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Los personajes «secundarios»

Fuentes: BBC Mundo

Vladimir Hernández investiga el significado de las luchas independentistas de América Latina.

Pintura de próceres de las luchas por la independencia en América LatinaEn la historia de la independencia de América Latina se sabe o se conoce bien lo que hicieron los principales actores de la emancipación en el continente.

Los textos escolares concentran las gestas en personajes como Simón Bolívar, José de San Martín o el padre Miguel Hidalgo, por mencionar sólo a algunos.

Pero la historia de aquellos llamados «personajes secundarios» suele pasar desapercibida y hasta es menospreciada. Ello, pese a que muchos de estos actores quizás jugaron un rol crucial al igual que aquellos que tienen estatuas o plazas en Latinoamérica.

Por ejemplo, qué hubiese sido de Bolívar de no haber tenido a José Palacios. No se habla mucho de Palacios cuando se recuerda al Libertador venezolano, pero este negro, de quien se decía era enormemente corpulento, fue el acompañante fiel de Bolívar hasta su muerte. Algunos lo señalan de haber sido su criado, otros de haber sido su amigo y más importante confidente.

Palacios le cargó los libros a Bolívar, le preparaba la cama y el baño, velaba por él si estaba enfermo (lo cual sucedió muchas veces), lo acompañaba al exilio e incluso, según algunos historiadores, le ofrecía su opinión sobre temas o personas.

Aquí en Sucre, como seguramente sucede en el resto de la región, también hay esos personajes que de una manera u otra influyeron enormemente en el proceso independentista. Aquí les nombro a un par.

Mariana Zudáñez. Esta sucrense era la hermana de Jaime de Zudáñez, quien es señalado de ser el precursor de la independencia boliviana y de haber sido clave en regar la semilla de la emancipación después de la revuelta de Chuquisaca el 25 de mayo de 1809. De Zudáñez hay estatua, libros, placas y aún se conserva y recuerda la casa donde vivió.

Marina Zudañez, heroína de las luchas emancipadoras en Sucre

El arresto de Jaime de Zudáñez por parte de la autoridad española hace doscientos años (lo acusaban, y con razón, de conspirador) fue la chispa que desencadenó este llamado «primer grito libertario de América». Pero ello quizás no hubiese sido posible si no hubiera estado Mariana.

Cuenta la historia que Mariana Zudáñez salió a las calles a pedir ayuda por el arresto de su hermano y a incitar a los vecinos y al resto de Sucre a que salieran en defensa de Jaime. El vecindario respondió y la sublevación comenzó a ser un hecho. Nunca sabremos qué hubiese sucedido si nadie se entera del arresto de Jaime.

Francisco Ríos, «El Quitacapas». No sólo fueron blancos criollos los que estuvieron detrás de las primeras sublevaciones. Ríos, descrito como un mulato o mestizo negro, resultó uno de los cabecillas del levantamiento en Sucre, hace dos siglos.

Digamos que «El Quitacapas», según los historiadores, fue el que hizo parte del trabajo sucio al organizar la logística del levantamiento, liberando a los presos para que ayudaran en la revuelta.

Luego se encargó además de repartir dinero recibido por un arzobispo participante en la «conspiración», para incentivar a los locales a sumarse al derrocamiento de la autoridad española. Es decir, «El Quitacapas» puede haber sido el músculo de la Revolución de Chuquisaca.

Francisco Ríos, cabecilla del levantamiento en Sucre

Me imagino que debe haber personajes como estos en toda la región, que aportaron su grano de arena en el proceso independentista. Me gustaría saber si ustedes, lectores de BBC Mundo, recuerdan algunos y los comparten con nosotros.

Siendo venezolano, yo aporto un «personaje desconocido» de la independencia, que recuerdo haber leído en algunos libros de historia: José Cortés de Madariaga.

El 19 de abril de 1810 se declaró la independencia en Venezuela. En Caracas, la situación ya venía inestable luego de varios recientes alzamientos y un par de intentos de invasión por parte de Francisco de Miranda. Y ese día el cabildo de la ciudad anunció que desconocía a la autoridad de la corona.

Entonces, según cuenta el historiador Francisco Herrera Luque, el capitán general español Vicente Emparan, se paró en el balcón del ayuntamiento y le preguntó a una multitud que se había congregado en la plaza mayor: «¿Ustedes quieren que yo siga gobernando? ¿Sí o no?».

Según este escritor, la multitud se habría quedado callada, estupefacta ante la inesperada oferta.

Pero a espaldas de Emparan estaba el padre José Cortés de Madariaga, quien, durante unos segundos que debieron haber sido eternos, empezó a mover el dedo índice horizontalmente en señal de negación.

A lo que la multitud, una vez captada la seña, gritó «¡No!».