Aún con el estupor que nos produjo la venganza del pacífico Obama sobre el enemigo público número uno y envueltos en el extraño y terrorífico aroma que exhala este cadáver escamoteado que se convertirá en mito en lo que tarda en caer un fardo desde un avión al mar, nosotros seguimos a lo nuestro, que […]
Aún con el estupor que nos produjo la venganza del pacífico Obama sobre el enemigo público número uno y envueltos en el extraño y terrorífico aroma que exhala este cadáver escamoteado que se convertirá en mito en lo que tarda en caer un fardo desde un avión al mar, nosotros seguimos a lo nuestro, que es el cine y ahora también la crisis económica, y vamos a hablar de una película estadounidense que nos cuenta los efectos de ésta en unos altos ejecutivos de unos astilleros de Boston.
El hecho de que estuviese dirigida y escrita por quien escribió los últimos capítulos de El ala oeste de la casa blanca, la estupenda serie televisiva sobre el gabinete del presidente de EEUU que interpretaba Martin Sheen y emitieron en La 2 -los primeros eran de Aaron Sorkin, el premiado guionista de Red social-, junto con el tema de lamentable actualidad y unos actores que nos gustan mucho -alguno como Affleck más de director, la verdad- eran elementos suficientes para ir a verla.
Sin embargo con esta película nos ha sucedido como cuando se prueba por primera vez un café genuinamente americano, que no se sabe si es café o cocacola sin gas. En un asunto tan importante como la crisis económica y sus consecuencias personales no aceptamos las medias tintas, y The Company Men es una película algo tibia, enfocada en una parte de la realidad que no es la más grande y con un desenlace quizá demasiado esperanzador.
Las relaciones con la familia, las consecuencias morales y personales y el hondo malestar de los personajes quedan algo desdibujadas ante algunos clichés demasiado previsibles. Y ni las lágrimas de Ben Affleck ni el cabreo resignado de Tommy Lee Jones ni la derrota terrible de Chris Cooper consiguen emocionarnos a pesar de sus estupendas interpretaciones, quizá precisamente porque el director ha preferido centrar su visión en otras cosas.
Un relato cuya tesis es que con el esfuerzo se acaba obteniendo lo que uno se propone, que la familia es el soporte fundamental y que lo importante es conservar la honestidad y cierto sentido de la ética, está bien, pero debería habernos dicho más. Porque hay demasiada gente que a pesar del ánimo y el coraje no consigue lo que desea (en España cinco millones), que sus familias no son como la del protagonista o directamente no lo son y que mantener los principios ante el pago de la hipoteca o la alimentación de los hijos es bastante complicado.
A pesar de ello The Company Men mantiene un gesto tangencial de valentía al recordarnos la casi inexistente protección social del estado, las leyes laborales injustas, el cambio de modelo de gestión empresarial, el rigor de los mercados, la falta de escrúpulos de algunos departamentos de recursos humanos y empresarios, la dificultad de encontrar trabajo a partir de una edad determinada o el recurso habitual a la reducción de los costes laborales -llamémosle directamente despidos- para recuperar el valor de las acciones de una empresa a la que el mercado considera poco apetitosa, en definitiva, la realidad económica de los Estados Unidos y de buena parte del mundo.
Nosotros seguimos prefiriendo en estos asuntos tan espinosos los documentales sin ambages como Inside Job. Por cierto, esta semana se celebra Documenta Madrid, el VIII Festival Internacional de Documentales de Madrid, así que seguro que alguna de las películas proyectadas abordará la crisis con otro enfoque.
[Sinopsis: Una película sobre la crisis económica basada en el despido de tres ejecutivos estadounidenses. Valiente en el retrato de los mecanismos empresariales. Algo tibia con los problemas sociales. Un final demasiado esperanzador. Grandes interpretaciones de Tommy Lee Jones y Chris Cooper.]
Fuente: http://www.cuartopoder.es/cineytv/los-ricos-tambien-acaban-llorando/1137