y de investigaciones de historia de la lógica (lógica estoica y lógica aristotélica). Autor de una notación para la lógica proposicional que permite prescindir de paréntesis.
3) Máquinas lógicas: También se da hoy el nombre de máquinas lógicas a dispositivos (construidos o no) para resolver mecánicamente problemas lógicos (máquinas de Türing), o, en general, de interés teórico. Por otra parte, hay una tradición de dispositivos mecánicos para la invención de la inferencia que se remonta a Ramon Lllull (1235-1315).
4) Lesniewski, Stanislaw (1886-1939): Lógico, matemático y filósofo polaco. Profesor en Varsovia. Además de desarrollar un sistema de lógica, L. ha propuesto una interpretación semántica anticonvencionalista y antipragmatista de la naturaleza de los formalismos lógicos. Su «prototética» es una teoría que incluye la lógica proposicional clásica, pero resulta más amplia que ella por la aplicación de sus métodos a otros conceptos; las teorías superiores de la «ontología» y la «mereología» hacen lo mismo respecto de la lógica de predicados y la de clases.
5) Church, A.: Lógico, matemático y filósofo norteamericano, nacido en 1903. Siguiendo la línea de investigación abierta por K. Gödel, demostró en 1946 la indecibilidad del cálculo de predicados de primer orden, esto es: el hecho de que es imposible conseguir un procedimiento normado que, en un número finito de pasos u operaciones, permita resolver, dada una fórmula de ese cálculo, si ésta es o no es demostrable en el mismo. Su lógica de la conversión lambda es uno de los orígenes de la lógica combinatoria, una teoría destinada a tratar directamente las funciones sin tener que recurrir -como hace la lógica de predicados clásica- a su expresión indirecta por medio de variables. A. Church (…) entiende la naturaleza de la teoría lógica en la línea semántica de Frege; pero su posición es menos platonizante que la de éste. Podría decirse que Church tiende a lo que para la Edad Media se llama conceptualismo (Abelardo). A. Church es el editor del Journal of Symbolic Logic. En él ha facilitado la bibliografía más completa de la lógica.
The calculi of lambda-conversion, edición de 1951; Introduction to mathematical logic, I, edición de 1956.
6) Scholz, Heinrich (1884-1956): Profesor de teología en Breslau, 1917-1919. Profesor de filosofía y, por último, profesor de lógica e investigación de fundamentos en Münster desde 1943. Tras su jubilación escribió nuevamente teología. Scholz ha sido un filósofo de la lógica y un propagandista del valor educativo de ésta. Su filosofía de la lógica es anticonvencionalista, antipositivista y platonizante según la tradición leibniziana. Una «metafísica como ciencia exacta» puede según él construirse con la lógica como «teoría de los mundos posibles».
Geschichte der Logik [Historia de la lógica], 1931; Metaphysik als strenge Wissenschaft [La metafísica como ciencia rigurosa], 1941″.
h) Zeleny, J. La estructura lógica de El Capital, 197428. En la presentación de su propia traducción castellana, Sacristán señalaba:
«El meticuloso y amplio ensayo de Zeleny sobre la estructura lógica del Capital de Marx es probablemente la elaboración más seria del punto de vista de reacción al entusiasmo por los escritos del joven Marx que fue parejo de la crisis del dogmatismo stalinista. No en vano la época de preparación del libro de Zeleny coincide con la de las otras dos cristalizaciones principales de un marxismo neo-cientificista en la tradición de la II Internacional: los estudios del grupo Richta y los del grupo Althusser. Pero la empresa intelectual de Zeleny se diferencia con apreciable ventaja de esas otras dos líneas emparentadas con la suya: está libre del vago progresismo del Richta filósofo, y también de la ignorante retórica que caracteriza a gran parte de la producción del grupo de Althusser. Zeleny no es un «marxólogo», sino un escritor de pensamiento inequívocamente socialista. Y ha leído de verdad a Marx, en vez de limitarse a aconsejar su lectura».
Entre sus notas de traductor, pueden verse observaciones como las dos siguientes:
«1. «(En el curso de esta discusión llamaremos a las primeras relaciones lógicas F-consecuencia y F-derivación o F-derivabilidad, y le llamaremos parte B a la parte matemática citada por Marx. Parte A será la lógica-dialéctica). MSL: La «F» de F-consecuencia», etc es un uso de Carnap. Puede entenderse sin grave deformación que esa «F» significa el adjetivo «formal».
2. «Según eso, las premisas se pueden escribir del modo siguiente: 1. X v Y. 2. X & Y. 3. Z -> (noX & noY). Conclusión: 4. no-Z». MSL: Para la consecuencia (y la derivación) bastan en realidad las premisas 2-3. El autor está obligado a dar, además, 1 para traducir bien el ejemplo que comenta.»
i) Otras traducciones, algo más distanciadas de la temática lógica vista estrictamente, serían: Hull, L. W. H, Historia y filosofía de la ciencia, 1962; Geymonat, L. Filosofía y filosofía de la ciencia, 1966; Nadel, S. F., Teoría de la estructura social, 1966; Bunge, M., La investigación científica, 1969; Schumpeter, G. A., Historia del análisis económico, 1971; Taton, R., Historia general de las ciencias, 1971 (tres primeros volúmenes); Meek, R. L., Economía e ideología, 1972. Para la solapa del ensayo de Hull, Sacristán escribió el siguiente texto:
«La unión de las palabras «historia» y «filosofía» en el título de este libro es una indicación acerca de su carácter más saliente: el autor introduce inmediatamente en su desarrollo histórico la consideración filosófica y crítica. Esto y su extraordinaria capacidad para liberarse de esquemas corrientes al contemplar las diversas fases de la historia de la ciencia, dan a su libro una frescura, una tal espontaneidad a su juicio, que en más de una página el lector tiene la impresión de estar oyendo hablar por vez primera de un hecho de la historia de la ciencia que en realidad conoce de antiguo, aunque en interpretación mucho menos auténtica y bastante más adocenada. En este sentido puede subrayarse, por ejemplo, el tratamiento dado por Hull a la introducción de la idea de demostración geométrica por Tales de Mileto, o al prejuicio platónico contra las cónicas, o a la relación entre el análisis filosófico empirista inglés y la ciencia moderna, y tal vez, antes que nada, la posición en que el autor pone a la historia de la matemática respecto de la ciencia de la naturaleza.
Una consideración tan rica de la historia de la ciencia no podía, naturalmente, caber en unos pocos centenares de páginas más que concentrando la exposición a los hechos y puntos esenciales de cada fase. De aquí la construcción del libro en nueve capítulos que tratan sucesivamente la prehistoria de la ciencia, la ciencia ateniense, la alejandrina, la medieval, la geometría astronómica, la mecánica astronómica, la aparición de la metodología de la ciencia moderna, las nuevas ciencias surgidas en los siglos XVI y XVII y el desarrollo de la biología en el siglo XIX. Un epílogo considera las tendencias científicas del sigo XX.
Esta forma de exposición, antítesis del catálogo de nombres y fechas, tiene mucho que ver con los rasgos destacados del libro: la intensidad con que trata cada uno de los temas seleccionados y lo afortunado de esa selección, pues, a pesar de la relativa brevedad de su exposición, Hull consigue dar cabida en ella a importantes detalles de erudición de primera mano que no suelen encontrarse ni en obras colectivas de extensión mucho mayor. Sirva de prueba de esta afirmación la información de Hull a propósito de las ideas evolucionistas de Anaximandro, tomadas de la doxografía filosófica, que los historiadores de la ciencia no suelen aprovechar en toda la medida posible.»
II. Clases, seminarios, cursos de formación y propuestas universitarias.
Como es sabido, Sacristán impartió clases en la Universidad barcelonesa desde 1956 hasta 1965; durante el curso 1972-1973; desde 1976 hasta 1982, y, nuevamente, de 1983 hasta 1985. En el curso 1982-1983, fue profesor invitado de la UNAM. En total, unos 20 años en situación no estable, y básicamente en la Facultad de Económicas29. De esta arista de su práctica intelectual, en lo que respecta a sus aportaciones lógicas, sería necesario recordar:
a) «Fundamentos de filosofía», 1956-57. Ediciones Técnicas del SEU. Son apuntes para sus clases de introducción desarrollados por el propio Sacristán. Texto básico para comprender el notable interés de alumnos de aquella época -entre otros: Xavier Folch, Juan-Ramón Capella, M. R. Borrás, Pilar Fibla, acaso Andreu Mas-Colell y X. Rubert de Ventós- por los estudios de logística y para hacerse una idea ajustada del colchón cultural receptivo a los asuntos lógicos y epistemológicos entre sectores dinámicos de la cultura barcelonesa de aquellos años. De las 150 páginas de los estos apuntes, casi la mitad -71 páginas- están dedicadas a temas lógicos, en un sentido amplio del término30 .
b) Carpeta negra de trabajo de RUB-FMSL. Unas setenta lecciones de lógica elemental, con secciones dedicadas a teoremas metalógicos, probablemente material preparatorio de Introducción a la lógica y al análisis formal, si bien no todo él fue incorporado finalmente a su ensayo.
c) Transcripciones de las grabaciones (parciales) de las clases de metodología de las ciencias sociales de los cursos 1981-1982, 1983-1984 y 1984-198531, donde, en general, varios capítulos están dedicados a cuestiones de lógica y filosofía de la lógica, o a las diferencias y relaciones entre la lógica formal y la finalidad o aspiración dialéctica.
d) Los esquemas desarrollados de casi todos los cursos impartidos después de su vuelta a la Universidad tras la muerte del general(ísimo) golpista.
e) Guiones comentados de cursos de posgrado o doctorado. Entre otros, el impartido en la UNAM sobre «Inducción y dialéctica» o el dedicado a «La lógica de J. Stuart Mill». Igualmente, hay reflexiones de interés, de carácter básicamente gnoseológico, en las grabaciones que se han conservado de su curso en la UNAM sobre «Karl Marx como sociólogo de la ciencia».
f) Seminarios en la Facultad de Económicas, como complemento a sus clases de metodología, con esquemas anejos y fichas anotadas, sobre las siguientes obras: Epistemología de Mario Bunge; La estructura de las revoluciones científicas y Tensión esencial de T. S. Kuhn; La crítica y el desarrollo del conocimiento, o La lógica de la investigación científica de Popper. De la mayor parte de ellos pueden encontrarse carpetas y anotaciones de trabajo en RUB-FMSL. Así, sobre la Epistemología de Bunge32 , Sacristán escribió notas como las siguientes en las que no está ausente la perspectiva didáctica (obsérvese la manera sucinta y admirada que propone Sacristán de concebir al autor Treatise on Basic Philosophy):
«Presentación y proyecto. Buenos Aires, 1919. «Monstruo de la naturaleza». Obras principales. Artículos. Un capítulo por semana.
Capítulo 3. «Naturaleza de los objetos conceptuales». 1. p. 49. Completar con las escuelas medievales sobre los universales. El mismo p. 50. 2. «El nominalismo no permite teorizar»(p. 50): porque se limita a regular el uso de símbolos. ¿Es convincente la crítica de Bunge? 3. Lo de que el empirismo no permite dar razón de las ideas abstractas está escrito ambiguamente (p. 50): el empirismo es abstractista. Sería mejor decir que no da razón de constructos teóricos. 4. La nota esencial de su noción de constructo es la de creación (p. 51). 5. Explicar concepción extensionalista de las relaciones (-> funciones. Implicaciones para la ciencia no formal). 6. Donde Bunge dice matemática, era natural decir sintaxis. La conquista de la lógica por los matemáticos. 7. La versión hegeliana de la dialéctica y la atribución de propiedades lógicas a los objetos no-conceptuales (p. 56). 8. Comentar la idea de definición implícita (p. 56). 9. El realismo anti-convencionalista le impone cierto absolutismo en matemática: como si en ésta la estructura teórica fuera única (p. 56). 10. Sobre el predicado de existencia: San Anselmo, Kant, Bunge, pero existencia relativa o contextual (p. 60). 11. Comentar la alusión a los «mundos posibles» (p. 61).
