Desde la teoría de Marx y Engels se define la lucha económica como aquella que desarrollan los trabajadores contra un burgués en particular, contra un propietario individual o, en nuestra época, contra ciertas secretarías del gobierno y sus funcionarios por mejorar las condiciones laborales, por mejorar las condiciones en las cuales se vende la fuerza […]
Desde la teoría de Marx y Engels se define la lucha económica como aquella que desarrollan los trabajadores contra un burgués en particular, contra un propietario individual o, en nuestra época, contra ciertas secretarías del gobierno y sus funcionarios por mejorar las condiciones laborales, por mejorar las condiciones en las cuales se vende la fuerza de trabajo del proletariado.
La lucha política se desarrolla cuando los trabajadores, el proletariado, luchan ya no contra un patrón individual, sino contra toda la clase que ostenta el poder económico y político de la sociedad, luchan por la destrucción del Estado como instrumento de dominación de la clase burguesa y por arrebatarle a ésta el control de los medios de producción.
Ahora bien, en la actualidad existe un gran problema para el movimiento socialista y comunista en general. Por un lado, parte de este movimiento ha logrado aglutinar y organizar a amplios sectores sociales en torno a la lucha por la solución de sus necesidades inmediatas, pero no ha logrado que quienes participan de esa lucha desarrollen su conciencia hasta comprender que esa lucha sólo tiene sentido y solución si luchan también por transformar la sociedad capitalista. Por otro lado, hay fuerzas comunistas y socialistas que tienen muy claro que lo fundamental es la lucha política, pero en su práctica no son capaces de aglutinar en torno a su proyecto amplias masas y se quedan en pequeños grupos de activistas que dan poca importancia a las tareas de «gestión», es decir, de la búsqueda de la solución de las necesidades inmediatas del pueblo que desean organizar para superar el capitalismo.
El principal origen de este problema está en la separación mecánica de la lucha económica y la lucha política. Lo explicamos: se cree que la lucha por demandas inmediatas es de por sí lucha económica y no tiene un carácter político o bien, se cree que enunciar la lucha por los objetivos históricos del proletariado, hacer agitación y propaganda en torno a ellos, es ya por sí misma lucha política.
No se logra entender que, para los socialistas y comunistas, si de verdad se han apropiado de la teoría de Marx y Engels, existe una unidad y contradicción entre ambas luchas y su tarea es resolver la contradicción con el objetivo de elevar la conciencia política del proletariado, de tal forma que le permita forjar su principal instrumento para la liberación de la sociedad de la opresión de la burguesía: la organización, siempre de acuerdo con el momento histórico que vive, es decir, con el grado de agudeza de la lucha de clases en general, puede ser en el mundo o en el país y, en particular, en cada región del país o en algún sector en específico.
Existe unidad entre la lucha política y la lucha económica cuando quienes las desarrollan no las separan ni en sus consignas ni en su método de crear organización y conciencia proletaria. Es decir, cuando en la práctica la lucha económica se convierte en una de las formas para que los proletarios comprendan que esa lucha por sí misma puede resolver momentáneamente sus necesidades, pero que no modificará a la larga sus condiciones laborales y, por tanto, hay que transformar el sistema.
Esto no significa que no importa la solución de las demandas inmediatas del proletariado; sino que las pequeñas victorias que tengamos en el mejoramiento de sus condiciones de vida deben reforzar la idea de la necesidad de la trasformación social. Argumentar que hacer gestión es pérdida de tiempo más que claridad política refleja incapacidad y el resultado práctico de esta incapacidad es que el oportunismo y el reformismo se apropien de la labor de gestión y no permitan el crecimiento de la conciencia política del proletariado.
La contradicción entre estas luchas es contraponer lo inmediato a lo histórico: la necesidad del proletariado por mejorar sus condiciones de vida de manera urgente y la necesidad de construir el socialismo en el país, proyecto a largo plazo. Creer que por el solo hecho de hablar de los objetivos históricos del proletariado se construye conciencia proletaria es una equivocación, pues el proletariado eleva su conciencia política únicamente en la práctica, en la lucha concreta que, en el mayor de los casos, inicia por sus necesidades inmediatas y puede desembocar, si existe el elemento consciente en la lucha política, en organización permanente y de carácter proletario.
Estos hechos nos llevan a la necesidad impostergable de construir, por medio del estudio, la práctica y la reflexión sobre la misma (praxis), el elemento humano capaz de desarrollar de manera unida la lucha económica y la lucha política, a la persona capaz de desarrollar la lucha desde las formas más variadas y en función del programa histórico del proletariado.
En nuestra organización, el problema de la relación entre lucha económica y lucha política es abordado de manera permanente en nuestro trabajo y en nuestro periódico, en el que hemos hecho ya propuestas concretas, es por eso que terminamos el presente artículo con un breve fragmento del artículo «Las tareas de los socialistas en la lucha contra el neoliberalismo» publicado en el FRAGUA No. 2, correspondiente a julio-agosto de 2014:
«Es urgente retomar formas organizativas populares, ampliarlas y enriquecerlas: desarrollar en el seno del pueblo brigadas de agitación y propaganda, promover la politización en las amplias masas populares, organización de círculos de estudio, escuelas de formación política y técnica, construyendo organización popular puerta por puerta, calle por calle, colonia, quiosco, fábrica.
Hay que pasar de la lucha de resistencia y de no perder lo poco que se conserva, a una lucha socialista, a una lucha no sólo por la tierra, el agua y el trabajo, sino para que la tierra recuperada se trabaje en colectivo, que el agua sea para todos y que el trabajo sea la fuente de satisfacción y no la fuente de miseria y explotación.
El movimiento independiente, anticapitalista, no puede ir solo en la lucha contra el neoliberalismo, y si bien esta lucha momentáneamente la encabeza la pequeña burguesía reformista, más o menos antineoliberal, no implica que el movimiento socialista se supedite o vaya a la cola del reformismo. El movimiento socialista, al mismo tiempo que se distingue de la política y de las formas organizativas de la pequeña burguesía, tiene que luchar contra el capitalismo y por la construcción de un referente anticapitalista de carácter nacional propio.»
Nota:
Este artículo fue publicado como parte de la sección MARXISMO HOY del No. 17 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 23 de mayo de 2016.
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