Con bastante retraso y mucha vergüenza por haber permitido que el descuido habitara en mí, doy cuenta del fallecimiento de un científico enrojecido, uno de los grandes médicos y neurólogos de nuestra historia reciente. Luis Eric Clavería Soria, fallecido el pasado 1 de junio en La Granja (Segovia), nació en 1943, en Uppsala (Suecia). Su […]
Con bastante retraso y mucha vergüenza por haber permitido que el descuido habitara en mí, doy cuenta del fallecimiento de un científico enrojecido, uno de los grandes médicos y neurólogos de nuestra historia reciente.
Luis Eric Clavería Soria, fallecido el pasado 1 de junio en La Granja (Segovia), nació en 1943, en Uppsala (Suecia). Su padre fue el académico Carlos Clavería, profesor de Lengua y literatura en varias universidades extranjeras -Munich (Alemania), Los Ángeles (EEUU) y Uppsala- y en las de Murcia y Oviedo. La madre de Clavería Soria, Luisa Soria, era nieta del ilustre urbanista Arturo Soria y Mata (1844-1920) y fue educada en el ámbito de la Institución Libre de Enseñanza. Un tío de Clavería Soria, Carmelo Luis Soria Espinoza (1921-1976), militante exiliado del PCE, diplomático español y miembro de la CEPAL, consejero del gobierno de Salvador Allende, fue asesinado en 1976 por agentes de la DINA de la Brigada Mulchén durante la dictadura chilena de Pinochet.
Luis Eric Clavería Soria [LECS] estudió primaria y secundaria en el Colegio Estudio, residuo de la Institución Libre de Enseñanza. Cursó posteriormente sus estudios de Medicina en la Universidad de Madrid. Su actividad política clandestina de oposición a la dictadura fascista del general criminal y asesino (muerte del general Amado Balmes Alonso) [1], le supuso algún expediente disciplinario académico -fue sancionado por participar en 1965 en las protestas por la expulsión de la Universidad de Madrid de los profesores Enrique Tierno Galván, José Luis López Aranguren y Agustín García Calvo- y visitas a los sótanos de la Casa del Correo de la Puerta del Sol, la sede de la franquista Dirección General de Seguridad (DGS), donde ahora está ubicado, sin ninguna placa de recuerdo histórico, el gobierno de la Comunidad de Madrid presidido por la benemérita Esperanza Aguirre y Gil de Biedma.
Interesado por la Neurología, excelente conocedor de la legua inglesa, al terminar la carrera de Medicina, Clavería Soria se desplazó a Londres para especializarse en uno de los más prestigiosos centros neurológicos del mundo, el National Hospital for Neurological Diseases, situado en Queen Square, de cuya plantilla llegó a formar parte. Allí pasó una serie de fructíferos años con los neurólogos más importantes de la época. Entre ellos, el actual Premio Nobel Geoffrey Hansfield. Clavería Soria tuvo la ocasión de llevar a cabo, junto con su amigo el neurorradiólogo Ivan Mosley, las primeras investigaciones sobre la utilidad de los nuevos métodos de exploración, la correlación entre las imágenes obtenidas con TAC y las patologías de los pacientes, y de publicar múltiples trabajos e incluso el primer libro sobre el tema. En 1973, cuando se inauguró el Hospital 12 de Octubre de Madrid, opositó y ganó la plaza de jefe de sección de Neurología trasladándose a vivir a la ciudad resistente.
En 1977 quedó vacante en el Hospital General de Segovia la plaza de jefe de sección de Neurología. Clavería Soria superó el reglamentario concurso de méritos y se incorporó poco después al centro segoviano instalándose para vivir con su familia en el Real Sitio de la Granja de San Ildefonso, localidad donde los padres de su esposa, la arquitecta Rita Iranzo, poseían una casa abandonada y prácticamente en ruinas.
En las primeras elecciones municipales democráticas de 1979, LECS se presentó como cabeza de lista de un grupo de ciudadanos, luchadores antifranquistas como él y antiguos republicanos en su mayor parte, bajo el nombre de «Pueblo Unido», una coalición electoral impulsada por el PCE. Clavería Soria se convirtió así en el primer alcalde democrático del Real Sitio y lo siguió siendo durante dos legislaturas más. La recuperación de la Real Fábrica de Vidrio, abandonada desde hacía muchas décadas, es una conquista de aquellos años. Se construyeron también viviendas sociales dignas y se elaboró lo que fue seguramente el primer plan de salud de un ayuntamiento democrático.
En el hospital de Segovia, Clavería Soria creó una verdadera escuela de neurólogos, formando a múltiples residentes que provenían de diversas ciudades españolas. Colaboró en el desarrollo de la Atención Primaria de Salud de la ciudad y llevó a cabo estudios epidemiológicos de enfermedades neurológicas como el Parkinson o la esclerosis múltiple en la Provincia de Segovia.
Entre 1986 y 1990, aceptó ser presidente de la FADSP, la Federación de Asociaciones para la defensa de la Sanidad Pública. y participó en la evaluación de los proyectos de investigación presentados al Fondo de Investigación Sanitaria (FIS). Durante esos años representó a España en el comité de gestión del Programa Marco de la Unión Europea sobre Medicina y Salud..
El foro social de Segovia ha mostrado su pesar por la pérdida de una «persona irrepetible, como demostró con su compromiso con los ciudadanos Granjeños, que le llevo a ser un ejemplo de alcalde, puso su talento médico al servicio de la Sanidad Publica, Erik será recordado por ser un defensor acérrimo de los mas desfavorecidos, todo un ejemplo de honestidad y compromiso social».
Amigo suyo, el científico republicano internacionalista Eduard Rodríguez Farré ha recordado lo que para Clavería Soria era un postulado poliético y vital casi axiomático: «Debo devolver a la sociedad, y sobre todo a sus sectores más desfavorecidos, aquello que ella generosamente me ha concedido». En una entrevista de 1988, el que fuera alcalde democrático y de izquierdas de La Granja, se expresó con claridad y con esperanza: «Si miramos al futuro, la concepción racional acabará imponiéndose y los españoles podremos disponer de un sistema nacional de salud acorde con las exigencias de la sociedad». Que así sea. A él, y a muchos como él, se lo debemos.
Nota:
[1] Véase Ángel Viñas, La conspiración del general Franco, Crítica, Barcelona, 2011.
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