Capítulo 4: «¿Qué es una proposición?». 1. Asegurarse de que está clara la distinción oración/ proposición. Introducir ‘proferencia’, ‘enunciado’. Asegurarse de que está claro que la proposición es la significación igual (p. 62). 2. La observación de Bunge sobre la tesis de Quine es muy aguda (pp. 62-63). 3. Introducir «proferencia», «enunciado» (p.63). 4. Al final de la lectura, considerar esta declaración de Bunge (p. 63). 5. ¿Se puede hablar de una oración escrita en diversos lenguajes como hace Bunge? (p. 64). 6. Asegurarse de que está claro que la proposición es la significación igual (p. 66). 7. Comentar la posición cultural de Bunge, de ruptura metodológica con la filosofía «del siglo XX» (p. 67). 8. Comentar la broma irónica pseudomedievalizante (p. 67) 9. Subrayar la contextualidad o relatividad de los explicata de Bunge (p. 68). Cfr. con existencia, p. 59. 10. Explicar símbolo de consecuencia lógica (p. 68). 11. Importante ablandamiento pragmático del criterio de sentido (p. 69). Consecuencia: pragmatización de todo el asunto. 12. Comparar con la noción aristotélica de verdad (más platónica) y con el criterio de sentido neopositivista (empírico) (p. 70) 13. Explicar el ejemplo por conjunción (p. 71). 14. Dejar claro que si no hay función de verdad no hay proposiciones sino predicados (p. 71). 15. Bunge desemboca en «lo que se puede decir» de la tradición neopositivista (p. 75)»
g) Igualmente, propuestas programáticas para la enseñanza de la lógica y metodología en la Facultad de Económicas33, donde pueden verse consideraciones didácticas de interés. Por ejemplo, este esquema no fechado que lleva por título «Lógica formal para estudiantes de ciencias sociales»:
«0. Introducción general. 1. Los sentidos de la palabra «lógica» y el concepto de lógica formal. Lógica mayor y menor. Lógica formal, metodología, teoría del conocimiento, teoría de la ciencia. El uso común por los científicos sociales. 2. Elementos de análisis lógico. Sintaxis y semántica lógicas. Cuestiones metalógicas.
I. Parte primera: lógica elemental o lógica pura. 1. El sistema de la lógica elemental (expuesto calculísticamente). 2. Sus aplicaciones. 2.1. El razonamiento jurídico de subsunción. 2.2. La lógica de las funciones veritativas y la teoría de la información. 2.3. La lógica elemental y el concepto general de formalización (teoremas metalógicos).
II. Parte segunda: la lógica superior. 1. Lógica de clases. 2. Lógica de relaciones. 3. Teoremas metalógicos. 4. La fundamentación de la matemática (desarrollada sólo en las partes relevantes para las técnicas matemáticas de las ciencias sociales). 4.1. La teoría de conjuntos y el álgebra. 4.2. El concepto de número. 5. El análisis infinitesimal. 6. La fundamentación lógica del cálculo de probabilidades y la estadística. 7. La teoría de juegos y la estrategia.
III. Parte Tercera: Formalismos en ciencias sociales. 1. Concepto formal de teoría. 2. Concepto formal de modelo. 3. Sistema y estructuras: el análisis estructural. 4. El análisis dinámico. 4.1. Análisis factorial y operacional. 4.2. Decisión y planificación. 4.3. Aspectos lógicos de las técnicas de contabilidad social y del método factor-producto. Apéndice: fecundidad y límites de los formalismos»
III. El Sacristán conferenciante: el cultivo de la razón pública.
Expulsado de la Universidad en 1965, Sacristán se mantuvo vinculado al mundo universitario y ciudadano como conferenciante asiduo34 y no sólo en el ámbito barcelonés-catalán35. Esta faceta de su actividad intelectual y política ha sido crucial para la culturización del país36, para ayudar a que el humus37 de la lógica estuviera presente entre estudiantes y profesores universitarios38 , no sólo de facultades de filosofía o matemáticas, e, igualmente, y en su caso de importancia no menor, para que un amplio sector de la izquierda antifranquista y comunista-marxista de toda una época no se extraviara en algún sendero ilógico39 .
Sin pretender trazar un catálogo completo, sería necesario no olvidar aquí:
a) «Sobre el Ars Magna de Ramon Llull».
Durante su estancia en Münster, Sacristán dictó una comunicación, con el título «Über die «Ars Magna» des Raimundus Lullus»40 , dentro de un Coloquio («Kolloquiumsvortrag gehalten amb 8.7.1955 von Manuel Luzón Barcelona») del Instituto de «Lógica matemática e investigación de fundamentos» de la Universidad de Westfalia. En los compases iniciales de su intervención, Sacristán presentó a Llull del modo siguiente:
«Ramon Llull, o Raimundo Lulio, o Raymundus Lullus (1233-1316) provenía de una familia aristocrática. Desempeñó también cargos políticos. A la edad de 30 años experimenta Llull una conversión mística. Escribe poemas místicos durante unos años. En 1272, como consecuencia de una «revelación», se consagra a una nueva tarea, cuya realización es el «Ars Magna».
Llull escribe su Arte para alcanzar los fines que su conversión le presenta como deber de su vida. Se trata de convertir a infieles (en primer término musulmanes) y herejes, y de ofrecer a los creyentes un método de discusión irrefutable. El «Arte Magna» es así Apologética cristiana, como la literatura filosófica típica del siglo XIII, las «Summae Theologiae». Existe, sin embargo, una diferencia importante entre las Summae de orientación aristotélica y el Gran Arte: Llull quiere demostrar no sólo los llamados Praeambula fidei sino también los dogmas, y con ello quiere -o tiene que- desarrollar también una teoría del mundo en general. Ello hace que Llull tenga que ocuparse también de problemas no-teológicos y no-filosóficos, como, por ejemplo, de medicina o de jurisprudencia.
Pero todos los escritos de Llull son apologéticos y tienen una base mística de origen, incluso los que los historiadores denominan «lógicos». Cuando Llull pide al Papa que acepte sus escritos, escribe: «Et hoc peto propter Deum, et quia propter publicum bonum laboro et diu lavorabi usque ad mortem laborare propono» (Declaratio Raymundi per modum dialogi edita, ed. O. Keicher, «Beiträge zur Geschichte der Philosophie des Mittelalters» [Contribución a la historia de la filosofía de la Edad Media], Münster 1909, pág. 221).
Lull cuenta que su Arte le había sido inspirado por Dios durante su vida de retiro. Y escribe con frecuencia oraciones de acción de gracias por esa revelación.
Hoy no podemos reproducir con todo detalle y precisión lo que Dios comunicó al filósofo en su retiro en Mallorca. Nos limitaremos a resumir la parte de la comunicación divina que los historiadores llaman «Lógica». Los libros denominados «lógicos» de Llull proceden de cinco períodos diferentes…»
b) «Formalismo y ciencias sociales».
Sacristán impartió una conferencia con este título en el Aula Magna de la Universidad de Barcelona, en abril de 1962, dentro de un ciclo organizado por la citada universidad en el que igualmente intervinieron Tamames y Gonzalo Arnáiz41. El esquema seguido en su intervención fue el siguiente:
«Introducción. 1. Se ha dicho alguna vez que los períodos de florecimiento de lo formal son épocas malas para el pensamiento positivo creador: lógica estoica, baja escolástica. 2. En las ciencias de la naturaleza, el desequilibrio entre el cultivo de lo formal y lo empírico se ha saldado ya alguna vez en estancamiento: física alejandrina, mecánica de Nicolas de Oresme y parisinos del siglo XIV. 3. En las mismas ciencias sociales el exceso produjo: 3.1. Primero la reacción diltheyana, la sociología literaria de que es ejemplo entre nosotros Ortega. 3.2. Y luego, más recientemente, los mismos economistas y especialistas formales piensan que se ha exagerado en cuanto a esperanzas en la matemática y en la formalización: 3.2.1. Papandreou y el polisemantismo. 3.2.2. Granger: hiperdeterminación, significaciones previas de los conceptos sociales, lo que da lugar a mayor reducción de la experiencia vivida en las ciencias sociales que en las naturales. 4. En el fondo, esos dos criterios son la más reciente formulación de la diferente situación ciencias sociales-ciencias naturales. Los dos criterios coinciden: se reducen a: Gran lejanía del concepto formalmente objetivado en ciencias sociales respecto de la realidad. Más que en ciencias naturales.
II. Discusión inicial. 1. Pero, en realidad, la diferencia no es tan superficial y global. Estudiémosla en esa formulación Granger-Papandreou. 1.1. [Granger] También respecto de los fenómenos naturales ha habido -y hay- significaciones previas, hiperdeterminación, mitos, ideologías. +y muy agudamente. 1.2. [Papandreou]. 1.2.1. La polivalencia semántica es «mala» ya en matemáticas. +donde se presenta: Lowenheim-Skolem-Gödel. 1.2.2. Pero no está nada claro que sea un «mal» para la ciencia empírica, como tiende a creer Samuelson. ¿Es que alguien ha pensado que la ampliación sucesiva de la aplicabilidad del concepto de campo sea un mal para la física?
2. Insistamos en esta última observación: 2.1. El concepto de campo no es en absoluto «mal» concepto, concepto formalmente flojo: es objeto de axiomática, funciona: está bien formalizado. 2.2. Si, pues, no está claro que el polisemantismo de un sistema formalizado sea un «mal», en ciencia empírica, mientras lo es en matemática -más concretamente en aritmética– es que la función formalizadora en general no es lo mismo que la función formalizadora en el campo del número. 2.3. Lo que derriba el prejuicio de que introducir lo formal en ciencias sociales sea reducir lo humano a números.
III. El concepto de formalización […]
IV. La formalización en ciencias sociales […].
V. Balance. 1. Todo lo visto es pues defensa de la formalización en ciencias sociales. 2. Pero ahora hay que hacer dos reservas […] La ilusión formalista, en lo que tiene de ideología, tiende a hacer olvidar ese paso previo: el acto, nada teórico, de transformación de las relaciones y estructuras sociales no dominadas en que vivimos en otras racionalmente y prácticamente dominables.
VI. Resumen y conclusiones. Hemos intentado mostrar que: 1. La formalización -ideal extremo de la ciencia moderna- posibilita no sólo claridad, sino también operatividad, y es por tanto deseable en ciencias sociales. 2. Que tiene la limitación -formal misma- de que el mecanismo formal da conocimiento operativo directo, sin reflejarlo en leyes formales -al menos cuando se piensan en formalización mecanizada radical según modelos cibernéticos. 3. Y la limitación de conllevar una ilusión ideológica: la de pretenderse suficiente para crear efectivamente la operatividad. 4. Hemos visto que no lo es, que la operatividad de la ciencia social requiere previamente el dominio efectivo de la sociedad y las relaciones sociales a las cuales aplicar los esquemas formalizados. 5. Conclusión: Sólo en una sociedad así dominable, la formalización deja de tener una función ideológica conservadora para convertirse en lo que siempre es potencialmente: instrumento de conocimiento y de dominio de las relaciones sociales por el hombre.
VII. Ciencias sociales, formalismo y conocimiento de lo individual.»
c) «Aspectos del problema del método en ciencias sociales». Fue impartida por Sacristán en la Escuela Superior de Ingenieros Industriales de Terrassa42 . La delegación de alumnos y la comisión de apuntes y publicaciones de la facultad editaron la transcripción de su intervención en la sección «Economía-Problemas de método en ciencias sociales». Probablemente, no pudo ser revisada por el propio Sacristán, quien iniciaba su intervención del modo siguiente:
«I. A un técnico se le presentan actualmente entre otros, dos problemas: 1. Competencia técnica y profesional: Ser un buen técnico. 2. Responsabilidad social. Para resolver el problema 1 precisa un buen «oficio». Para resolver el problema 2 precisa conocer una cosa que no es de su oficio: sociedad, historia,… Esta situación puede llegar a ser una problemática trágica (físicos atómicos) en un caso extremo. En todo caso, consciente o inconscientemente, el técnico juega un papel social. Vamos a ver a continuación como ambos problemas (1 y 2) están ligados.»
d) «Dos lecciones sobre el concepto formal de estructura».
