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Los tentáculos de Chevron contra Ecuador

Fuentes: Rebelión

  El pulpo petrolero Chevron vuelve a lanzar sus tentáculos contra el gobierno ecuatoriano en otro intento por tratar de dejar impune los grandes daños ecológicos, ambientales y a la salud humana que causó en una extensa zona de la Amazonía de esa nación sudamericana. La Chevron es conocida internacionalmente como la peor compañía en […]


 

El pulpo petrolero Chevron vuelve a lanzar sus tentáculos contra el gobierno ecuatoriano en otro intento por tratar de dejar impune los grandes daños ecológicos, ambientales y a la salud humana que causó en una extensa zona de la Amazonía de esa nación sudamericana.

La Chevron es conocida internacionalmente como la peor compañía en el mundo por su ataque al medio ambiente, y trata por todos los medios de ser exonerada de pagos por los desastres ocasionados a Ecuador. A su favor cuenta con abundante capital para comprar a jueces y políticos corruptos e influencia política en los centros financieros occidentales.

El presidente Rafael Correa denunció en su habitual informe de los sábados que el nuevo ardid propagandístico de la compañía ha sido financiar la aparición de un libro titulado «La ley de la jungla», que busca dar la imagen de que en Ecuador «todos somos unos salvajes, que aquí todo es una corrupción, que no hay separación de poderes».

Añadió que los abogados de la petrolera «usan todas las artimañas, presionan jueces» y que han organizado una  «campaña de desprestigio contra Ecuador» , con el objetivo de evadir sus responsabilidades legales.

La revista Fortune, ligada a los grandes capitales monopólicos, anunció que la productora del actor estadounidense, Brad Pitt, consiguió los derechos del libro para realizar una película «sobre los vicios del juicio entre el Estado ecuatoriano y la transnacional.

El libro escrito por Paul Barrett, periodista de Bloomberg Businessweek y publicado en septiembre del 2014, describe a su forma la batalla judicial sostenida durante 22 años sobre la contaminación en la Amazonía ecuatoriana, dejada por Texaco desde 1964 y cuya compañía fue comprada por Chevron en 2001.

 

«No conozco a Brad Pitt, conozco a su esposa, Angelina Jolie, y es una mujer muy comprometida con las causas humanitarias , por lo que supongo que él también tendrá alguna conciencia social» , señaló Correa.

Y enfatizó a continuación que si Pitt tenía alguna duda, lo invitaba a Ecuador para que meta las manos en los charcos y compruebe que 30 años después de que esa empresa corrupta y corruptora dejó el país, continúa envenenando nuestra selva. «Seguramente Brad Pitt, explicó, no conoce en lo que está colaborando, en la complicidad que esta cayendo».

Recientemente la Chevron recibió en la ciudad suiza de Davos, el Public Eye Lifetiem Award a la entidad más irresponsable, tras una consulta mediante Internet en la cual participaron más de 60 000 personas.

La organización ambientalista Amazon Watch había nominado a la trasnacional por «las continuas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos y ambientales en la Amazonía norte de Ecuador».

 

Recuento del desastre

Desde 1964 la compañía Texaco comenzó a buscar petróleo en la provincia de Sucumbíos junto con la también trasnacional Gula. En 1967, la Texaco encontró el primer yacimiento conocido como Lago Agrio 1, y años después, el Estado ecuatoriano, que seguía todas las directivas provenientes de Washington, formó parte del consorcio. Para 1990, la compañía dejó de operar, aunque continuó siendo parte de la asociación.

Durante los años de indiscriminada explotación, Texaco derramó más de 64 340 000 de litros de petróleo crudo además de 68 130 000 litros de aguas de formación, las que brotan de la tierra con petróleo, contaminadas con hidrocarburos tóxicos. En 2008 una comisión estableció que los daños ocasionados fueron del orden de los 27 000 millones de dólares y que en esa región ocurrió una de las peores catástrofes ambientales en la historia de la humanidad.

La Chevron hizo caso omiso a las denuncias. Ni tan siquiera evaluaron el informe realizado en 2009 por la activista norteamericana Kerry Kennedy que tras investigar las zonas afectadas reveló: «Bajo el manto de nubes, la selva es una maraña de manchas negras de petróleo, fango purulento y tuberías oxidadas. El humo brota del suelo, arrojando vapores al aire que queman la garganta. Las aguas residuales de estanques sin encofrar se traspasan a las aguas subterráneas y transitan a los ríos y los arroyos, donde los nativos toman agua, pescan y se bañan».

El documento de Kennedy subraya que la Texaco construyó más de 900 fosos de fango de petróleo, muchos del tamaño de piscinas olímpicas, sin revestir la tierra, es decir, no se colocó ningún concreto para proteger el suelo y el veneno se escurrió al agua subterránea.

«Yo había escuchado durante años sobre el Chernobyl de Chevron en la Amazonía, pero nada me había preparado para el horror del que fui testigo», puntualizó la experta en Medio Ambiente.

La contaminación recayó sobre la población, que ha presentado en sus demandas, numerosos casos de malformaciones congénitas, cáncer y enfermedades a la piel. A principios de noviembre de 1993 dio inicio, en el tribunal de la corte Federal del distrito de Nueva York, el juicio contra la petrolera y desde entonces sus demandantes han sufrido todo tipo de reclamaciones y presiones por parte de Chevron para tratar de revertir las acusaciones y que sea Ecuador quien pague por los daños ecológicos ocasionados.

Demandas y contra demandas se extendieron por nueve años y en 2002 esa corte determinó, que como los hechos ocurrieron en Ecuador y al ser la justicia de ese país capaz de conocer el caso y juzgar en derecho, el proceso debía proseguir en Quito.

La petrolera, que había apostado por esa variante, aceptó pues en Ecuador gobernaba en aquel momento Gustavo Noboa, quien había llegado al poder en enero de 2000 tras ser derrocado Jamil Mahuad por grandes manifestaciones populares.

El gobierno de Noboa se caracterizó por adoptar medidas neoliberales y de privatización de la economía, con la anuencia del Fondo Monetario Internacional. La Chevron se sentía entonces, segura con ese gobierno prooccidental. En 2012, la Corte Superior de Sucumbíos, ciudad de Nueva Loja, en la Amazonía halló culpable a la transnacional por el desastre y por el daño ambiental causado y le ordenó pagar 9 500 millones de dólares como indemnización a los pobladores y gasto de limpieza, pero la transnacional se negó a abonarlo e impuso otra demanda en el tribunal de Nueva York y de La Haya.

En su batallar por exonerarse de cualquier pago la petrolera cuenta con abundante capital para comprar a jueces y políticos corruptos e influencia política en los centros financieros occidentales.

Entre sus aliados más poderosos aparecen la ex jefa del Departamento de Estado, Condoleeza Rice, quién fue directora de la compañía en los años 90, y Dick Cheney, ex vicepresidente de George W. Bush, que actuó como director de Halliburton, una empresa que tiene contratos por cientos de millones de dólares con la Chevron.

El presidente Correa enfatizó en su declaración que la mano del actor saldrá negra si la introduce en las charcas contaminadas y si pese a las evidencias se continuara con esa película financiada por Chevron, «sería la más grande deshonestidad».

Esperemos que los habitantes de Orellana y Subumbios cuyos terrenos afectados abarcan más de 5 000 000 de metros cúbicos, puedan al final obtener una indemnización y no tengan que conformarse con mirar anonadados filmes como los subvencionados por Chevron, alejados de la verdadera historia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.