Guión desarrollado de unas lecciones sobre el concepto lógico de estructura43 . Desconocemos el lugar y la fecha de la intervención de Sacristán.
e) Diversas conferencias sobre la dialéctica y la lógica impartidas en los años 1970 y 1973, y, posteriormente, en 1980 y 1981. Entre ellas: «Sobre dialéctica»44, «¿Es la dialéctica una teoría», «Cinco céntimos de lógica dialéctica»45 o «Una aventura reciente de la dialéctica». Los puntos iniciales del esquema de esta última eran los siguientes:
«I. 1. Las comprensiones de la dialéctica son muy varias. Perelman. 1.1. Incluso en sus formalizadores: López Medina. 1.1.1. Tal vez se trate, por parte de este agudo autor, de una fórmula para practicar tácitamente el análisis que debería ser previo. 1.1.2. Pero puede reproducir la situación que criticó Popper a propósito de Bochenski. La ilusión formalista. 1.2. Yo también trabajaré sin definición de «la» dialéctica, pero espero que al final haya una noción.
2. Es un hecho que muchas discusiones sobre la dialéctica se parecen a las que versan sobre esoterismo: 2.1. Indestructible fe de sus seguidores (A. Puig). 2.2. Vaguedad, irrefutabilidad y esterilidad de los argumentos a su favor. 2.2.1. Extrapolaciones metafóricas desde Engels hasta Maxwell. 2.2.2. Esterilidades más refinadas: los formalizadores. . 2.2.2.1. Da Costa y Wolf. 2.2.2.2. Routley 2.2.2.3. Rogowski. 2.2.2.4. Peña. 2.2.2.5. Sabelli. Pese al aparato matemático, ese arranque es muy malo, porque empieza por ignorar el carácter material de la dialéctica de tradición hegeliana. Y eso que empieza hablando de procesos naturales. Además, los procesos reales respecto de los cuales hablaban los «dialécticos» eran todos macroscópicos, «mecánicamente clásicos», podríamos decir. Se olvida que no hay regla ni algoritmo para el resultado de la operación antítesis (negación surdéterminé), ni, por lo tanto, está definida la operación síntesis]. 2.2.2.6. Dubarle. 2.2.2.7. Formalizaciones de la dialéctica y lógicas de la contradicción. 2.2.2.8. Pero siempre está el principio wittgensteiniano del lenguaje «natural». 2.2.2.8.1. Peña: «(…) la lógica se aplica al habla cotidiana, tal cual y sin maniobras tortuosas o procedimientos ad hoc, dictados por una intuición como instintiva y formalmente incontrolables» (Formalización y lógica dialéctica, 1980, p. 46). Esto es lo esencial wittgensteiniano de las lógicas contradictoriales. Reducirse a lo primario y olvidar lo aprendido por la especie. Por lo demás, ahí se ve el ridículo de la pretensión de formalizar «la dialéctica», que no es precisamente nada «natural». 2.2.2.8.2. Priest 2.2.2.8.3. Dubarle [Dubarle, «Lógica formalizante y lógica hegeliana», Jacques d´Hondt y otros, Hegel y el pensamiento moderno, op. cit, pp. 121-122. Aunque la raíz sea metafísica, metodológicamente eso es confundir psicología con lógica, heurística con validación, y uno se pregunta para qué ha vivido Popper]. 2.2.2.9. Sospechoso de oscurantismo. 2.2.2.10. Y, de un primitivismo que se queda por detrás del katà synthéken[por convención] aristotélico. 2.2.2.11. Por lo demás, la formalización no recoge las «intuiciones de los clásicos». 2.2.2.11.1. Ni de Hegel [I. S. Narski, Hegel-Jahburch 1970, 258. Eso es lo decisivo, porque impide que haya una operación antítesis y una operación síntesis, definidas formalmente] 2.2.2.11.2. Ni de Engels».
IV. Colaboraciones editoriales.
Entre 1965 y 1976, e incluso en años posteriores, Sacristán no sólo tradujo intensamente sino que realizó informes editoriales y alguna reseña que no llegó a publicarse. Dentro de este apartado, cabe destacar las siguientes aportaciones:
a) Zetein, Hipótesis.
Zetein fue una colección de la editorial Ariel, dirigida por Sacristán desde inicios de los sesenta46. En ella se publicaron obras de Quine, Hulll, Papandreou, Mosterín, la misma Introducción a la lógica y al análisis formal, Dialéctica sin dogma de R. Haveman y Cálculo de Normas de Sánchez Mazas. La colección se presentaba con un texto del propio Sacristán que reproducimos parcialmente:
» […] Si se pasa por alto la injusticia histórica de ese juicio -pues también el ensayismo ilustrado fue un intento de democratización de la cultura-, hay sin duda una verdad básica en la condena de las formas culturales poco «constructivas» y demasiado aristocratizantes para ser coherentes con nuestro mundo. Mas, aun admitiendo esa verdad, vale la pena tener en cuenta que la democratización de la cultura no puede proceder llanamente y sin suscitar problemas. Los suscita, y a muy diversos niveles, desde el social y político hasta el pedagógico, pasando por la problemática central y técnica que uno de los aspectos de la democratización de la cultura -el enorme aumento del número de creadores culturales, científicos, escritores, etc.- aporta como potencial fortuna para la humanidad: el rápido ritmo de acumulación de los conocimientos empíricos.
Así pues, el proceso de democratización de la cultura, lejos de condenar la actividad inquisitiva audaz, sensible y aún no segura, el ejercicio de la agudeza que a primera vista podría parecer limitada afición aristocratizante, pone ante ellos nuevos y considerables problemas. Sin duda ese ejercicio, para estar a la altura de los tiempos, debe hacerse con consciencia de que sus resultados se destinan a la humanidad entera, de que el tribunal ante el cual se responde ahora de la actividad intelectual no es ya la ilustrada y reducida sociedad que va perdiendo poco a poco el milenario monopolio del espíritu.
En el Gorgias platónico Sócrates define involuntariamente su callejera actividad -en una ocasión, a decir verdad, de escasa relevancia: busco junto con vosotros. La presente colección de estudios y ensayos toma su nombre del infinitivo de ese verbo, ZETEIN, buscar, y se propone al mismo tiempo no olvidar el contexto: junto con vosotros.»
Probablemente puedan encontrarse aquí, en archivos editoriales, textos y reflexiones de interés debidos a la pluma de Sacristán. Conjeturamos47, por ejemplo, que la solapa interior no firmada de Cálculo de Normas tiene su autoría. Finalizaba con las siguientes palabras:
«[…] En Cálculo de las normas, Miguel Sánchez-Mazas, lógico español residente en Ginebra desde 1957, presenta un sistema deóntico enteramente formalizado y aritmetizado, que escapa a las famosas paradojas gracias, entre otras cosas, a la perspectiva a la vez meta-lingüística e intensional en que se sitúa, evitando la utilización de la implicación material (de carácter extensional), principal vehículo a través del cual han penetrado en la esfera deóntica las consecuencias absurdas que Prior calificó socarronamente, de «principio de la rectitud moral continua» y «principio del hecho consumado». En el sistema de Miguel Sánchez-Mazas -que, desde hace más de 20 años, cuando fundó en Madrid, la primera revista española de lógica matemática, Theoria, viene adoptando, en lógica, la postura intensional- las normas y las acciones se expresan aritméticamente por números primos; los operadores normativos, fácticos y deónticos por operaciones aritméticas, y las relaciones mutuas de normas y acciones por los números resultantes. Todas las deducciones en esta esfera se resuelven en multiplicaciones y simplificaciones de fórmulas aritméticas, proporcionando así un instrumento precioso a la informática jurídica, a la iuscibernética y al tratamiento automático de sistemas jurídicos mediante computadoras. El sistema de Miguel Sánchez-Mazas, tesis doctoral presentada en la Universidad de Neuchàtel, figurando como ponentes los grandes lógicos Grize y Kalinowski, ha sido por ello acogido con extraordinario interés en la mesa redonda sobre informática jurídica reunida en Florencia en octubre de 1972, con ocasión de la primera Conferencia Mundial para Informática en el Gobierno.»
Sin olvidar, claro está, la misma colección «Hipótesis» de la editorial Grijalbo, que fue codirigida por Sacristán y Fernández Buey. En ella se publicaron algunos de los textos centrales de Sigma. El mundo de las matemáticas, ensayos de Heller, de Markus, de Gerratana, de Fourier o de Mattick, la misma biografía anotada y presentada por Sacristán de Gerónimo o el célebre ensayo de A. M. Turing «¿Puede pensar una máquina?»48. En total, 16 volúmenes, en algunos casos, con presentaciones y notas. Los textos de la contraportada -Kant, Marx, Copérnico, Engels, Goethe, Newton- formaban parte de un volumen anunciado por Sacristán sobre la noción de hipótesis del cual acaso existan algunos desarrollos y alguna breve antología49 .
No fueron las únicas colecciones por él proyectadas50. En octubre de 1972, Sacristán pensó una colección de 200 volúmenes llamada «Naturaleza y sociedad 200» (NYS 200). Se trataba de una colección de divulgación alta, que vendría a ocupar «en las inversiones de la editorial» el lugar de colección 70, pero esta vez sin limitarse a las ciencias sociales y por «intentar aparecer en España lo más integralmente posible y por importantes características tipográficas». NYS 200 intentaba vincular lo más posible al mundo español y latinoamericano, pero no a través de la nacionalidad de los autores, sino «sobre todo, a través de los temas». Los textos tendrían una extensión comprendida entre las 150 holandesas y las 250. La colección, si resultara apreciablemente rentable, estaba pensada para convertirse en «enciclopedia en volúmenes, a la manera de la que emprendió Rowohlt en Alemania, pero con plan fijo y con menos exigencias para el lector», dado que, precisamente, «la falta de plan fijo y las muy variables exigencias puestas al lector fueron, en opinión del firmante, las dos causas principales del relativo fracaso de Rowohlt». En caso de agotarse, la segunda edición de los volúmenes sería actualizada si hubiera habido novedades importantes en el tema objeto del volumen. Incluso, «en caso extremo de grandes descubrimientos, el volumen sería sustituido -con el mismo número- por otro, referente al nuevo descubrimiento». Cada volumen debería contener una ficha técnico-publicitaria («técnica por un lado, susceptible de ser incluida en un fichero bibliográfico de tamaño standard -el de las fichas de la Biblioteca de Catalunya-, publicitario por el dorso»). NYS 200 aprovecharía textos publicados. Finalmente,
«La colección necesita de publicidad: tiene por fuerza que enfrentarse con otras parecidas en el mercado, de las cuales sólo una es verdaderamente peligrosa: la versión del Que sais-je?, NYS 200 tiene que utilizar al máximo la diversidad y la coherencia de su planteamiento ideológico».
Compuesta de 200 volúmenes, NYS 200 estaba planificada del modo siguiente: 20 volúmenes de ciencias formales (incluyendo uno de teoría general de sistemas y 4 de semiótica); 60 volúmenes de ciencias de la naturaleza (con 35 de biología, de los cuales 5 serían de ecología); 10 de sociofísica (5 de ecología humana y 5 de geografía humana); 80 de ciencias de la sociedad y 30 de crítica e interpretación (10 de filosofía -4 de vocabularios y 6 de filosofía del conocimiento y de la ciencia-) y 20 de historia). Sacristán señalaba que el concepto de sociofísica no se había utilizado nunca y era propio del director de la colección, y se refería con él a los temas en los que la intervención de la sociedad interfiere con la naturaleza51 .
b) Reseñas e informes editoriales.
Sacristán elaboró, por encargo editorial, reseñas o comentarios sobre diversos ensayos, acaso para posibles traducciones. Conocemos la existencia de seis de estos informes52. Uno de ellos está dedicado a comentar el ensayo de Julius R. Weinberg, Abstraction, Relation, and Induction. Three Essays in the History of Thought.53
V. Anotaciones de trabajo, cuadernos de formación y diarios personales.
En el fondo Sacristán, en Reserva de la Universidad de Barcelona, hay también carpetas de trabajo y cuadernos de notas sobre temas de lógica y filosofía de las ciencias formales que no deberían desestimarse. No podemos dar cuenta detallada de todo este material pero acaso cabe señalar aquí tres tipos de documentación:
a) Resúmenes y anotaciones sobre trabajos, entre otros, de Quine, Carnap, Church, Tarski, Stuart Mill, Popper, Scholz, Hasenjaeger, Lukasiewicz, o en torno a ensayos sobre el teorema de incompletud de Gódel.
b) Cuadernos de apuntes de sus cursos de posgrado en la Universidad de Münster; y
c) Breves diarios con interesantes reflexiones lógico-filosóficas.
Una ilustración de todo ello: esta nota de un diario fechado el 14 de febrero de 1957, casi un año después de su regreso del Instituto de Lógica de Münster:
«En los apuntes [de filosofía, 1956-57] he escrito que las leyes lógicas definen la «cosa en general». Entonces, los primeros teoremas, los axiomas, la definen ya. Por eso he escrito que la definición de proposición en Russell, simplificada así: p p, es la definición de «algo consistente», de cosa. Las funciones lógicas -y las reglas de su aplicación- son entonces los cuellos de la realidad, de la cosa. ¿Puede tener algún sentido filosófico la reducción de todas las funciones al trazo de Scheffer?
p q
Supone la consistencia de p y de q, supone p p y q q. Pero no lo expresa; exactamente, lo supone. Una construcción basada en p q descubre «cosa» por las relaciones entre «cosas», sin ninguna expresión con una «cosa» sola. Cosa es un concepto inanalizable. Lo que analiza la lógica no es la «cosa» internamente considerada, sino su «comportamiento». La lógica supone la cosa «punto».
Otra cuestión: Las reglas lógicas -las de Gentzen, por ejemplo- están tan fundadas en los «principios primeros» de la tradición como los teoremas mismos (las reglas tienen teoremas paralelos). Cuando una axiomatización ahorra reglas, quedan algunos que, en principio, no me parecen traducibles en teoremas. Así, por ejemplo, la regla de sustitución de variables y la de sustitución por definición no tienen teoremas paralelos en el mismo lenguaje, como es el caso de cualquier regla de Gentzen. Con el sentido común suficiente para la lógica tradicional puede decirse que ambas reglas se basan en el principio de identidad -y en la idea de variable la primera, además. ¿Qué seriedad tiene esa interpretación? Para la substitución por definición, la cosa es clara: sería ésta una aplicación de la transitividad de la equivalencia:
I. a = b }
} b = c
II. a = df. c }
Pero ¿puede decirse que lo fundamental aquí sea el principio de identidad y no la función equivalencia (o identidad)? Lo fundamental es esa noción.
Los dos principios -identidad, contradicción- son el nuevo concepto de cosa, visto internamente. Las demás leyes lógicas se basan en la comprensión de las funciones, que son al concepto de cosa, visto externamente, en su comportamiento.
Así se explica que, aún describiendo lo mismo, no haya demostración que pueda llevar de los dos principios al de transitividad, por ejemplo. Eso no es demostrable: es solo postulable como regla (sustitución por definición) o como axioma [CP con identidad].
El principio de identidad de los indiscernibles, sí puede ser considerado como recíproco del principio de identidad y como su equivalente, sí que está más cerca -es- de la regla de sustitución por definición.
* * *
La distinción según la cual los dos primeros axiomas tradicionales describen el concepto de cosa interna, generalísimamente, me resulta bastante convincente. La afirmación tradicional de que el silogismo, como toda la deducción, se basa en el principio de identidad, puede interpretarse así: Por lo que hace al modus ponens (…), la identidad de p hace que en todo caso tenga que mantener sus «propiedades» (su identidad), entre ellas las de implicar a q. Y en este sentido (metafísico) estaría, pues, la Abstammungsregel basada en el principio de identidad. Pero lo dicho: esa explicación -el contenido del principio de identidad- es «íntima», y por eso imposible de estudiar si no es metafísicamente. Reglas (y los teoremas paralelos) de otro tipo -del tipo Gentzen, por ejemplo- lo que hacen es encuadrar el mismo concepto de «cosa expresable» pero externamente, por su comportamiento, dando así lugar al carácter científico, «experimental» (Scholz) de la lógica formal moderna.»
VI. Artículos y ensayos centrados en temáticas alejadas.
Finalmente54, también en trabajos sobre temas distanciados del ámbito lógico pueden verse reflexiones significativas de epistemología general, de metodología científica o sobre el propio concepto de racionalidad. Así: 1) en su tesis doctoral sobre la gnoseología de Heidegger, especialmente en su presentación y en su capítulo final55 ; 2) en su cuidadoso comentario de El asalto a la razón de Lukács56; 3) en su conferencia de 1978 sobre «El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia»57;; 4) en la reseña del ensayo de Jesús Mosterín, Racionalidad y acción humana58, y 5) en sus cursos de posgrado impartidos en la UNAM sobre «Karl Marx como sociólogo de la ciencia»59 e «Inducción y dialéctica»60. Damos aquí breve cuenta de sus reflexiones sobre lógica y logicismo en su aproximación a la citada obra de Lukács y en su reseña del ensayo de Mosterín.
«Nota sobre el uso de las nociones de razón e irracionalismo por Georg Lukács» apareció en el primer número de la revista Materiales, de enero-febrero de 1977. En esos meses la salud de Sacristán no le permitía trabajar con la dedicación deseada, pero Jacobo Muñoz, editor de la revista, consideraba imprescindible empezar con un artículo de quien era el referente del proyecto. El texto de Sacristán fue escrito en noviembre de 1967 e incorporaba una rectificación añadida en agosto de 1971 para dejar constancia de las últimas referencias de Lukács a los conceptos de racionalidad e irracionalidad61 .
Sacristán pretende responder en esta nota al trato que han dispensado filósofos irracionalistas como Heidegger62, y el mismo Lukács, a la lógica formal63 . Quiere responder a la táctica de estos pensadores -Heidegger, en especial- que empiezan proponiendo como única vía de conocimiento racional la lógica formal, después insisten que muchos problemas son inaccesibles por esta vía, y acaban defendiendo una facultad de conocimiento suprarracional. Sacristán recuerda que la lógica, por el hecho de ser una ciencia formal, no puede ser un punto de vista para la captación de la realidad, y que «sus límites son» muy estrechos. Entiende que desde posiciones intuicionistas o irracionalistas lo que realmente se busca es poner de manifiesto los estrechos límites de conocimiento científico, aunque de hecho se esté hablando de lógica formal.
Como dijimos, este texto sobre El asalto a la razón está fechado en 1967 y no fue pensado para este primer número de la revista, pero conecta perfectamente con los planteamientos que guían el proyecto de Materiales, y el conjunto de la obra del propio Sacristán. En la editorial del primer número de la revista -no redactado por el propio Sacristán, pero que contó con su aceptación-, encontramos la siguiente definición de lo que pretendía ser la revista:
MATERIALES querría ser, pues, lo que dice su nombre: <
En cuanto al segundo ejemplo, Sacristán destaca en su elogioso comentario65 que el libro de Mosterín es un conjunto de cinco estudios dedicados todos ellos a la tarea del análisis, dilucidación y elaboración del concepto de racionalidad y de otros conceptos afines a un nivel filosófico y global, y que el método predominante en todos ellos está en la tradición del análisis filosófico del lenguaje «natural», señalando:
«Las personas que cultivan una filosofía especulativa o centrada en torno a contenidos místicos, o muy cargada emocionalmente -personas que son mayoría en el ambiente filosófico español- gustan poco de este filosofar analítico, distanciado, muy pocas veces patético, que Jesús Mosterín representa aquí distinguidamente. Habría que sugerir a los lectores impacientes de este tipo de literatura filosófica que cuando les irrite la consideración detenida de un uso lingüístico o de las implicaciones de una convención, recuerden que este estilo existe en la tradición filosófica desde mucho antes que nacieran Austin o Ryle, porque una buena parte del opus aristotelicum está escrita más o menos así.»
Después de dar cuenta resumida de los cincos estudios, y de señalar que el segundo de ellos -«La incompleta racionalidad»- acaso fuera el más sugestivo, añade finalmente Sacristán una sucinta reflexión sobre la noción de racionalidad:
«(…) La cuestión respecto de la cual el optimismo cientificista puede tener consecuencias menos deseables es la de la «racionalidad incompleta» considerada en el interesante estudio segundo. «Nuestro sistema sociocultural, nuestro mundo», escribe el autor, «ha entrado en crisis. Y los aspectos más visibles de esa crisis son el resultado de la aplicación tecnológica (basada en la ciencia) a unos campos sí y a otros no, son el resultado -en definitiva- de la desigual aplicación del método racional a parcelas sectoriales de la actividad humana» (pp. 64-65)
Nada se puede objetar a esa descripción, que siempre se oye, por ejemplo, cuando se habla del atraso de las ciencias sociales respecto de las naturales. Pero hay que tomarla como una simple descripción, y hay que añadir -incluso en el plano meramente descriptivo- que muchas técnicas racionales en algún aspecto se aplican irracionalmente en otros. Se trata, unas veces, de la conocida discrepancia entre la microrracionalidad (de una empresa individual, p. e.) y la macrorracionalidad del conjunto del sistema producción-economía-ecología de nuestra sociedad; otras veces se trata de la aplicación de la racionalidad técnica a fines «irracionales» (industria del armamento). En general, esta tesis de Mosterín pasa por alto la instrumentalidad de la razón técnica y considera insuficientemente los aspectos morales y sociales, no tecnológicos, de estos problemas. Hay, en efecto, en el libro varias muestras de la falta de percepción de marcos y datos sociales, la cual empobrece o debilita los resultados de ciertos análisis o sus aplicaciones. Así, por ejemplo, Mosterín considera «pautas absurdas, que nunca tuvieron sentido» porque nunca han satisfecho «los intereses de las personas que las aceptan», usos sociales como la cliteronomía, el estrujamiento de los pies femeninos, etc (p.59). Si se tiene en cuenta el marco social se pone enseguida de manifiesto el sentido de esos usos, su funcionalidad a los intereses de la dominación masculina. La insuficiencia del punto de vista sociológico e histórico acarrea en última instancia, contra la intención explícita del autor, la absolutización de criterios de racionalidad probablemente adecuados para nuestra cultura, pero cuya afirmación absoluta oscurece la comprensión de ciertos aspectos de los problemas tratados.
Hay en el libro de Mosterín una expresión de optimismo racionalista que a algunos lectores puede parecer un poco patética. En medio del presente renacimiento de tradiciones, filosofías y actitudes irracionalistas (probablemente relacionados con la extensa crisis económica y cultural a la que también alude el autor), la introducción al volumen empieza así: «Las palabras «racional» y «racionalidad» gozan actualmente de buena salud y se usan más (y en tono más positivo) que nunca» (p. 11). Eso parece ser más un deseo que una observación. Sin embargo, este libro de Jesús Mosterín puede contribuir a que ese deseo se acerque a la realidad».
3. Ganancias colaterales.
El estudio detallado de estos materiales, de estos trabajos complementarios, puede, creemos, ayudar a completar la valoración del papel histórico de Sacristán en la introducción de la lógica formal en nuestro país, además de matizar y profundizar en sus concepciones de filosofía de la lógica y de la racionalidad creencial y práctica.
Además de ello, el detallado estudioso obtendrá ganancias colaterales de interés no sólo para su campo temático sino incluso para una aproximación biográfica completa y para una mejor comprensión de sus críticas a determinados autores que han sido centrales en el ámbito de la filosofía y la política marxistas66 .
Entre las ganancias, podrán hallarse cartas de Ludovico Geymonat67, de la cátedra de filosofía de la ciencia de la Universidad de Milán, dirigidas al «Chiarissimo Professore Manuel Sacristán Luzón», solicitando su participación en un seminario sobre fundamentos de la lógica combinatoria (probablemente Sacristán expresara de algún modo su imposibilidad de asistir a la primera invitación pero ignoramos si llegó a responder a las sucesivas peticiones de Geymonat). La primera carta está fechada el 25 de marzo de 1964:
«Apreciadísimo profesor,
Entre los grupos de investigación matemática organizados y financiados por el Comité Nacional para la Investigación Científica Italiana, el que dirijo dedica su atención a los problemas de la lógica matemática.
Más de una vez, en el transcurso de los últimos dos años, ha surgido en nuestras discusiones el deseo de contar con la opinión de una persona competente que pueda expresar en términos precisos el problema en el que se basa la lógica combinatoria.
Como además resulta que usted, queridísimo profesor, ha profundizado en este tema traduciendo incluso al castellano el texto fundamental de Curry-Feys sobre la cuestión, habíamos pensado dirigirnos a usted pidiéndole que aceptara nuestra invitación y poder así tener una o dos sesiones con el grupo del seminario hablándonos en torno a este tema.
Confiamos en el hecho de que usted pueda aceptar nuestra invitación, y para su comodidad nos permitimos recordarle que nuestros seminarios, en los que participan investigadores (matemáticos y filósofos) de Milán, Pavia, Florencia, Padua y Roma, se realizan normalmente el sábado a primera hora de la tarde en la sede de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Milán, con una frecuencia quincenal, como máximo. Teniendo en cuenta la necesidad de avisar con suficiente antelación a los componentes del grupo, le estaría muy agradecido si, aceptando (como espero) la invitación, nos quisiera también indicar los días que usted considera más oportunos.
Esperando poder conocerle personalmente, le ruego acepte mi más sentida estima, LG»68
O, por ejemplo, en otro orden de cosas, este texto inédito, de finales de de 198069, dedicado a la filosofía de Althusser y a su concepción de la contradicción dialéctica:
«Para uno que ha pensado siempre, desde la época de mayor influencia del filósofo, que el pensamiento de Louis Althusser es en sustancia una confusión lamentable, peligrosamente disfrazada de claridad y precisión, resulta mucho más desagradable opinar sobre él ahora de lo que lo era hace diez o quince años. Pero, si hay que hacerlo, más vale que sea sin eufemismos.
La verdad es que el historiador E. P. Thompson ha sido demasiado generoso con Althusser al titular su ensayo crítico contra el filósofo Miseria de la teoría, porque la debilidad principal del pensamiento de Althusser no consiste en que atribuye demasiada importancia a lo teórico -cosa que efectivamente hace-, sino, sobre todo, en que sus nociones de teoría y ciencia son malas. Su intento de reconstruir el pensamiento de Marx como un producto puramente científico no es sólo un falseamiento de Marx, sino también una manipulación disparatada de las ideas de ciencia y teoría.
Sus intentos de exactificar ciertas intuiciones filosóficas tradicionales presentes en el marxismo por herencia hegeliana desembocan, desde un punto de vista lógico, en fracasos obvios y tienen además, ideológicamente considerados, un sentido apologético desagradablemente beato y escolástico. (Un aspecto muy principal de toda mentalidad escolástica, igual en Santo Tomás que en Stalin, consiste en pretender que lo vago es exacto, lo aleatorio determinado, lo empírico lógicamente necesario). Sea, por ejemplo, la interpretación por Althusser de la «contradicción dialéctica». En la lógica de verdad y en el uso normal del lenguaje, la negación contradictoria de una proposición está siempre unívocamente determinada: la contradictoria de «Todos los A son B» es «Algún A no es B», y la de ‘Algún A es B» es «Ningún A es B». Pero la vaga contradictoriedad dialéctica es un concepto intuitivo, precientífico, carente de esa determinación: sólo si se lo dicen a uno, y con la sabiduría del después, se entera de que la «negación dialéctica» de un grano de cebada es ese mismo grano de cebada una vez sembrado, y que la negación de la negación de ese grano de cebada es la espiga que brotó de él. Pues bien: en vez de reconocer el carácter vago y altamente metafórico de semejante uso del lenguaje, pre-analítico e indeterminado, por más que acaso sugeridor poéticamente, Althusser sostiene que se trata de un modo de pensar ultra-exacto, «sobredeterminado». Así falsea las cosas con una intención claramente apologética y con un efecto destructor de la capacidad de rigor analítico y científico en sus discípulos.
Lo peor de la influencia de Althusser es que enseña a gustar gato por liebre, logomaquia exactista por ciencia, verborrea cargada de términos pseudo-técnicos por teoría.»
Acaso Sacristán se excedió un tanto en esta última apreciación, pero sin duda él no contribuyó nunca a confundir especulación pseudo-teórica -lista para embalaje y aplicación-, en el plano de la lógica o en cualquier otro plano, con teorías o hipótesis consistentes, falsables, críticas y documentadamente elaboradas. También una aproximación detallada a sus trabajos lógicos, derivados o no de su oficio de traductor, prueban una vez más la largueza de un pensamiento crítico, poco acomodaticio, sin tendencia conocida al fácil y asegurado descanso, que tuvo la racionalidad (completada), la igualdad social (no meramente postulada) y el cultivo instruido de la razón pública como ejes básicos de un hacer nunca interrumpido. Porque, recordemos, importaba, importa, y no poco, comprender el mundo pero también, y no menos, cambiarlo por senderos socialistas en la medida de las fuerzas de cada uno70. Y, desde luego, la lógica formal no fue ni pretendió ser vanguardia de nada pero tampoco fue nunca peligrosa columna infiltrada de un adversario sin escrúpulos.
Salvador López Arnal y Jordi Mir García
Nota: Una versión de este trabajo apareció publicado en el volumen: Salvador López Arnal, Albert Domin go y otros (eds), Donde no habita el olvido, Montesinos, Barcelona, 2005.
1 La conferencia de Luis Vega Reñón y la comunicación de Paula Olmos Gómez, ambas incluidas en este volumen, falsan parcialmente la anterior afirmación.
2 Reimpresa en M. Sacristán,Panfletos y materiales II. Papeles de filosofía. Barcelona, Icaria 1984, pp. 56-89. Hay un breve paso en la introducción de este artículo que es de cita y recuerdo obligados: «Su última producción literaria está constituida por algunos artículos, parte de ellos periodísticos. Scholz -la imagen le sería grata, dado el platonismo que profesaba- no era hombre para salir de la caverna como de lugar despreciable al que jamás se vuelve; siempre estaba de vuelta en ella para tratar con sus moradores».
3 En una conferencia de mayo de 1979, sobre una política de la ciencia de orientación socialista, Sacristán se refirió a Scholz en los términos siguientes: «(…) En realidad, estas cuestiones que sólo se pueden resolver en la vida cotidiana dejan ver muy claramente que, contra la ilusión de una respetable tradición filosófica -entre la que cuento a uno de los pocos que considero que han sido maestros míos, que me han enseñado algo, Scholz, el metafísico y lógico protestante de Westfalia de la primera mitad de siglo-, contra lo que ellos han esperado no existe la posibilidad de una metafísica como ciencia rigurosa».
4 M.Sacristán, Panfletos y materiales II, op. cit, pp. 90-219. Como señala Christian Martin Rubio en su comunicación sobre las oposiciones de 1962,Sacristán fue preguntado (o interrogado, como se prefiera) por el tribunal sobre las razones de la extensión concedida a la explicación de las tendencias analítica y marxista. Sobre este punto, véase la entrevista con Jesús Mosterín en: Acerca de Manuel Sacristán. Barcelona, Destino 1996, pp. 631-668.
5 Para un magnífico análisis de las repercusiones filosóficas de los estudios de lógica de Sacristán en su aproximación a Heidegger, véase: F. Fernández Buey, «Prólogo». Manuel Sacristán, Las ideas gnoseológicas de Heidegger, Crítica, Barcelona, 1995, pp. 7-22.
6 M. Sacristán, Panfletos y materiales II, pp. 220-283. Estos «Apuntes…» son una parte muy sustancial de la memoria por él presentada para opositar a la cátedra de Lógica de la Universidad de Valencia y que llevaba por título: «Exposición sobre el concepto, el método y las fuentes de la lógica. Con un programa para la enseñanza de esta disciplina».
7 Christian Martín Rubio da cuenta detallada de este trabajo en su comunicación. Albert Domingo Curto lo ha recogido en su edición de: M. Sacristán Luzón, Lecturas de filosofía moderna y contemporánea. Trotta, Madrid (en prensa).
8 Sobre la relación Marx-Leibniz, hay un paso de interés en su conferencia sobre «El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia» (Sobre Marx y marxismo. Barcelona, Icaria 1983, pp. 364-365): «(…) Pero Marx mismo, para el que quiera retratarlo y no hacer de él un supercientífico infalible, ha sido en realidad un original metafísico autor de su propia ciencia positiva; o dicho al revés, un científico en el que se dio la circunstancia, nada frecuente, de ser el autor de su metafísica, de su visión general y explícita de la realidad. No de todos los metafísicos se puede decir eso ni de todos los científicos. De entre los precursores de Marx, aquél con el que éste tiene más parentesco desde este punto de vista es Leibniz, no Hegel, ni Spinoza».
9 Puede consultarse el ejemplar anotado de Sacristán en la biblioteca de la facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona.
10 Fue editada en Barcelona, por la editorial Ariel, en 1964. Tuvo varias reimpresiones. Existe una edición (agotada) de 1990, en Círculo de Lectores, a cargo de de Vera Sacristán Adinolfi y Albert Domingo Curto, con prólogo de José Luis Abellán y presentación de los propios editores.
11 Hubo incluso un intento de edición revisada, en colaboración con Jesús Mosterín. Sobre este punto, véase lo señalado por Mosterín en: «Sacristán filósofo (I)», del documental de de Xavier Juncosa sobre la vida y obra de Manuel Sacristán.
12 Véanse «Entrevista con Manuel Sacristán», Pacifismo, ecologismo y política alternativa. Barcelona, Icaria 1987; edición de Juan-Ramón Capella, pp. 100-102, y Manuel Sacristán Luzón, M.A.R.X. Máximas, aforismos y reflexiones con algunas variables libres. El Viejo Topo, Barcelona, 2003, pp. 57-66, presentación de Jorge Riechmann y epílogo de Enric Tello.
13 Reimpresa en M. Sacristán, Papeles de filosofía II, op. cit, pp. 284-293.
14 Esta última entrada ha sido incorporada por Albert Domingo Curto en el citado volumen de textos de Sacristán, en su mayor parte inéditos, sobre filosofía moderna y contemporánea. «Materialismo» fue incorporada al segundo volumen de Panfletos y materiales, op. cit, pp. 294-301.
15 También A. Domingo Curto ha incorporado este trabajo en el volumen citado de textos de Sacristán sobre filosofía moderna y contemporánea. El mismo escribió una no olvidable comunicación sobre este ensayo: «Manuel Sacristán y el estudio de los escritos lógicos de G.W. Leibniz». En: El valor de la ciencia. Barcelona, El Viejo Topo 1998, pp. 213-248. Véase igualmente, Jacobo Muñoz, «El reloj de Dios», Revista de Filosofía, 3º época, vol. III (1990), nº 3, pp. 113-122.
16 Jesús Mosterín escribió un elogioso prólogo para la edición de Lógica elemental, Vicens Vives, Barcelona, 1996, pp. III- X. Una ajustada comparación entre los dos manuales de lógica de Sacristán puede verse en el texto de Luis Vega Reñón incorporado a este volumen. Juan-Ramón Capella (La práctica de Manuel Sacristán. Una biografía política. Editorial Trotta, Madrid, 2005, p. 81, nota 103) sostiene que para no repetirse Sacristán adoptó aquí un punto de vista más histórico y filosófico que en ILAF y que «el título elegido para la publicación de este tratado es inconsistente con la terminología usada en él por el autor». Para la noción de «lógica elemental» usada por el autor y de amplio consenso científico, puede verse Manual Sacristán, Lógica elemental, op. cit, p. 88.
17 Para una completa relación de las traducciones de Sacristán, véanse: Juan- Ramón Capella, «Aproximación a la bibliografía de Manuel Sacristán», mientras tanto nº 30-31, mayo 1987, pp. 197-223, y Juan-Ramón Capella, «Bibliografía de Manuel Sacristán Luzón: Addenda», mientras tanto nº 63, 1995, pp. 155-159.
18 Ahora en Manuel Sacristán Luzón, Escritos sobre El Capital (y textos afines). Barcelona, El Viejo Topo 2004 (con prólogo de Alfons Barceló y epílogo de Óscar Carpintero), pp. 37-41.
19 Palabra y objeto y Desde un punto de vista lógico han sido reeditados recientemente por la editorial Paidós, este último ensayo con un nuevo (y muy elogioso) prólogo de Jesús Mosterín.
20 Pueden consultarse en Reserva de la Universidad de Barcelona, fondo Manuel Sacristán Luzón (RUB-FMSL).
21 Puede verse la carta de Sacristán en la nota del anejo 3 de este volumen.
22 Pueden consulltarse en RUB-FMSL.
23 Breves notas sobre lógica combinatoria pueden verse en M. Sacristán, Lógica elemental, op. cit, pp. 132 y 290.
24 Xavier Juncosa lo ha entrevistado para su documental sobre la vida y obra de Manuel Sacristán.
25 Sobre este y otros proyecto editoriales de Sacristán, véase: Francisco Fernández Buey, «Cultura obrera y valores alternativos en la obra de Manuel Sacristán». En: S. López Arnal (ed), Homenaje a Manuel Sacristán. Escritos sindicales y de política educativa. EUB, Barcelona, 1997, pp. 37-43. Igualmente, las notas del editor al segundo capítulo del volumen (Ibídem, pp. 61-78).
26 En esta nota sin fecha, probablemente dirigida a la editorial Grijalbo, Sacristán manifiesta su opinión sobre la posibilidad de confección y edición de volúmenes de bolsillo tomando como base los artículos recogidos en los seis volúmenes de Sigma:
«Propuesta de volúmenes de Sigma para DYNA.
I. Existe, desde luego, la posibilidad de componer numerosos volúmenes de bolsillo con el texto de Sigma. Así por ejemplo, se podrían recoger todos los artículos de estadística, y componer, con un poco de texto de enlace, una exposición seguida «desde los fundamentos hasta la póliza de seguros», por decirlo con lenguaje de publicidad divulgadora. También se podrían reunir todos los artículos de historia de la matemática, todos los de matemática y ciencia natural, los de matemática y ciencia social, etc. Pero no me parece oportuno aconsejar ese procedimiento indiferenciado. Por las siguientes razones principales. Primera, que, siendo muchos textos sumamente breves, la lectura podría ser decepcionante en muchos casos desde el punto de vista de la información especial. Segunda, que es explicativa de la anterior: que los textos de la antología, incluso los más breves, tienen sentido dentro de un ciclo antológico de toda la matemática, de tal modo que frecuentemente una pieza aislada está fundamentada e introducida por la que le precede en el texto completo de Sigma, aunque se trate de otra materia matemática. Muchos textos, pues, son pobres si se toman como tratamiento sustantivo de un tema.
Il. Lo aconsejable me parece sería limitarse por el momento a tres publicaciones en forma de libro, o acaso sólo las dos primeras de las tres que indico a continuación: 1. H. W. Turnbull, Los grandes matemáticos Está en el vol. I, págs. 5-94. Es un texto bonito de divulgación elegante. Creo que se le puede suponer un círculo de lectores bastante amplio. 2. P. E. B. Jourdain, La naturaleza de la matemática. Está en el vol. I, págs. 343-408. Es un texto graciosísimo, algo anticuado (lo que tal vez exigiera una breve introducción moderna hecha por algún matemático: no más de 5 folios). No tan fácil como el anterior. Tiene un círculo de lectores potenciales amplio. 3. E. T. Bell Gauss, el príncipe de los matemáticos. Está en el vol. I, págs. 222-264. Es muy breve. Muy legible. Acaso sea más aprovechable para un volumen de biografías que para edición suelta».
Ninguna de las tres publicaciones propuestas por Sacristán llegó a reeditarse.
27 Póstumamente, se ha publicado: Juan Carlos García Borrón, España siglo XX. Recuerdos de observador atento. Ediciones del Serbal, Barcelona, 2004; prólogo de Horacio Capel y epílogo de Laureano Bonet. Magníficos páginas (son realmente unas memorias) en las que se da cuenta, aquí y allá, de interesantes aspectos de la vida y de la obra lógica de Sacristán (véase índice analítico y nominal del volumen, p. 221).
28 Ahora en: M. Sacristán Luzón, Escritos sobre El Capital (y textos afines), op. cit, pp. 53-56.
29 Existe el aula «Manuel Sacristán» en la citada Facultad de Económicas de la UB y un aula-seminario que lleva su nombre en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Además, como es sabido, significativamente, la escuela de adultos de CC.OO. lleva su nombre. Recuérdese que Sacristán impartió clases de alfabetización en la escuela de alfabetización de Can Serra (L´Hospitalet de Llobregat). Sobre esto último, véase: Homenaje a Manuel Sacristán, op. cit. Creemos que alguno de los espacios de este centro cultural lleva igualmente su nombre. Curiosamente, en alguien tan vinculado a la enseñanza preuniversitaria como fue Sacristán, no hay ningún instituto de secundaria en Catalunya ni en España que lleve su nombre. Hay que reconocer, sin embargo, que probablemente el autor de El orden y el tiempo ardería en cólera (o miraría con complicidad negativa) ante propuestas de este jaez.
30 En RUB-FMSL, entre las carpetas cedidas por Juan-Ramón Capella en enero de 2005 a la Universidad de Barcelona, puede verse igualmente los «Apuntes de Filosofía» de las lecciones del curso 1957-58, editados por Cooperativa Universitaria. No hay total identidad entre estas lecciones y las del curso anterior pero no constituyen entidades disjuntas. El apartado de lógica de estas notas de 1957-58 se abría con la siguiente observación: «Los temas de lógica están tratados por motivos didácticos con mucha mayor extensión de la que se exige en el examen. En examen se exige sólo conceptos generales y no detalles de los cálculos, ni demostraciones o detalles históricos. Temas de examen son por ejemplo «El concepto de cálculo lógico», «La cuestión de los universales en la lógica formal», «Concepto de semántica lógica», etc.».
Presentaba aquí Sacristán la siguiente definición de lógica formal: «La lógica es la ciencia filosófica que se ocupa de las formas o estructuras del conocimiento, especialmente del conocimiento científico» (pág. lóg 3) y en nota de la página 4 señalaba: «La tendencia a abandonar los problemas filosóficos que plantean las distintas ciencias es un fenómeno bastante general. No deja de ser, por ejemplo, insatisfactorio para el espíritu filosófico y científico en general que, al lado de su notable desarrollo técnico y matemático, la teoría económica apenas se ocupe hoy de las que fueron grandes cuestiones fundamentales de los clásicos de la economía, de un Adam Smith o un Ricardo». Sobre la lógica tradicional y la lógica moderna apuntaba: «En el primer tratado de los que componen la lógica simbólica -en la lógica de proposiciones- no aparece en cambio para nada la teoría del concepto. De todo ello podemos inferir que una gran diferencia entre la lógica formal tradicional y la moderna consiste en que ésta presenta -presentará probablemente en su día- la teoría del concepto como uno de los capítulos más complejos de la lógica, mientras tal teoría era para aquélla la puerta de entrada en nuestra disciplina. Es posible que esta discrepancia se muestre un día llena de consecuencias filosóficas generales, que pongan en evidencia que la lógica moderna recoge más fielmente el aspecto dinámico y relacional del conocimiento que la lógica tradicional, atenta más bien a la sustancialidad de las cosas».
31 Las clases de 1983-1984 han sido transcritas por el médico-científico social y alma de numerosos proyectos sobre Sacristán (y sobre desigualdades en salud), Joan Benach de Rovira. Las de 1984-1985, con un interesante y largo apartado dedicado a la dialéctica, por X. Martín Badosa y J. Muñoz Malo.
32 Bunge ha tenido la gentileza de ser entrevistado por Carles Muntaner para el documental de Xavier Juncosa sobre Sacristán.
33 Pueden verse algunos de ellos en RUB-FMSL, pero, con toda seguridad, debería buscarse con más tenacidad, y con casi total garantía de éxito, en la biblioteca de la propia Facultad de Económicas de la UB.
34 Consideraciones de Sacristán sobre su propia actividad como conferenciante, con propósitos de enmienda afortunadamente no cumplidos, pueden verse en: M. Sacristán Luzón, M.A.R.X. Máximas, aforismos y reflexiones, con alguna variable libre, op. cit, pp. 57-66.
35 Sobre «el poder comunicador» del Sacristán conferenciante, véanse los testimonios de Andreu Mas-Colell, Jesús Mosterín y Javier Muguerza en Acerca de Manuel Sacristán, op. cit., pp. 548-558, 631-668 y 669-684, respectivamente. En las grabaciones que se conservan de estas intervenciones de Sacristán se nota siempre un neto interés de informar, de formar, de cultivar la razón pública, no sólo de cautivar al auditorio. Sus intervenciones nunca fueron divertidas pompas de jabón, aunque la pretensión de «coger» al auditorio, de evitar su expulsión a las tinieblas de la incomprensión, nunca fue un aspecto marginal. Se conserva, por otra parte, la filmación completa de su conferencia sobre «Tradición marxista y nuevos problemas», impartida el 3 de noviembre de 1983, en un ciclo organizado por la Escuela Universitaria d´Estudis Empresarials de Sabadell con ocasión del centenario de Marx. Guillermo Lusa, discípulo de Sacristán, maestro de ceremonias y catedrático de historia de la ciencia y de la tecnología en la Escuela de Ingenieros de Barcelona, amén de activo ciudadano de la UCR, fue su presentador y admirable causa determinante de su intervención.
36 Sobre este punto, véase el texto de Luis Vega Reñón incluido en este volumen.
37 La palabra fue puesta de moda por algunos discípulos de Sacristán en las páginas de mientras tanto. Algunos amigos de la redacción de la revista solían decir, con sorna afable, aquello de «menos humos con sus humus«.
38 Sin olvidar, una de las consecuencia: la presencia de inquietudes lógicas y epistemológicas llevadas a la enseñanza pre-universitaria por profesores (ex-alumnos) de Sacristán, como, entre otros, Pilar Fibla, Pere de la Fuente, Francesc Xavier Pardo, Sara Estrada o Maria Rosa Borràs.
39 Tampoco es irrelevante el puente trazado por Sacristán entre las tradiciones filosóficas marxista y analítica. Un claro testimonio de ello puede ya verse en su artículo «Filosofía» de 1958 para la Enciclopedia Espasa (M. Sacristán,Papeles de filosofía, op. cit, pp. 90-219). No deja de ser curioso, y acaso singular, que el introductor y traductor de Quine al castellano sea, al mismo tiempo, el más competente filólogo y filósofo marxista que hasta la fecha el país ha producido, a pesar de que no siempre el campo analítico ha sido abonado por el recuerdo en este vértice. Ni que decir tiene que sectores del ámbito marxista volaron muy alto, sin apenas vislumbrar este valle. Pero algunos, no todos: es conocida y reconocida la competencia de las prolongadas incursiones de discípulos de Sacristán como Fernández Buey, Félix Ovejero, Antoni Domènech, Rafael Grasa. Enric Tello, Jorge Riechmann o Miguel Candel en ámbitos lógico-epistemológicos. Sobre este punto, véase la entrevista con Luis Vega Reñón para el documental de Xavier Juncosa sobre la vida y obra de Sacristán.
40 De referencia nº 7859. Xavier Juncosa nos ha facilitado una copia de esta conferencia. La traducción castellana, pendiente de edición, está en el generoso haber de Marisol Sacristán Luzón y de Luis Vega Reñón.
41 Se conserva una transcripción no revisada por Sacristán y el esquema de la conferencia. Esta anunciada su edición en Manuel Sacristán, Sobre dialéctica. Barcelona, El viejo Topo (en prensa); prólogo de Miguel Candel, epílogo de Félix Ovejero Lucas y nota final de Manuel Monleón (ed. De Salvador López Arnal).
42 Está igualmente anunciada su publicación en M. Sacristán, Sobre dialéctica, op. c it (en prensa).
43 Puede verse en RUB-FMSL.
44 Impartida en la UAB en 1973, acaso sea la mejor y más completa intervención de Sacristán sobre el tema. Está incorporada, como capítulo 4.3., en M. Sacristán, Sobre dialéctica, op. cit (en prensa).
45 Se ha recogido como anejo 2 de este volumen el índice desarrollado de esta intervención
46 Años más tarde, en una carta de 11 de setiembre de 1972 dirigida a Juan Grijalbo, Sacristán hacía una interesante referencia a la colección Zetein y a las peculiaridades del trabajo editorial:
«Amigo Grijalbo:
no pensaba escribirle hasta dentro de unos días, porque, como me encuentro muy bien, tengo bastantes ideas y estoy trabajando a fondo en todas las cosas de que hablamos en nuestra última reunión «à quatre»: un proyecto de colección de características comerciales parecidas a las de la 70, otra de ensayo más corto que «Teoría y realidad» y otra de cuadernos breves. Lo llevo bastante adelantado y me inclino ya por nombres determinados para las tres posibles colecciones dichas («Naturaleza y Sociedad 200», abreviado NYS 200, para la primera -la cifra indicaría el número total de volúmenes, pues la veo como colección cerrada-; «Hipótesis» para la segunda, que sería abierta y de aparición menos frecuente; «Cuadernos de Iniciación Científica», abreviado CIC, para la tercera, que también sería abierta). Pero, puesto que los trabajos no están ultimados, pensaba esperar aún unos días para escribirle.
En cambio, su carta me produce el deseo de contestar en seguida. La causa en que querría insistir en mi resuelta oposición a la «trinidad». Vaya por delante que los dos títulos propuestos por Jacobo Muñoz me parecen muy bien: no los he leído, pero aprecio todo lo que conozco hasta ahora de Lenk y coincido con Muñoz en su juicio acerca de las discusiones sobre las obras de Popper y Kuhn. Sin embargo, opino que Muñoz es el director único de «Teoría y realidad», y que ni Sánchez Vázquez ni yo deberíamos informar sobre volúmenes de esa colección más que a petición de su director. Yo siempre he creído que un trabajo -y máxime el editorial- ha de tener un solo responsable, aunque haya mucha participación colectiva. Y es claro que en la responsabilidad incluyo la autoridad: en mi opinión, cuando un director de colección decide incluir en ella un título, no hay más que hablar; si no, es mejor no llamarle director de la colección. Mi experiencia al respecto es vieja y rica «Zetein», una colección que empecé hace quince años en Ariel, quedó desfigurada ya en sus tres primeros volúmenes porque carecí de responsabilidad-autoridad única; ni usted ni yo hemos dirigido de verdad «Nuevo Norte», y así va ella, reducida ya por nosotros mismos a la condición de cajón de sastre. (…) Todavía otra cuestión delicada: tampoco estoy de acuerdo con su propuesta sobre el problema de mi multa. Pero de esto prefiero hablar en Barcelona. (…) Pronto le mandaré los proyectos que estoy trabajando. Reciba, mientras tanto, un abrazo cordial. Sacristán.»
47 Deducimos por exclusión: Xavier Folch, entonces director literario de Ariel, no niega rotundamente que pueda haber sido Sacristán el autor del texto; Mosterín ha afirmado que él no fue el responsable, así que, dado que no logramos concebir otra persona que pueda haber escrito en aquella época un texto tan bien documentado y con tanta fuerza, con arriesgada hipótesis sugerimos que Sacristán pudo ser su autor. Recordemos, por otra parte, la relación intelectual entre Sánchez Mazas y Sacristán, y que, por lo apuntado en la solapa de Cálculo, no es nada probable que el mismo Sánchez Mazas fuera su autor. Sacristán conocía las líneas de trabajo de Sánchez Mazas por la carta de enero de 1965 que éste le había enviado comentando su Introducción a la lógica y al análisis formal.
48 Apareció en el volumen 13 de la colección: James R. Newman, Pensamiento y máquinas. Grijalbo, Barcelona, 1975; traducción Miquel Muntaner. En este mismo volumen se incluían sendos artículos de Von Neumann y de Claude E. Shannon. Las breves presentaciones de Turing, Shanon, Von Neumann y Newman son de Sacristán.
49 Entre ellos, la conocida afirmación de Newton -«Yo no fantaseo hipótesis»-, la interesante sugerencia de Engels -«La peor hipótesis es mejor que la falta de hipótesis»- y el acertado comentario de Goethe: «Curiosísima exigencia ésta, presentada sin duda, alguna vez, pero incumplida siempre, incluso por los que la esgrimen: que hay que exponer las experiencias sin conexión teórica alguna, dejando que el lector, el discípulo, se formen a su arbitrio la convicción que les plazca. Pero el simple mirar una cosa no puede hacernos adelantar. Todo mirar se convierte naturalmente en un considerar, todo considerar en un meditar, todo meditar en un entrelazar; y así puede decirse que ya en la simple mirada atenta que lanzamos al mundo estamos teorizando». El texto seleccionado de Marx era: «La cuestión de si puede llegarle verdad real al pensamiento humano no es una cuestión de teoría, sino una cuestión práctica. En la práctica es donde el hombre tiene que probar la verdad, esto es, la realidad y la fuerza, la terrenalidad de su pensamiento… Sólo se hacen hipótesis en vista de algún fin determinado».
50 Puede verse documentación sobre el tema en RUB-FMSL.
51 En carta de octubre de 1972 («Nota adjunta a los proyectos de colecciones NYS 200, Hipótesis, CIC»), Sacristán comentaba que «Los proyectos presentados en octubre de 1972 por mí no tienen valor económico si no se aceptan por la editorial o si, aceptados por ésta, no se puede emprender su realización por causas ajenas a la voluntad de los interesados». En noviembre de este mismo año, dirigía una carta al Sr. Grijalbo sobre la colección Naturaleza y Sociedad 200: «Por mi actual situación de trabajo, tengo que suspender mi actividad al servicio de ese proyecto de colección. Habría que decidir si se suspende también el proyecto o si se busca alguien que pueda dirigir su realización».
52 Pueden consultarse en RUB-FMSL. Uno de ellos está dedicado a un ensayo del dirigente republicano Julio Álvarez del Vayo; otro, muy crítico, sobre Hugh Thomas: Europe the radical oportunity («En mi opinión es un texto que se debe rechazar, por su carácter muy localista británico, por su baja calidad y por su carácter de abierta propaganda reaccionaria, que contribuiría a desdibujar la imagen posible de esta editorial»); un tercero, nada elogioso, sobre Stephen Marlowe, The man with no shadow («El libro ha de ser respetable, en mi opinión, porque su sentido es una apología directa de Franco y de una de las posibilidades de su sucesión, a saber, la ortodoxia franquista, el príncipe, pero con un determinado equipo de políticos«); un cuarto sobre un texto, sin especificar, de Eliseo Bayo («Puesto que uno tiene derecho a decir del todo su opinión cuando se la piden -y éste es el caso aquí-, añadiré que la eficaz utilidad de los textos de E.B. me parece máxima cuanto más periodísticos son éstos, cuanto más de alejan de modelos literarios artísticos») y, finalmente, aparte de su reseña de Weinberg, un comentario sobre: H. Schütz, La mujer domada («Pero, evidentemente, ha creído que para combatir con éxito a E. Vilar y hacer el mismo negocio que ella tenía que escribir en un estilo parecido al de la mísera lengua de E. Vilar»).
53 Se ha incluido como anejo 1 de este volumen.
54 Sin duda, habría que contar aquí también con un análisis más detallado de los trabajos de Sacristán sobre dialéctica y lógica a los que hemos hecho breve referencia anteriormente. Entre ellos: 1) «Jesuitas y dialéctica» (1960). 2) En torno al Anti-Dühring : «La tarea de Engels en el Anti-Dühring «, «Nota editorial sobre OME 35 («Anti-Dühring«)» y Anotaciones de lectura del A-D. 3) Una carta a propósito de un proyecto de Escuela de Sociología (1968). 4) Conferencias: «De la dialéctica» (1970), «Sobre el concepto de dialéctica» (1973), «Una aventura reciente de la dialéctica» (1981); «¿Es la dialéctica una teoría?» (1982), «Cinco céntimos de lógicas dialécticas» (1982?). 5) Miradas sobre clásicos de la filosofía: Hegel, Fenomenología del Espíritu; Marx y Engels, La ideología alemana; Lenin, Cuadernos filosóficos; G. Lukács, Historia y consciencia de clase; K. Kosík. Dialéctica de lo concreto, diversos ensayos de Colletti, al igual que sus anotaciones a la correspondencia de Marx y Engels.
55 Está anunciado un comentario detallado de Pilar Fibla sobre ambos textos en un curso dedicado a la obra de Sacristán que va impartirse en la escuela de verano de 2005 organizada por el colegio de licenciados y doctores de Catalunya.
56 «Sobre el uso de las nociones de razón e irracionalismo por G. Lukács» (1967; edición 1977). En: Sobre Marx y marxismo. Panfletos y materiales I, op. cit, pp. 85-114. Curiosamente, este ensayo no aparece relacionado en el índice del volumen, pero, en nuestra opinión, es uno de los mejores trabajos de Sacristán.
57 M. Sacristán, Panfletos y materiales I, op. cit, pp. 317-367. El interesante coloquio que siguió a la conferencia ha sido publicado en M. Sacristán, Escritos sobre El Capital (y textos afines), op. cit, pp. 307-326.
58 Mundo científico nº 1, marzo 1981, pp. 106-107. Sacristán no incorporó esta excelente reseña en sus Panfletos y materiales. Pueden verse anotaciones de lectura sobre esta obra de Mosterín en RUB-FMSL. Por ejemplo, JM: «(…) sólo en nuestra actual cultura universal se ha desarrollado una cosmovisión de este tipo (MSL: científico, racional). Sólo en esta cultura puede uno plantearse la racionalidad creencial y, por tanto, también la práctica, que viene condicionada por la anterior» (pp. 57-58). MSL: Eso es demasiado, no está contenido en su definición de creencia racional más que si se toma absolutamente la ciencia de hoy y se desprecia el esfuerzo por ser sensato en otras culturas. Si la definición es consecuente, no es conveniente, porque hace irracional la conducta sensata en otras culturas.
59 Este curso fue la base de su ensayo del mismo título publicado en mientras tanto, nº 16-17, agosto-noviembre 1983, pp. 9-56, en el centenario del fallecimiento de Marx. Domingo Curto lo ha incorporado a su anunciado volumen de textos de Sacristán sobre filosofía moderna y contemporánea.
60 Inédito aún, la parte dedicada a la dialéctica está incorporada en el volumen de próxima aparición: M. Sacristán, Sobre dialéctica, op. cit. (en prensa).
61 Este añadido de agosto de 1971, escrito en momentos de delicada salud, es netamente consistente con la importancia que concedió Sacristán en los últimos años de su vida a las reflexiones del último Lukács. Una de sus últimas conferencias, impartida en la librería Leviatan de Barcelona en abril de 1985, estuvo dedicada precisamente a la presentación y análisis de las Conversaciones con Lukács de 1966, con Abendroth, Holz y Kofler. Puede verse en ella una aproximación, amable pero nada servil, a la obra política del autor de Historia y consciencia de clase. Está anunciada su publicación en M. Sacristán, Seis conferencias. Sobre tradición marxista y nuevos problemas, El Viejo Topo, Barcelona (en prensa), prólogo de F. Fernández Buey y epílogo de Manuel Monereo.
62 Sobre este punto véase el espléndido y densamente lógico capítulo final de conclusiones de M. Sacristán, Las ideas gnoseológicas de Heidegger, op. cit, pp. 227-248; edición a cargo de F. Fernández Buey. Emilio Lledó ha destacado -y leído maravillosamente- las palabras finales de este ensayo: «Por eso no es de esperar que el hombre interrumpa su diálogo racional con la realidad para entablar ese otro diálogo en la historia del Ser» (HW 252) cuyos personajes se niegan a declarar de dónde reciben la suya». El 21 de julio de 1967, el profesor Orlando Pugliese escribió una carta a Sacristán expresándose en los términos siguientes sobre su tesis doctoral:
«Señor profesor Dr Manuel Sacristán.
Distinguido colega:
De entre sus trabajos había conocido casi accidentalmente en Alemania el excelente libro sobre Heidegger y la interesantísima introducción a Heine, cuando en cierta ocasión, estando en Hamburgo, al hablar de aquel libro como tal vez la mejor obra en español sobre Heidegger, Carmen Díaz (hoy señora Fenner), me contó que usted había sido su profesor en Barcelona. Desgraciadamente son los contactos entre Alemania y nuestros países (yo soy argentino, pero vivo desde hace muchos años en Europa y regresaré a Buenos Aires probablemente en marzo) no siempre desprovistos de prejuicios y, en lo que se refiere a Alemania, de ciertos aires de autosuficiencia no siempre justificables. De lo contrario, hubiese debido aparecer su obra ya tempranamente en las bibliografías de uso corriente aquí desde hace años…»
En sus clases de metodología de las ciencias sociales, Sacristán apuntaba con tono cortés que el gran Heidegger, en Ser y tiempo, osaba hablar de cuestiones de lógica desde un abismo insondable de ignorancia, lo que, obviamente, no negaba otros valores a una obra que Sacristán consideraba un admirable clásico de la filosofía contemporánea.
63 Sobre los comentarios críticos de Sacristán a la aproximación de Lukács a la lógica formal, en el artículo citado,véase especialmente Sobre Marx y marxismo, op. cit, pp. 97-98. Puede verse, un comentario sucinto de Sacristán en torno a El asalto a la razón en la solapa de la traducción castellana de Wenceslao Roces (Ediciones Grijalbo, Barcelona 1976).
64 En la nota previa, de 5 de enero de 1983, para el primer volumen de Panfletos y Materiales, definía así Sacristán el concepto de «material»: «Para la edición en italiano de una de las pocas cosas de estos papeles que se han traducido a otras lenguas escribí una advertencia en la que contaba al lector que aquel texto era lo que en el movimiento obrero de tradición marxista se llama o se llamaba un «material». Un «material» en ese sentido es un escrito destinado a ser utilizado en el curso de una discusión determinada por gente a la que uno conoce, mejor o peor; o bien en una escuela de partido; en todo caso, por personas de un ambiente determinado y con las que el que escribe se comunica bastante fácilmente, por obra de cierta afinidad. Materiales son casi todos los artículos y cursillos y casi todas las conferencias en que he trabajado durante muchos años…»
65 Reseña del libro de Jesús Mosterín, Racionalidad y acción humana. Alianza editorial, Madrid 1978. Mundo científico, nº 1, marzo 1981, pp. 106-107. En RUB-FMSL, pueden consultarse igualmente las anotaciones de lectura de Sacristán sobre este ensayo del autor ¡Qué vivan los animales!. Entre ellas:
1) JM: «¿A dónde vamos? ¿A dónde va la humanidad? La población humana crece anárquicamente y crece más allí donde menos se la puede alimentar. Pero no crece con una meta determinada o porque queramos que crezca. Crece al azar incontrolado de los nuevos desequilibrios creados por la incompleta racionalidad» (p. 64). MSL: Los muchos hijos son racionales en una sociedad no del todo desaparecida. No es racionalidad incompleta: es mezcla de dos racionalidades, porque no hay sin más racionalidad absoluta.
2) JM: «[…] evidentemente en la aceptación de ese fin como último hay un momento de gratuidad. Los fines intermedios son justificables en función de los fines últimos. Los fines últimos pueden ser explorados y elevados a un plano de consciencia, pero en último término no pueden ser justificados -¿en función de qué lo serían?-[…]» (p.31). MSL: Está muy bien dicho. Pero esto tiene más consecuencias. Las cuales son destructivas para su ingenuidad ilustrada. La arbitrariedad de los fines últimos y la falta de sentido del mundo hacen hueco, p.e., a la decisión homicida y a la trágica, que él ignora.»
En una conferencia de enero de 1981 sobre «La función social de la ciencia en la sociedad contemporánea», impartida en el Instituto Boscán de Barcelona cuando M.R. Borrás era directora del centro, Sacristán señaló: «En nuestra misma ciudad, en la Universidad de Barcelona, tenemos un partidario ferviente de esta solución para el problema de la contradictoriedad de la ciencia moderna que es el profesor de lógica de la facultad de letras, Jesús Mosterín, que en su último libro -un libro muy bonito y muy recomendable para todos los aficionados a cuestiones de filosofía formal- titulado Racionalidad y acción humana, reconoce la situación muy preocupante de crisis social, económica, de la sociedad en que vivimos, reconoce la importancia de la ciencia en esa crisis, y entonces explica que esa crisis se debe a que vivimos en una sociedad de racionalidad incompleta, una sociedad que trabaja científicamente en algunos campos, en la física, por ejemplo, o en la biología, pero, en cambio, no trabaja científica, racionalmente en otros campos, por ejemplo, en la sociedad o en la economía. Entonces la solución, dice él, es implantar el pensamiento científico en todos los aspectos de la vida; es decir, exacerbar una de las ramas. Hacer, como dice el poeta Hölderlin, que la salvación del peligro nazca de la misma fuente de la que nació el peligro».
66 Amén de algún otro regalo como, por ejemplo, el último examen de Sacristán a sus alumnos de metodología de las ciencias sociales de la Facultad de Económicas. Pertenece a la convocatoria de junio de 1985 y consta de tres apartados. En el primero se pide que se exponga la estructura veritativo-funcional de unos fragmentos mediante el simbolismo de la lógica de enunciados. El primer texto seleccionado dice así: «El sistema de signos que utilizado para expresar mi pensamiento, el sistema monetario que empleo para pagar mis deudas, los instrumentos de crédito que uso en mis relaciones comerciales, las prácticas respetadas en mi profesión, funcionan independientemente del uso que hago de ellos. Si consideramos uno tras otro a todos los miembros de la sociedad, las reflexiones precedentes serán válidas para todos» (E. Burkheim, Las reglas del método sociológico). El segundo es de Merton, de La sociología de la ciencia: «Además de brindar explicaciones causales del conocimiento, las teorías atribuyen a éste funciones sociales, que presumiblemente sirven para dar cuenta de su persistencia o cambio. No podemos examinar aquí esos detalles, funcionales aunque sería muy útil un estudio pormenorizado de ellos». El tercero pertenece al mismo Marx y su asunto no podía ser otro que el de la dialéctica: «La dialéctica fue moda alemana porque parecía transfigurar lo existente. En su figura racional es un escándalo y un horror para la burguesía, porque abarca en la comprensión positiva de lo existente también y al mismo tiempo la comprensión de su negación, de su ocaso necesario, concibe toda forma devenida en el flujo del movimiento, o sea, por su lado perecedero, no se deja impresionar por nada y es por su esencia crítica y revolucionaria» (K. Marx, El Capital )
El segundo apartado del examen pide que se determine el valor veritativo-funcional (esto es, tautológico, contradictorio o consistente) de los siguientes fragmentos: 1. «Cuando el precio de las zanahorias es muy bajo y el de las coles de Bruselas es muy alto, la producción de zanahorias no es provechosa, al contrario que la de las coles de Bruselas. Por tanto, la producción de zanahorias se reduce, incrementándose la de coles de Bruselas» (R. G. Lipsey, Introducción a la economía positiva). 2. «Si aumentamos a la vez las cantidades aplicadas de tierra y de trabajo, sin que ninguno de los factores permanezca fijo y variado todos en la misma proporción de forma que la escala total de la producción se haga mayor, parece lógico que la producción aumente también proporcionalmente, sin que disminuyan los sucesivos productos adicionales» (P. A. Samuelson, Curso de economía moderna). 3. «Suponiendo que hay por lo menos una vaca aficionada al pescado, no es verdad que todos los rumiantes sean herbívoros».
Finalmente, en el apartado tercero, se pide al estudiante que compute mediante cualquier método formal el valor veritativo-funcional de tres fórmulas, ciertamente no triviales, de la lógica de enunciados.
Los autores de esta comunicación tienen serias -y justificadas- dudas sobre si hubieran pasado o no, o si pasarían incluso ahora con nota ajustad(ísim)a, un examen de esta naturaleza.
67 Como se dijo, Sacristán había traducido para Labor, en 1966, Filosofía y filosofía de la ciencia.
68 Puede consultarse en RUB-FMSL. En la última de sus cartas, Geymonat señalaba: «Hace unos meses le había enviado una invitación para asistir a una conferencia con el grupo de investigación para la lógica matemática, dirigido por mí, sobre los fundamentos de la lógica combinatoria, pero, desgraciadamente, no me ha llegado todavía ninguna respuesta. Debido a que me resulta difícil pensar que usted haya querido ignorar nuestra invitación, me veo obligado a pensar que su carta no nos haya llegado y, consiguientemente, me disculpo si esta vez renuevo la invitación a través de una «carta certificada». Así pues estaremos agradecidísimos si usted, muy apreciado Profesor, nos hiciera saber si podemos contar con una conferencia suya, sobre el tema anteriormente citado, en el período de abril-mayo de este año. Nuestras reuniones se realizan en la Facultad de Filosofía de la Universidad estatal de Milán (via Festa del Perdono, 7) con la frecuencia de una reunión cada dos o tres semanas, el sábado por la tarde, a partir de las 15.30 h. Deseo sinceramente que usted pueda aceptar nuestra invitación y, en espera de su respuesta, me permito enviarle mis mejores saludos, LG».
69 Texto que quedó inédito y que, a petición de una periodista, Sacristán escribió para el diario Avui.
70 En RUB-FMSL, pueden verse anotaciones de lectura de Sacristán sobre las Tesis sobre Feuerbach de Marx. Sobre la última de ellas – «Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo» – observaba: «El trasfondo de esta tesis es muy amplio. La filosofía aspira a ser un saber absoluto. Ignorando la historicidad del ser humano, hipostatiza este ser tal como lo encuentra en cada caso. Para acercarse a su ideal de absolutez, la filosofía tendría que partir de y versar sobre el hombre con su esencia realizada. Para ello hay que transformar el mundo. No obstante, la nueva realidad no podría ser absoluta en el sentido de inmutable más que si lo fueran las relaciones sociales. Y seguramente el punto decisivo es aquí saber qué serán relaciones sociales en régimen comunista. El otro fundamento de la tesis es que el mundo es también el hombre, la realidad es también acción. El proyecto es también realidad.»